¿Es verdad que los anticonceptivos disminuyen los abortos?

Pregunta:

Se dice, como argumento a favor de las píldoras anticonceptivas, que su uso disminuye el número de abortos y que, por tanto, al menos deberíamos tolerarlas como una mal menor. ¿Podría ampliarme este tema?

 

Respuesta:

Estimado:

         Le contesto con lo que ha escrito el Papa Juan Pablo II sobre este tema en la Encíclica Evangelium vitae: «…Se afirma con frecuencia que la anticoncepción, segura y asequible a todos, es el remedio más eficaz contra el aborto. Se acusa además a la Iglesia católica de favorecer de hecho el aborto al continuar obstinadamente enseñando la ilicitud moral de la anticoncepción. La objeción, mirándolo bien, se revela en realidad falaz. En efecto, puede ser que muchos recurran a los anticonceptivos incluso para evitar después la tentación del aborto. Pero los contravalores inherentes a la mentalidad anticonceptiva -bien diversa del ejercicio responsable de la paternidad y maternidad, respetando el significado pleno del acto conyugal- son tales que hacen precisamente más fuerte esta tentación, ante la eventual concepción de una vida no deseada. De hecho, la cultura abortista está particularmente desarrollada justo en los ambientes que rechazan la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción. Es cierto que anticoncepción y aborto, desde el punto de vista moral, son males específicamente distintos: la primera contradice la verdad plena del acto sexual como expresión propia del amor conyugal, el segundo destruye la vida de un ser humano; la anticoncepción se opone a la virtud de la castidad matrimonial, el aborto se opone a la virtud de la justicia y viola directamente el precepto divino ‘no matarás’.

         A pesar de su diversa naturaleza y peso moral, muy a menudo están íntimamente relacionados, como frutos de una misma planta. Es cierto que no faltan casos en los que se llega a la anticoncepción y al mismo aborto bajo la presión de múltiples dificultades existenciales, que sin embargo nunca pueden eximir del esfuerzo por observar plenamente la Ley de Dios. Pero en muchísimos otros casos estas prácticas tienen sus raíces en una mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad y presuponen un concepto egoísta de libertad que ve en la procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad. Así, la vida que podría brotar del encuentro sexual se convierte en enemigo a evitar absolutamente, y el aborto en la única respuesta posible frente a una anticoncepción frustrada.

         Lamentablemente la estrecha conexión que, como mentalidad, existe entre la práctica de la anticoncepción y la del aborto se manifiesta cada vez más y lo demuestra de modo alarmante también la preparación de productos químicos, dispositivos intrauterinos y ‘vacunas’ que, distribuidos con la misma facilidad que los anticonceptivos, actúan en realidad como abortivos en las primerísimas fases de desarrollo de la vida del nuevo ser humano»[1].

         Por este motivo, varias investigaciones llevadas a cabo sobre el tema (por ejemplo en Finlandia, Dinamarca, Estados Unidos, etc.) han puesto de manifiesto que el primer efecto del uso de los contraceptivos ha sido el de llevar a sus usuarios a una actitud más negativa en relación con la conservación del niño eventualmente engendrado en sus relaciones sexuales y, por tanto, hacer un mayor uso del aborto.

         Y decimos esto refiriéndonos al aborto quirúrgico; demás está decir que en muchos casos no existe la alternativa «anticoncepción o aborto» simplemente porque la alternativa se plantea entre «aborto quirúrgico» y «aborto químico» (casi todas las píldoras tienen efectos abortivos y algunas son exclusivamente abortivas).

 

Bibliografía para profundizar:

            Jacques Suaudeau, Las raíces comunes de la píldora anticonceptiva y del aborto: una información para los confesores; en: Consejo Pontificio para la Familia, Moral conyugal y sacramento de la penitencia, Palabra, Madrid 1999, 223-250.

[1] Evangelium vitae, n. 13.

anticoncepción

¿Qué enseña la Iglesia acerca de la anticoncepción?

Pregunta:

Soy una alumna de un colegio católico y se me pidió hacer una investigación sobre los anticonceptivos, quiero pedirle ayuda acerca de este tema y del punto de vista de la Iglesia. Necesito saber con fundamentos claros el por qué la Iglesia se opone a este método, si es pecado usarlos, etc. Por favor agradecería su ayuda. Navegando en Internet llegue a una página en donde me aparecía que usted sabía bastante acerca de este tema, por esta razón quise escribirle. Me despido afectuosamente V. De antemano muchas gracias

 

Respuesta:

Estimada V.:

La anticoncepción es el rechazo a tener hijos ya sea por motivos sin peso o por medios ilícitos.

Muchas veces, cuando se habla en contra de la anticoncepción se mencionan los efectos secundarios que causan muchas píldoras o medios anticonceptivos como, por ejemplo:

-Efectos sobre el metabolismo lipido-glucídico: arterioesclerosis, peligros de hemiplejias.

-Efectos cardiovasculares: trombosis vascular, venosa, arterial o del mesenterio, hemorragias y embolias cerebrales o pulmonares, infartos, hipertensión, oclusión coronaria, etc. (efectos que se aumentan hasta un 250% cuando se combina la píldora anticonceptiva con el tabaco o el alcohol).

-Efectos hepáticos: hepatitis virósicas, ictericia, cálculos, lesiones vasculares y tumores.

-Efectos sobre la piel: acné, caída de cabello, hiperpilosidad, manchas.

-Efectos neuropsíquicos: desequilibrios, depresiones, tendencias suicidas, aburrimiento, tristeza, alteración de la libido, desafección sexual.

-Efectos ginecológicos: riesgos de infecciones, quistes, cáncer de útero y seno.

-Efectos genéticos en los descendientes: mongolismo, malformaciones varias.

-Efectos sobre la fecundidad: disminución de las reglas, esterilidad total; en las jovencitas pueden llegar a darse un bloqueo del crecimiento sexual (el fenómeno de las ‘mujeres-niñas’).

Por este motivo, muchas mujeres desconfían de la píldora y recurren a otros medios moralmente tanto o más malos e injustos que aquélla, como la esterilización y el aborto.

Sin embargo, el problema es más profundo y sería igualmente inmoral la anticoncepción aunque se consiguiese fabricar una píldora que no produjese ningún efecto nocivo, o la esterilización fuese totalmente reversible.

El Papa Juan Pablo II ha señalado con fuerza que el verdadero problema de la anticoncepción es la mentalidad que la anima. Es la mentalidad de la cerrazón a la vida, de la falsedad en la relación entre el hombre y la mujer y de la manipulación y cosificación del amor.

Ante todo, la anticoncepción, como su nombre lo indica, implica una oposición a la concepción de una nueva vida. Es una actitud de rechazo. El Papa ha dicho que entre el recurrir a los métodos naturales (es decir, el recurrir a los ritmos de fertilidad e infertilidad que la misma naturaleza prevé para la mujer) y el anticoncepcionismo no hay una simple diferencia de método sino dos concepciones de la persona humana y de la sexualidad humana, ‘irreconciliables entre sí’.

En la anticoncepción ‘la procreación se convierte en el ‘enemigo’ a evitar en la práctica de la sexualidad’ (Juan Pablo II, Evangelium vitae, 23). Esta práctica tiene su raíz es una mentalidad hedonista, es decir, egoísta, que pone el placer por encima de todo: un hijo, una nueva vida, es un mal. Esta es la actitud contraria a la de Dios que nos ha dado a nosotros la vida.

Es por ser una oposición a la vida que tiene estrecha relación con el aborto. A veces se dice que hay que favorecer la anticoncepción para que haya menos abortos. Es falso. Aunque se trate de cosas diversas, una llama a la otra. El que no quiere una nueva vida intenta primero evitar que venga, pero si falla en evitarla, intentará luego destruirla. Por eso decía Juan Pablo II: ‘los contravalores inherentes a la ‘mentalidad anticonceptiva’… son tales que hacen precisamente más fuerte esta tentación (del aborto) ante la eventual concepción de una vida no deseada. De hecho, la cultura abortista está particularmente desarrollada justo en los ambientes que rechazan la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción’ (Juan Pablo II, Evangelium vitae, 13).

En segundo lugar, implica una falsedad en la relación entre el hombre y la mujer. Ya hemos hecho referencia a esto: cuando deliberadamente se quita de ese acto la capacidad de dar la vida, de engendrar, de ser fecundos, ese acto se vuelve mentiroso.

En tercer lugar, implica una relación cosificada: se rebaja al otro cónyuge porque se lo ve ya sólo como un objeto de placer. Una cosa que da placer, no una persona a la que se entrega con totalidad. Cuando el acto sexual se reduce a la búsqueda del placer, entonces se convierte en la suma de dos egoísmos, pero dos egoísmos no hacen un amor.

Finalmente, en la anticoncepción los esposos se comportan como dueños y árbitros absolutos de la creación. Ellos se dictan su propia ley, usan su cuerpo, su sexo, el placer, según sus propios criterios, contra la voluntad de Dios expresada en la ley natural y en los mandamientos divinos.

Resumiendo todo esto decía el Papa Juan Pablo II: ‘Cuando los esposos, mediante el recurso al anticoncepcionismo, separan estos dos significados que Dios Creador ha inscrito en el ser del hombre y de la mujer y en el dinamismo de su comunión sexual, se comportan como ‘árbitros’ del designio divino y ‘manipulan’ y envilecen la sexualidad humana, y con ella la propia persona del cónyuge alterando su valor de donación ‘total’. Así, al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente: se produce, no sólo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor conyugal llamando a entregarse en plenitud personal’ (Juan Pablo II, Familiaris consortio, 32).

Este es el problema más profundo y más real de la anticoncepción.

P. Miguel A. Fuentes, IVE

embarazo

¿Le es lícito tomar anticonceptivos a una mujer para quien un embarazo resultaría riesgoso?

Pregunta:

Tengo un grupo de jóvenes al que doy algunas charlas de formación. Me presentaron el siguiente problema de moral: para una mujer que sabe que si queda embarazada puede haber riesgo para ella y/o el hijo, ¿es pecado utilizar métodos anticonceptivos (naturales o antinaturales) con el fin de no poner en riesgo ni a la madre ni al hijo, y seguir manteniendo relaciones para no enfriar el amor conyugal? Sería de gran ayuda la información que me pueda dar al respecto, desde ya le agradezco, esperando su respuesta.

Respuesta:

1) En las circunstancias en que un embarazo puede representar riesgos para la mujer o para el posible hijo, es lícito hacer aquello que sea bueno o indiferente en sí para evitar dicho riesgo. En cambio no es lícito hacer algo malo en sí, aunque el fin propuesto sea muy bueno; pues dice San Pablo que no se puede decir: Hagamos el mal para que venga el bien (cf. Rom 3,8).

2) Teniendo esto en cuenta hay que decir que es ilícito procurar este buen fin (evitar el riesgo para la salud) con el mal medio de la anticoncepción artificial. La anticoncepción es mala en sí, pues separa los dos aspectos que son intrínsecos al acto conyugal: el unir a los esposos y al mismo tiempo y volverlos potencialmente fecundos. Por eso dice el Papa Pablo VI: ‘No le es lícito al hombre romper por su propia iniciativa el nexo indisoluble y establecido por Dios, entre el significado de la unidad y el significado de la procreación que se contienen conjuntamente en el acto conyugal’ (Humanae vitae, 12). Por eso el mismo Papa declara ilícita ‘toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación’ (Humanae vitae, 14). Esto incluye:

a) ‘en previsión del acto’: la esterilización directa, los anticonceptivos, etc.

b) ‘en su realización’: los métodos de barrera (preservativos, relación interrumpida, etc.);

c) ‘en el desarrollo de sus consecuencias naturales’: el aborto quirúrgico, el infanticidio, la contracepción de emergencia, etc.

d) ya ‘se proponga como fin’: el que quiere la anticoncepción porque no desea nuevos hijos;

e) ‘o como medio’: el que quiere la anticoncepción como un medio para preservar la salud (éste sería el caso planteado).

3) En cambio es lícito buscar el buen fin (evitar el peligro para la vida) a través del uso honesto de los ritmos naturales. Dice también Pablo VI: ‘Si para espaciar los nacimientos existen serios motivos, derivados de las condiciones físicas o psicológicas de los cónyuges o de circunstancias exteriores, la Iglesia enseña que es lícito tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar del matrimonio sólo en los períodos infecundos y así regular la natalidad sin ofender los principios morales’ (Humanae vitae, 16). Estos actos son buenos porque en este caso los esposos se limitan a conocer una disposición natural (es decir, causada por el Creador) que son los ritmos naturales de la mujer, para servirse de ella (cf. HV,16); en este caso los esposos se reconocen ‘no árbitros de las fuentes de la vida humana, sino más bien administradores del plan establecido por el Creador’ (Humanae vitae, 13).

Hay que tener en cuenta que los métodos naturales no son -como dice la consulta, expresándose incorrectamente- anticonceptivos, sino ‘no-conceptivos’: no van ‘contra la concepción’ (ni la impiden ni la destruyen) pues consisten simplemente en abstenerse de los actos sexuales en los períodos que la mujer reconoce como fecundos.

P. Miguel A. Fuentes, IVE

ligadura de trompas

¿Es moralmente lícito para una mujer casada, con tres hijos, hacerse una ligadura de trompas? ¿O es preferible usar anticonceptivos?

Pregunta:

Gracias por permitirnos llegar a sus paginas y por prestarse para nuestras consultas. ¿Es moralmente lícito para una mujer casada, con tres hijos, hacerse una ligadura de trompas? Ella no desea mas hijos porque la situación económica es muy difícil, tiene que trabajar, lo que significa dejar los hijos al cuidado de terceros. ¿O es preferible usar anticonceptivos? Gracias por su servicio. A.

Respuesta:

Estimado:

Ni una cosa ni la otra. No se puede buscar un buen fin por medios malos.

Al respecto dice la Encíclica Humanae vitae de Pablo VI: ‘Hay que excluir igualmente, como el Magisterio de la Iglesia ha declarado muchas veces, la esterilización directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de la mujer; queda además excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación’ (n. 14). Lo primero hace referencia a la esterilización; lo segundo a los métodos anticonceptivos.

Lo que puede hacer, es en cambio, espaciar los nacimientos teniendo en cuenta los períodos infecundos de la mujer (métodos naturales). Como dice la misma Encíclica: ‘Por consiguiente si para espaciar los nacimientos existen serios motivos, derivados de las condiciones físicas o psicológicas de los cónyuges, o de circunstancias exteriores, la Iglesia enseña que entonces es lícito tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar del matrimonio sólo en los periodos infecundos y así regular la natalidad sin ofender los principios morales que acabamos de recordar’ (n. 16).

P. Miguel A. Fuentes, IVE

metodos artificiales

¿Por qué son malos los métodos artificiales de regulación de la natalidad?

Pregunta:

Bendiciones en tu apostolado.
Tengo unos amigos esposos, la mujer es la que piensa que usar métodos artificiales para espaciar embarazos no es malo y aparte no le tiene confianza al método natural.
Ella acaba de perder un hijo de 5 semanas y está dolida y ha pensado porque Dios permite esto.
Mi pregunta es ¿porque es malo cualquier método artificial? ¿Como puedo ayudarla al culpar a Dios?

Respuesta:
Estimado:

Puede encontrar esta consulta ya respondida en varios artículos.

1. Sobre la diferencia entre los métodos naturales y los artificiales, puede ver mi artículo ‘Diferencia antropológica y moral entre los métodos naturales y los métodos artificiales‘ .

2. Sobre el por qué Dios permite el sufrimiento, los artículos relacionados con el problema del mal y con el sufrimiento de los inocentes .

P. Miguel A. Fuentes, IVE