Misa de sufragios

¿Cuál es el valor de los Sufragios?

Pregunta:

Quisiera saber si una Misa que se ofrece en sufragio de una sola alma bendita del purgatorio, tiene el mismo valor, ante Dios nuestro Señor que una Misa comunitaria, es decir la que se ofrece por varias almas. Desde ya muy agradecida y que el Señor le bendiga mucho.

Respuesta:

Estimada:

En la Santa Misa, considerada como sacrificio expiatorio – en sufragio por los pecados de vivos y difuntos – e impetratorio – para obtener de Dios las gracias necesarias – pueden distinguirse cuatro clases de frutos, que se dan en todas las misas: los frutos generalísimo, general, especial y especialísimo.

El fruto generalísimo es el que sobreviene a toda la Iglesia Universal por el solo hecho de celebrarse la Misa, independientemente de la intención del ministro, quien no puede impedir este fruto o aplicarlo a otra finalidad distinta ya que proviene de la Misa en cuanto ofrecida a Dios por Cristo y por la Iglesia. Este fruto generalísimo afecta a todos los fieles, vivos o difuntos, con tal que no pongan óbice (obstáculo). Esto queda claro cuando los fieles responden: ‘El Señor reciba de tus manos este sacrificio para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su Santa Iglesia‘. No todos los cristianos, sin embargo, reciben por igual este fruto generalísimo. Depende en gran parte del grado de fervor con que se unan espiritualmente a todas las misas celebradas en el mundo entero; práctica utilísima, que descuidan, por desgracia, muchos fieles.

El fruto general es el que perciben los que participan en la celebración de la Santa Misa en unión con el sacerdote, y es independiente también de la intención del sacerdote, que no puede impedirlo o desviarlo. En realidad, coincide sustancialmente con el fruto anterior, del que sólo se distingue en el grado de participación. Es, en definitiva, el fruto que reciben los que sirven inmediatamente al altar (diáconos y ministros) y los fieles que asisten al sacrificio, sobre todo si se unen al sacerdote celebrante y toman parte activa en los cantos y en las oraciones. El grado con que se recibe este fruto depende también de la devoción y el fervor de los que participan de la celebración.

El fruto especial es el que recibe la persona o personas por quienes el sacerdote aplica la Santa Misa, y es al que apunta su pregunta. Este fruto puede aplicarse por los vivos o por los difuntos, ya sea en general, ya por alguno de ellos en particular; y es impetratorio, es decir, pidiendo una gracia a Dios, y satisfactorio, o sea, en reparación por los pecados para quien se aplica.

El cuarto fruto es el llamado especialísimo. Es el fruto que corresponde al sacerdote celebrante, que lo recibe siempre e infaliblemente, aunque celebre la misa por otros.

En cuanto al valor de la aplicación de los frutos de la Santa Misa hay que afirmar: en cuanto a los frutos generalísimo y general, es indiferente que la Misa se aplique por una sola persona o finalidad, o por muchas personas o finalidades. El fruto especialísimo se aplica siempre a una persona (el celebrante).

Pero, y esto va de lleno a su pregunta, incluso en cuanto al fruto especial, la Misa aplicada por muchos (vivos o difuntos) aprovecha a cada uno de ellos exactamente igual que si se aplicase por uno solo en particular. La razón es porque el sacrificio de la Misa tiene en sí mismo un valor infinito, tanto intensiva como extensivamente. Y si, al aplicarse a nosotros, se limita y circunscribe, ello no se debe al sacrificio mismo, sino única y exclusivamente a las disposiciones del sujeto a quien se aplica. Luego, después que este sujeto ha recibido íntegramente la porción que le corresponde según sus disposiciones, todavía queda un remanente infinito, que puede ser percibido por millares de sujetos secundarios sin mengua ni menoscabo del primer participante. El que pide una Misa por una intención especial no debe sentirse defraudado por esto, porque aquel sobre los cuales pide que se aplique el fruto especial lo recibe íntegro y sin la menor disminución. No tendrán menos frutos por más que otros miles pidan la misma Misa para sí o para otros. La Santa Misa es, de suyo, un tesoro infinito e inagotable intensiva y extensivamente, y no puede tocarle a uno menos de lo que le correspondería por sus disposiciones por muchos que sean los que participen de ella.

Cabe aquí recordar que cuando se aplica la Misa por tal o cual alma del purgatorio, no se mide la cantidad del fruto expiatorio por la devoción o fervor de quienes encargan la Misa, sino por el grado mayor o menor de caridad y de gracia que posee el alma actualmente en el purgatorio o por el modo con que se condujo durante su vida en la tierra.

La Iglesia, a la vez que ora en la Santa Misa por todos los fieles vivos y difuntos, no tiene inconveniente en que se aplique de una manera especial por una determinada alma o por algunas pocas, porque esta práctica tiene muchas ventajas, ya que excita la devoción de los fieles, les hace rogar de manera especial por los seres queridos, multiplica la celebración del Santo Sacrificio, etc; y todo esto sin perjuicio para nadie, antes bien, con gran provecho de todos.

En Cristo y María Santísima.

P. Miguel A. Fuentes, IVE

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