Pregunta:
Hay algo que no entiendo en lo que se refiere a la rebelión de Satanás y los demonios.
Se dice que Satanás y sus demonios fueron creados ángeles. Y por lo mismo, provistos de una inteligencia superior y de todas las cualidades angélicas.
Si verdaderamente esto es cierto, su inteligencia indudablemente tuvo que llevarlo a concluir todas las consecuencias de su proceder, es decir su ruina y su fracaso.
¿Por qué entonces emprendió una guerra que -si es cierto que él está superiormente dotado- está en condiciones más que suficientes para prever su final?
Es como si estos ángeles, seguramente capaces de elaborar las 5 vías de Santo Tomás y 220 como esas (o tal vez una sola pura y simple que las reúna a todas) hubieran deliberado de una forma que en palabras humanas podría ser así:
‘El recto razonamiento nos lleva a concluir que Dios es nuestro Creador y nuestro Señor y que su razón debe ser la norma de nuestros actos y aún así no serviremos.
Sabemos que somos simples criaturas que debemos a Dios el existir y todo lo bueno que tenemos, y aún así no serviremos.
Sabemos que al obrar así vamos en contra de nuestra propia naturaleza, y aún así no serviremos.
Sabemos que esta negativa es necia y sin sentido, y aún así no serviremos.
Sabemos que la consecuencia de nuestra decisión será un castigo tremendo, eterno, incancelable, inevitable, y aún así no serviremos.
Sabemos que el anteponernos a Dios es una ilusión y un espejismo, y aún así no serviremos.
Sabemos que es absolutamente imposible que ganemos la guerra, y aún así, la emprenderemos.
Sabemos que el tentar a los humanos y arrastrarlos hacia nuestro destino no disminuirá nuestro sufrimiento y aún así lo haremos.
Sabemos que nuestra empresa está condenada de antemano al fracaso total y rotundo y aún así lo intentaremos.
Etc, etc.’
¿qué clase de decisión ha sido ésta, que cualquier tonto se daría cuenta de su necedad?
Un amigo mío sintetizó mi duda en un “Parecería…” de esos de santo Tomás: ‘Parecería que siendo los ángeles seres inteligentes y siendo que su inteligencia les permite conocer la verdad de la omnipotencia divina, es imposible la rebelión ya que es contraria a la misma razón.’ También la caracterizó de esta forma, que me pareció exacta: “Me parece que tu pregunta apunta más no a la posibilidad metafísica y moral de la apostasía angélica (causa formal), que desde el punto de vista de la razón es absolutamente posible, como estuvimos viendo; sino a la causa psicológica (eficiente), si vale el término, que determinó la rebelión”.
Bueno Padre, simplemente quería precisar un poco más mi inquietud para cuando se pueda ocupar de ella. Faltaría añadir algo, que si he de ser honesto conmigo mismo, con usted, y con Dios, no puedo omitir: es el temor que subyace en esta duda de que Dios haya sido injusto con Satanás y los diablos…
Respuesta:
Estimado:
1. Lo primero que hay que tener en cuenta, desde el punto de vista teológico-especulativo, es el principio de la analogia fidei , la ‘analogía de la fe’, por la cual se ve que, además y junto a la armonía, hay un orden y una jerarquía de verdades de fe. Por eso mismo, unadificultad que se nos pueda plantear de orden o nivel menor no puede nunca convertirse en algo que ponga en duda una verdad de orden mayor; antes bien, es a la luz de la verdad de orden mayor que se tienen que resolver las dificultades de orden menor. Dios es la suma bondad, benignidad y justicia: no puede hacer más que el bien y hacer justicia; de tal manera que la culpa de la condenación eterna es toda y exclusivamente del condenado, ‘Dios no crea el mal, no causa el mal, no quiere el mal’. Es decir, que una dificultad en un ‘Tratado’ secundario y acerca de un tema de libre discusión como el modo de la elección del mal por parte de los ángeles caídos, no puede ser objeción seria a una verdad de fe definida, como lo es la infinita bondad de Dios.
2. Por otra parte, es necesario tener en cuenta que, en el orden ontológico y metafísico, uno es el plano del verum (lo verdadero) y otro el del bonum (lo bueno), uno el plano de la inteligencia y otro el de la voluntad. Ciertamente, para que la voluntad se arroje a un objeto, hace falta que le sea presentado bajo algún aspecto de bondad, y esto corresponde a la inteligencia. Pero la voluntad no es una simple ‘prolongación’ o ‘rémora’ o ‘función segunda’ de la inteligencia, sino que tiene un propio círculo de acción, con una manera propia y específica de actuarse: la activación de la voluntad no es una simple consecuencia de la presentación de la bondad del objeto.
Santo Tomás toca esto muy bien en la Cuestión VI De Malo, donde llega a decir que lo que mueve a la voluntad no es la simple bondad del objeto, el bonum , sino el bonum ut conveniens (lo bueno como conveniente). En consecuencia, por más que el espíritu caído esté intelectualmente convencido de que Dios es el sumo bien, y de que le debemos todo, etc., sin embargo, no llega a evaluar existencialmente esta situación como conveniens , como buena para él en concreto, ya que le exige una sumisión. Esto toca ya el aspecto moral-existencial.
3. La posibilidad de rechazar así al Sumo Bien en una inteligencia y en una voluntad como la angélica, implica ante todo la distinción real de ambas facultades: por eso es que el actuarse de la una no es reductible al actuarse de la otra. De ahí que también la voluntad pueda tener un dominio de ejercicio sobre la inteligencia, en virtud del cual aplica y dirige la inteligencia a ejecutar su acto: ‘intelligo enim quia volo’ (entiendo porque quiero), dice santo Tomás en la cuestión que recién citamos. En razón de este dominio de ejercicio la voluntad tiene el poder de volcar el acto intelectual sobre un objeto u otro, sobre un aspecto u otro, etc. Esto en cuanto al aspecto psicológico.
En cuanto a la ‘mecánica’ -el término es inexacto, habría que decir ‘proceso’, ‘dinamismo’- psicológica de la producción del acto, la actuación de dicha posibilidad es expresada por santo Tomás en términos de ‘no consideración’: la voluntad angélica ‘tuerce’ y ‘pliega’ a la inteligencia para que no le muestre toda la bondad del objeto, y para que le muestre la conveniencia en concreto, para ella, de no someterse a Dios como norma superior, y guiarse solamente bajo la luz de su inteligencia natural excluyendo la regulación por una norma superior. Por eso es que el pecado angélico, como cualquier pecado, no tiene una explicación racional, en el sentido de que no tiene una razón : antes bien, consiste en la decisión lúcida de obrar al margen de la norma de una razón (superior), es decir, de no aceptar someter su inteligencia natural (y su voluntad) a una luz superior. No es que el ángel caído caiga a pesar de ver las razones para no caer , sino que cae porque no quiere ver razones . Es, en el orden del espíritu puro, algo análogo a lo que ocurre con la persona apasionada. La causa psicológica ‘eficiente’ (deficiente) es, por lo tanto, la voluntad misma del ángel que se curva sobre sí y arrastra consigo a la inteligencia misma:‘Esta manera de pecar no implica ignorancia, sino sólo la ausencia de consideración de lo que hay que considerar. Y es de esta manera que el ángel pecó, convirtiéndose por su libre albedrío al propio bien, sin ordenación a la norma de la voluntad divina’ (S. Tomás, S. Th., I, 63, 1 ad 3). Más preciso aún en la Q. XVI De Malo, a. 1: ‘En los ángeles hay un conocimiento, el intelectual, que debe ser dirigido según la norma de la sabiduría divina. Por eso en su voluntad puede haber pecado, por el hecho de no querer seguir el orden de una norma superior, la sabiduría divina. Y es de esta manera que los demonios se han hecho malos por su voluntad’.
4. La posibilidad teológico-existencial, entonces, está en que el ángel conoce sólo vagamente ( indeterminate ) y no detalladamente ( determinate ) el fin últimosobrenatural . Y como este fin excede la capacidad natural de comprensión de su inteligencia, hay un margen para la decisión, para aceptarlo o rechazarlo ( S. Th., I, 62, 1 y 2).
P. Miguel A. Fuentes, IVE