Pregunta:
El presente mail tiene por objeto solicitarles tengan a bien, enviarme material sobre las pruebas que puede aportar un católico acerca de la inspiración divina de las Sagradas Escrituras. ¿Cómo lo prueba un católico? ¡Muchas gracias! y que Dios los siga bendiciendo. Los saluda fraternalmente en Jesucristo y María Santísima siempre Virgen.
Respuesta:
Las pruebas católicas son las siguientes:
1. Por la persuasión de los judíos, confirmada por Cristo y los Apóstoles.
Los judíos contemporáneos de Jesucristo, creían con firme persuasión que sus Escrituras, es decir, todos los libros, al menos los protocanónicos del Antiguo Testamento estaban inspirados con tal inspiración que Dios era su autor principal.
Ahora bien: Cristo y los Apóstoles nunca reprobaron esta persuasión, sino que la aprobaron de una manera positiva.
Luego Cristo y los Apóstoles tuvieron por inspirados todos los libros del Antiguo Testamento, por lo menos los protocanónicos.
2. Por testimonios bíblicos internos
Hay textos que hablan del valor inspirado de la Escritura: 2 Tim 3, 16 (Toda la Escritura es divinamente inspirada y útil para enseñar , para argüir, para corregir, para instruir en la justicia); 2 Pdr 1,20-21 (Entendiendo en primer lugar que toda profecía de la Escritura no se hace por propia interpretación, pues no se aduce por voluntad humana, sino que los hombres santos de Dios han hablado por inspiración del Espíritu Santo).
3. Por el testimonio de los Padres
Los Santos Padres atestiguan la creencia antigua y universal de la Iglesia en el origen divino de la Biblia mediante una acción especial de Dios llamada inspiración, es decir, tenemos una tradición constante, universal y unánime desde los primeros siglos de la Iglesia en favor de hecho de la inspiración.
Para los Padres, tanto los libros del A.T. como los del Nuevo, son ‘palabras de Dios’ ( Didaché y Orígenes); dichas o dictadas por el mismo Espíritu Santo'(San Justino); ‘Son cartas de Dios a los hombres, tansmitidas por los hagiógrafos’ ( San Agustín y S.J. Crisóstomo). Clemente de Alejandría dice: ‘El Señor en persona habla por Isaías, por Elías, por boca de los profetas’.
«¿Qué es la Escritura, sino una carta de Dios omnipotente a su criatura?» (S. Gregorio Magno).
Cirilo Alejandrino: «Toda la Escritura es un libro, dicho por el único Espíritu Santo».
4. Por los Documentos Eclesiásticos
Tales son los Símbolos, Actos de fe y los Concilios, que proclaman a Dios principal autor del A. y del N.T.
El Concilio de Florencia afirma, expresamente que el autor del . y N.T. es un mismo y único Dios, ya que por inspiración del Espíritu Santo hablaron los santos (profetas y hagiógrafos) de ambos Testamentos , cuyos libros recibe y venera la Iglesia Romana (D. 706).
Los Concilios de Trento y del Vaticano I y II definen que los libros del canon establecido son inspirados y tienen a Dios por autor… (D.783 y 1787). Las Encíclicas bíblicas también nos hablan de Dios como autor principal de la Biblia.
Evidentemente de los argumentos presentados, el argumento fundamental para determinar la inspiración de los libros sagrados es la autoridad de la Iglesia. Los argumentos internos no bastan de por sí. Por tanto, sólo la autoridad de la Iglesia puede determinar de manera infalible cuáles son los libros inspirados. De hecho, los Padres de la Iglesia, en la cuestión referente al canon de los Libros Sagrados acudieron desde un principio a la tradición de los Apóstoles y de la Iglesia. Y así tenemos a San Ireneo que decía que la Escritura había que aprenderla de la Iglesia, pues sólo ella la ha recibido de la tradición transmitidas por los Apóstoles. San Cirilo de Jerusalén: ‘Aprende de la Iglesia cuáles son los libros del A. Testamento y cuáles del Nuevo’. San Agustín dejó dicho: ‘Yo no creería en el Evangelio, si no me moviera la autoridad de la Iglesia Católica’.
De esta manera, el verdadero problema de la apologética es determinar cómo la Iglesia demuestra ser la Iglesia verdaderamente fundada por Jesucristo y dotada de poderes para determinar el canon de los libros inspirados. Esto lo hace mediante el milagro y la profecía. Ese es el tema del tratado apologético sobre la Iglesia.
P. Miguel A. Fuentes, IVE