Pregunta:
En días pasados estuve en una oración carismática. Esta tuvo una duración de 8 horas seguidas sin descanso, la oración fue de tal intensidad que no pude resistirla y me salí. La oración comenzó bien, pero después de que varios asistentes estuvieron orando en lenguas, se comenzó a perder la ‘tranquilidad’ y comenzaron a elevar la voz casi al grado de gritar. Algunos lloraban. En ese momento uno de los integrantes comenzó a temblar, a brincar despavoridamente, y durante algunos minutos se desvaneció; al despertar se arrastraba en el piso, haciendo ruidos extraños, así como vemos en TV los exorcismos. Comenzó a profetizar al igual que algunos de los demás presentes. Fue tal la sugestión de su cuerpo, con sonidos como de serpiente. Y movimientos bastantes temerosos, que según él, Dios entro en su cuerpo y en unos minutos los integrantes de la oración podían platicar con Dios, como si estuviera enfrente de ellos; le hacían preguntas y Dios les contestaba a través de esta persona. Por ejemplo: ‘Señor¿que tengo en mi brazo? Y Dios le contestaba que tenía un tumor. Dios les dio el nombre de sus ángeles de la guarda de cada uno. Esto es sólo un ejemplo de lo que pasó. Estoy muy confundido. Yo soy católico y ya había estado en oraciones carismáticas. ¿Es esto real? ¿Estoy pecando por dudar? ¿Qué pasa? Nota: La oración fue en una casa de un laico. Agradezco su pronta respuesta.
Respuesta:
Estimado:
No peca por dudar. Por el contrario, sería imprudente si usted acepta todo este teatro como si fuera verdadero. Dios obra ordenada y suavemente. Entra y sale donde quiere sin hacer ruido porque es dueño de las almas (puede leer sobre esto las Reglas de discernimiento de espíritus de San Ignacio de Loyola, especialmente las que señala para la ‘Segunda Semana’ de sus ‘Ejercicios Espirituales’). Todo este circo que usted describe me hace suponer (y con mucha seguridad) que no es Dios quien se manifiesta allí sino la psicología enfermiza de algunos asistentes, la histeria colectiva y, no hay que descartarlo, incluso el diablo bajo apariencia de bien.
No le aconsejo que vaya a este tipo de reuniones. Busque un grupo de oración más centrado, haga adoración al Santísimo Sacramento, rece el Rosario. Jesucristo es ‘príncipe de la paz’, no el dueño de un circo.
En Cristo y María.
P. Miguel A. Fuentes, IVE