videojuegos

¿Qué consecuencias tienen los videojuegos y los juegos por internet?

Pregunta:

         ¿Causan los videojuegos, especialmente, los que ofrecen la gama de internet, algún tipo de problemas en sus consumidores habituales?

 

Respuesta:

Estimado:

         Volvemos, con su consulta, a tratar una vez más del problema que presenta la técnica; ésta debe ser dirigida por la prudencia, que es virtud moral, de lo contrario deshumaniza al hombre.

         Los videojuegos y otros fenómenos semejantes pueden ser bien aprovechados; pero también puede ser usados de modo deformante. En este sentido, este fenómeno tiene el agravante de que ejerce un influjo extremadamente cautivante (hasta la obsesión). ¿A qué se debe esto? El profesor Tonino Cantelmi, presidente de la Asociación Italiana de Psicólogos y Psiquiatras, ha respondido explicando: «El problema está en que la alta tecnología puede provocar emociones profundas y arcaicas. Es algo que podría sorprendernos, como sorprende el hecho de que en los chats de Internet la gente discute furiosamente. Algo, que parecería estar mediado por la tecnología, en realidad, desarrolla emociones extraordinariamente comprometedoras»[1].

         Los videojuegos seducen a niños y muchachos, pero también a los adultos, ¿por qué? «Seducen sobre todo a los adolescentes, responde Cantelmi, pues atraviesan problemas de identidad. Sin embargo, hoy día, estos problemas también los experimentan los adultos. Este es el motivo del enorme interés que suscitan los videojuegos en los jóvenes y adultos. En Internet, por ejemplo, hemos constatado una gran cantidad de adultos dependientes de juegos planetarios».

         Y ante otra cuestión de suma importancia, cual es la contribución a la convivencia, dice el mismo catedrático: «Por una parte sí (la desarrollan), pero, por otra, expresan también el problema de nuestra época: la fobia patológica al encuentro. Hoy es difícil encontrarse, controlar las propias emociones y saberlas vivir. Ahora bien, la tecnología nos ofrece la posibilidad de estar con los demás, aunque no de una manera relacional. De este modo se prefiere vivir este tipo de relaciones, rechazando la relación interpersonal».

         Podemos también preguntarnos cuáles son entonces los límites y las consecuencias de este fenómeno. A esto respondía Cantelmi: «Por una parte, Internet y toda la tecnología nos permite descubrir cosas muy interesantes en nosotros mismos, nuevos papeles y nuevas realidades; por otra, es indudable que nos aísla. Hemos definido este fenómeno en nuestros estudios como autismo tecnológico». Y también: «Las dificultades surgen cuando el sujeto no se encuentra bien, cuando la realidad virtual es más bella, más fascinante, más intrigante que la real. Lo importante es que, al navegar en Internet o utilizar los instrumentos tecnológicos, se tenga un objetivo muy claro. Sólo entonces podemos sentirnos libres a la hora de utilizar este instrumento».

         Además de estas observaciones psicológicas debemos tener en cuenta el problema de los «contenidos» que canalizan muchos videojuegos. A veces no se trata de inocentes juegos sino de auténticos adiestramientos mentales que crean en los jóvenes convicciones moralmente muy graves. «Hoy, escribe Carlo Climati, los principales mensajes transmitidos por los videojuegos son la violencia y el esoterismo»[2].

         En internet se ha encontrado hace tiempo incluso juegos destinados a blasfemar: «juego de la blasfemia», invita a utilizar la propia creatividad en modo blasfemo; tiene o tenía páginas dedicadas a blasfemias contra Dios, la Virgen, Jesús, el Papa, etc.

         Muchos juegos son también vehículos canalizadores de contenidos esotéricos, de brujería, de satanismo; y sobre todo de violencia extrema.

         Como escribe un autor: «ciertos videojuegos parecen contribuir a un proceso de acostumbramiento al mal por parte de los jóvenes». Esto sumado al aislamiento que representan los videojuegos (que ha reemplazado a la antigua cultura de las plazas y los juegos entre amigos) es un peligroso cocktel para la salud mental y moral de las nuevas generaciones.

         No se puede negar que hay juegos totalmente inofensivos; éstos, usados con moderación, pueden ser un legítimo pasatiempo. Pero que se mantengan en los límites prudenciales es una grave responsabilidad de los padres y educadores.

P. Miguel A. Fuentes, IVE

 

[1] Aparecido en ZENIT, 14 de marzo de 2000. Las citas del profesor Cantelmi las tomo de esta nota.

[2] Climati, Carlo, I giovani e l’esoterismo, op. cit., p. 182.