¿Cuál es el problema de las células embrionales? ¿qué se discute?

Pregunta:

Entre los años 1999 y 2000 varias empresas, equipos de investigación e incluso gobiernos (Inglaterra, Estados Unidos) han propuesto, autorizado o decidido experimentar con las células madre (estaminales) extraídas de embriones humanos. Tengo entendido que los beneficios sobre el hombre pueden ser inimaginables, pero ¿qué moralidad tienen estos hechos?

Respuesta:

Estimado:

         Sus dudas exigen un experto. Buenamente intentaré poner en lenguaje accesible este difícil asunto.

  1. Aspectos científicos

         Una «célula estaminal» es una célula con dos características[1]: 1) la capacidad de autorrenovación ilimitada o prolongada, esto es, de reproducirse muchas veces sin diferenciarse; 2) la capacidad de dar origen a células generadoras de transición, con capacidad limitada de proliferar, de las cuales descienden gamas de células altamente diferenciadas (nerviosas, musculares, hemáticas, etc.).

         La preparación de células estaminales embrionales humanas (Embryo Stem cells) implica hoy: 1) la producción de embriones humanos y/o la utilización de los sobrantes de fecundaciones «in vitro»; 2) su desarrollo hasta la fase de blastocito inicial; 3) la extracción del embrioblasto o masa celular interna, operación que implica la destrucción del embrión; 4) el cultivo de dichas células en un estrato de fibroblastos de ratón irradiados y en un terreno adecuado, donde se multiplican y confluyen hasta la formación de colonias llamadas embrioides (embryoid bodies); 5) repetidos cultivos de las células de las colonias obtenidas, que llevan a la formación de líneas celulares capaces de multiplicarse indefinidamente conservando las características de células estaminales durante meses y años.

         Éstas, no obstante, constituyen solamente el punto de partida para la preparación de las líneas celulares diferenciadas, o sea, células que poseen las características peculiares de aquellas que forman los diversos tejidos (musculares, nerviosas, epiteliales, hemáticas, germinales, etc.). Los métodos para obtenerlas están todavía en estudio.

         También se experimenta hoy con las células estaminales del adulto (Adult Stem Cells). En los últimos años se descubrieron también en varios tejidos humanos células estaminales pluripotenciales –en la médula ósea, en el cerebro, en el mesenquima de varios órganos–, esto es, capaces de dar origen a diversos tipos de células, la mayoría hemáticas, musculares y nerviosas. Se ha descubierto cómo reconocerlas, seleccionarlas, mantener su desarrollo y llevarlas a formar diversos tipos de células maduras mediante factores de crecimiento y otras proteínas reguladoras. Esto presenta una alternativa menos problemática a las células embrionales.

  1. Problemas éticos[2]

         1) El primer problema ético, que es fundamental, puede ser formulado del siguiente modo: «¿es moralmente lícito producir y/o utilizar embriones humanos vivientes para la preparación de células estaminales?».

         La respuesta es «no», por las siguientes razones:

a) El embrión humano viviente es, a partir de la fusión de los gametos, un sujeto humano con una identidad bien definida, que comienza desde ese momento su propio desarrollo, coordinado, continuo y gradual, de tal modo que en ningún estadio sucesivo puede ser considerado como un simple conglomerado de células.

b) En consecuencia, en cuanto «individuo humano», tiene derecho a su propia vida. Por tanto, cualquier intervención que no sea en favor del embrión mismo, se transforma en un acto que atenta contra dicho derecho.

c) Por tanto, la ablación de la masa celular interna del blastocito, que lesiona grave e irreparablemente el embrión humano truncando su desarrollo, es un acto gravemente inmoral y, por tanto, gravemente ilícito.

d) Ningún fin considerado bueno, como la utilización de las células estaminales que podrían obtenerse para la preparación de otras células diferenciadas con vistas a procedimientos terapéuticos de grandes expectativas, puede justificar una tal intervención. Un fin bueno no hace buena una acción en sí misma mala.

e) Para un católico, dicha postura se confirma por el Magisterio de la Iglesia que, en la encíclica Evangelium vitae –refiriéndose también a la Instrucción Donum vitae de la Congregación para la Doctrina de la Fe, afirma: «El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida».

         2) El segundo problema ético: ¿es moralmente lícito realizar la llamada «clonación terapéutica» a través de la producción de embriones humanos y su sucesiva destrucción para la producción de células estaminales?

         La respuesta es también «no», por la siguiente razón: todo tipo de clonación terapéutica, al menos por ahora, parece implicar necesariamente la producción de embriones humanos y la subsiguiente destrucción de los embriones producidos, con el fin de obtener células estaminales. Se cae de nuevo, pues, en el problema ético precedentemente expuesto, el cual no puede tener sino una respuesta negativa.

         3) El tercer problema ético: ¿es moralmente lícito utilizar las células estaminales, y las células diferenciadas de ellas obtenidas, proporcionadas eventualmente por otros investigadores o disponibles en comercio?

         La respuesta es «no», en el caso en que:

a) se comparte la intencionalidad moralmente ilícita del agente principal (cooperación formal); participación que, en el caso que nos ocupa, se podría concretizar en pedir la producción de las mencionadas células o en adquirirlas a conocidos productores y proveedores;

b) aún sin haber complicidad alguna en la destrucción voluntaria de los embriones que ya se ha producido, la utilización de tales células derivadas de ello comportaría la manifestación, o el riesgo de manifestación, de una aprobación implícita y/o una incitación indirecta a proseguir tal procedimiento, que es gravemente ilícito, o sea, sería motivo de grave escándalo.

         «En conclusión –dice la Declaración de la Pontificia Academia para la Vida–, es evidente la seriedad y la gravedad del problema abierto por la voluntad de extender al campo humano la producción y/o el uso de embriones humanos incluso en una perspectiva humanitaria. El dato, ya constatado, de la posibilidad de utilizar células estaminales adultas para lograr los mismos fines que se pretendieran alcanzar con las células estaminales embrionales –aún cuando hacen falta aún para ambas muchos pasos ulteriores antes de obtener resultados claros y definitivos–, indica que la primera es el camino más razonable y humano que se ha de recorrer para un correcto y válido progreso en este nuevo campo que se abre a la investigación y a prometedoras aplicaciones terapéuticas. Éstas representan, sin duda alguna, una gran esperanza para una parte notable de personas enfermas».

P. Miguel A. Fuentes, IVE

 

Bibliografía para profundizar:

            Pontificia Academia para la Vida, Declaración sobre el uso de células estaminales (24/08/2000).

[1] Cf. Declaración de la Pontificia Academia para la vida, 24/08/2000.

[2] Ibid.

esterelizar

¿Puede alguien esterilizarse por razones de salud?

Pregunta:

¿Puede un médico extirpar un útero que se ha vuelto peligroso para la vida de una mujer o al menos eliminar las funciones que conducirían a un nuevo embarazo?

Respuesta:

Esta pregunta puede entenderse de situaciones muy diversas, a las cuales, por consecuencia, se debe responder diversamente. Podemos encontrarnos ante tres casos distintos:

            1º Un útero que presenta un peligro grave actual.

            2º Un útero que presenta un peligro potencial.

            3º Que se plantee la posibilidad no ya de extirpar el útero sino de eliminar una función que elimine el peligro de embarazo (como, es el caso de la ligadura de trompas)[1].

  1. Cuando el útero representa un peligro actual

Cuando el útero –por ejemplo, durante un parto o una cesárea– resulta tan seriamente dañado que se hace médicamente indicada su extirpación (esto se denomina “histeroctomía”), incluso total, para evitar un grave peligro actual para la vida o la salud de la madre, es lícito seguir tal procedimiento aunque ello comporte para la mujer una esterilidad permanente.

La razón fundamental es que el objeto moral de este acto es la acción terapéutica[2]. Esto quiere decir que  tanto el médico como  la paciente “quieren” en este caso, de modo directo, una acción que produce la salud o al menos elimina un peligro real y actual. El objeto de este acto no es hacer a la mujer incapaz de procrear, sino amputar o suprimir un órgano reproductivo en cuanto y por cuanto éste constituye un grave peligro para la vida o la salud del sujeto.

Para que se tenga que llegar a esta situación, deben cumplirse  tres condiciones esenciales, ya señaladas por Pío XII en 1953:

     1º Que la presencia o el funcionamiento de ese órgano particular en el conjunto del organismo provoque un daño serio o constituya una amenaza de daño serio para el mismo.

      2º Que este daño serio no pueda ser evitado o al menos no pueda ser notablemente disminuido sino mediante la supresión orgánica o funcional.

     3º Que prudentemente pueda presumirse que el efecto negativo (la mutilación) será compensado por el efecto positivo (supresión o disminución del peligro o del sufrimiento)[3].

Este juicio moral se apoya en el llamado principio de totalidad. Pío XII lo expresó en los siguientes términos: “cada órgano particular está subordinado al conjunto del cuerpo y debe someterse a éste en caso de conflicto. En consecuencia, quien ha recibido el uso de todo el organismo tiene el derecho de sacrificar un órgano particular, si su conservación o su funcionamiento causan al todo un notable estorbo imposible de evitar de otra manera”[4].

La clave para que este principio se mantenga en sus justos términos radica en la recta comprensión del concepto de “subordinación” o “funcionalidad” empleado por Pío XII. Hay realidades que son partes de un todo, pero al mismo tiempo trascienden esa condición de “partes” en cuanto tienen también un valor en sí mismas, independientemente del todo al que pertenecen: tal es el caso del ser humano y la sociedad con la que se vincula (es parte de la sociedad pero su realidad no se agota en el ser parte –como ocurre con el engranaje de una maquinaria– sino que tiene un valor intrínseco y un fin trascendente personal, por lo cual el principio de totalidad no se le puede aplicar –en relación con la sociedad– de modo absoluto, sino complementándolo con otros principios[5]). Otras realidades, en cambio, son partes de un todo y solamente partes: su valor está, pues, condicionado por su relación con el bien del todo al que pertenecen; tal es el caso de los órganos corporales, y en este sentido, en la medida en que pongan en peligro real el bien del todo, el hombre tiene derecho a suprimirlo en favor de la totalidad de la persona.

Por lo dicho, se sigue que el acto del que estamos hablando es en sí mismo bueno, porque se configura como una acción estrictamente terapéutica[6].

  1. Cuando el útero representa sólo un peligro potencial

Nos encontramos en una situación distinta.

Cuando el útero –por ejemplo, a causa de precedentes intervenciones– se encuentra en tal estado que, aunque no constituya en sí un riesgo actual para la vida o la salud de la mujer, no está ya previsiblemente en condiciones de llevar a término un futuro embarazo sin peligro para la madre –peligro que en algunos casos puede resultar incluso grave–, no es lícito extirparlo a fin de prevenir tal eventual peligro futuro derivado de la gestación.

La razón de que este juicio sea diametralmente opuesto al anterior, se basa, sin embargo, en el mismo criterio. El objeto moral de este segundo acto es aquí la acción esterilizante: el médico (y la paciente cuando se somete voluntariamente) quieren con su acto la misma esterilización que se contiene en la acción de extirpar el útero.

 Esta acción se denomina esterilización directa: “por esterilización directa –decía Pío XII– nosotros designamos la acción que se propone como fin o como medio el hacer imposible la procreación…”[7]. Busca la esterilidad como fin cuando hay una intención exclusivamente anticonceptiva (no se trata de cuestiones de salud sino simplemente de no querer más nacimientos). La busca como medio cuando se procura a través de la esterilización evitar un futuro embarazo que pondría en riesgo la vida de la mujer.

A esta enseñanza firme y unánime de la Iglesia se han opuesto algunos moralistas[8]. El error fundamental de estos autores es el no reconocer la importancia del objeto moral en la calificación ética del acto humano, viéndose obligados a recurrir a principios consecuencialistas, teleologistas o proporcionalistas.

Para entender el juicio del Magisterio, debemos tener en cuenta que en este caso el útero no representa un peligro actual para la mujer. El peligro sobrevendrá en caso que la mujer vuelva a quedar embarazada. Pero la gestación depende de la realización de un acto sexual libre durante los períodos fecundos. El riesgo se elimina evitando tales actos durante el tiempo de fecundidad y no extirpando el útero, el cual, mientras no se verifique una nueva gestación, no constituye un peligro para la mujer.

Permitiéndome usar el ejemplo dado por otro moralista, podríamos decir que aconsejar la extirpación del útero en el caso planteado, es tan absurdo como indicar la amputación de las piernas a un futbolista afectado por una dolencia grave al corazón, pretendiendo de este modo que no caiga en la tentación de hacer deporte. Sus piernas son para él un peligro potencial, porque la práctica del deporte comprometería seriamente su corazón enfermo, pero el peligro no viene de las piernas, sino del acto libre que consiste en usarlas deportivamente.

Por esto la Congregación para la Doctrina de la Fe explica el caso analizado diciendo que en esta situación: el útero… no constituye in se y per se ningún peligro actual para la mujer. Por tanto, los procedimientos arriba descritos no tienen carácter propiamente terapéutico sino que se ponen en práctica para hacer estériles los futuros actos sexuales, de suyo fértiles, libremente realizados. El fin de evitar los riesgos para la madre derivados de una eventual gestación es pues perseguido por medio de una esterilización directa, en sí misma siempre ilícita moralmente, mientras que quedan abiertas a la libre elección otras vías moralmente lícitas[9].

  1. El recurso a la ligadura de trompas

¿Qué sucede con la práctica empleada en muchos casos (para el mismo caso que acabamos de analizar) de realizar una ligadura de trompas en lugar de extirpar el útero?

Aunque el procedimiento sea más simple para el médico y que, en algunos casos, la esterilidad provocada pueda ser reversible, sin embargo, sigue siendo un procedimiento moralmente ilícito.

En efecto, este caso no es más que una variante del anterior. Vale para él, por tanto, lo que ya hemos dicho. Por otra parte, el hecho de que en tales casos la ligadura de las trompas se presente como una alternativa a la extirpación del útero, constituye una confirmación de la respuesta anteriormente dada: el útero no representa un riesgo en sí y por sí (y por eso la ligadura de trompas lo deja como está), sino que éste proviene del eventual embarazo.

 

P. Miguel A. Fuentes, IVE

 

[1] Los tres problemas han sido objeto de una consulta a la Congregación para la Doctrina de la Fe, por lo que contestaremos comentando la respuesta de dicho dicasterio . El texto lleva fecha del 31 de julio de 1993, firmado por el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Cardenal J. Ratzinger (cf. Rev. PALABRA, diciembre de 1993, p. 19).

[2] Sobre el objeto moral dice la Enc. Veritatis Splendor: “El objeto del acto del querer es un comportamiento elegido libremente… El objeto es el fin próximo de una elección deliberada que determina el acto del querer de la persona que actúa” (n. 78). “El elemento primario y decisivo para el juicio moral es el objeto del acto humano, el cual decide sobre su ‘ordenabilidad’ al bien y al fin último que es Dios” (n. 79).

[3] Pío XII: Discurso a los participantes en el XXVIº Congreso italiano de Urología, 8 de octubre de 1953, en: López-Obiglio, Pierini, Ray, Pío XII y las ciencias médicas, Ed. Guadalupe, Bs.As. 1961, p. 178.

[4] Ibid.

[5] Cf. la diversa aplicación del principio al “todo físico” (como el cuerpo humano) y al “todo moral” (como el cuerpo social) en en discurso de Pío XII Sobre la licitud del trasplante de córnea, del 13 de mayo de 1956, en Pío XII y las ciencias médicas, op. cit., p. 245.

[6] Por este motivo llamar a este acto “esterilización terapéutica” o “esterilización indirecta”, si bien así se encuentran en el mismo Magisterio, no es lo más apropiado. Hablando moralmente la llamada “esterilización terapéutica o indirecta” no es esterilización, sino un acto terapéutico que no busca la esterilidad ni como fin ni como medio (la esterilidad se sigue como consecuencia tolerada por su conexión inevitable con la acción terapéutica). Por esto la llamada esterilización indirecta y la esterilización directa no son dos especies de un mismo género sino dos actos formalmente diversos: aunque físicamente se asemejen, son diversos por su objeto moral.

[7] Pío XII, Discurso al Congreso Internacional de Hematología, 12 de setiembre de 1958; en: Pío XII y las ciencias médicas, op. cit., p. 354; cf. Discurso a las Obstétricas Católicas, 29 de octubre de 1951, ibid., p. 109.

[8] Por ejemplo, Javier Gafo (Cf. Nuevas perspectivas en la Moral Médica, IEE, Madrid 1978, pp. 180-181), Henry Peschke (Cf. Christian Ethics, Alcester and Dublin, 1978, T. II, pp. 332-333), Bernard Häring (Cf. Libertad y fidelidad en Cristo, Herder, Barcelona 1983, T. III, p. 40-41; también: Moral y Medicina, P.S., Madrid 1977, p. 92), L. Rossi (Cf. su artículo sobre la esterilización en el Diccionario Enciclopédico de Teología Moral, Paulinas, Madrid 1978, p. 346), Marciano Vidal (Cf. Moral de actitudes, Paulinas, Madrid 1977, T. II, pp. 274-275), etc.

[9] Cf. la respuesta citada más arriba.

Métodos naturales

Los métodos naturales ¿sirven sólo para las mujeres regulares?

Pregunta:

Por serios motivos los médicos me aconsejan no volver a quedar embarazada. Por mi irregularidad en los periodos, los medios naturales no me funcionan; además de que mi médico me ha dicho que su efectividad es muy baja incluso en las mujeres regulares. En estos casos, me pregunto si la Iglesia acepta algún otro medio para regular la fertilidad. Gracias anticipadas.

Respuesta:

Estimada: Respecto de lo que Usted me consulta debo decirle que:

1º No todos los métodos naturales se basan en los ritmos biológicos femeninos. De hecho los métodos basados en la ovulación o en otros factores de observación son totalmente independientes de los ritmos regulares o irregulares. Así el método de la ovulación (o Billings), el sintotérmico, etc.

2º En cuanto a la efectividad de los métodos naturales, hay que afirmar que es realmente muy alta. Así, comparando los dos métodos naturales más seguros, los índices de efectividad son bastante parejos[1]:

  1. a) el índice para el Método de la Ovulación o Billings es del 96.6%[2].
  2. b) el índice para el Método Sintotérmico es del 97.7% 58.
  3. c) el índice para el Método Sintotérmico en matrimonios altamente motivados para evitar el embarazo es del 97.2%59. Estos son índices muy altos y ciertamente no sólo alcanzan sino que superan a muchos de los métodos artificiales más eficaces.

3º La Iglesia no puede aceptar ningún método que implique la destrucción (artificial) de la capacidad procreativa, siendo ésta uno de los elementos fundamentales del acto conyugal. Esto no por una cuestión de capricho sino porque los métodos anticonceptivos implican una visión antropológica contraria a la dignidad de la persona humana y, por tanto, contraria a la voluntad divina.

4º En la mayoría de los casos en que los métodos naturales fallan, las fallas se deben a un incorrecto aprendizaje o a falta de motivación en los esposos para practicarlos con toda la exigencia que requieren.

Bibliografía para profundizar:

BILLINGS, JOHN, El método de la ovulación, Paulinas, Buenos Aires 1984.

BILLINGS, JOHN, Fundamento del método de la ovulación, Paulinas, Buenos Aires 1989.

JUAN PABLO II, La procreación responsable exige el diálogo entre ciencia, ética y teología. Discurso al Congreso Internacional sobre regulación de la fertilidad, L’OR, 2/12/84, 9.

[1] Cf. Dra. Zelmira Bottini de Rey, Dra. Marina Curriá, Instituto de Ética Biomédica, Curso de Planificación familiar natural, Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, abril de 1999.

[2] Cf. American Journal of Obstretics and Gynecology, 1991. 58 Ibid. 59 Cf. Guía para la prestación de servicios de PFN, OMS. Ginebra, 1989.

 

métodos naturales

Información sobre métodos naturales para regular los nacimientos

Pregunta:

Soy una mujer de 41 años. Mi nombre es Alicia; vivo en Austin, Tx, Estados Unidos. Me gustaría recibir información sobre el método que la Iglesia permite para cuidarse para no tener hijos. Quiero la mayor información para compartirla con mi esposo, porque quiero hacer las cosas como Dios manda. Yo padezco de hipertiroidismo y por lo tanto estoy tomando medicamentos. Por favor agradecería de su ayuda

Respuesta:

Estimada Alicia:

Encontrará la parte moral y espiritual de la información que usted busca mi libro “Matrimonio cristiano, natalidad y anticoncepción”, que puede descargar aquí.

En cuanto a la información más propiamente técnica le aconsejo visitar la página dirigida por médicos católicos: http://www.procef.cl/

También le sugiero ver el siguiente video:

Y visite las páginas: http://www.billingsargentina.org/

http://www.billingsmethod.org/index_es.html

Si usted habla o lee inglés, puede ver con fruto la página del Instituto Pablo VI, especializado en Naprotecnología (técnicas basadas en los métodos naturales)

http://www.popepaulvi.com/

http://www.naprotechnology.com/

Con mi bendición.

Miguel Ángel Fuentes, IVE

alcohol

¿Tomamos conciencia del drama del alcoholismo?

Pregunta:

Estimado Padre: Trabajo en un centro de recuperación de alcohólicos, y a veces me pregunto si tomamos conciencia del drama del alcoholismo en nuestro tiempo. Quisiera, pues, consultarle: ¿puedo decir a los que vienen a buscar información a este Centro que el uso del alcohol (o sea, de las bebidas alcohólicas) siempre es pecado?

RESPUESTA

Estimado:

Tiene usted mucha razón al decir que el alcoholismo -me refiero a la enfermedad de la ebriedad crónica- es uno de los grandes males de nuestro tiempo; por ejemplo, en algunos países -al menos en los datos correspondientes a la década del ’80 del siglo XX-, el número de muertos que producía el abuso del alcohol era 500 (quinientas) veces más alto que el debido a la heroína[1]. Esto se debe en parte a la total incapacidad del enfermo para auto-dominarse ante el alcohol, incluso cuando ya le hace daño y no le provoca ningún placer ni aparente “solución” a sus problemas; en parte también, porque, al contrario de otras drogas, el alcohólico se embriaga con cantidades cada vez más pequeñas[2].

Para que no se malentienda lo que diremos, nos basaremos, pues, en la definición de la persona alcohólica dada por la Organización Mundial de la Salud: “aquel bebedor descontrolado cuya dependencia del alcohol ha llegado al grado de poner en evidencia disturbios mentales o bien a incidir sobre su salud física y psíquica, sobre sus relaciones interpersonales y sobre su actividad normal social y económica; o bien aquél en quien se hacen evidentes los pasos de una evolución hacia tal estado”.

  1. El uso del alcohol

Al hablar del alcohol en general debemos distinguir tres situaciones: (a) el uso adecuado y bien tolerado; (b) el uso inadecuado de alcohol sin llegar al conjunto de síntomas (síndrome) que caracterizan al alcohólico; y (c) el uso inadecuado con aparición de síntomas de dependencia- abstinencia. Por tanto, partimos de que respecto del alcohol (se trata del alcohol etílico, obtenido por fermentación de azúcares contenidos en algunos frutos como la uva -vino-, la manzana -sidra- y la cebada -cerveza) existe la posibilidad de un uso moderado que no crea formas de dependencia, ni síndrome de abstinencia, ni problemas a la salud, e incluso puede tener efectos benéficos sobre la digestión. Consecuentemente no ofrece problemas morales. El problema del alcohol, por tanto, es un problema de uso desmedido y prolongado que ocasiona el conjunto del síndrome.

El problema causado por la ingestión de alcohol consiste en la elevación de la tasa de alcoholemia o etanolemia, es decir, la tasa alcohólica ya presente en la sangre[3]. La elevación de esta tasa[4] produce una acción depresiva sobre los centros de control del Sistema Nervioso Central y la consecuente modificación del comportamiento; esta turbación dura hasta que la tasa de alcoholemia desciende por la eliminación del alcohol por obra del organismo; la duración de estos efectos oscila entre las 24 y las 48 horas. Esta eliminación es debida al metabolismo y realizada principalmente por el hígado; cuando este órgano empieza a quedar comprometido precisamente por el exceso de alcoholemia, se va haciendo cada vez más difícil el metabolismo y se va requiriendo una cantidad siempre menor de alcohol para determinar la elevación de la tasa de alcoholemia.

  1. Estados de alcoholismo

Debido a este compromiso progresivo del organismo se distinguen tres estados fundamentales de alcoholismo:

1° El primero es un estado de toxicidad aguda. Éste engloba tres momentos del proceso: (a) una etapa de excitación (disminución de las funciones sensitivas y sensoriales, falta de coordinación motora, disminución de la capacidad intelectiva, cambios comportamentales); (b) una etapa de ebriedad (comienzan problemas motores -como no poder caminar-, incoherencia ideativa y eclipses de memoria); y c) una etapa de borrachera (disturbios cuantitativos y cualitativos de la conciencia, anestesia cutánea con problemas de termorregulación y alteración de las funciones cardíacas y respiratorias).

2° El segundo es un estado intermedio de toxicidad enmascarada o incubación: es un período más o menos largo en el cual el exceso habitual de alcohol en la sangre viene afrontado más o menos bien por las estructuras del organismo.

3° El tercero es un estado de toxicidad crónica: es propiamente el alcoholismo crónico, caracterizado por el daño somático y/o psíquico provocado directamente por la ingestión de etanol luego de un período de excesivo uso y abuso, con presencia constante en el organismo. En este estado aparecen un conjunto de síntomas conocidos como “síndrome de privación o abstinencia”. Estos síntomas se presentan en tres grados sucesivos y progresivos en el tiempo:

  • El síndrome de privación leve que aparece entre 3 yi2 horas después del consumo de alcohol y puede durar de dos a cinco días (angustias, intranquilidad motriz, inquietud, temblor fino de manos, sudoración fría y sed de alcohol).
  • El síndrome de privación moderado que aparece de 12 a 48 horas después de consumir alcohol y dura de dos a cinco días (náuseas, vómitos, diarrea, sudoración abundante, temblor aumentado, insomnio y sueño irregular y poco reparador).
  • El síndrome de privación grave que aparece de 48 a 72 horas después del consumo de alcohol (cuadros psiquiátricos graves: psicosis alcohólica y convulsión epileptiforme). La psicosis alcohólica puede ser de tres tipos: el episodio deliroso (alucinaciones visuales nocturnas de contenido terrorífico como zoopsias: animales en actitud amenazante; durante el día el enfermo vive asustado pero sin alucinaciones); la alucinosis alcohólica (alucinaciones auditivas de contenido acusatorio y de persecución que se dan durante el día sin influir en la inteligencia, la capacidad de trabajo y las relaciones sociales); y el delirium tremens que necesita la hospitalización urgente por tener alta mortalidad (alucinaciones visuales, auditivas y táctiles: ve y siente animales que lo atacan, andan por el cuerpo; estado confusional: no relaciona fechas o personas, etc.; las convulsiones epileptiformes se producen durante los primeros diez días de suspendida la ingestión del alcohol).
  1. Las consecuencias

Entre las consecuencias más notorias del alcoholismo se señalan generalmente daños a la salud de la persona dependiente (patologías gastroenterológicas como daños del hígado y páncreas, en la cavidad oral y en el esófago, estómago, intestino; alteraciones hematológicas; daños neuropsiquíatricos como el llamado delirium tremens, demencia alcohólica, síndrome o psicosis de Korsakoff; daños en el equilibrio neuroendócrino; e incluso la misma muerte del individuo) y daños sociales (en los hijos: fetopatía alcohólica[5]; en la familia y el matrimonio: miserias familiares, problemas graves en la relación conyugal; y criminalidad).

  1. Las causas del alcoholismo crónico

Pueden indicarse muchos factores, que sumados, ayudan a entender el problema: a veces es causado por problemas hereditarios (lo que, si bien no explica una enfermedad, al menos revela cierta inclinación hacia ella); problemas psicológicos (que son, en realidad, problemas potenciales, es decir, no son determinantes); problemas culturales y ambientales (los ejemplos vividos dentro de la propia la familia, la falsa publicidad, las depresiones causadas por problemas de trabajo, frustraciones afectivas; también hay que indicar en muchos casos las tendencias culturales, etc.); pero en realidad el alcoholismo es un problema de raíces múltiples que exige un tratamiento muy radical y urgente.

Uno de los dramas más graves de nuestro tiempo es la difusión del alcoholismo entre los adolescentes (14-17 años) y es allí donde principalmente se deben enfocar los esfuerzos sociales y religiosos. Informes de los últimos años dan datos alarmantes de este problema: desde 1981 hasta fines del siglo (menos de 20 años) se quintuplicó el consumo de algunas bebidas (como la cerveza) entre los jóvenes, y bajó la edad en que empiezan a beber a ¡11 años de edad![6]; y esto afecta también a las jóvenes, las cuales se inician en la bebida entre los 12 y los 13 años, creciendo en los últimos años el consumo entre las adolescentes argentinas un 150%[7].

Generalmente para muchos jóvenes el alcohol es la puerta para ingresar al mundo de las droga-dependencias.

  1. Soluciones

La solución a todo este problema implica un cambio cultural y en muchos casos una profunda conversión de las sociedades y de los individuos.

Es claro que el gran trabajo en este campo es la prevención; si no se quiere llegar a un problema de adicción, el alcohol debe ser usado con moderación, regulado por las virtudes de la prudencia y de la templanza, lo cual implica un parámetro desigual, según las personas. Con esto quiero decir que cada uno sabe donde le aprieta el zapato y cuáles son sus límites; hay personas que no toleran ni siquiera bajas cantidades de cualquier bebida alcohólica, y otros pueden ser más resistentes. Algunos por tanto, deberán privarse totalmente de tales bebidas, mientras que otros deberán ser simplemente moderados en el beber. Pero en esto hay que evitar el más peligroso engaño del alcohol: el espejismo de la “tolerancia”; hay personas que piensan que el consumo de alcohol no les hace nada, porque tal vez efectivamente no notan consecuencias inmediatas en su organismo ni en su comportamiento; esto no debe ser tomado como “mayor capacidad” para beber. Creo que debe haber, en las personas que consumen alcohol (y me refiero al uso común como el vino, la cerveza, etc.) dos parámetros: uno objetivo y otro subjetivo:

  • El subjetivo es muy claro: cuando una persona nota que el consumo del alcohol produce un detrimento en su salud, en el uso de sus facultades mentales o volitivas, o en su comportamiento social (trabajo, familia, etc.) es señal de que no debe tomar en esa cantidad; aunque esto represente dejarlo totalmente (como sería el caso de quien ve estos efectos por el sólo consumo de medio vaso de vino). En esto hay que ser realistas y enérgicos; si uno nota que busca la bebida, aún en poca cantidad, para sentirse seguro en sus actuaciones públicas, porque está solo o triste, o bien siente dificultades para pensar con claridad o para conducir un vehículo, o se siente triste o malhumorado o violento después de beber, etc., debería o disminuir o dejar de tomar, aunque el efecto haya sido causado por poca cantidad.
  • El criterio objetivo es también claro aunque no sea tan fácil marcar pautas generales; debe ser aplicado cuando uno tiene conciencia de que tolera psicológica y físicamente bien (y sin repercusión alguna en su vida ordinaria) cantidades considerables de bebidas alcohólicas; en este caso, no puede guiarse por su “capacidad de tolerancia” puesto que el acostumbramiento puede esconder también un período de incubación de la adicción al alcohol. Debe, pues, moderarse “objetivamente”. Puede ayudarse para esto del dictamen de cualquier médico prudente que le diga lo que objetivamente es prudente tomar por día, o por comidas, etc.

Entre las prevenciones de la adicción al alcohol una de las más importantes son las “ocasiones” de pecado (parece mentira que se deban repetir verdades tan ligadas a la instrucción catequética). La mayoría de los problemas de alcoholismo (especialmente entre jóvenes pero no sólo entre ellos) son producidos por las ocasiones de beber, que pueden reducirse a: las malas amistades que obligan a beber, los malos ambientes donde es común el abuso de alcohol (bailes, espectáculos públicos), las pésimas costumbres sociales de algunos países en que beber es equivalente a emborracharse (si se bebe, se bebe hasta la ebriedad), la deformada idea de la amistad, o del compadraje (que obliga a tomar cuando se le invita y obliga a su vez a invitar al primero, y así hasta el vicio), los ambientes donde se confunde virilidad o madurez con borrachera (como ocurre entre muchos jóvenes hoy en día). Lamentablemente todos estos son callejones sin salida y caídas sin retorno; al menos ordinariamente.

Cuando el uso del alcohol se ha vuelto ya adictivo, en cambio, no queda otra vía que: (a) el control estricto del beber a través de la abstinencia y (b) el reemplazo total de los modelos adictivos con comportamientos satisfactorios para pasar el tiempo que puedan llenar el vacío que se crea cuando se ha dejado de beber. Algunos estudios han informado que personas que habían sido dependientes del alcohol, con el tiempo pueden aprender a controlar su beber tan bien como los que permanecen abstinentes. Alcohólicos Anónimos y otros grupos para el tratamiento alcohólico cuya meta es la abstinencia estricta están preocupados enormemente por la publicidad alrededor de estos estudios, ya que muchas personas con alcoholismo están ansiosos de encontrar una excusa para comenzar a beber nuevamente. En este momento, la abstinencia es la única ruta segura.

Alcohólicos Anónimos, fundado en 1935, es tal vez el ejemplo más conocido y seguro de psicoterapia de grupo para ayudar a las personas con alcoholismo. Ofrece una red de apoyo muy fuerte que emplea las reuniones en grupo disponibles los siete días de la semana en ubicaciones a través del mundo. Un sistema de amigos, una comprensión del grupo sobre el alcoholismo y el perdón de las recaídas son los métodos estándar de Alcohólicos Anónimos para aumentar la autoestima y aliviar un sentido de aislamiento. El sistema de los “Doce Pasos” de Alcohólicos Anónimos hacia la recuperación incluye un componente espiritual que puede disuadir a las personas que carecen de convicciones religiosas[8]. El rezo y la meditación, sin embargo, han sabido ser de gran valor en el proceso de curar muchas enfermedades, aún en las personas sin creencias religiosas específicas. Hay programas que ofrecen ayuda para los miembros de familia y los amigos porque muchas veces el tratamiento empieza por ellos, o bien están también ellos englobados en el problema (lo que se denomina co-dependencia).

Estas son algunas ideas generales sobre este problema, que debería enfrentarse con más determinación por toda la sociedad. Por todo esto, respondiendo a la consulta hecha, debo decir que: (a) no se puede decir que el consumo de alcohol sea siempre pecado (eso lo enseñan algunas sectas abstencionistas); (b) pero sí debe advertirse de los gravísimos peligros que encierra en sí mismo (potencial fuerza adictiva) y con relación a otras adicciones (a muchos los encamina al consumo de otras drogas); y (c) que desconfíen de sí mismos los que se sienten seguros de no caer en esta dependencia y traten de beber -moderadamente- sólo en ambientes seguros como la familia y los amigos serios; y huyan de beber incluso moderadamente en ambientes donde otros suelen embriagarse.

Bibliografía:

Sgreccia, E, Manuale di bioética, Vita e Pensiero, Milano 1991, II, pp. 210 y ss.

Ciccone, L., Salute e malattia, Ares, Milano 1986, pp. 437 y ss.

También se puede consultar alguna de las páginas de Alcohólicos Anónimos, como por ejemplo: http://www.aa.org; http://www.alcoholics-anonymous.org

También se puede consultar el sitio de National Council on Seniors Drug & Alcohol Rehab donde ayudan con la rehabilitación de las adicciones en personas ancianas.

También se puede consultar: Drug And Alcohol Rehab Programs For Senior Citizens
https://www.drugrehab.org/inpatient-drug-rehab/senior-citizens/

P. Miguel A. Fuentes, IVE

[1] Tal es el caso de Italia; se puede ver sobre esto: G. Bonfiglio-E. Caffarelli-B. Barigelli, Alcolismo. La droga che uccide dipiu, en: II delfino, 5 (1980), n. 3, pp. 13-20.

[2] Cf. Sgreccia, E, Manuale di bioetica, Vita e Pensiero, Milano 1991, II, pp. 210 y ss.; Ciccone, L., Salute e malattia, Ares, Milano 1986, pp. 437 y ss.

[3] Se calcula en 20-30 mg/litro en un individuo sano.

[4] Por ejemplo, una botella de 3/4 de litro, de 10-12 grados, bebida en ayunas, eleva esa tasa a 500-800 mg/litro.

[5] Desde 1973 el alcohol se configura como una de las sustancias teratógenas capaces de producir malformaciones en el feto, aumentando el número de los niños malformados; entre los efectos que produce en el feto se señala el retardo del crecimiento pre y post natal, las disfunciones en el sistema nervioso central -retardo mental, depresión-, anomalías cráneo faciales, otros problemas como anomalías en los ojos, orejas, boca, problemas cardíacos, etc.

[6] Se pueden ver estos datos en “Los chicos empiezan a tomar a los 11 años”: La Nación, 17/11/2003.

[7] Ver los datos en “Las chicas toman cada vez más alcohol”, en: La Nación Line, 8/02/2003.

[8] Los llamados “Doce Pasos” son los principios básicos que guían a las personas que realizan este proceso de recuperación. Son principios sencillos pero de una sabiduría patente, y se han mostrado de gran eficacia práctica.