Medios para luchar contra el problema de la masturbación

Medios para luchar contra el problema de la masturbación

Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE

COLECCIÓN “MADUREZ EN CRISTO” /3

San Rafael – 2013

SUMARIO

  1. UN DRAMA A MENUDO OCULTO

Un juicio objetivo

La responsabilidad personal

Algunas consecuencias

  1. LOS MEDIOS NATURALES

Busca alguien que te ayude

Ten buenos amigos

Ponte objetivos realizables

No te desanimes si recaes

Es necesario conocer las causas

Dominar las ideas y la atención

Robustece tu voluntad

Mantener la serenidad y el equilibrio

Tienes que tener un ideal y una ocupación manual

Disciplina la imaginación y los sentidos

Apartarte del peligro

Cultiva el pudor

  1. LOS MEDIOS SOBRENATURALES

La meditación de las Sagradas Escrituras

Los sacramentos de la Confesión y la Eucaristía

La oración y la devoción a la Virgen Santísima y a San José

En ciertas situaciones, pide la protección contra el demonio

Aprende a examinar tu conciencia y a trabajar en el examen particular

Haz penitencia

Cultiva las virtudes

 

I. UN DRAMA A MENUDO OCULTO

El problema de la masturbación perturba a muchas personas, llegando incluso a esclavizarlas, hundiéndolas en la angustia y la depresión, poniendo en peligro su vida matrimonial o su noviazgo o simplemente frustrándolas profundamente.

Algunas de las frases que más se repiten en las cartas que he recibido pidiendo ayuda tienen tintes realmente dramáticos: “no me puedo controlar”, “me apena y me frustra”, “las masturbaciones rápidas, vergonzosas, a escondidas, angustiosas y con el acento de pecaminosas, me han marcado para siempre en mis relaciones con mi esposa”, “tengo muy arraigado el hábito de la masturbación, no sé cómo erradicarlo”, “me masturbo con mucha frecuencia y no sé qué hacer para evitarlo”, “las masturbaciones son muy seguidas y no sé cómo parar”. Todos remachan con un grito semejante: “¡Ayúdeme por favor!” Y no se trata únicamente de jovencitos; estos textos los he extraído de cartas de personas solteras y casadas, varones y mujeres, muchachitos y muchachitas, hombres que pintan canas y mujeres maduras.

Hay quienes sostienen que la masturbación es un fenómeno natural y común, e incluso saludable y necesario para el crecimiento personal; pero, salvo alguna que otra excepción, quienes me escriben no avalan esta visión, sino que se sienten esclavizados, avergonzados y frustrados; la masturbación, a la que no pueden ya resistir, les causa más dolor psicológico que placer; quieren librarse de ella y no pueden; no saben cómo encarar su drama y se sienten signados por una gran insatisfacción vital.

En las pocas páginas que siguen no vas a encontrar un tratamiento psicológico o moral del tema; esto lo he hecho en otros lugares[1]. Aquí solo reúno los principales consejos que podría darte para intentar ayudarte si quieres luchar contra este problema, o si tienes que ayudar a quien lo está padeciendo.

Un juicio objetivo

 

Digamos simplemente que el juicio objetivo sobre este hecho es indudablemente negativo, por muchas razones que enumero brevemente sin entrar en explicaciones:

            1º La masturbación es un uso desordenado de la facultad generativa: porque los órganos sexuales son han sido dados por el Creador para que los casados cooperen con Él en la propagación de la especie humana; por tanto, el uso infecundo de la sexualidad es intrínsecamente desordenado.

            2º Es incapaz de expresar el amor: los órganos sexuales se reclaman mutuamente en orden a expresar el amor entre el hombre y la mujer; la sexualidad hace tender mutuamente al varón y a la hembra; la masturbación es esencialmente incapaz de esta expresión.

            3º Implica una concepción cerrada del placer: la masturbación es una búsqueda exclusiva del autoplacer; en cambio, en el acto sexual entre el hombre y la mujer, el placer es donación: cada uno es causa del placer del otro. En la masturbación la referencia es el sujeto mismo que se lo procura; es fundamentalmente egoísta.

            4º Es un acto que fija al sujeto sobre sí mismo, haciéndolo incapaz de donarse y sacrificarse.

           5º Tiende a arraigarse en forma de vicio, es decir, a la constante repetición, aumentando la fantasía y buscando nuevas técnicas con la ilusión de encontrar una satisfacción que nunca llega.

            6º Suele detener o al menos retardar el crecimiento de la personalidad y puede llevar la homosexualidad, pues así como la masturbación es el “amor consigo mismo”, la homosexualidad es “el placer con otra persona del mismo sexo”.

            7º Según la Biblia, es una profanación del cuerpo que es templo de Dios (cf. 1Co 6,19-20).

La responsabilidad personal

 

De todos modos, al señalar el intrínseco desorden moral del acto masturbatorio, no estamos haciendo un juicio sobre la responsabilidad personal de la persona que lo realiza. Esto se debe juzgar caso por caso, porque puede suceder que alguna persona que suela caer en este acto, incluso cuando está esclavizada a él, tenga una responsabilidad atenuada; por ejemplo: si lo realiza sin conocer su gravedad, si cae en él por problemas psíquicos, si se ha deslizado en este vicio por inmadurez afectiva, etc.

Algunas consecuencias

 

Pero incluso en los casos en que la responsabilidad puede estar atenuada, siempre produce notables consecuencias espirituales y psicológicas, entre las que destaco:

            1º Ocasiona frustración y ansiedad por la falta de una satisfacción sexual debida a la ausencia de lo que se desea (la masturbación es un deseo frustrado de un acto sexual con otra persona).

            2º Al prolongarse durante varios años (especialmente cuando se da en personas adultas y maduras) puede producir un desarrollo del narcisismo.

            3º Fija a la persona en conductas infantiles.

          4º Alimenta la incapacidad de enfrentar el dolor y las frustraciones, pues la masturbación, a menudo es una forma de huir de la angustia, de la soledad, de la desilusión y del fracaso. Es un medio para evitar enfrentarse a la dura realidad de la vida y al sufrimiento.

            5º Conlleva el peligro de acentuar el sexo en detrimento del verdadero amor, ya que fija la vida interior más sobre lo genital que sobre lo amoroso. Se puede terminar por no saber cómo amar, y centrar todo acto sexual en un aprovecharse del otro para producirse placer a sí mismo.

            6º Puede generar adicción, porque encierra angustia, culpabilidad, temor, compulsión y esclavitud.

       7º El sentimiento de culpa que causa esta práctica puede determinar al sujeto a recurrir de nuevo a ella, persiguiendo la solución ilusoria para su ansiedad, entrando así en un círculo vicioso.

A continuación te propongo algunos recursos para luchar este buen combate y recuperar, con la ayuda de Dios, tu libertad interior y la serenidad de tu corazón.

Los elementos que ahora te ofrezco se dividen en naturales y sobrenaturales.

II. LOS MEDIOS NATURALES

 

Busca alguien que te ayude

 

Comienza por buscar alguien que te ayude; alguien a quien puedas contar tus dificultades, tus caídas; a quien puedas pedir ayuda y a quien puedas rendir cuentas de cómo van tus luchas. Lo ideal es un sacerdote que pueda confesarte y dirigirte espiritualmente. Si esto no fuera posible, intenta con un amigo serio y que tenga muy clara la sana doctrina sobre la castidad y su vicio opuesto, la lujuria. Ten mucho cuidado al elegir en manos de quién te pones. Pero no lleves este peso solo.

Ten buenos amigos

 

“Un amigo fiel es un poderoso protector; el que lo encuentra halla un tesoro. Nada vale tanto como un amigo fiel; su precio es incalculable. Un amigo fiel es remedio saludable; los que temen al Señor lo encontrarán” (Eclesiastés 6,14-16).

No esperes poder vencer el vicio de la masturbación si te rodeas habitualmente de amigos carnales e impúdicos. Si tus amigos o amigas son tan amigos tuyos como de la bebida, de la juerga, del riesgo, de la droga, de las conversaciones deshonestas… ellos mismos, queriéndolo o no, trabajan para mantenerte atado a tus cadenas.

Elige a tus amigos. Hazte amigo de personas buenas; no bobaliconas pues no es eso la bondad, sino buenos y sanos. Y si de estos no conoces muchos, conténtate con uno solo. Pero huye de los malos y apártate de los que no ven nada malo en el mal del que estás tratando de librarte.

Ponte objetivos realizables

 

Si se trata de caídas frecuentes, deberías, al levantarte de una caída, proponerte no caer, por ejemplo, por tres días. Cuando hayas llegado a esa meta sin caer, renueva el propósito por otros tres días para tratar de llegar así a una semana… Y luego recomienza con propósitos del mismo tipo. Si estuvieses tan debilitado que ni siquiera llegas a tres días, hazlo por un solo día, o incluso por medio día (“me mantendré firme hasta el mediodía”…; y al llegar a ese momento ponte de mira llegar así hasta la noche…).

Pero no hagas propósitos que te jueguen psicológicamente en contra, diciendo: “no pecaré nunca jamás”, “desde ahora me mantendré casto para siempre”… Esto, en una persona que no tiene un hábito vicioso arraigado no representa un problema, pero para el que tiene la costumbre de caer, produce un efecto depresivo. Decir “siempre” o “nunca más”, equivale a no proponer nada. Y en el mismo momento de expresar el propósito, o al poco tiempo, se siente en el corazón una voz que dice: “tú sabes que no podrás cumplir lo que estás prometiendo”. Y es este desánimo el que carcome el mismo propósito, el que nos debilita, y luego nos hace volver a caer.

Además, un propósito tan generalizado es irreal, y manifiesta la negación de nuestra verdadera condición, si es que no revela una falsa confianza en nosotros mismos. Las resoluciones tan radicales y sempiternas son muy propias de los primeros momentos de los convertidos, cuando todavía la caldera está llena de carbón y el barco marcha a toda máquina… y no conocen sus verdaderos límites y debilidades. Pero pasados los primeros momentos de fervor, la realidad nos muestra que todavía somos muy flojos.

Cuando uno se vuelve realista y aspira a realizar lo que está a su verdadero alcance, se vuelve, en verdad, más fuerte, y llega más lejos de lo que pensaba. Lewis vio muy bien esto, por lo que puso en labios de un diablo-maestro que instruía a un diablo-alumno sobre el modo de comportarse con los humanos que debía empujar a la perdición, estas quejas:

“Mi querido alumno:

        Lo más alarmante de tu último informe sobre el paciente es que no está tomando ninguna de aquellas confiadas resoluciones que señalaron su conversión original. Me parece que ya no hay espléndidas promesas de perpetua virtud; ¡ni siquiera la expectativa de ser dócil y obediente a la «gracia» para toda la vida, sino tan sólo un pedido y una esperanza de recibir el alimento de cada día y de cada momento para enfrentarse con las diarias tentaciones! Esto es muy malo” (Lewis, Cartas del diablo a su sobrino).

            Sí, esto alarma al diablo, porque esta humildad y realismo dan buenas esperanzas de triunfo.

            Enfermedades y debilidades como la que estás enfrentando no se curan de golpe; hace falta mucha paciencia. Si tu afectividad está dominada por un vicio tan demoledor, entonces debes reconocer que tienes poco aire en tus pulmones y en tu voluntad y por tanto debes dar pasos cortos para llegar lejos. Como dice el dicho de los montañistas: “sube como un viejo [es decir, paso a paso y lentamente] si quieres llegar a la cumbre como un joven”.

No te desanimes si recaes

 

Tú no debes proponerte recaer en el vicio… pero no te sorprendas si lo haces. No te propongas tres días de castidad para después desquitarte, pero tampoco estés pensando: “por tres días me esforzaré, pero luego ¿qué sucederá?” Proponte tres días de sobriedad y punto. No pienses en lo que ocurrirá luego de los tres días. Y goza tu triunfo al llegar a esa meta… no como quien llegó a la meta final, sino como quien alcanzó una meta intermedia; has logrado una etapa en una carrera que tiene muchas. Una vez llegado, respira, toma conciencia de que esas pequeñas metas son posibles, y ponte otro objetivo que también esté a tu alcance.

 …Pero si caes en el camino, no que quedes lamentándote. Reconoce simplemente que todavía estás débil, pero que Dios quiere ayudarte y vuelve a comenzar el camino, en todo caso ajustando los propósitos a metas más realistas.

Lo que no debes hacer es dar pie al desánimo o quedarte en lamentos. Lee detenidamente el valioso librito de Jacques Philippe, La confianza en Dios[2].

Es necesario conocer las causas

 

La masturbación puede ser, en algunos casos, un fenómeno que no indica más que una crisis pasajera en el crecimiento de la persona y en el descubrimiento y ordenamiento de su afectividad y sexualidad; pero en otros casos, especialmente cuando se sigue presentando una vez pasada la pubertad y la adolescencia, puede indicar un problema de otra índole. Porque la masturbación es un comportamiento que puede tener una raíz principalmente no-sexual y ser más bien un medio de expresar otro tipo de problemas, como una válvula de escape por la que la persona compensa otros dramas. En efecto, la actividad masturbatoria puede representar:

            1º Una búsqueda traumática del placer como medio para tapar un dolor también traumático. Algo semejante a los comportamientos violentos o de alto riesgo con los que se quieren tapar (con mucho ruido y adrenalina) ciertos dolores que no se saben manejar. No es extraño que algunas personas caigan en actos masturbatorios cuando fracasan en sus exámenes, o cuando se han peleado con sus padres o con sus novias/os (o esposos/as), o cuando han discutido o han sido humillados, o cuando se sienten amargados o vacíos… Debes observar cuáles son las circunstancias en las que recurres a estos actos. ¿Tienen alguna relación con fracasos, dolores, recuerdos traumáticos de tu infancia, humillaciones…? Si es así, es necesario trabajar sobre esta causa, solucionando tu poca tolerancia al dolor. Para esto debes buscarle un sentido al dolor, para que al padecer (si es que no puedes evitar el sufrimiento) no huyas por esta puerta que te esclaviza y te hace sufrir más. Debes encontrar un sentido a tus dolores. Te recomiendo leer al respecto el hermoso opúsculo de Don Carlo Gnocchi, Pedagogía del dolor inocente[3].

        2º También puede ocurrir que la búsqueda del placer por medio de la masturbación manifieste una excesiva dependencia de tus estados anímicos, es decir, una constante necesidad de sentirte de bien, de escapar de lo que te hace sentir molesto, aburrido, monótono o desilusionado. Esto se parece a lo anterior, solamente que no tiene su origen en un sufrimiento traumático de la infancia. Quizá te han educado entre algodones, evitándote todo dolor y dándote todo lo que has querido. Si  ha sido así, es probable que te hayas vuelto caprichoso y que no soportes el carecer de lo que quieres o lo que piensas que te hará feliz. Pero es imposible tener todo lo que uno quiere. Si hay dinero, pueden satisfacerse la mayoría de los deseos de cosas materiales; pero ningún ser humano tiene solo deseos materiales. Uno puede creer que lo que más desea es tener el celular de última generación, o la ropa que se usa ahora, o conducir el automóvil que despierta la envidia de todos sus amigos, o tener la novia o el novio más bonito de la noche… pero una vez que se obtiene lo que ha anhelado, y se lo usa un par de días… el corazón siente una tremenda insatisfacción y un gran vacío… que hay que llenar cambiando de novio, de zapatos, de computadora… para volver a caer luego en la misma sensación de vacío. Hay dos tremendos errores en el fondo de esta visión: el creer que son estas cosas las que pide el corazón, y el pensar que algún placer físico o material, calmará el dolor del alma. La masturbación es, en estos casos, un modo de buscar sentir placer a cualquier costo. El costo puede ser, para algunos hasta la adicción sexual, como para otros lo es la adicción a las drogas o al alcohol. O puede caerse en varias adicciones al mismo tiempo. Si, además de la masturbación, tienes problemas con la pornografía, es probable que las causas de tu problemas sean las que estamos mencionando aquí. Si buscas la masturbación porque no toleras el vacío interior y quieres gozar a cualquier costo o experimentar placeres cada vez más intensos… debes aplicarte el mismo remedio que indiqué para el primer caso.

         3º La conducta del masturbador puede también representar –inconscientemente– un modo de encauzar una tendencia vengativa; en este caso, te estarías agrediendo a ti mismo/a, como un modo de descargar sobre ti, las broncas que tienes hacia otras personas por daños que quizá te han causado injustamente. Esto es muy común en personas que han sido abusadas o que han padecido algún modo de violencia (física, verbal, psíquica…) en la infancia, o han sido abandonadas, o han sido testigos de la separación de sus padres (sobre todo cuando esta se ha dado en un contexto de agresiones y de violencia). Puede que culpen a sus padres, a sus maestros, a sus hermanos…, a algún desconocido… También puede darse que se culpabilicen a sí mismos de sus sufrimientos (por haberse dejado engañar, por no haber sabido huir u oponer resistencia, por no haber dicho que no…), o que le echen la culpa a Dios (por no haber evitado lo que sucedió…). Es muy común –aunque no se pueda jamás universalizar– que algún modo de rencor, de bronca, de resentimiento y de odio, se mezcle en muchos casos de masturbación compulsiva. De hecho, este modo de masturbación es un acto que simboliza la fuerza agresiva que se lleva dentro y que, en estos casos, se vuelca contra uno mismo. En todos estos casos, es necesario trabajar el perdón (de los otros, de uno mismo y… hasta de Dios a quien culpamos en nuestra confusión espiritual). Si tienes que hacer algún trabajo de este tipo, puedes ver lo que te propongo en El camino del perdón[4].

            4º Pero la masturbación puede presentarse también como un modo de calmar las tensiones y las ansiedades. Así como hay quienes recurren a sedantes, ansiolíticos, o al alcohol para calmar sus nervios, hay adictos sexuales que recaen una y otra vez en sus hábitos para frenar su ansiedad, su preocupación o su obsesión. Buscan una anestesia, un adormecimiento. Esto es común en muchos que padecen masturbación compulsiva (personas nerviosas, escrupulosas, exaltadas y/o neurasténicas): cuando están ansiosos, tristes, intranquilos, no pueden calmarse o no se pueden dormir sino masturbándose. En estos casos, por lo general, es necesario durante un tiempo, que determinará un profesional, recibir algún tipo de medicación controlada.

En todos estos casos, como puedes ver, los remedios son diversos porque lo son las causas. No se puede dar una receta única para todos los problemas.

Dominar las ideas y la atención

 

La masturbación, como otros problemas sexuales, actúa a partir de una idea obsesiva que se clava en la atención de la persona y no la abandona hasta que esta cede realizando el acto. Los pensamientos obsesivos actúan como parásitos en nuestra vida. Por eso las tentaciones contra la castidad no se combaten de modo directo: enfrentarlas es alimentarlas y aumentar su fuerza obsesiva. Por el contrario, hay que trabajar por distracción, desviando la atención del pensamiento obsesivo hacia otro que sea sano y equilibrado y conocer el modo de concentrarnos en él sin dejarnos perturbar por la preocupación u obsesión sexual que intenta invadir el campo de nuestra conciencia. Esto, para una persona que arrastra un hábito impuro arraigado, es algo muy difícil, pero posible si aprende a trabajarlo correctamente.

            Te propongo para esto el método que indica Narciso Irala en su obra Control cerebral y emocional, inspirado en los estudios del famoso médico Roger Vittoz[5]; es un verdadero manual de higiene mental. Tienes que leerlo detenidamente y ¡practicar! todo cuanto dice (de nada te servirá si no lo pones en práctica).

Robustece tu voluntad

 

Una persona con problemas de masturbación suele tener una voluntad raquítica, débil, inconstante, insegura y tornadiza. Si quieres tener fuerza para vencer tus tentaciones, debes cultivar una voluntad robusta, firme y decidida, para poder, luego, encauzar todas esas energías en grandes empresas. Para esto es necesario que conozcas los defectos de tu voluntad, las causas de tu debilidad volitiva, los otros vicios que quizá se chupan tu carácter; y el modo de educar tu correctamente voluntad. Puedes ayudarte para esto, además del librito ya indicado de Irala, de nuestro pequeño opúsculo: ¡Quiero! Educación de la voluntad[6].

Mantener la serenidad y el equilibrio

 

Las tentaciones sexuales vencen a quien se angustia demasiado o se pone nervioso ante ellas. La angustia es traidora porque nos hace percibir la tentación como insuperable, y hace considerar la victoria como imposible a la corta o a la larga. Algunas personas, a pesar de que no quieren consentir con sus impulsos desordenados, terminan cediendo a ellos para “acabar” con esa batalla interminable y atormentadora. Mantenerse sereno es ganar gran parte de esta contienda. Lo ideal sería tener la capacidad de despreciar las tentaciones (lo que no significa minimizar su peligrosidad) y continuar imperturbables con nuestros quehaceres, o cambiar a ocupaciones más distractivas si fuese necesario. Para lograr este dominio sobre los propios nervios te ayudará el mismo texto de Irala, ya indicado.

En caso de que la angustia o el nerviosismo se deban a perturbaciones más bien orgánicas o a tu constitución psíquica, será necesario pedir ayuda a un médico.

Y siempre te ayudará enormemente el tener buenos hábitos físicos: un deporte equilibrado practicado con mucha regularidad, higiene física, alimentación sana (pobre o nula de sustancias estimulantes como la cafeína, la teína…, y energizantes, o que vivifican los nervios), tener contacto con la naturaleza (caminatas, observar el paisaje), intentar evitar en lo posible el fumar, etc.; evitar toda forma de molicie y relajo como dormir demasiado, baños muy prolongados, el ocio, la vida sedentaria, el exceso en el comer y en el beber, y sobre todo las bebidas embriagantes, etc.

Tienes que tener un ideal y una ocupación manual

 

La desviación de las ideas obsesivas es posible en la medida en que uno sepa dónde dirigir la atención. Si huimos del lobo en cualquier dirección, cabe la posibilidad de que terminemos en su misma madriguera, o que en la incertidumbre de no saber hacia dónde disparar nos detengamos demasiado y aquel nos alcance. El que sabe de antemano que quizá tenga que escabullirse de un enemigo, intentará prever por adelantado hacia dónde correr. De la misma manera tú tienes que saber por adelantado en qué tratarás de ocupar tu atención si te asalta la tentación o la obsesión. Para esto has que cultivar, en lo posible, un pasatiempo, un trabajo manual, algo que te entretenga u ocupe tu fuerza y tu atención. Pinta, dibuja, estudia música, arregla alguna cosa, colecciona algo, observa las hormigas o las abejas, o simplemente trabaja… En lo posible que sea algo que te ocupe no solo mental sino físicamente.

Disciplina la imaginación y los sentidos

 

Todas las obsesiones sexuales se alimentan de la imaginación: o nacen de ella o, si se originan en sensaciones o pulsiones físicas, se alimentan de ella. Por eso las personas que han permitido un hiperdesarrollo de su imaginación son más vulnerables a las propensiones sexuales. Y no me refiero aquí al daño que hace la pornografía, el cual es más que obvio (de hecho la pornografía es, como ha dicho un experto, “el alimento de la masturbación”). En cambio, lo que subrayo ahora es el peligro que comporta para la persona que tiene un hábito sexual descontrolado, como la masturbación, todo fomento de la imaginación y de la cultura de la imagen en general. Hoy en día estamos asediados por la imagen (principalmente las visuales, auditivas y fantasiosas). Todo es sonido e imagen (internet, telefonía celular, videos, música, etc.). Esto produce una dependencia excesiva de la imagen y un dominio de la vida imaginativa sobre la espiritual.

            Si quieres vencer el problema que tienes con la masturbación deberás entonces cuidar mucho y restringir todo lo posible tu relación con la televisión, con internet, con los videojuegos, con las revistas, con el cine, etc. Incluso cuando no se trate de imágenes obscenas o maliciosas. Tienes que ordenar tu [mala] costumbre de vivir más de la fantasía que del pensamiento. Para lograr este equilibrio acostúmbrate a leer buena literatura; escucha buena música (especialmente la de los grandes compositores como Beethoven, Mozart, Bach, Vivaldi…). Y reduce cuanto puedas tu exposición al mundo de la imagen.

Apartarte del peligro

 

Aunque parezca una perogrullada también te recuerdo la necesidad de evitar el peligro. El que ama el peligro perecerá en él, dice la Sagrada Escritura. Me refiero principalmente a las ocasiones de pecado. Y también a las situaciones que, sin ser pecaminosas, pueden exponerte a que se desate tu obsesión. No sé cuáles son las ocasiones de peligro para ti. Conozco las más universales, las que afectan a todos los hombres; pero quizá a ti te afecten también otras cosas. Debes identificar cuáles cosas te afectan más. ¿Ciertas amistades? ¿Ciertos ambientes y lugares? ¿Ciertas costumbres? A algunos la excitación les comienza por lo que ven, a otros por lo que oyen, a otros por el trato con ciertas personas. En fin, tú aprende a conocerte y vigílate y evita lo que te hace mal.

Apartarte del peligro también implicará tomar medidas drásticas sobre ciertas cosas. Tendrás que poner filtros en tu computadora, si es que tienes problemas con Internet; tendrás que renunciar a ciertas cosas; tendrás que ponerte horarios y respetarlos… y ponerte penitencias si no has cumplido con lo propuesto.

Cultiva el pudor

 

El medio más efectivo para defender la castidad es educar y fomentar el “pudor”. Ha sido llamado, por algo, “la prudencia de la castidad”. “La pureza exige el pudor”[7]. El pudor es parte integrante de la templanza; no es una virtud propiamente dicha, sino un sentimiento loable que pone los cimientos de la virtud. Consiste en una natural reserva y en el instinto de rechazo no ya ante el pecado sino ante cualquier alusión indiscreta a la sexualidad. Evidentemente, esta disposición no tiene nada que ver con una concepción falsa de la sexualidad: no nos apartamos instintivamente de las alusiones curiosas o fisgonas sobre la sexualidad porque pensemos que el sexo es malo (lo que corresponde a una conciencia errónea y enfermiza) sino por el respeto delicado que se debe tener hacia la sexualidad (propia y ajena). El pudor verdadero es lo que hace que una persona no guste de palabras torpes o menos honestas, y hace que le desagrade la inmodestia; evita la familiaridad sospechosa; e infunde en el ánimo la debida reverencia al cuerpo que es miembro de Cristo (cf. 1Co 6,15) y templo del Espíritu Santo (cf. 1Co 6,19).

Cultivar el pudor significa: cuidar cómo te vistes para no ser provocativo/a; tener cuidado con las conversaciones que tienes, con los chistes y bromas. Implica también cuidar la manera en que miras a los demás, cómo los abrazas, los acaricias o los tratas. Sin jugar al santulón, debes mirar y tocar respetando. ¿Quieres una regla de oro? Si eres varón, mira siempre a toda mujer como si fuera tu madre o la hija que Dios te ha dado o te podría dar; y si eres mujer, mira a todo varón como si fuera tu padre o el hijo que Dios que ha dado o te podría dar. No escuches ni digas nada que de ningún modo puede elevar tu alma.

El pudor se alimenta del temor filial de Dios, es decir, del amor que teme ofender a Dios; y también del verdadero amor humano que nos hace temer ofender a quien amamos en este mundo (como el esposo que ama a su esposa evita mirar a la mujer ajena, o fisgonear pornografía o masturbarse porque de este modo defrauda y ofende a su esposa, incluso se ésta jamás se entera de los actos de su marido).

Y también se apoya en la humildad. Quien quiere ser puro, ha de ser también humilde. A muchos castos la soberbia los hizo caer en la impureza.

III. LOS MEDIOS SOBRENATURALES

Evidentemente no bastan los medios naturales hasta aquí enunciados, pues necesitas la ayuda de la gracia de Dios; hay que recurrir también a los medios sobrenaturales porque la castidad es un don de Dios. Si quieres luchar solo en un plano puramente natural y humano, puedes intentarlo, pero preveo muchas dificultades y poco avanzar con tanto remar.

De manera particular señalo los siguientes medios que has de tener en consideración.

La meditación de las Sagradas Escrituras

 

Te recomiendo que todos los días dediques un rato a la lectura y meditación de las Sagradas Escrituras. Dice la Carta a los Hebreos: “La Palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo. Penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, sondeando los huesos y los tuétanos para probar los deseos y los pensamientos más íntimos” (Hb 4,12). Lee y presta atención, cada día, a unos pocos versículos, especialmente del Nuevo Testamento (de los Evangelios o de las Cartas de San Pablo, o de los demás escritos). Y si te animas, intenta memorizar algún texto que te haya gustado más, o escríbelo en alguna libreta que puedas llevar contigo y releer de vez en cuando. Esto tiene efectos extraordinarios, pues se trata de la misma Palabra de Dios. La lectura, meditación, y memorización de las Sagradas Escrituras le ayudará a redirigir y transformar sus pensamientos y apetitos.

Los sacramentos de la Confesión y la Eucaristía

 

A la oración hay que añadir la confesión frecuente, que es medicina espiritual que purifica y sana. Y también la Eucaristía que fue llamada, en este sentido por León XIII, “remedio contra la sensualidad”. La Eucaristía, recibida con las debidas disposiciones, hace puros los corazones, porque en ella recibimos al Autor de toda Pureza.

La oración y la devoción a la Virgen Santísima y a San José

 

Hablando del don de la castidad, dice San Jerónimo que “les fue concedido a los que lo pidieron, a los que lo quisieron, a los que trabajaron por recibirlo. Porque todo el que pide, recibe, y el que busca, halla, y al que llama, se le abrirá (Mt 7,8)”. Y San Alfonso enseña que no hay medio tan necesario para vencer las tentaciones contra la castidad, como la oración a Dios.

En particular, para conservar la castidad (o recuperarla si se la ha perdido), es fundamental la sólida devoción a la Virgen Madre de Dios. María Santísima es Virgen de las vírgenes y “maestra de virginidad”, como dice San Ambrosio. San Agustín escribió que “por la Madre de Dios comenzó la dignidad virginal”. Y San Jerónimo ha asegurado: “Para mí la virginidad es una consagración en María y en Cristo”. Por eso sigamos el consejo de San Bernardo: “Busquemos la gracia, y busquémosla por María”. Si te animas, reza todos los días el Rosario, o al menos un misterio; o por lo menos rézale varias veces al día pidiéndole la gracia de la pureza. Muchos han conservado la pureza y han vencido grandes tentaciones por no abandonar nunca la costumbre de rezar cada noche tres Avemarías a la Virgen pidiéndole esta gracia.

Reza también a San José, varón castísimo y modelo de equilibrada pureza. Te aconsejo incluso que te consagres a él. Puedes hacerlo con esta fórmula:

“Amado San José, acepta esta consagración de todo mi ser a ti. Que tú siempre seas mi padre, mi custodio y mi guía en el camino de la salvación. Obtén para mí la castidad, una gran pureza de corazón y una ferviente devoción a la vida interior. Concédeme que, siguiendo tu ejemplo, pueda dirigir todas mis acciones hacia la mayor gloria de Dios, en unión con el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, y en unión contigo. Amén”.

En ciertas situaciones, pide la protección contra el demonio

 

Cuando las tentaciones contra la castidad adquieren una intensidad nada común y pasan a ser verdaderas obsesiones, sin llegar a perder la responsabilidad que tenemos sobre nuestros actos, también deberíamos tener en cuenta la posibilidad de que el diablo se esté empeñando a fondo para hacernos caer en este pecado que tanto desalienta y entristece. En efecto, uno de los modos en que el demonio molesta al hombre es la obsesión, término con el que designamos las tentaciones cuando se vuelven insidiosas, penetrantes, persistentes y, valga la redundancia, obsesivas. Seamos claros: esto mismo se puede experimentar por causa de una enfermedad o una debilidad psíquica; pero también puede ser causado por el diablo. Si nunca antes has sentido tentaciones contra la castidad tan fuertes, o si las experimentas como si fueran ideas que te vienen de afuera y te rondan de modo perturbador, no harías nada mal en rezar a Dios pidiendo su ayuda para que te libre de las insidias del demonio. Que el demonio sea la causa de muchas tentaciones sexuales no debería extrañarnos, puesto que el pecado sexual es una de las formas en que más puede desfigurar la imagen divina que Dios ha grabado en nuestra alma.

 En tales casos, puedes rezar la hermosa oración a San Miguel Arcángel:

“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Así sea”

O la oración-exorcismo que se haya grabada en la “Medalla de San Benito” (y te sugiero que uses esta hermosa medalla). En ella se leen las siguientes letras:

C.S.P.B. / C.S.S.M.L. / N.D.S.M.D. / V.R.S. / N.S.M.V. / S.M.Q.L. / I.V.B.

Que significan, en latín:

“Crux Sancti Patris Benedicto. / Crux sacra sit mihi lux. / Non draco sit mihi dux. / Vade retro satana; / nuncuam suave mihi vana.  / Sunt mala quae libas; / ipse venena bibas”.

Y en castellano:

“Cruz del Santo Padre Benito. / La Cruz sagrada sea mi luz. / No sea el dragón mi guía. / Apártate, satanás; / nunca me aconsejes tus vanidades, / la bebida que ofreces es el mal: / bébete tú mismo tus venenos”.

protección espiritual

Aprende a examinar tu conciencia y a trabajar en el examen particular

 

Busca cuál es tu defecto dominante y trabájalo diariamente mediante el examen particular de conciencia, tal como lo enseñó san Ignacio de Loyola. Esta es la clave para avanzar en la vida espiritual y para lograr cualquier objetivo que te propongas. Te sugiero la lectura del pequeño opúsculo El examen particular de conciencia y el defecto dominante de la personalidad[8].

Haz penitencia

 

La vigilancia es absolutamente necesaria en todos los momentos y circunstancias de nuestra vida, “porque –como dice San Pablo– la carne tiene tendencias contrarias a las del espíritu, y el espíritu las tiene contrarias a las de la carne” (1Co 10,13). Pío XII ha escrito: “Si alguno fuese indulgente, aún en cosas mínimas, con las seducciones del cuerpo, fácilmente se sentirá arrastrado hacia aquellas obras de la carne que el enumera Apóstol (cf.  Gál 5,19-21)”[9]. Es necesario velar sobre los movimientos de las pasiones y de los sentidos, “refrenarlos con una vida austera y con las penitencias corporales –dice Pío XII en el mismo lugar– para someterlos a la recta razón y a la ley de Dios: Los que son de Cristo tienen crucificada su carne con los vicios y las pasiones (Gál 5,24)”. Todos los santos han vigilado sus sentidos y pasiones. Aun quien no puede, por alguna razón, hacer penitencia corporal, al menos no debe excusarse de estar alerta y de hacer mortificación interior (o sea, privarse de algunos gustos, refrenar la curiosidad, callar en lugar de hablar…).

Cultiva las virtudes

 

Finalmente, si quieres ser casto, no olvides que debes aspirar a otras virtudes que hacen de soporte a la castidad. Esta no es un hongo que nace en el desierto ni puede mantenerse aislada. Debes cultivar la fuerza de voluntad, la templanza, la humildad, la fortaleza. Más aún, hasta podemos decir que la virtud que menos directamente debes cultivar sea la castidad. Digo directamente, no indirectamente. Porque si te enfocas en ella y te enfrascas en querer ser casto, terminarás por centrar toda tu atención sobre el terreno que esta virtud regula, lo que puede producir el efecto contrario del que quieres: quedar obsesionado por el problema sexual. Si predicas todo el tiempo de la pureza, despertarás curiosidad no solo sobre la pureza sino sobre su contraria. Por eso, la castidad debe ser, en gran medida, el fruto natural de tu aspiración a la magnanimidad, a la humildad, a la voluntad decidida y fuerte, y sobre todo a la caridad, a la esperanza y a la fe radicalmente vivida.

COLECCIÓN “MADUREZ EN CRISTO” /3

San Rafael (Mza.) Argentina, 2013

[1] Puedes ver, por ejemplo: Fuentes, Miguel, La castidad ¿posible?, San Rafael (2006). Para descargar pinchar aquí

[2] Philippe, Jacques, La confianza en Dios, Cristiandad (2012). Para descargar pinchar aquí

[3] Lo he publicado al final de mi libro El dolor salvífico. Para descargar pinchar aquí

[4] Fuentes, Miguel, El camino del perdón, Virtus  10, San Rafael (2012). Para descargar pinchar aquí 

[5] Irala, Narciso, Control cerebral y emocional, LEA, Buenos Aires (1994). Para descargar pinchar aquí. También puede ayudar Irala, Narciso, Eficiencia sin fatiga. Para descargar pinchar aquí.

[6] Fuentes Miguel, ¡Quiero! Educación de la voluntad, Virtus 16, San Rafael (2012). Para descargar pinchar aquí

[7] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2521.

[8] Fuentes, Miguel, El examen particular de conciencia y el defecto dominante de la personalidad, Virtus 1, San Rafael (2011); Para descargar pinchar aquí. También se puede ver en: Fuentes, Miguel, La trampa rota, apéndice II, San Rafael (2008); para descargar pinchar aquí

[9] Pío XII, Enc. Sacra Virginitas, n. 35.