gnosticismo

¿Qué es el gnosticismo?

Pregunta:

Me interesa saber su opinión sobre qué es el gnosticismo, y si considera que vivimos en una sociedad gnóstica… y cuál es el alcance de la afirmación que ‘el pecado original es un pecado de gnosticismo’.

 

Respuesta:

La Enciclopedia Hispánica dice sobre el gnosticismo: La palabra gnosis (término griego que significa ‘conocimiento’) se emplea, al tratar del movimiento filosófico y religioso al que dio nombre, como alusión a un conocimiento esotérico, adquirido no por aprendizaje u observación empírica, sino por revelación divina. La gnosis, posesión de los iniciados, se oponía a la pistis, o mera creencia. Los elegidos que recibían la gnosis experimentaban una iluminación que era regeneración y divinización, y conocían simultáneamente su naturaleza y su origen auténticos. Se reconocían en Dios, conocían a Dios y aparecían ante sí mismos como emanados de Dios y ajenos al mundo. De esta forma adquirían la certidumbre definitiva de su salvación para toda la eternidad.

El corpus de nociones compartido por sus diversas escuelas gnósticas puede sintetizarse en tres grandes temas: la miseria del hombre, prisionero de su cuerpo, pues el gnóstico consideraba a su alma procedente de una realidad supramundana; la dualidad cósmica, en la que el mundo visible, malo y tenebroso, había sido creado por un demiurgo -elemento típicamente neoplatónico- perverso, mientras que existía otro Dios bueno pero desconocido; y, por último, el apocalipsis gnóstico, en virtud del cual el mundo malvado sería sustituido por el reino divino. Los pneumáticos (conocedores puros de la gnosis) ascenderían hasta el pleroma, reino de la luz y la perfección, y el fuego latente oculto en el cosmos se avivaría y consumiría toda la materia con él.

Es preciso hacer notar, sin embargo que, por su propio carácter esotérico, las distintas escuelas gnósticas desarrollaron formas especulativas muy diversas. La mayor parte de los estudios tienden a considerar la existencia de una gnosis no cristiana, que englobaría movimientos como el hermetismo y el maniqueísmo, y de una gnosis cristiana, herética. Esta última, desarrollada en el siglo II por Basílides y Valentín, afirmaba la realidad de un Dios trascendente y desconocido en tanto que identificaba al demiurgo creador del corrupto mundo físico con el Jehová bíblico. Los ataques a estas tesis por teólogos cristianos como Hipólito y san Ireneo son la causa principal de que el gnosticismo fuera considerado ante todo como una desviación del cristianismo.

En cuanto a lo segundo, se puede considerar que el pecado original es un pecado de gnosticismo, en cuanto se trata de adquirir un conocimiento de orden sobrenatural, pero independientemente de la gracia de Dios. Esto es lo que se deduce de las palabras del Génesis: ‘vio Eva que el fruto era deleitable para alcanzar sabiduría’; y la serpiente le ofrece el ‘ser como Dios’.

P. Miguel A. Fuentes, IVE

resurrección

¿Reencarnación o Resurrección?

Pregunta:

Padre:
Me gustaría leer alguna obra fundamental sobre el tema de la resurrección. Además, me interesaría poder argumentar contra aquellos que sostienen la teoría de la reencarnación, para lo cual le solicito me brinde bibliografía. Creo deber de todo católico practicante defender sin atacar, con firmeza y con respeto las verdades de nuestra fe. Poseo formación filosófica.
Muchas gracias.
Atentamente.
Ernesto, de Argentina

Respuesta:

Estimado Ernesto:

Sobre el tema de la reencarnación los mejores escritos son los de Mons. Boaventura Kloppenburg. No tengo las ediciones de sus libros (algunos en portugués), pero tal vez pueda conseguirlos por internet. Sobre la resurrección le recomiendo el libro de Antonio Royo Marín, ‘Teología de la salvación’, BAC, Madrid; que tiene un capítulo muy bueno al respecto; otro clásico es el Cándido Pozo, ‘Teología del más allá’, BAC, Madrid. Este último es un libro altamente documentado donde encontrará abundante bibliografía para ampliar.

También le recomiendo el documento ‘Esperamos la resurrección y la vida eterna’, de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, del 26 de noviembre de 1995. Está en Internet. (http://www.mercaba.org/CEE/C-P/obis-57.htm)

En Cristo y María.

P. Miguel A. Fuentes, IVE

brujería

¿Existe la Brujería? ¿Qué debemos hacer ante la presunta brujería?

Pregunta:

¿Existe la Brujería? ¿Qué debemos hacer ante la presunta brujería?

 

Respuesta:

Es difícil distinguir claramente entre brujería, hechicería y magia… Estas prácticas utilizan medios ocultos que no son de Dios, para producir efectos mas allá de los poderes naturales del hombre.

La brujería se adapta a los tiempos modernos y se prolifera aun en los libros populares para niños, por ej. Harry Potter

La brujería es perversa porque recurre a espíritus malignos. Implica un pacto o por lo menos una búsqueda de la intervención de esos espíritus. El ser brujo o bruja se obtiene por vínculos satánicos en los que se entra por una ‘dedicación’, muchas veces dentro de la familia.

La brujería implica la creencia en una realidad invisible a la que el practicante queda atado. Las Sagradas Escrituras y los Padres enseñan que se trata de una entidad diabólica (Dt 18,12).

¿Por qué se recurre a la brujería?

La ayuda sobrenatural que ofrece la brujería se busca por diferentes razones. Las principales son: Para hacer daño a quien se odia; para atraerse la pasión amorosa de alguien; para invocar a los muertos; para suscitar calamidades o impotencia contra enemigos, rivales u opresores reales o imaginarios; para resolver un problema el cual se ha convertido en obsesión y ya no importa por que medio se resuelve.

Prácticas de los Brujos

La brujería data desde los tiempos de la antigua Mesopotamia y Egipto. Así lo demuestra la Biblia como también otros antiguos escritos como el Código de Hammurabi (2000 a.C.).

No todos los brujos siguen las mismas prácticas, pero las siguientes son muy comunes entre ellos en la era cristiana. El brujo hace un pacto con el demonio, adjura a Cristo y los Sacramentos, tienen ritos diabólicos en los que hacen una parodia de la Santa Misa o de los oficios de la Iglesia y adoran al Príncipe de las Tinieblas y participan en aquelarres (reuniones de brujos donde hacen sus maledicencias). La brujería está relacionada con el satanismo.

Tanto en la brujería como en la magia se encuentran estos elementos:

1-La realización de rituales o de gestos simbólicos.
2- El uso de sustancias y objetos materiales que tienen significado simbólico.
3- Pronunciamiento de un hechizo .
4- Una condición prescrita del que efectúa el rito.

La brujería consta de rituales para hacer sus hechizos (ejercer un maleficio o atadura sobre alguien), algunos de los cuales requieren hierbas particulares. También hay palabras de conjuro o hechizo que pueden ser escritas para obtener un mayor poder. Quién realiza el rito debe desear su propósito con todas sus fuerzas para obtener mayores efectos y algunas veces debe ayunar por 24 horas antes de realizar el rito para purificar el cuerpo.

¿Es real el poder de la brujería?

Puede ser real, pero en muchos casos puede ser también sugestión de la mente, es decir pura mentira. En ambos casos está actuando el demonio, príncipe de la mentira.

La Biblia, la enseñanza de los Padres de la Iglesia y la tradición no dejan lugar a dudas sobre el hecho que los seres humanos tienen la libertad para pactar con el diablo el cual tiene influencia en la tierra y en las actividades humanas. Por otro lado Padres como San Jerónimo, pensaban que en muchos casos la brujería es sugestión de la mente.

La Biblia condena la brujería y la hechicería, no como falsas o fraudulentas, sino por ser una abominación: ‘A la hechicera no la dejarás con vida’ (Exodo 22,18; Ver también Deuteronomio 18,11-12). La narrativa de la visita del rey Saúl a la hechicera de Endor (I Reyes 28) demuestra que su evocación de Samuel fue real y tuvo efecto. En Levítico 20,27 se lee: ‘ El hombre o la mujer en que haya espíritu de nigromante o adivino, morirá sin remedio: los lapidarán. Caerá su sangre sobre ellos’. Está claro que hay un espíritu adivino y no se trata de una impostura.

El Pueblo de Israel, en muchas ocasiones, se tornó a la práctica de la adivinación y a la consulta de brujos, yendo así en contra de los mandatos de Dios. (Ez 13:18-19; 2 Cron 33:6; Jer 27:9…).

El Antiguo Testamento muestra claramente como los Israelitas y sus vecinos paganos estaban conscientes de la brujería y la magia. En el libro de Éxodo 7:11 leemos que el Faraón: ‘llamó a todos los sabios y adivinos. Y ellos también, los magos de Egipto, hicieron las mismas cosas (que Moisés) por medio de sus artes secretas’.

El Primer Mandamiento condena la brujería, la magia y todo tipo de adivinación: ‘Yo Soy el señor tu Dios…no tendrás dioses extraños delante de mi’ (Ex 20:2-3).

El Nuevo Testamento igualmente condena la brujería como una realidad perversa: (Gálatas 5,20; 13,6; Apocalipsis 21,8; 22,15). El mago Simón era practicante de la magia pero estaba envidioso de los Apóstoles cuando vio a la gente recibir el Espíritu Santo a través de la imposición de las manos. Ofreció dinero a los Apóstoles para que le enseñaran como hacer esto y Pedro le contestó: ‘…tú corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete , pues, de esa tu maldad…’ (Hechos 8:9-22).

En mi vida sacerdotal he tratado numerosas veces con personas que han hecho pactos satánicos y posteriormente han experimentado graves consecuencias. También con frecuencia he orado por personas que han sido víctimas de ‘trabajos’ de brujería.

La brujería opera con poder satánico (dado por Satanás). Se trata de los poderes que oprimen a los hombres y que Jesucristo confrontó hasta morir y resucitar para librarnos de ellos. Su victoria no nos evita la lucha contra el maligno sino que nos da la fuerza para vencerlo si tenemos fe.

Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas. Efesios 6:12

Debemos evitar tanto el exagerar como el minimizar el poder de Satanás. En una guerra es esencial conocer las fuerzas contrarias y saber como vencerlas. Satanás tiene poder para tentar y asediar a los fieles, pero su poder no es comparable al de Dios Todopoderoso. Satanás puede causar persecuciones y hasta el martirio de los fieles. La victoria de los santos no está en vivir sin pruebas sino en vencerlas manteniéndose fieles a Dios.

El demonio existe y entra en relación con aquellos que lo buscan. Como recompensa a quién le ofrece culto, el demonio otorga poderes preternaturales para obtener poder, fama, dinero, influencia, es decir las cosas que desea la carne. Por medio de la brujería se puede llegar a lograr el éxito en el mundo profesional ya sea como artista, profesional, militar, político, etc. Estas personas pueden parecer muy atractivas y tener un gran don de ganarse a la gente hasta el punto de atraer grandes multitudes y convertirse en dioses para sus admiradores los cuales son capaces de hacer hasta lo irrazonable por sus ellos. Los poderes del mal pueden cegar las mentes y fanatizarlas portentosamente. La brujería no es mera superstición. El demonio ciertamente arrastra hacia su reino del mal a los que se involucran en ella y a sus aduladores. Si no hay arrepentimiento y conversión, el final será el infierno.

Qué hacer contra las brujerías

Al enterarse de que alguien le está haciendo un ‘trabajo’ de brujería, muchas personas tienen miedo.Esto es lo que el quiere ya que por el miedo puede dominarnos. Debemos recordar que el demonio nada puede contra los que son fieles a Dios. Nuestro Padre Celestial es Todopoderoso y nos ama. El demonio sólo puede con aquellos que no confían en Dios y por falta de fe están espiritualmente débiles o muertos. Son como pollitos que se han alejado de la protección de la gallina y se exponen al gavilán. Por eso Jesús nos dice:

¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido! Mateo 23:37

Quién está amenazado por brujerías que recurra al Señor por protección y no tema. Debe poner en Dios toda su confianza y practicar su fe, no por miedo a la brujería sino por convicción: acercarse a los sacramentos, la oración personal y pedir a los hermanos que oren por él. La gracia del Señor jamás faltará a quién la busque.

Jamás debemos ir a otro brujo para ‘defendernos’. Eso sería caer en la trampa del demonio haciendo lo que él quiere: que desconfiemos de Dios para que recurramos a él.

Muchas veces las personas recurren a la brujería en momentos de desesperación, cuando creen que es el último recurso que les queda. En esos momento vulnerables alguien les ofrece la brujería como una solución fácil. Como católicos jamás recurrimos a ningún medio espiritual fuera de Dios. Cuando pedimos la intercesión de los santos, por ejemplo, no buscamos una vía alterna sino que buscamos su ayuda tan solo y precisamente para mantenernos fieles al Señor como ellos lo hicieron. Hay dos familias: la de Dios y la del demonio.Cada uno recurre a los miembros de la suya. Pidamos a Dios que prefiramos morir antes de buscar algo del demonio.

Fantasías en torno a la brujería

Aunque es cierto que en la brujería hay acción diabólica, la gente ignorante y supersticiosa ha creado muchísimas fábulas y supersticiones: Brujas que vuelan sobre una escoba, encantaciones que transforman a la víctima en un sapo… Estas fantasías no son causadas por la religión, sino al contrario, ocurren por faltar la auténtica fe.

En el trabajo ‘De ecclesiasticis disciplinis’ atribuido a Regino de Prum (906 d.C.), en la sección 364, critica a ‘ciertas mujeres’ que ‘seducidas por ilusiones y fantasmas de demonios, creeny abiertamente profesan que en plena noche ellas viajan sobre ciertas bestias junto con la diosa pagana Diana y una cantidad innumerable de mujeres, y que en estas horas de silencio vuelan sobre vastas expansiones de terreno y la obedecen como señora…’ Regio se lamenta que ellas llevan a esas fantasías y por lo tanto al paganismo a mucha gente (innumera multitudo). Concluye que es ‘el deber de los sacerdotes enseñar a la gente que estas cosas son absolutamente falsas… implantadas por el maligno’

Falsas acusaciones y crueldades contra presuntos brujos y brujas.

Lamentablemente no siempre se siguió el consejo de Regino de Prum. La brujería se convirtió en escape para culpar de cualquier cosa, hasta desastres naturales y epidemias. Pero existieron otras razones, entre ellas el poder y el interés de crear causa contra enemigos. El resultado fue la persecución y ‘caza de brujas’ en el que se enjuiciaron y condenaron a muerte injustamente a muchas personas, casi siempre las más indefensas. Quizás el caso más famoso es el de Santa Juana de Arco quién, acusada de bruja, murió quemada. Nos sirve para elucidar los intereses de poder, venganza y maldad que daban lugar a las persecuciones de brujas.

La persecución de las brujas comienza con el poder secular. El Imperio Romano, en el siglo III, castigaba con la pena de la hoguera a los que causaran la muerte de alguien con sus encantamientos (Julius Paulus, ‘Sent.’, V, 23, 17). En el siglo IV, la legislación eclesiástica quiso atenuar la severidad del estado. El Concilio de Elvira (306), Canon 6, rehusó el Viáticum a aquellos que matasen con una encantación (per maleficium) y añade que la razón por tal crimen no podía efectuarse ‘sin idolatría’; ya que el culto al demonio es idolatría. El canon xxiv del Concilio de Ancyra (314) impone cinco años de penitencia a los que consulten magos. Penas similares fueron establecidas por el concilio oriental en Trullo (692).

En los primeros trece siglos de la era cristiana no se dieron por lo general las crueles persecuciones y cazas de hechiceros que aparecieron más tarde. Mientras el estado permitía la tortura contra los hechiceros, el Papa Nicolás I (d.C. 866) la prohibió. Una ordenanza similar aparece en los Decretos Pseudo-Isidoros. Pero la Iglesia no pudo eliminar la tortura y otros abusos que están arraigados en el corazón del hombre. Llevar el nombre de cristiano no es suficiente para comportarse como tal.

En muchas ocasiones el clero habló con autoridad para evitar las acusaciones fanáticas y abusivas. Entre ellos San Agobardo, arzobispo de Lyon (m. 841) quien escribió ‘Contra insulsam vulgi opinionem de grandine et tonitruis’ (contra las necias creencias de la gente sobre el granizo y el rayo) (P.L., CIV, 147). El Papa Gregorio VII en 1080 escribió al Rey Harold de Denmark prohibiendo que las brujas sean sentenciadas a muerte.

La Inquisición

En la segunda mitad del siglo XIII, la recién instituída Inquisición Papal comenzó a ocuparse con cargos de hechicería. Alejandro IV, ordenó (1258) que los inquisidores deben limitar su intervenciones a casos con alguna clara presunción de creencias heréticas (manifeste haeresim saparent). Pero como la brujería, con sus prácticas diabólicas, está muy ligada a la herejía, la persecución de brujas no se evitó.

En Toulouse, cede de la herejía de los Cátaros, fue donde en 1275 se dio el primer caso conocido de una bruja llevada a la hoguera por la sentencia jurídica de un inquisitor (Hugues de Baniol (Cauzons, ‘La Magic’, II, 217). La mujer, ‘confesó’ haber dado a luz un monstruo, resultado de su relación carnal con espíritus malignos y haberlo alimentado con carne de infantes la cual procuraba en expediciones nocturnas. La posibilidad de relaciones carnales entre seres humanos y demonios era aceptado por algunos grandes teólogos como Santo Tomas y San Buenaventura, sin embargo, en la Iglesia prevalecía el sentir contrario. Un testigo poco amistoso a la Iglesia, Riezler (Hexenprozesse en Bayern, p. 32) reconoce que ‘entre los representantes oficiales de la Iglesia, esta tendencia más saludable prevaleció hasta los umbrales de la epidemia del juicio de brujas, o sea, hasta avanzado el siglo XVI’. En el Sínodo Provincial de Salzburg de 1569 (Dalham, ‘Concillia Salisburgensia’, p. 372), hay una fuerte tendencia a prevenir la imposición de la pena de muerte en acusaciones de brujería, insistiendo que estas son ilusiones diabólicas.

Pero no hay duda de que en el siglo XIV algunas constituciones papales de Juan XXII y Benedicto XII (cf. Hansen, ‘Quellen und Untersuchungen’, pp. 2-15) estimularon mucho el enjuiciamiento por brujería y otras prácticas mágicas por parte de los inquisitores, especialmente en el sur de Francia. En un juicio a gran escala en Toulouse en 1334, de 63 personas acusadas de ofensas de este tipo, 8 fueron entregadas al poder secular para ser quemadas. El resto fueron a prisión de por vida o con largas sentencias. Dos de las condenadas, ambas mujeres mayores, después de ser torturadas, confesaron haber asistido a un aquelarre de brujas, haber allí adorado al demonio y ser culpable de indecencias con él y otras personas presentes y haber comido carne de infantes. (Hansen, ‘Zauberwahn’, 315; y ‘Quellen und Untersuchungen’, 451). En 1324 Petronilla de Midia fue quemada en Irlanda por recomendación de Richard, Obispo de Ossory. Durante este período, las cortes seculares acusaban y enjuiciaban por brujería con igual o mayor severidad que los tribunales eclesiásticos. Se usaba la tortura y la hoguera.

No se conoce que enjuiciamientos de este tipo se llevaron a cabo en Alemania por inquisitores papales durante los siglos XIII y XIV. Alrededor del año 1400 encontramos muchos enjuiciamientos de brujas en Berne, Suiza por manos de Pedro de Gruyères, que, a pesar de lo que dice Riezler, era sin lugar a dudas un juez secular (Hansen, ‘Quellen, etc.’, 91 n.). También jueces seculares en Valais (1428-1434) mataron 200 brujas y en Briancon en 1437 más de 150. Las víctimas de los inquisitores, ej. en Heidelberg en 1447; o Savoya en 1462, parecen no haber sido tan numerosas.

Algunos escritores han pensado que la Bula, ‘Summis desiderantes affectibus’, del Papa Inocencio VIII (1484) fué responsable por la fiebre contra las brujas. Esto no es cierto ya que las campañas anti-brujas preceden a esta Bula la cual no contiene nada nuevo. Su efecto fue más bien el de ratificar el poder ya conferido a los inquisitores Enrique Institoris y Santiago Sprenger, para tratar con crímenes de brujería y herejía y pedir al Obispo de Strasburg que apoye a los inquisitores. Esta Bula Papal, sin embargo, no pronuncia ninguna decisión dogmática. Quizás el libro ‘Malleus Maleficarum’ (el martillo de las brujas), publicado unos dos años después por los mismos inquisitores, fue el que más incitó al enjuiciamiento de brujas. Pero los enjuiciamientos de brujas en los siglos XVI y XVII fueron en su mayoría hechos por el poder secular.

La Reforma Protestante ante la caza de brujas.

Lutero y Calvino y sus seguidores acentuaron la creencia popular en el poder del demonio en la brujería y otras prácticas mágicas. Lutero, basado en su interpretación del mandamiento Bíblico, abogó por la exterminación de las brujas. ‘La Historia del Pueblo Alemán’ de Janssen, argumenta con muchas pruebas (capítulos IV y V, del último volumen -vol. XVI de la edición inglesa), que una gran responsabilidad por la caza de brujas recae en los Reformadores.

El código penal conocido como ‘Carolina’ (1532), decretó que la hechicería debe ser tratada como una ofensa criminal en el imperio Alemán y si causó daño a alguna persona, la bruja debía ser quemada. Hubo mayor actividad de cacería de brujas en los distritos Protestantes de Alemania que en las provincias católicas. Ejemplos de ello son Osnabruck y Wolfenbuttenl. En Osnabruck, en 1583, 121 personas fueron quemadas en tres meses. En Wolfenbuttenl, en 1593 hasta diez brujas fueron quemadas en un día. No fue hasta el 1563 que se le hizo una resistencia eficaz a la persecución por medio de un protestante de Cleues, Juan Weyer. Se le unieron las protestas de Ewich y Witekind.

En el debate sobre las brujas habían católicos y protestantes en ambos lados. Quizás la protesta más efectiva contra la caza de brujas fue la del jesuita Friedrich von Spee, quién en 1631 publicó ‘Cautio criminalis’.

La persecución ocurrió en muchos países

La persecución de brujas se extendió por muchos países. En el siglo XVI habían enjuiciamientos por tribunales seculares en Roma. En Inglaterra y Escocia también hubo persecuciones pero no hay cifras precisas sobre las ejecuciones. Howell, escribiendo en 1648, dice que en el período de dos años hubo casi 300 brujas procesadas y la mayoría ejecutadas en Essex y Suffolk solamente.

El Papa Gregorio XV, en su constitución ‘omnipotentis’ (1623), recomendó un procedimiento más clemente y en 1657 una Instrucción de la Inquisición amonestó con eficacia la crueldad de las persecuciones. Al final del siglo XVII la persecución comenzó a reducirse en casi en todo el mundo y al principio de XVIII prácticamente cesaron. El último juicio por brujería en Alemania fue en 1749 en Wurzburg, pero en Suiza una niña fue ejecutada como bruja en el Cantón Protestante de Glarus en 1783.

En los Estados Unidos, Cotton Mather, en su ‘Maravillas del Mundo Invisible’ (1693), cuenta que 19 ejecuciones de brujas ocurrieron en Nueva Inglaterra. En la actualidad Estados Unidos celebra Halloween el 31 de octubre (la víspera del día de todos los santos) en que se recuerdan las historias de brujas de una forma fantasiosa. Se acostumbra a disfrazarse, preferiblemente de brujas, duendes, monstruos o cualquier cosa que de miedo, se reviven los cuentos de brujas. En el ambiente materialista de la actualidad se hace de todo ello una broma, pero en el fondo opera también un deseo pagano de llenar un vacío espiritual.

No hay pruebas para las alegaciones de que algunas mujeres fueron enjuiciadas formalmente en México a finales del siglo XIX (ver Stimmen aus Maria-Laach, XXXII, 1887, p. 378).

En un gran número de enjuiciamientos, las confesiones de haber participado en toda clase de horrores satánicos, fueron hechas espontáneamente y aparentemente sin amenaza o miedo de tortura. Además el pleno reconocimiento de culpa parece constantemente haber sido confirmado justo antes de la ejecución, cuando el acusado no tenía nada que ganar o perder con la confesión. Esto puede atribuirse en muchos casos a razones psicológicas.

Conclusión

Los males que sufre la humanidad son fruto de su apertura al demonio por el pecado. Una forma extrema de esa relación es la brujería. Se llega a pactar con él y buscar su intervención. La enseñanza de la Biblia, los Padres de la Iglesia y la tradición concuerdan en que la brujería es real y digna de condenación. Jesucristo vino para vencer y atar al demonio. Con frecuencia se enfrentó directamente con él para reprimir su actividad sobre sus víctimas. El tiempo entre la primera y segunda venida del Señor son de gran batalla espiritual que envuelve a todos.

Por muchos siglos y en muchas naciones la ignorancia, la crueldad y falta de justos procesos judiciales llevaron a terribles persecuciones, falsas acusaciones y la matanza de muchos acusados de brujería. Hechos injustificados y deplorables.

En la actualidad hemos caído en el extremo opuesto: se niega la realidad de la actividad satánica y por ende la brujería.

Como cristianos debemos seguir el camino de Jesucristo quién rechaza el pecado pero ama al pecador. La enseñanza de Jesús en el caso de la mujer sorprendida en adulterio se aplica también a la brujería como a cualquier pecado. El camino de Jesús no es la condenación al estilo de los que se proponían apedrearla. Tampoco es el la actitud de los que hoy pretenden que no existe el pecado. Eso sería abandonarla sumida en su desgracia. El camino de Jesús es el amor que defiende de la crueldad y llama a una vida nueva, libre de pecado. El mal no se vence matando sino ayudando con amor y verdad a salir del pecado. El Señor nos enseña a amar a nuestros enemigos. El amor de Dios es más fuerte que la maldición de todos los brujos del mundo. Una gota de su Preciosa Sangre tiene poder para disipar el más enfurecido ataque diabólico.

P. Miguel A. Fuentes, IVE

halloween

¿Es buena o mala la Fiesta de Halloween?

Pregunta:

Padre: Se acerca la fiesta de Halloween que aquí en Estados Unidos se celebra a lo grande. Sé que se hacen cosas raras y he escuchado que no todos están de acuerdo con esto; ¿qué hay de cierto en todo esto? ¿Es bueno o es malo? M.

Respuesta:

Estimada M.

Creo que te será útil leer el siguiente artículo publicado en estos días (Aciprensa, 30 de octubre de 2002) sobre las resonancias satánicas que tiene esta fiesta en sus raíces.

Ex satanista advierte a mexicanos sobre peligros de Noche de Brujas

MÉXICO DF, 30 Oct. 02 (ACI).– Un diario nacional publicó el testimonio de una mujer que confiesa haber integrado una secta satánica y advierte a los mexicanos sobre los peligros de celebrar Halloween o Noche de Brujas.

El diario El Norte, reprodujo las declaraciones de Cristina Kneer de Vidal, ex esoterista, ex satanista y espiritista de origen estadounidense que radica en Hermosillo, Sonora, que dice estar muy preocupada porque cada 31 de octubre decenas de jóvenes y niños son sacrificados en todo México por grupos satánicos.

Kneer pidió a las familias que cuiden a sus hijos pues en el país habría unos 1,500 ‘adoradores de Satán’ que se distribuyen principalmente en ciudades como Guadalajara, Monterrey y México.

‘No quiero asustar a nadie, todo el mundo es libre de creer lo que quiera, pero mis palabras deben ser tomadas en cuenta, por lo menos pido que me escuchen, razonen y decidan’, pidió la mujer.

Según Kneer, ‘miles de personas han adoptado sin saberlo una costumbre satánica y con ello están propiciando el crecimiento del satanismo en México, sobre todo en las grandes urbes como Guadalajara y Monterrey’.

Su experiencia

El diario El Norte asegura que la mujer pasó mucho tiempo cerca del satanismo, conoció la maldad y la perversión de muchos satanistas con los que convivió. ‘Son temas poco conocidos, practiqué la meditación y aunque ahora me arrepiento, llegué a abominar a Dios’, indica.

Según Kneer, el satanismo existe en todo el mundo y su práctica es tan antigua como la adoración a Jehová. Los ambiciosos, señala, firman un pacto con el diablo y a cambio de riqueza y poder ofrecen su alma.

‘Pagan un precio terrible, nunca más llegan a tener paz y son brutalmente castigados aún después de su muerte’, afirma y advierte que reconocer a un satanista, agrega, es muy difícil, porque son políticos, artistas, funcionarios o comerciantes que gozan de mucho prestigio. ‘Eso no quiere decir que todos los políticos sean satánicos’, aclara Kneer.

Misas negras

La mujer también sostiene que en fechas como Halloween, los satanistas ofrecen ‘misas negras’. ‘Las misas se ofician en el campo o en edificios cerrados fuertemente vigilados y se inician con la invocación de Satán que muchas veces no se presenta porque, a diferencia de Dios, no puede estar en todas partes’, explica.

A mitad de la misa, asegura, son sacrificados animales como gatos, perros y cuando la misa es muy importante, como la de Halloween, se realizan sacrificios humanos. ‘Se eligen preferentemente niños porque son los que aún no han pecado y son los preferidos de Dios y antes de ser sacrificados son violados para despojarlos de su pureza’, asegura la mujer.

Según Kneer, ultrajar o dañar a un niño da poder a los satanistas y es una forma de burlarse de Dios.

Las fiestas satánicas, siempre según la mujer, se celebran en ocho distintas fechas, aunque la más importante es la fiesta de Samhain o Halloween del 31 de octubre en que se celebra el año nuevo satánico. ‘Es como si se celebrara el cumpleaños del Diablo’, explica.

A las víctimas, asegura, se les sacrifica extrayéndoles el corazón que es comido entre los presentes, luego el cuerpo es cremado y echado al mar. ‘Para los satanistas es muy fácil deshacerse de los cadáveres porque (los celebrantes) son personas muy importantes’, asegura.

Asimismo, advierte que en la noche de Halloween muchos satanistas esconden en los dulces y frutas que regalan a los niños, navajas, droga, veneno o clavos.

 Actualmente, Kneer y otras mujeres que han participado en cultos satánicos tienen un grupo denominado SAL que pretende enviar a los satanistas un mensaje de esperanza y la petición de que no hagan más daño. ‘Cualquier satanista que lea esta información y que quiera rechazar o abandonar el satanismo puede hacerlo con ayuda de Dios, como ya lo hemos logrado nosotras’, señala.

Adivinos

Los Adivinos ¿Un negocio o algo peor?

Pregunta:

Los Adivinos ¿Un negocio o algo peor?

Respuesta:

La existencia de adivinos es algo que se remonta a los albores de la historia, y posiblemente es aún anterior. La novedad, hoy en día, es la proliferación generalizada, que adopta incluso formas y técnicas comerciales, hasta poderse decir que la adivinación constituye un sector económico, que mueve cada año cantidades sustanciosas de dinero.

La ‘normalización’ de esta actividad hace que sea contemplada por muchos como algo más o menos trivial, o como una manifestación -entre tantas otras- de búsqueda de seguridad, sin que tenga una particular relevancia moral. Ahora bien, ¿es así? Escasean los escritos críticos sobre esta actividad, mientras que una sencilla reflexión plantea cuestiones interesantes, por lo menos para quienes gastan tiempo y dinero como clientes, y carecen de respuestas claras. ¿Tiene algún fundamento? ¿Es simplemente un timo? ¿Hay que distinguir entre unos y otros para contestar lo anterior? ¿Es de verdad algo trivial? ¿Hay un mal en ello? Y si lo hay, ¿en qué consiste y por qué está mal? Intentaremos aquí contestar a todo ello.

Una panorámica del mercado

Comencemos por examinar brevemente lo que ofrece el mercado. A riesgo de simplificar un poco una realidad bastante compleja, podemos clasificar la oferta en cuatro categorías.

a) Adivinación sin contacto con el cliente: la forman fundamentalmente los horóscopos incluidos en los medios de comunicación. Al faltar el contacto con el receptor, se deben conformar con ofrecer predicciones generalizadas agrupadas por signos del zodiaco. Salta a la vista lo endeble de este planteamiento, cuya fiabilidad se diluye rápidamente cuando, por ejemplo, se comparan horóscopos de dos fuentes distintas, o se compara uno con otra persona nacida por las mismas fechas. Enseguida se concluye que responden a una combinatoria del azar. Pero, sin embargo, los sondeos indican que son secciones muy populares, y por ello tienden a ampliarse con horóscopos especializados para sectores concretos de personas.

b) Adivinación con contacto lejano con el cliente: se realiza a través de consultas por e-mail, y, sobre todo, por teléfono. Han proliferado mucho en estos últimos años, principalmente porque la apertura de las líneas ‘609’ abre grandes posibilidades de negocio. Se trata de líneas muy caras, en las que el beneficio se reparte por mitades entre el operador telefónico y el negocio que se trate. Esto permite entender su funcionamiento. Se trata de poner como reclamo una figura conocida o publicitada, cuando en realidad atienden el teléfono personas contratadas por éste, bien preparadas para entretener un buen rato al cliente -con la excusa de que necesitan datos para adivinar-, engrosando así una ganancia fácil; cuando no se dispone de esa figura, la tendencia es presentarse con un ropaje de empresa especializada (‘Videncia Universal’, por ejemplo). La figura más conocida aquí es Rappel (pseudónimo formado con su nombre: RAfael Payá Pinilla, añadiendo el ‘EL’ final), que está al frente de un montaje donde trabajan más de doscientas personas, entre atención al cliente y ‘merchandising’ de todo tipo de objetos de adivinación y ocultismo. Buena parte de su éxito se debe, por una parte, a una cuidada imagen que mezcla exotismo y simpatía; y, por otra, a un exquisito cuidado por evitar tanto las predicciones arriesgadas como todo lo que suene a magias o ‘artes’ negras.

c) Adivinación con contacto directo basado en supuestas ‘técnicas’: éstas son las llamadas ‘mancias’ (p.ej., ‘quiromancia’: por la lectura de la palma de la mano). La realiza una gran variedad de personas: desde puestos ambulantes con una mesa de tijera y dos sillas, hasta locales más ‘serios’ y sofisticados, pasando por adivinos que quieren dar la imagen de santones cristianos, con altarcillo e imágenes sagradas incluidas. También hay variedad en cuanto a la publicidad: unos se anuncian, otros simplemente ponen el puesto; y en cuanto al aparato: desde barajas -‘tarot’- hasta ordenadores.

d) Adivinación con recurso a espíritus, aunque esta característica no tiene por qué ser conocida por el cliente. Por eso la apariencia puede ser semejante a la categoría anterior, pero aquí lo más frecuente es la sobriedad -hay poco aparato- y la discreción: no se ejerce al aire libre ni se anuncia, de forma que se transmite por el boca a boca. Sin embargo, no suele faltar clientela, ya que sus resultados son bastante sorprendentes.

¿Qué hay de verdad en todo esto?

La respuesta es que poco. Pero conviene entender cómo funcionan en líneas generales, para comprender la apariencia de auténtica adivinación que pueden presentar. De los cuatro grupos catalogados, no merece la pena detenerse en el primero. Para los dos siguientes, hay que saber que los adivinos suelen generar confianza ‘adivinando’ algo de los clientes -rasgos personales, hechos del pasado- como paso previo a las predicciones de futuro. Y aquí hay algunos trucos. La sala de espera -si la hay-, la capacidad de observación y la experiencia en tratar con personas son determinantes. Así, pongamos por caso, a un hombre que hojea nerviosamente y sin fijación una revista mientras espera su turno se le puede decir que ‘usted está pasando por una honda preocupación que le hace sufrir’ sin asumir riesgos; o, a una mujer con una alianza en el dedo y que habla atropelladamente, se le puede afirmar que ‘usted discute mucho con su marido’ con bastante seguridad. El caso es que pocas personas tienen preparación y hábito para deducir de este modo, y por eso muchos suelen quedar impresionados.

En la segunda fase, lo importante es conocer cómo es la vida, para poder formular unas predicciones que parecen muy concretas y en realidad son generalizaciones que cualquiera puede asumir. Así, se pueden decir cosas como que ‘alguien cercano a usted va a buscar hacerle daño’ (a los no cercanos uno les suele ser indiferente), ‘veo un éxito en el trabajo dentro de su familia’ (estadísticamente muy probable sobre todo si ‘familia’ se toma en sentido amplio, como también si se sustituye el éxito profesional por una enfermedad), o ‘se va a llevar próximamente una decepción de alguien muy cercano’ (es algo seguro: en un sentido u otro, nadie colma las expectativas que se tienen sobre él o ella).

El cuarto grupo de adivinos también utiliza esta doble fase, pero, de entrada, hay afirmaciones precisadas que sí que se corresponden con hechos concretos. Hay alguien que sabe demasiado. Y surge así la pregunta: ¿si intervienen de verdad espíritus, de quién se trata? No es difícil entender que Dios, y quienes con Él están, no están dispuestos a prestarse a un juego de este tipo. Queda por tanto el demonio. ¿Significa esto que estamos ante un poseído? En los Hechos de los Apóstoles (16, 16-18) aparece un caso de pitonisa poseída: la esclava de Éfeso, de la que San Pablo expulsó el demonio. No debe por tanto descartarse, pero no es lo más frecuente. Al diablo le interesa más actuar con discreción; puede incluso que el adivino que le invoca no sepa a ciencia cierta con quién está tratando.

Ahora bien, saber es una cosa y adivinar otra distinta. En realidad, no se puede predecir a ciencia cierta el futuro en la medida en que éste depende de decisiones libres. Lo contrario implicaría la negación de la libertad, ya que la conducta estaría determinada de antemano por fuerzas ocultas o cualesquiera otras causas. En rigor, podría decirse que Dios no adivina el futuro: lo ve, ya que está por encima del tiempo, y todo lo conoce en presente, también lo que es futuro para nosotros. El demonio no posee esta característica, y el resultado de nuestras decisiones le es desconocido. Pero también es verdad que no todo depende de decisiones libres, y ahí sí que hay un espacio ventajoso para una inteligencia superior a la humana y que conoce mejor la realidad. Además, en la conducta humana influyen factores que, si bien no permiten un conocimiento cierto de las decisiones futuras, sí que permiten, más o menos dependiendo de los casos, establecer de antemano probabilidades. Hay ahí, por tanto, un espacio de ventaja para alguien más inteligente y mejor informado, y lo aprovecha. Así, puede ‘predecir’ cosas como una enfermedad ya incoada pero aún no advertida, o un despido ya decidido pero aún no comunicado; junto a ello, no faltará nunca alguna otra predicción con la correspondiente ración de sutil cizaña o de mentira.

¿Dónde está el mal?

Lo que no debe presentar dudas es, en primer lugar, el rechazo de la adivinación por parte de la moral católica. Viene de antiguo. Ya en uno de los primeros libros del Antiguo Testamento, el Levítico, se puede leer lo siguiente: ‘Y si alguien acude a hechiceros o adivinos y se prostituye con ellos, volveré contra él mi rostro y lo extirparé de en medio de mi pueblo’ (20, 6). Es cierto que en la predicación de Jesucristo recogida en los Evangelios no hay alusiones al tema, pero hay que buscar el motivo de ello en el hecho de que los judíos de la época habían cuidado de que apenas hubiera adivinos en Israel. El contacto del cristianismo primitivo con la sociedad pagana cambió las cosas. Sirva como botón de muestra el siguiente texto, del siglo III y referido al catecumenado: ‘El encantador, el astrólogo, el adivino, el intérprete de sueños, el charlatán, el falsario, el fabricante de amuletos, desistan o sean despedidos’ (Tradición Apostólica, 16). Desde entonces se ha mantenido el criterio, hasta el reciente Catecismo de la Iglesia Católica, al señalar que ‘todas las formas de adivinación deben rechazarse’ (n. 2116).

¿Cuál es el motivo? A primera vista, la inmoralidad parece estar del lado del adivino, bien sea por el recurso al diablo, o bien por ser consciente de que lo que hace es un montaje fraudulento. Pero, ¿qué hace de malo el cliente, que no suele ser consciente de lo uno ni de lo otro, y que acude de buena fe (si no, no pagaría)?

Hay que responder que, objetivamente, la misma pretensión de adivinación es inmoral; atenta contra Dios, de una manera u otra. Si, explícitamente o no, se sostiene que el destino depende de fuerzas ocultas, se está negando con ello nada menos que la providencia de Dios. Si lo que se busca es alguien con especiales poderes para ver el futuro, se está usurpando algo que a Dios sólo corresponde (y a quienes, derivadamente, hablan de su parte, lo que no sucede aquí). Y, si lo que se busca es una especie de santón con don de profecía, hay que recordar que el único mediador válido entre Dios y los hombres es Jesucristo, y participan de su mediación los sacerdotes; el cristiano no debe acudir a otra mediación, y menos aún cuando puede conllevar riesgos de intervenciones diabólicas. En resumidas cuentas, como señala el Catecismo de la Iglesia Católica, todas estas prácticas ‘encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios’ (n. 2116).

Subjetivamente, lo que suele haber entre la clientela de los adivinos es un temor a la incertidumbre del futuro, y un desmedido afán de seguridad. Es, aunque no lo parezca a primera vista, una consecuencia de la mentalidad materialista. Por una parte, cuando todo el horizonte vital no va más allá de este mundo, y por tanto todo el corazón está puesto en él, surge un miedo visceral de perderlo y un temor ante un futuro que se presenta como incierto. Por otra parte, si desaparece del alma la consideración de la providencia divina, queda el puro azar, y nadie se siente tranquilo con la consideración de que su futuro y su vida entera están sujetos a los vaivenes de una pura casualidad, por lo que crece el ansia de subsanar ese conocimiento como sea.

Lo que enseña el Evangelio es algo muy distinto. Aquí se perfila la voluntad de Dios que quiere, en primer lugar, que los hombres vivan con una cierta incertidumbre para que tengan siempre presente su destino eterno; se manifiesta, por ejemplo, en el imperativo ‘velad, ya que no sabéis el día ni la hora’ (Mt 24, 42). Y, junto con ello, el Señor hace repetidos llamamientos a que los hijos de Dios deben confiar en la providencia divina, que es una providencia amorosa de un Padre que cuida a sus hijos mucho más que a los lirios de campo y las aves del cielo (cfr., p.ej., Mt 6, 25-34).

Julio de la Vega-Hazas, ARVO, 20.II.02