Pregunta:
¿Cuál fue el problema que presentaron los consultorios católicos alemanes para mujeres embarazas? ¿Por qué no se puede atender a las mujeres embarazadas en ellos? ¿O en qué situaciones y con qué condiciones se puede hacer? ¿Cuál es el problema de ‘cooperación’ que se presenta allí?
Respuesta:
Agradezco la consulta sobre este caso, el cual es muy importante porque sienta precedentes en un caso delicado de ‘cooperación al mal’.
Ante todo transcribo la noticia de Zenit del 23 de junio de 1999. ‘Los obispos alemanes han respondido a la carta de Juan Pablo II en la que les pedía tomar medidas para evitar todo tipo de ambigüedad en los certificados que emiten los consultorios católicos de asistencia a madres en dificultad y que les permiten acceder al aborto despenalizado en las estructuras sanitarias…
Tras dos días de reunión de los prelados en el monasterio bávaro de Würzburg, el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Karl Lehmann, ha aclarado que los obispos aplicarán las indicaciones contenidas en la carta del Papa.
El portavoz de los obispos explicó que el Santo Padre nunca les ha pedido abandonar los consultorios de ayuda a la madre en dificultad, desmintiendo de este modo los rumores divulgados repetidamente por la prensa.
De este modo, el documento que emitirán los consultorios católicos tras las entrevistas con las madres en dificultad dirá: ‘Este certificado no puede ser utilizado para la ejecución despenalizada de abortos’.
Para aclarar ulteriormente la posición de Juan Pablo II en esta materia, la Secretaría de Estado del Vaticano ha publicado un nota en la que se revela el contexto en el que el pontífice ha tomado esta decisión.
Aclaración vaticana. El texto, publicado por ‘L’Osservatore Romano’, explica que el Santo Padre ha intervenido, pues la Conferencia Episcopal no había encontrado una posición común ante el espinoso problema. ‘La mayoría de los obispos se declaró por un nuevo ‘plan de consulta y ayuda’, que integra consulta y compromisos comprometedores que ofrezcan a la mujer apoyo, ayuda y mediaciones, proponiendo además una nueva formulación del certificado de consulta -explica la Secretaría de Estado-. Sin embargo, otro grupo de obispos consideraba que esta propuesta no correspondía plenamente a la invitación del Papa y optaba por una consulta que renunciase a la entrega de un certificado según la ley’.
Síntesis de conciliación. En su carta, revela la nota vaticana, el Papa ‘tiene en cuenta las exigencias esenciales de ambas opiniones dentro de la Conferencia Episcopal Alemana y propone una decisión que constituye una síntesis de conciliación’. De este modo, les pide que ayuden a las madres en dificultad, pero que al mismo tiempo se evite toda ambigüedad, explicando en el mismo certificado que ese documento no justifica la ejecución del aborto despenalizado.
Con esta decisión, aclara la nota explicativa vaticana, el Papa espera colaborar en la restauración de ‘la unidad de la Conferencia Episcopal sobre este problema importante’ y en la superación de ‘las tensiones surgidas en la opinión pública católica’.
Defensa de la vida humana. ‘Esta aclaración contribuye a liberar a la Iglesia católica de una situación que ofusca la claridad y la resolución de su testimonio a favor de la intangibilidad de toda vida humana’, explica la Secretaría de Estado.
‘La carta deja claro que en este problema toda polémica está fuera de lugar -concluye la nota vaticana-. Aquí se trata exclusivamente de comprometerse en el amor y en la verdad a favor de la madre y del niño. Los únicos vencedores deben ser las mujeres en dificultad y los niños no nacidos»[1].
En cuanto a la historia del caso, todo comenzó el 29 de junio de 1995, cuando el parlamento de Bonn adoptó por amplia mayoría una ley sobre el aborto que buscaba un compromiso entre el permisivismo exasperado que imperaba en la antigua República Democrática Alemana y el régimen de la República Federal Alemana, mucho más restrictivo. El aborto fue declarado ilegal, pero quedó despenalizado, a condición de que tuviera lugar durante los tres primeros meses de embarazo y de que la mujer se sometiera a un coloquio con psicólogos, médicos y asistentes sociales en un consultorio.
El certificado que emite el consultorio no es una autorización para abortar, aunque en la práctica funciona como un ‘nihil obstat’ para esta intervención médica con la que se acaba con la vida de un niño no nacido.
De los 1.700 consultorios que operan en Alemania, en el marco de esta ley, 270 están dirigidos por la Cáritas y 126 por el Servicio social de las mujeres católicas. La Iglesia católica alemana, si bien criticó la nueva ley sobre el aborto, consideró oportuno abrir sus propias estructuras de asistencia social a las mujeres en dificultad y entrar así en este sistema de consulta promovido por la ley. La decisión fue tomada en la asamblea plenaria de los obispos, en otoño de 1995, y ya entonces el Papa les invitó a reflexionar bien sobre las consecuencias: ‘Estad atentos para que la consulta ofrecida por los católicos no les haga cómplices de la supresión de vidas inocentes’.
Los obispos insistieron en reafirmar que en los consultorios se trata de disuadir del aborto y, de hecho, en el 20 por ciento de los casos, se logra que la mujer cambie de opinión. Trabajar dentro del sistema estatal permite acercarse a madres con problemas. Ahora bien, entre la opinión pública, especialmente entre los católicos, la entrega de un certificado que permite el aborto por parte de una institución dirigida por la Iglesia constituía un auténtico problema de conciencia. Como se puede ver, nos encontramos ante un caso moral particularmente espinoso.
Por este motivo, en enero de 1998, Juan Pablo II pidió a los obispos alemanes que se tomaran las medidas necesarias para evitar esta ambigüedad. ‘Una petición que acogemos -respondió monseñor Karl Lehmann, el presidente de la Conferencia Episcopal-. Buscaremos nuevos caminos’.
De este modo, se creó un grupo de trabajo que en febrero de este año presentó sus resultados. Los obispos alemanes se comprometieron a ofrecer ayuda y asistencia a las madres en dificultad y consideraron que la solución al problema ético pasa por una nueva formulación del certificado que emite el consultorio. En la respuesta a esta propuesta, el Papa les pidió en la carta hecha pública ayer que el texto de este documento diga expresamente: ‘Este certificado no puede ser utilizado para la ejecución despenalizada de abortos’.
Por su parte, el informativo Aciprensa, el día 24 de junio de 1999 resumía el problema y su historial, de la siguiente manera. ‘La Santa Sede emitió un documento que explica algunas consideraciones de la reciente Carta del Papa Juan Pablo II a los Obispos alemanes, que recomienda a los consultores familiares católicos oficiales que continúen brindando asesoría a las mujeres que quieren realizar un aborto pero que no otorguen los certificados que permiten abortar legalmente, pues ello atenta contra la vida humana y contra las enseñanzas de la Iglesia.
‘Esta Carta del 3 de junio de 1999 debe ser leída en el contexto de las dos anteriores intervenciones papales’, señala la ‘Nota Explicativa’ publicada ayer por la Oficina de Prensa de la Santa Sede. ‘Ya en la carta del 21 de septiembre de 1995, el Papa tomó una postura en relación con la nueva reglamentación legislativa sobre el aborto’, que exige a las mujeres que deseen abortar obtener un ‘certificado’ de haber asistido a un centro de consulta, entre los cuales se encuentran los consultorios católicos familiares.
Por ello, el Santo Padre ‘expresó -en esta primera carta- algunas serias perplejidades sobre la participación de los consultorios eclesiales en la ejecución despenalizada de abortos e invitó a los obispos a volver a definir el compromiso eclesial en el asesoramiento. En los dos años sucesivos, se buscó a través de un diálogo intenso entre la Santa Sede y la Conferencia Episcopal Alemana, una solución al difícil problema’.
‘Con la Carta del 11 de enero de 1998, el Santo Padre se dirigió nuevamente a sus hermanos Obispos en Alemania. Les invitó con insistencia a seguir estando presentes de modo eficaz en el asesoramiento de las mujeres que buscan ayuda, pero también a que no se suministrara ningún certificado, que según la ley, constituye el presupuesto necesario para el aborto despenalizado’, continúa la Nota Explicativa.
Respecto de la reciente reunión del Consejo permanente de los obispos alemanes para analizar la última carta del 3 de junio, el Papa ‘manifiesta su esperanza de que la decisión que ha adoptado ayude a recuperar la unidad en la Conferencia Episcopal sobre este importante problema y a superar las tensiones surgidas en la opinión pública católica’.
‘La decisión comunicada por Juan Pablo II tiene como punto de partida el amplio reconocimiento del plan de asesoramiento y de ayuda que ‘une el asesoramiento orientado a la vida a una serie de iniciativas de ayuda’.
‘El certificado que se suministra a las mujeres según el plan de asesoramiento y de ayuda, adolece sin embargo todavía de una grave ambigüedad. Documenta ciertamente la orientación del asesoramiento a la vida y constituye una garantía para la atribución de las ayudas prometidas, pero al mismo tiempo puede utilizarse para la ejecución despenalizada de abortos según la norma del código penal 218a(1)’, explica la nota.
Además, el documento precisa que ‘para que el empleo del certificado como vía de acceso al aborto no sea posible’, el Santo Padre dispone que ‘se añada la anotación: Este certificado no puede utilizarse para la ejecución despenalizada de abortos‘.
Haciendo un llamado a la unidad de los Obispos alemanes, el Santo Padre pidió con su misiva que acojan unánimemente sus enseñanzas y ‘pongan en práctica su decisión dentro de este año’. A pesar de la convocatoria papal a la unidad, existen algunos consultores católicos que han manifestado que seguirán ejerciendo las mismas funciones de manera no confesional -invocando un ‘deber democrático’- si los Obispos prohiben sus funciones en el sistema oficial de consultorías previas al aborto'[2].
P. Miguel A. Fuentes, IVE
[1] Cf. ZS99062308.
[2] Aciprensa, 24 de junio de 1999.