masónica

¿La masonería está condenada por la Iglesia?

Pregunta:

¿Es verdad que ha cambiado la doctrina de la Iglesia Católica sobre la masonería? ¿Por qué no aparece condenada en el Nuevo Código de Derecho Canónico?

 

Respuesta:

Respondo a su consulta en términos de principios. Respecto a su inquietud sobre el estado actual de la doctrina de la Iglesia sobre la masonería le transcribo la clara respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe: ‘Declaración sobre la masonería’, Roma, 26 de noviembre de 1983[1]:

‘Ha sido preguntado si se ha mudado el juicio de la Iglesia respecto de la masonería por el hecho de que en el nuevo Código de derecho canónico la misma no viene expresamente mencionada como en el código anterior.

Esta Congregación está en condiciones de responder que tal circunstancia es debida a un criterio redaccional seguido también para otras asociaciones igualmente mencionadas en cuanto comprendidas en categorías más amplias.

Permanece, por tanto, inmutado el juicio negativo de la Iglesia al respecto de las asociaciones masónicas, puesto que sus principios ha sido siempre considerados inconciliables con la doctrina de la Iglesia y por tanto, la inscripción a ellas permanece prohibida. Los fieles que pertenecen a tales asociaciones masónicas están en estado de pecado grave y no pueden acceder a la santa comunión.

No compete a las autoridades eclesiásticas locales pronunciarse sobre la naturaleza de las asociaciones masónicas con un juicio que implique una derogación de cuanto ha sido arriba establecido, y esto en línea con la declaración de esta sagrada congregación del 17 de febrero de 1981[2].

El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en el curso de la audiencia concedida al abajo firmante cardenal prefecto, ha aprobado la presente declaración, decidida en la reunión ordinara de esta sagrada Congregación y ha ordenado su publicación.

Roma, de la sede de la S. Congregación para la doctrina de la fe, el 26 noviembre de 1983. Joseph card. Ratzinger , prefecto. fr. Jerome Hamer o.p. , arzobispo tit. de Lorium, secretario’.

La respuesta no deja lugar a dudas.

 P. Miguel A. Fuentes, IVE


[1] Enchiridion Vaticanum Volume 9 – Documenti della Santa Sede (1983-1985), nº 553.

[2] Cf. EV 7/1137.

masónicas

¿Cuál es la doctrina de la Masonería?

Pregunta:

¿Cuál es la doctrina de la Masonería?

 

Respuesta:

Nota: Téngase en cuenta, en cuanto a lo que este artículo dice sobre la situación canónica de la masonería que este artículo está escrito antes del código de Derecho Canónico de 1983. Para ver la situación actual de la masonería a este respecto, véase el artículo correspondiente en esta misma sección de El Teólogo Responde.

1. Definición y finalidad.

Acerca de la masonería existen multitud de conceptos y apreciaciones, bien por la complejidad del movimiento, bien porque las mismas definiciones que la masonería da de sí misma suelen ser poco precisas, sin manifestar a veces sus verdaderos y últimos fines, o sin indicar sus objetivos o logros en la realidad.

Según los ritos inglés y escocés, la masonería es ‘un hermoso sistema de moral revestido de alegoría e ilustrado con símbolos’. El art. 1 de los Estatutos del Gran Oriente de Bélgica es algo más concreto: ‘una institución cosmopolita y en progreso incesante, que tiene por objeto la investigación de la verdad y el perfeccionamiento de la humanidad. Se funda sobre la libertad y la tolerancia, no formula dogma alguno, ni descansa en él’ (Enciclopedia Universal ilustrada de España, 33,718). Uno de sus adeptos precisa más sus objetivos y la define así: ‘la Francmasonería es una asociación universal, filantrópica, filosófica y progresiva, que procura inculcar en sus adeptos el amor a la verdad, el estudio de la moral universal, de las ciencias y de las artes, los sentimientos de abnegación y filantropía y la tolerancia religiosa; que tiende a extinguir los odios de raza, los antagonismos de nacionalidad, de opiniones, de creencias y de intereses, uniendo a todos los hombres por los lazos de la solidaridad y confundiéndolos en un mutuo afecto de tierna correspondencia’ (J. Truth, o. c. en bibl.).

Uno de los artículos fundamentales de la constitución de 1723 se expresa así: ‘Todo masón está obligado, en virtud de su título, a obedecer la ley moral; y si comprende bien el arte, no será jamás un estúpido ateo, ni un irreligioso libertino. Así como en los tiempos pasados los masones estaban obligados, en cada país, a profesar la religión de su patria o nación, cualquiera que ésta fuese, en el presente nos ha parecido más a propósito el no obligar más que a aquella en la que todos los hombres están de acuerdo, dejando a cada uno su opinión particular: a saber, ser hombres buenos y verdaderos, hombres de honor y probidad, cualquiera que sea la denominación o creencias con que puedan distinguirse. De donde se sigue que la masonería es eJ centro de unión y el medio de conciliar una verdadera amistad entre personas que (sin ella) permanecerían en una perpetua distancia.

De este texto y de las definiciones dichas, parece que la finalidad de la masonería es el ser una reunión de hombres que creen en Dios (Ser Supremo), que respetan la moral natural y quieren conocerse y trabajar juntos a pesar de la diversidad de opiniones religiosas, o de su pertenencia a confesiones o partidos opuestos. Pero bajo este difuso deísmo y filantropía se puede intuir una realidad más profunda. León XIII en su enc. Humanum genus puso de manifiesto cómo las doctrinas religiosas, filosóficas y morales en que se inspira la masonería como tal, cualquiera que sean las opiniones particulares de sus miembros, llevan a la negación de la existencia de Dios; a la negación de la misma moral; y abre camino al ateísmo, al panteísmo, al iluminismo, al espiritismo, etc.

2. Masonería regular e irregular.

Al extenderse la masonería por Europa, esa finalidad filantrópica y humanitaria que en sus principios se proponía la masonería no se mantuvo. Al lado de la masonería propiamente dicha, ordinaria, oficial, ortodoxa, surgieron numerosas sectas, unas particularmente herméticas, cabalísticas, eclécticas y seudomísticas (martinistas franceses, pietistas alemanes) u otras netamente políticas (iluminados bávaros); e incluso la masonería regular conforme pasaban los años se iba dividiendo en numerosas ramas y ritos.

El paso definitivo de esta ruptura lo dio el Gran Oriente de Francia en 1877 al borrar de sus estatutos la obligación, hasta entonces exigida, de la creencia en el Ser Supremo al que dan el nombre de Gran Arquitecto del Universo. De resultas de esta actitud se siguió la condena de la Gran Logia de Inglaterra contra el Gran Oriente francés. La posición adoptada por la masonería francesa era consecuente con la actitud anticlerical, laicista y racionalista que sus miembros propugnaban. El paso francés fue secundado por muchos Orientes y Logias, tanto europeos como hispanoamericanos, que no admitieron ‘como primera condición para ser miembros de la masonería la creencia en el Ser Supremo, condición ante la que no cabe ningún compromiso’.

De la masonería, pues, no se puede hablar en un sentido unívoco, ya que no existe una única masonería; existen muchas masonería independientes unas de otras (masonería inglesa, norteamericana, alemana, austriaca, escandinava, holandesa, el Gran Oriente de Francia, la Gran Logia Nacional francesa, las masonería italianas, las latinoamericanas, etc.) y dentro de estas mismas se da una variedad extraordinaria de ritos (Rito escocés antiguo y aceptado, Rito de York, Rito escocés rectificado, Rito mixto universal, etc.). A la hora de analizar la masonería se tendrá que distinguir, más en cuanto a la finalidad que persiguen que en cuanto a los principios fundamentales de su doctrina, una masonería regular u ortodoxa, frente a una masonería irregular y heterodoxa. La primera sigue más fiel a los principios sobre los que fue fundada: creencia en un Ser Supremo, respeto de la Biblia y no injerencia en cuestiones políticas y confesionales, y ha preferido dedicar su actividad al campo humanitario; y la segunda es la propugnada por el Gran Oriente francés, atea, sectaria y declaradamente anticatólica.

3. Doctrina.

La exposición unitaria de la doctrina masónica es difícil y compleja, dada la existencia de diversos tipos de masonería, si se hace a un nivel fenomenológico, de experiencia concreta, de finalidad que persiguen. La tarea se facilita, aunque no está exenta de dificultad, si se intenta ir a los fundamentos últimos de las doctrinas masónicas y a las consecuencias a las que, sosteniendo tales doctrinas, se llega. La encíclica Humanum genus de León XIII sirve de base para el desarrollo y análisis de la doctrina propugnada por la masonería Puede analizarse su doctrina desde el punto de vista religioso, desde el punto de vista moral, y desde el punto de vista filosófico.

A) Desde el punto de vista religioso, la masonería proclama como principio básico e incontrovertible la independencia absoluta de la razón humana frente a cualquier autoridad o enseñanza. El naturalismo y el racionalismo son su punto de partida. Consecuencia de esta radical decisión es la negación de la mayor parte de deberes con Dios y el indiferentismo. Todas las enseñanzas de la Iglesia no serían más que mitos de los que el hombre moderno y culto debe librarse. En la recepción de los grados supremos es de rigor la apostasía, bien de manera expresa, bien mediante la realización de acciones sacrílegas que la suponen. Como la Iglesia Católica afirma ser la encargada de trasmitir la enseñanza de Cristo, la masonería cae fácilmente en el deseo de combatirla; no es de extrañar que una de las metas más codiciadas de la secta haya sido la de ‘suprimir la sagrada potestad del Romano Pontífice y destruir por entero el Pontificado, instituido por derecho divino’ (Enc. Humanum genus, 20 abr. 1884).

Las verdades religiosas cognoscibles con la luz natural de la razón y que son como los fundamentos de la fe -existencia de Dios, espiritualidad e inmortalidad del alma, distinción entre el bien y el mal, recompensa y castigos eternos…- se convierten pronto para los masones en producto de la superstición y del fanatismo. Aunque suelen hablar, p. ej., de un Ser Supremo con el nombre de Gran Arquitecto del Universo, éste resulta bien distinto del Dios de la revelación cristiana, trascendente al mundo, providente, personal. Para la masonería, Dios viene a ser una palabra del vocabulario de los pueblos infantiles, que se repudia cuando se alcanza la madurez de la civilización. Tal madurez supone la emancipación de la humanidad de cualquier tipo de ‘esclavitud’, civil, religiosa y moral.

Así sea tolerancia inicial con las diversas nociones de Dios va cambiando según se progresa en la escala jerárquica de la masonería En el Rito Escocés Antiguo y Venerado, uno de los más difundidos, en el momento de recibir el grado 13, el Gran Maestro recuerda al candidato: ‘cuando fuiste iniciado en nuestra Orden manifestasteis la idea de Dios según vuestro criterio y en armonía con vuestras creencias religiosas. Aunque aprobando nosotros vuestra manera de pensar sobre este importante asunto, deseamos que os sirváis amplificar aquellas primeras opiniones acerca de la existencia de Dios, y decirnos si habéis establecido alguna modificación a cuanto entonces expresasteis, como consecuencia de los estudios masónicos o de los dictados de vuestra conciencia. Los franc-masones no pueden fomentar la existencia de Dios en el concepto sometido al efecto por las religiones positivas, porque en este caso tendrían que mostrarse partidarios de una u otra creencia religiosa, y bien sabéis que esto se opondría al principio de máxima libertad consignado en sus estatutos’ (cfr. J. Boor, o. c. en bibl. 145).

B) Moral masónica. La masonería ‘predica la moral universal, una e inmutable, más extendida, más universal que la de las religiones positivas, todas ellas exclusivistas, puesto que clasifican a los individuos en paganos, idólatras, cismáticos…’ (J. Truth, o. c. en bibl.). Como consecuencia inmediata de esta vaga moral naturalista, se sigue fácilmente la negación de toda norma moral objetiva (ley eterna, ley divina, cte.), es el relativismo moral, que puede llegar, en la teoría y en la práctica, a sostener el principio de que el fin justifica los medios.

Aunque quizá partiendo de la masonería irregular, ésta se ha mostrado especialmente activa, según denuncia León XIII, en la promulgación de leyes anticristianas, proscribiendo las órdenes religiosas, confiscando los bienes de la Iglesia, promoviendo activamente el divorcio, suprimiendo la enseñanza religiosa de las escuelas, quitando los emblemas cristianos de hospitales, aulas, tribunales de justicia, etc. También cabe enumerar entre sus objetivos el alejamiento de los sacerdotes de la cabecera de los moribundos, la inhumación con un solo rito civil, etc. El resumen de actividades de la Logia-Unión de los Pueblos, en 1891, proclamaba que ‘todas las grandes leyes que desde hace veinte años han sido aprobadas (en Francia), y las que se aprobarán en lo sucesivo, han sido elaboradas en nuestros Talleres y han sido objeto de nuestro trabajo’ (cfr. B. Dolhargaray, o. c. en bibl. 724).

C) Desde el punto de vista filosófico, la masonería acepta y patrocina todas las teorías que no pretendan para sí la exclusividad de la verdad. Es un sistema ecléctico en el que, rechazando toda apertura a lo sobrenatural, caben tanto el ateísmo como el panteísmo, el iluminismo o el espiritismo, las doctrinas maniqueas como el politeísmo. De un modo más o menos oficial, los escritores masones han presentado la filosofía del s. XVII y el deísmo como su propia enseñanza, si bien no decisiva. En la masonería caben todos los sistemas filosóficos con tal que no tengan un contenido católico. Su religión es la de la Humanidad; su Evangelio, la Ciencia; su Dios, la Razón; filosóficamente podría calificarse como un escepticismo y relativismo de tipo práctico, y poco especulativo.

4. Declaraciones de la Santa Sede.

Sustentando la mestas doctrinas (naturalismo, racionalismo, indiferentismo, gnosticismo, deísmo, etc.) no es de extrañar que la Santa Sede la haya condenado repetidamente. La primera intervención, antes de la división de la masonería, es de Clemente XII el 24 abr. 1738 con la Const. In eminenti: ‘Teniendo la misión de salvar las almas, Nos ordenamos a todos los fieles, en nombre de la santa obediencia, que no se agreguen a estas sociedades de masones. También les prohibimos el propagarlas o favorecerlas. Todos los cristianos deben abstenerse de esas reuniones y congresos bajo pena de excomunión inmediata, reservada exclusivamente a Nuestra Persona’. Benedicto XIV interviene de nuevo para acallar las voces que sostenían que la Const. In eminenti había dejado de obligar (Const. Providas, 18 mayo 1751).

Posteriores condenas son las de Pío VII, con la Const. Ecclesiam a Iesu Christo, de 12 sept. 1821; León XII, con la Bula Quo graviora, de 13 mar. 1825; Pío VIII, con la Enc. Traditi, de 21 mayo 1829; Gregorio XVI con la Enc. Mirari vos de 15 ag. 1832; Pío IX, con las Enc. Qui pluribus de 9 nov. 1846 y Quanta cura de 8 dic. 1864; y el mismo Pío IX en la bula Apostolicae Sedis de 12 oct. 1869 resume así las sanciones contra la masonería: ‘declaramos sometidos a la excomunión latae sententiae reservada al Soberano Pontífice a todos los que dan su nombre a las sectas de los masones o carbonarios, o bien a las asociaciones del mismo género que conspiran, ya públicamente, ya en secreto, contra la Iglesia o las legítimas potestades; y a quienes favorecen esas sociedades, de la manera que sea; y también a quienes no denuncien a sus jefes y directores, hasta que los denuncien’.

Documento importante en la enc. Humanum genus, 20 abr. 1884, de León XIII, donde se exponen los fundamentos últimos de la secta y los peligros que entraña para la fe. Es también importante la alocución consistorial de 20 nov. 1911 de Pío X (AAS 30 nov. 1911); la Sagrada Congregación del Santo Oficio (actualmente S. C. para la Doctrina de la Fe) el 27 jun. 1838, declaraba que en la condena general están comprendidas también la masonería escocesa, irlandesa y norteamericana. Pío XII, el 24 jun. 1958, señaló como ‘raíces de la apostasía moderna el ateísmo científico, el materialismo dialéctico, el racionalismo, el laicismo, y la masonería, madre común de todas ellas’.

La disciplina vigente está recogida en los can. 684, 2335 y 2336 del CIC. En el primero se prohíbe a los fieles dar el nombre a asociaciones secretas, condenadas, sediciosas, sospechosas o que procuran sustraerse a la legítima vigilancia de la Iglesia. En el segundo, se indica que los que dan el nombre a la secta masónica incurren ipso facto en excomunión. En el tercero recoge las penas impuestas a los clérigos que dan su nombre a la secta masónica.

5. La masonería actual.

En enero de 1968 la prensa occidental divulgó una decisión del Episcopado Escandinavo, fechada en octubre de 1966, que permitía a dichos obispos conceder autorización para continuar inscritos en la logia a los masones que quisieran ingresar en la Iglesia Católica. Con este hecho se ha querido ver un cambio en la posición de la Iglesia respecto de la masonería Se sostiene la tesis de que la masonería actual no es la misma de hace un siglo, que hay que distinguir entre la masonería regular anglosajona y la de los países latinos, y que sólo a esta última se habían dirigido las reprobaciones pontificias de los dos últimos siglos. Ante noticias que presentaban como inminente una declaración pontificia en tal sentido, la Radio Vaticana hizo público el 16 marzo de 1968 el siguiente comunicado: ‘Según recientísimos informes de la prensa diaria de varios países, la Santa Sede habría autorizado la permanencia en la organización masónica a personas convertidas al catolicismo, y tendría la intención de mudar profundamente la disciplina canónica acerca de la misma masonería. Por el competente Dicasterio de la Santa Sede hemos sido autorizados a desmentir tales informaciones como carentes de fundamento’.

Es verdad el cambio experimentado por la masonería en la actualidad, incluso la masonería irregular ha perdido en parte su carácter sectario y anticatólico. Por otra parte, el diálogo personal con los masones, como con todo el mundo, por parte de los cristianos individualmente, forma parte de la convivencia humana y del trato apostólico que todo cristiano con la debida preparación está obligado a vivir; cosa distinta es el diálogo con la masonería en sí, como asociación o como doctrina, que exige prudencia y personas competentes, si en alguna circunstancia fuese oportuno o conveniente; incluso la Iglesia podría levantar las penas disciplinares vigentes actualmente contra los que dan su nombre a una secta masónica; pero esto no significaría la aprobación de la masonería Tampoco podría decirse que, a partir de ese momento, los católicos podrían inscribirse en la masonería, o que los masones podrían ser simultáneamente miembros activos de la masonería y de la Iglesia. La cualidad buena o mala de una doctrina o institución es intrínseca a ella misma, anterior e independiente de cualquier declaración del magisterio. La masonería no es inconciliable con la Iglesia porque ha sido condenada; sino al revés: ha sido condenada porque es inconciliable; y continuará siéndolo -aunque la Iglesia, por motivos psicológicos o pastorales, decida suprimir la excomunión mientras no cambien sustancialmente sus principios anticristianos. No es la indiferencia, aprobación o reprobación oficial lo que convierte a una doctrina en buena o mala. P. ej., el hecho de que no se condene expresamente el Islamismo no significa su aprobación, ni permite a los católicos formar parte simultáneamente de la Iglesia y del Islam; o si la autoridad eclesiástica levantara la excomunión que recae sobre los que procuran eficazmente el aborto, no por eso el aborto dejaría de ser pecado moral: es siempre -con excomunión y sin ella- un atentado grave a la ley moral.

Lo mismo ocurre con la inscripción en la masonería; con excomunión y sin ella, un católico no puede formar parte de una secta o sociedad masónica (pecaría mortalmente), pues se hallaría en peligro próximo e inmediato de apostasía, y estaría cooperando en el mal. Mientras no cambien los principios ideológicos de la masonería, ésta es inconciliable con la doctrina católica. La masonería ha cambiado, aunque más en su aspecto externo; no suele aparecer como perseguidora de la Iglesia, ni hace mucho hincapié en el secreto; presenta a alguno de sus miembros públicamente, celebra grandes reuniones, saca fotografías en la prensa, proclama sus ideales de fraternidad universal; y esto, también, en los países latinos, donde tradicionalmente actuaba en forma violenta. Sin embargo, en los puntos fundamentales, en sus presupuestos doctrinales sigue siendo una mezcla de naturalismo, racionalismo, indiferentismo religioso, deísmo, etc.; aunque en su forma más radical, tal como los resumía León XIII, no son ya tan virulentamente sostenidos, en el sentido de que muchas logias no insisten tanto en ellos y centran más su atención en realizaciones prácticas de tipo humanitario o de vida social, de todas formas aquellos principios continúan de alguna forma presentes.

Es siempre un gran riesgo -en muchas circunstancias, pero en concreto por lo que se refiere al diálogo con la masonería- la abdicación de la fe en nombre de un humanismo radical sin Dios. En aras de unos valores que se presentarían como ideales o superiores, al menos desde un punto de vista práctico e inmediato, invocando una fraternidad filantrópica, se prescinde fácilmente, primero, de Dios como autor del orden sobrenatural y de la Redención, y se excluye, por tanto, toda religión revelada. Al recluir la fe a un mero plano de convicciones de conciencia se termina por eliminar a Dios de la vida de los hombres, reduciéndolo a una mítica expresión de la Humanidad, del Universo, etc. Y de esta forma se destruye el orden moral, privado ya de fundamento.

Por Luis P. Conde – Tomado de la Enciclopedia Rialp


BIBL.: J. TRUTH, La Franc-Masonería, Madrid 1970; B. DOLHARGARAY, Franc-Masonnerie, en DTC VI,722-731; P. PIRRI, Massoneria, en Enciclopedia Cattolica, VIII, Ciudad del Vaticano 1952, 312-325; art. Masonería, en Enciclopedia Universal Ilustrada, 33, 718-750 (con abundante bibl.); N. DESCHAMPS, CL. JANNET, Les Sociétés secretes et la Société, ou Philosophie de l’histoire contemporaine, Avignon 1883; 1. BOOR, Masonería, Madrid 1952; H. GRUEBER, Massoneria e Rivoluzione, Roma 1901; íD, Freimaurerei, Weltkrieg und Welfriede, Berlín 1917; J. BERTELOT, La FrancMasonnerie et l’Église catholique, 2 vol. París-Bruselas 1942; H. DELAssus, La conjuration antichrétienne, Lila 1910; E. DE GUADALUPE, La masonería según sus propios documentos, Buenos Aires 1952; G. CAPRILE, Riparliamo della masonería…, ‘La Civilitá Cattolica’ 1 (1957) 246-261, 356-371; II (1957) 37-53; 111 (1957) 33-48, 462-476; IV (1957) 575-588; III (1958) 167-176, 504517; I (1959) 596-610; II (1960) 489-503; II (1962) 47-56; A. PONTEVIA, Cattolicesimo e masonería. Considerazioni uname, Roma 1948 (es testimonio, el autor es masón, de la incompatibilidad entre la doctrina católica y la masonería)

masonería

Carta Encíclica ‘Humanum Genus’ – Sobre la Masonería y otras sectas

Pregunta:

¿Qué es la Masonería?

 

Respuesta:

El humano linaje, después que, por envidia del demonio, se hubo, para su mayor desgracia, separado de Dios, creador y dador de los bienes celestiales, quedó dividido en dos bandos diversos y adversos: uno de ellos combate asiduamente por la verdad y la virtud, y el otro por todo cuanto es contrario a la virtud y a la verdad.

El uno es el reino de Dios en la tierra, es decir, la verdadera Iglesia de Jesucristo, a la cual quien quisiere estar adherido de corazón y según conviene para la salvación, necesita servir a Dios y a su unigénito Hijo con todo su entendimiento y toda su voluntad; el otro es el reino de Satanás, bajo cuyo imperio y potestad se encuentran todos los que, siguiendo los funestos ejemplos de su caudillo y de nuestros primeros padres, rehúsan obedecer a la ley divina y eterna, y obran sin cesar o como si Dios no existiera o positivamente contra Dios. Agudamente conoció y describió Agustín estos dos reinos a modo de dos ciudades contrarias en sus leyes y deseos, compendiando con sutil brevedad la causa eficiente de una y otra en estas palabras: Dos amores edificaron dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios edificó la ciudad terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, la celestial.

LA MASONERÍA

2. En el decurso de los siglos, las dos ciudades han luchado, la una contra la otra, con armas tan distintas como los métodos, aunque no siempre con igual ímpetu y ardor. En nuestros días, todos los que favorecen la peor parte parecen conspirar a una y pelear con la mayor vehemencia, bajo la guía y auxilio de la sociedad que llaman de los Masones, por doquier dilatada y firmemente constituida. Sin disimular ya sus intentos, con la mayor audacia se revuelven contra la majestad de Dios, maquinan abiertamente y en público la ruina de la Santa Iglesia, y esto con el propósito de despojar, si pudiesen, enteramente a los pueblos cristianos de los beneficios conquistados por Jesucristo, nuestro Salvador.

Llorando Nos estos males, y movido Nuestro ánimo por la caridad, Nos sentimos impelidos a clamar con frecuencia ante el Señor: He aquí que tus enemigos vocearon; y levantaron la cabeza los que te odian. Contra tu pueblo determinaron malos consejos, discurrieron contra tus santos. Venid, dijeron, y hagámoslos desaparecer de entre las gentes.

3. En tan inminente riesgo, en medio de tan atroz y porfiada guerra contra el nombre cristiano, es Nuestro deber indicar el peligro, señalar los adversarios, resistir cuanto podamos a sus malas artes y consejos, para que no perezcan eternamente aquellos cuya salvación Nos está confiada, y no sólo permanezca firme y entero el reino de Jesucristo que Nos hemos obligado a defender, sino que se dilate con nuevos aumentos por todo el orbe.

Amonestaciones de los Romanos Pontífices

4. Los Romanos Pontífices Nuestros antecesores, velando solícitos por la salvación del pueblo cristiano, conocieron muy pronto quién era y qué quería este capital enemigo, apenas asomaba entre las tinieblas de su oculta conjuración; y como tocando a batalla les amonestaron con previsión a príncipes y pueblos que no se dejaran coger en las malas artes y asechanzas preparadas para engañarlos.

Dióse el primer aviso del peligro el año 1738 por el papa Clemente XII cuya Constitución confirmó y renovó Benedicto XIV. Pío VII siguió las huellas de ambos, y León XII, incluyendo en la Constitución apostólica Quo graviora lo decretado en esta materia por los anteriores, lo ratificó y confirmó para siempre. Pío VIII, Gregorio XVI y Pío IX, por cierto repetidas veces, hablaron en el mismo sentido.

5. Y, en efecto, puesta en claro la naturaleza e intento de la secta masónica por indicios manifiestos, por procesos instruidos, por la publicación de sus leyes, ritos y revistas, allegándose a ello muchas veces las declaraciones mismas de los cómplices, esta Sede Apostólica denunció y proclamó abiertamente que la secta masónica, constituida contra todo derecho y conveniencia, era no menos perniciosa al Estado que a la religión cristiana, y amenazando con las más graves penas que la Iglesia puede emplear contra los delincuentes, prohibió terminantemente a todos inscribirse en esta sociedad.

Llenos de ira con esto sus secuaces, juzgando evadir o debilitar a lo menos, parte con el desprecio, parte con las calumnias, la fuerza de aquellas censuras, culparon a los Sumos Pontífices que las decretaron de haberlo hecho injustamente o de haberse excedido en el modo. Así procuraron eludir el peso y autoridad de las Constituciones apostólicas de Clemente XII, Benedicto XIV, Pío VII y Pío IX; aunque no faltaron en aquella misma sociedad quienes confesasen, aun a pesar suyo, que lo hecho por los Romanos Pontífices, conforme a la doctrina y disciplina de la Iglesia, era según derecho. En lo cual varios príncipes y jefes de Gobierno se hallaron muy de acuerdo con los Papas, cuidando, ya de acusar a la sociedad masónica ante la Silla Apostólica, ya de condenarla por sí mismos, promulgando leyes a este propósito, como en Holanda, Austria, Suiza, España, Baviera, Saboya y en algunas otras partes de Italia.

Confirmación de los hechos

6. Pero lo que sobre todo importa es ver comprobada por los sucesos la previsión de Nuestros Antecesores. En efecto, no siempre ni en todas partes lograron el deseado éxito sus cuidados próvidos y paternales; y esto, o por el fingimiento y astucia de los afiliados a esta iniquidad, o por la inconsiderada ligereza de aquellos, a quienes más interesaba haber vigilado con diligencia en este negocio. Así que en espacio de siglo y medio la secta de los Masones ha logrado unos aumentos mucho mayores de cuanto podía esperarse, e infiltrándose con tanta audacia como dolo en todas las clases sociales ha llegado a tener tanto poder que parece haberse hecho casi dueña de los Estados. De tan rápido y terrible progreso se ha seguido en la Iglesia, en la potestad de los príncipes y en la salud pública la ruina prevista muy de atrás por Nuestros Antecesores; y se ha llegado a punto de temer grandemente para lo venidero, no ciertamente por la Iglesia, cuyo fundamento es bastante firme para que pueda ser socavado por esfuerzo humano, sino por aquellas mismas naciones en que logran influencia grande la secta de que hablamos u otras semejantes que se le agregan como auxiliares y satélites.

7. Por estas causas, apenas subimos al gobierno de la Iglesia, vimos y experimentamos cuánto convenía resistir en lo posible a mal tan grave, interponiendo para ello Nuestra autoridad.

En efecto, aprovechando repetidas veces la ocasión que se presentaba, hemos expuesto algunos de los más importantes puntos de doctrina en que parecía haber influido en gran manera la perversidad de los errores masónicos. Así, en Nuestra carta encíclica Quod apostoli muneris emprendimos demostrar con razones convincentes las enormidades de los socialistas y comunistas; después, en otra, Arcanum, cuidamos de defender y explicar la verdadera y genuina noción de la sociedad doméstica, que tiene su fuente y origen en el matrimonio; además, en la que comienza Diuturnum, propusimos la forma de la potestad política moderada según los principios de sabiduría cristiana, tan maravillosamente acorde con la naturaleza misma de las cosas y la salud de los pueblos y príncipes. Ahora, a ejemplo de Nuestros Predecesores, hemos resuelto ocuparnos expresamente de la misma sociedad masónica, de toda su doctrina, así como de sus planes y manera de pensar y de obrar, a fin de que así llegue a conocerse, con la mayor claridad posible, su maliciosa naturaleza, y pueda evitarse el contagio de peste tan funesta.

Organización ‘secreta’

8. Hay varias sectas que, si bien diferentes en nombre, ritos, forma y origen, unidas entre sí por cierta comunión de propósitos y afinidad entre sus opiniones capitales, concuerdan de hecho con la secta masónica, especie de centro de donde todas salen y adonde vuelven. Estas, aunque aparenten no querer en manera alguna ocultarse en las tinieblas, y tengan sus juntas a vista de todos, y publiquen sus periódicos, con todo, bien miradas, son un género de sociedades secretas, cuyos usos conservan. Pues muchas cosas hay en ellas a manera de arcanos, las cuales hay mandato de ocultar con muy exquisita diligencia, no sólo a los extraños, sino a muchos de sus mismos adeptos, como son los planes íntimos y verdaderos, así como los jefes supremos de cada logia, las reuniones más reducidas y secretas, sus deliberaciones, por qué vía y con qué medios se han de llevar a cabo. A esto se dirige la múltiple diversidad de derechos, obligaciones y cargos que hay entre los socios, la distinción establecida de órdenes y grados y la severidad de la disciplina por que se rigen. Tienen que prometer los iniciados, y aun de ordinarios se obligan a jurar solemnemente, no descubrir nunca ni de modo alguno sus compañeros, sus signos, sus doctrinas. Con estas mentidas apariencias y arte constante de fingimiento, procuran los Masones con todo empeño, como en otro tiempo los maniqueos, ocultarse y no tener otros testigos que los suyos. Celebran reuniones muy ocultas, simulando sociedades eruditas de literatos y sabios, hablan continuamente de su entusiasmo por la civilización, y de su amor hacia los más humildes: dicen que su único deseo es mejorar la condición de los pueblos y comunicar a cuantos más puedan las ventajas de la sociedad civil. Aunque fueran verdaderos tales propósitos, no todo está en ellos. Además, deben los afiliados dar palabra y seguridad de ciega y absoluta obediencia a sus jefes y maestros, estar preparados a obedecerles a la menor señal e indicación; y de no hacerlo así, a no rehusar los más duros castigos ni la misma muerte. Y, en efecto, cuando se ha juzgado que algunos han traicionado al secreto o han desobedecido las órdenes, no es raro darles muerte con tal audacia y destreza, que el asesino burla muy a menudo las pesquisas de la policía y el castigo de la justicia.

Ahora bien: esto de fingir y querer esconderse, de sujetar a los hombres como a esclavos con fortísimo lazo y sin causa bastante conocida, de valerse para toda maldad de hombres sujetos al capricho de otro, de armar a los asesinos procurándoles la impunidad de sus crímenes, es una monstruosidad que la misma naturaleza rechaza; y, por lo tanto, la razón y la misma verdad evidentemente demuestran que la sociedad de que hablamos pugna con la justicia y la probidad naturales.

9. Singularmente, cuando hay otros argumentos, por cierto clarísimos, que ponen de manifiesto esta falta de probidad natural. Porque, por grande astucia que tengan los hombres para ocultarse, por grande que sea su costumbre de mentir, es imposible que no aparezca de algún modo en los efectos la naturaleza de la causa. No puede el árbol bueno dar malos frutos, ni el árbol malo dar buenos frutos. Y los frutos de la secta masónica son, además de dañosos, muy amargos. Porque de los certísimos indicios antes mencionados resulta claro el último y principal de sus intentos, a saber: destruir hasta los fundamentos todo el orden religioso y civil establecido por el cristianismo, y levantar a su manera otro nuevo con fundamentos y leyes sacadas de las entrañas del naturalismo.

10. Cuanto hemos dicho y diremos, debe entenderse de la secta masónica en sí misma y en cuanto abraza otras con ella unidas y confederadas, pero no de cada uno de sus secuaces. Puede haberlos, en efecto, y no pocos, que, si bien no dejan de tener culpa por haberse comprometido con semejantes sociedades, con todo no participan por sí mismos en sus crímenes e ignoran sus últimas intenciones. Del mismo modo, aun entre las otras asociaciones unidas con la masonería, algunas tal vez no aprobarán ciertas conclusiones extremas que sería lógico abrazar como dimanadas de principios comunes, si no causara horror su misma torpe fealdad. Algunas también, por circunstancias de tiempo y lugar, no se atreven a hacer tanto como ellas mismas quisieran y suelen hacer las otras; pero no por eso se han de tener por ajenas a la confederación masónica, pues ésta no tanto ha de juzgarse por sus hechos y las cosas que lleva a cabo, cuanto por el conjunto de los principios que profesa.

Naturalismo ‘doctrinal’

11. Ahora bien: es principio capital de los que siguen el naturalismo, como lo declara su mismo nombre, que la naturaleza y razón humana ha de ser en todo maestra y soberana absoluta; y, sentado esto, descuidan los deberes para con Dios o tienen de ellos conceptos vagos y erróneos. Niegan, en efecto, toda divina revelación; no admiten dogma religioso ni verdad alguna que la razón humana no pueda comprender, ni maestro a quien precisamente deba creerse por la autoridad de su oficio. Y como, en verdad, es oficio propio de la Iglesia católica, y que a ella sola pertenece, el guardar enteramente y defender en su incorrupta pureza el depósito de las doctrinas reveladas por Dios, la autoridad del magisterio y los demás medios sobrenaturales para la salvación, de aquí el haberse vuelto contra ella toda la saña y el ahínco todo de estos enemigos.

12. Véase ahora el proceder de la secta masónica en lo tocante a la religión, singularmente donde tiene mayor libertad para obrar, y júzguese si es o no verdad que todo su empeño está en llevar a cabo las teorías de los naturalistas. Mucho tiempo ha que trabaja tenazmente para anular en la sociedad toda influencia del magisterio y autoridad de la Iglesia; por esto proclaman y defienden doquier el principio de que ‘Iglesia y Estado deben estar por completo separados’ y así excluyen de las leyes y administración del Estado el muy saludable influjo de la religión católica, de donde se sigue que los Estados se han de constituir haciendo caso omiso de las enseñanzas y preceptos de la Iglesia.

Ni les basta con prescindir de tan buena guía como la Iglesia, sino que la agravan con persecuciones y ofensas. Se llega, en efecto, a combatir impunemente de palabra, por escrito y en la enseñanza, los mismos fundamentos de la religión católica; se pisotean los derechos de la Iglesia; no se respetan las prerrogativas con que Dios la dotó; se reduce casi a nada su libertad de acción, y esto con leyes en apariencia no muy violentas, pero en realidad expresamente hechas y acomodadas para atarle las manos. Vemos, además, al Clero oprimido con leyes excepcionales y graves, para que cada día vaya disminuyendo en número y le falten las cosas más necesarias; los restos de los bienes de la Iglesia, sujetos a todo género de trabas y gravámenes y enteramente puestos al arbitrio y juicio del Estado; las Ordenes religiosas, suprimidas y dispersas.

Contra la Sede Apostólica

13. Pero donde, sobre todo, se extrema la rabia de los enemigos es contra la Sede Apostólica y el Romano Pontífice. Quitósele primero con fingidos pretextos el reino temporal, baluarte de su independencia y de sus derechos; en seguida se le redujo a situación inicua, a la par que intolerable, por las dificultades que de todas partes se le oponen; hasta que, por fin, se ha llegado a punto de que los fautores de las sectas proclamen abiertamente lo que en oculto maquinaron largo tiempo, a saber, que se ha de suprimir la sagrada potestad del Pontífice y destruir por entero el Pontificado, instituido por derecho divino. Aunque faltaran otros testimonios, consta suficientemente lo dicho por el de los sectarios, muchos de los cuales, tanto en otras diversas ocasiones como últimamente, han declarado que el propósito de los Masones es perseguir cuanto puedan a los católicos con una enemistad implacable, y no descansar hasta lograr que sea destruido todo cuanto los Sumos Pontífices han establecido en materia de religión o por causa de ella.

Y si no se obliga a los adeptos a abjurar expresamente la fe católica, tan lejos está esto de oponerse a los intentos masónicos, que antes bien sirve a ellos. Primero, porque éste es el camino de engañar fácilmente a los sencillos e incautos y de atraer a muchos más; y después, porque, abriendo los brazos a cualesquiera y de cualquier religión, consiguen persuadir de hecho el grande error de estos tiempos, a saber, el indiferentismo religioso y la igualdad de todos los cultos; conducta muy a propósito para arruinar toda religión, singularmente la católica, a la que, por ser la única verdadera, no sin suma injuria se la iguala con las demás.

Negación de los principios fundamentales

14. Pero más lejos van los naturalistas, porque, lanzados audazmente por las sendas del error en las cosas de mayor momento, caen despeñados en lo profundo, sea por la flaqueza humana, sea por un justo juicio de Dios, que castiga su soberbia. Así es que en ellos pierden su certeza y fijeza aun las verdades que se conocen por luz natural de la razón, como son la existencia de Dios, la espiritualidad e inmortalidad del alma humana.

Y la secta de los Masones da en estos mismos escollos del error con no menos precipitado curso. Porque, si bien confiesan, en general, que Dios existe, ellos mismos testifican no estar impresa esta verdad en la mente de cada uno con firme asentimiento y estable juicio. Ni disimulan tampoco ser entre ellos esta cuestión de Dios causa y fuente abundantísima de discordia; y aun es notorio que últimamente hubo entre ellos, por esta misma cuestión, no leve contienda. De hecho la secta concede a los suyos libertad absoluta de defender que Dios existe o que no existe; y con la misma facilidad se recibe a los que resueltamente defienden la negativa, como a los que opinan que existe Dios, pero sienten de El perversamente, como suelen los panteístas; lo cual no es otra cosa que acabar con la verdadera noción de la naturaleza divina, conservando de ella no se sabe qué absurdas apariencias. Destruido o debilitado este principal fundamento, síguese que han de quedar vacilantes otras verdades conocidas por la luz natural: por ejemplo, que todo existe por la libre voluntad de Dios creador; que su providencia rige el mundo; que las almas no mueren; que a esta vida ha de suceder otra sempiterna.

15. Destruidos estos principios, que son como la base del orden natural, importantísimo para la conducta racional y práctica de la vida, fácilmente aparece cuáles han de ser las costumbres públicas y privadas. Nada decimos de las virtudes sobrenaturales, que nadie puede alcanzar ni ejercitar sin especial gracia y don de Dios, de las cuales por fuerza no ha de quedar vestigio en los que desprecian por desconocidas la redención del género humano, la gracia divina, los sacramentos, la felicidad que se ha de alcanzar en el cielo.

Hablamos de las obligaciones que se deducen de la probidad natural. Un Dios creador del mundo y su próvido gobernador; una ley eterna que manda conservar el orden natural y veda el perturbarlo; un fin último del hombre y mucho más excelso que todas las cosas humanas y más allá de esta morada terrestre; éstos son los principios y fuente de toda honestidad y justicia; y, suprimidos éstos, como suelen hacerlo naturalistas y masones, falta inmediatamente todo fundamento y defensa a la ciencia de lo justo y de lo injusto. Y, en efecto, la única educación que a los Masones agrada, y con la que, según ellos, se ha de educar a la juventud, es la que llama laica, independiente, libre; es decir, que excluya toda idea religiosa. Pero cuán escasa sea ésta, cuán falta de firmeza y a merced del soplo de las pasiones, bien lo manifiestan los dolorosos frutos que ya se ven en parte; en dondequiera que esta educación ha comenzado a reinar más libremente, una vez suprimida la educación cristiana, prontamente se han visto desaparecer las buenas y sanas costumbres, tomar cuerpo las opiniones más monstruosas y subir de todo punto la audacia en los crímenes. Públicamente se lamenta y deplora todo esto, y aun lo reconocen, aunque no querrían, no pocos que se ven forzados a ello por la evidencia de la verdad.

16. Además, como la naturaleza humana quedó inficionada con la mancha del primer pecado, y por lo tanto más propensa al vicio que a la virtud, requiérese absolutamente para obrar bien sujetar los movimientos obcecados del ánimo y hacer que los apetitos obedezcan a la razón. Y para que en este combate conserve siempre su señorío la razón vencedora, se necesita muy a menudo despreciar todas las cosas humanas y pasar grandísimas molestias y trabajos. Pero los naturalistas y masones, que ninguna fe dan a las verdades reveladas por Dios, niegan que pecara nuestro primer padre, y estiman, por tanto, al libre albedrío en nada amenguado en sus fuerzas ni inclinado al mal. Antes, por lo contrario, exagerando las fuerzas y excelencia de la naturaleza, y poniendo en ésta únicamente el principio y norma de la justicia, ni aun pensar pueden que para calmar sus ímpetus y regir sus apetitos se necesite una asidua pelea y constancia suma. De aquí vemos ofrecerse públicamente tantos estímulos a los apetitos del hombre: periódicos y revistas, sin moderación ni vergüenza alguna; obras dramáticas, licenciosas en alto grado; asuntos ara las artes, sacados con proterva de los principios de ese que llaman realismo;ingeniosos inventos para una vida muelle y muy regalada; rebuscados, en suma, toda suerte de halagos sensuales, a los cuales cierre los ojos la virtud adormecida. En lo cual obran perversamente, pero son en ello muy consecuentes consigo mismos, quienes quitan toda esperanza de los bienes celestiales, y ponen vilmente en cosas perecederas toda la felicidad, como si la fijaran en la tierra. Lo referido puede confirmar una cosa más extraña de decirse que de creerse. Porque, como apenas hay tan rendidos servidores de esos hombres sagaces y astutos como los que tienen el ánimo enervado y quebrantado por la tiranía de las pasiones, hubo en la secta masónica quien dijo públicamente y propuso que ha de procurarse con persuasión y maña que la multitud se sacie con la innumerable licencia de los vicios, en la seguridad que así la tendrán sujeta a su arbitrio para poder atreverse a todo en lo futuro.

17. Por lo que toca a la vida doméstica, he aquí casi toda la doctrina de los naturalistas. El matrimonio es un mero contrato: puede justamente rescindirse a voluntad de los contratantes; la autoridad civil tiene poder sobre el vínculo matrimonial. En el educar los hijos nada hay que enseñarles como cierto y determinado en punto de religión; al llegar a la adolescencia, corre a cuenta de cada cual escoger lo que guste. Esto mismo piensan los Masones; no solamente lo piensan, sino que se empeñan, hace ya mucho, en reducirlo a costumbre y práctica. En muchos Estados, aun en los llamados católicos, está establecido que fuera del matrimonio civil no hay unión legítima; en otros, la ley permite el divorcio; en otros se trabaja para que cuanto antes sea permitido. Así, apresuradamente se corre a cambiar la naturaleza del matrimonio en unión inestable y pasajera, que la pasión haga o deshaga a su antojo.

También tiene puesta la mira, con suma conspiración de voluntades, la secta de los Masones en arrebatar para sí la educación de los jóvenes. Ven cuán fácilmente pueden amoldar a su capricho esta edad tierna y flexible y torcerla hacia donde quieran, y nada más oportuno para lograr que se forme así para la sociedad una generación de ciudadanos tal cual ellos se la forjan. Por tanto, en punto de educación y enseñanza de los niños, nada dejan al magisterio y vigilancia de los ministros de la Iglesia, habiendo llegado ya a conseguir que en varios lugares toda la educación de los jóvenes esté en manos de laicos, de suerte que, al formar sus corazones, nada se les diga de los grandes y santísimos deberes que ligan al hombre con Dios.

Consecuencias políticas

18. Vienen en seguida los principios de la ciencia política. En este género dogmatizan los naturalistas que los hombres todos tienen iguales derechos y son de igual condición en todo; que todos son libres por naturaleza; que ninguno tiene derecho para mandar a otro, y el pretender que los hombres obedezcan a cualquier autoridad que no venga de ellos mismos es propiamente hacerles violencia. Todo está, pues, en manos del pueblo libre; la autoridad existe por mandato o concesión del pueblo; tanto que, mudada la voluntad popular, es lícito destronar a los príncipes aun por la fuerza. La fuente de todos los derechos y obligaciones civiles está o en la multitud o en el Gobierno de la nación, organizado, por supuesto, según los nuevos principios. Conviene, además, que el Estado sea ateo; no hay razón para anteponer una a otra entre las varias religiones, pues todas deben ser igualmente consideradas.

19. Y que todo esto agrade a los Masones del mismo modo, y quieran ellos constituir las naciones según este modelo, es cosa tan conocida que no necesita demostrarse. Con todas sus fuerzas e intereses lo están maquinando así hace mucho tiempo, y con esto dejan expedito el camino a no pocos más audaces que se inclinan a peores opiniones, pues proyectan la igualdad y comunidad de toda la riqueza, borrando así del Estado toda diferencia de clases y fortunas.

Errores y peligros

20. De lo que sumariamente hemos referido aparece bastante claro que sea y por dónde va la secta de los Masones. Sus principales dogmas discrepan tanto y tan claramente de la razón, que nada puede ser más perverso. Querer acabar con la religión y la Iglesia, fundada y conservada perennemente por el mismo Dios, y resucitar después de dieciocho siglos las costumbres y doctrinas paganas, es necedad insigne y muy audaz impiedad. Ni es menos horrible o más llevadero el rechazar los beneficios que con tanta bondad alcanzó Jesucristo, no sólo a cada hombre en particular, sino también en cuanto viven unidos en la familia o en la sociedad civil, beneficios señaladísimos hasta según el juicio y testimonio de los mismos enemigos. En tan feroz e insensato propósito parece reconocerse el mismo implacable odio o sed de venganza en que arde Satanás contra Jesucristo.

Así como el otro vehemente empeño de los Masones, el de destruir los principales fundamentos de lo justo y lo honesto, y animar así a los que, a imitación del animal, quisiera fuera lícito cuanto agrada, no es otra cosa que empujar el género humano ignominiosa y vergonzosamente a su extrema ruina.

21. Aumentan el mal los peligros que amenazan a la sociedad doméstica y civil. Porque, como otras veces lo hemos expuesto, hay en el matrimonio, según el común y casi universal sentir de todos los pueblos y siglos, algo de sagrado y religioso: veda, además, la ley divina que pueda disolverse. Pero si esto se permitiera, si el matrimonio se hace profano, necesariamente ha de seguirse en la familia la discordia y la confusión, cayendo de su dignidad la mujer y quedando incierta la prole tanto sobre sus bienes como sobre su propia vida.

22. Pues el no cuidar oficialmente para nada de la religión, y en la administración y ordenación de la cosa pública no tener cuenta ninguna de Dios, como si no existiese, es atrevimiento inaudito aun entre los mismos gentiles, en cuyo corazón y en cuyo entendimiento tan grabada estuvo no sólo la creencia en los dioses, sino la necesidad de un culto público, que reputaban más fácil encontrar una ciudad sin suelo que sin Dios.

De hecho la sociedad humana a que nos sentimos naturalmente inclinados fue constituida por Dios, autor de la naturaleza; y de El emana, como de principio y fuente, la naturaleza y perenne abundancia de los bienes innumerables en que la sociedad abunda. Así, pues, como la misma naturaleza enseña a cada uno en particular a dar piadosa y santamente culto a Dios por tener de El la vida y los bienes que la acompañan, así, y por idéntica causa, incumbe este mismo deber a pueblos y Estados. Y los que quisieran a la sociedad civil libre de todo deber religioso, claro está que obran no sólo injusta, sino ignorante y absurdamente.

Si, pues, los hombres por voluntad de Dios nacen ordenados a la sociedad civil, y a ésta es tan indispensable el vínculo de la autoridad que, quitando éste, por necesidad se disuelve aquélla, síguese que el mismo que creó la sociedad creó la autoridad. De aquí se ve que quien está revestido de ella, sea quien fuere, es ministro de Dios, y, por tanto, según lo piden el fin y la naturaleza de la sociedad humana, es tan puesto en razón el obedecer a la potestad legítima cuando manda lo justo, como obedecer a la autoridad de Dios, que todo lo gobierna; y nada tan falso como el pretender que corresponda por completo a la masa del pueblo el negar la obediencia cuando le agrade. Todos los hombres son, ciertamente, iguales: nadie duda de ello, si se consideran bien la comunidad igual de origen y naturaleza, el fin último cuya consecuencia se ha señalado a cada uno, y finalmente los derechos y deberes que de ellos nacen necesariamente.

23. Mas como no pueden ser iguales las capacidades de los hombres, y distan mucho uno de otro por razón de las fuerzas corporales o del espíritu, y son tantas las diferencias de costumbres, voluntades y temperamentos, nada más repugnante a la razón que el pretender abarcarlo y confundirlo todo y llevar a las leyes de la vida civil tan rigurosa igualdad. Así como la perfecta constitución del cuerpo humano resulta de la juntura y composición de miembros diversos, que, diferentes en forma y funciones, atados y puestos en sus propios lugares, constituyen un organismo hermoso a la vista, vigoroso y apto para bien funcionar, así en la humana sociedad son casi infinitas las diferencias de los individuos que la forman; y si todos fueran iguales y cada uno se rigiera a su arbitrio, nada habría más deforme que semejante sociedad; mientras que si todos, en distinto grado de dignidad, oficios y aptitudes, armoniosamente conspiran al bien común, retratarán la imagen de una ciudad bien constituida y según pide la naturaleza.

24. Además, de los turbulentos errores, que ya llevamos enumerados, han de temerse los mayores peligros para los Estados. Porque, quitado el temor de Dios y el respeto a las leyes divinas, menospreciada la autoridad de los príncipes, consentida y legitimada la manía de las revoluciones, sueltas con la mayor licencia las pasiones populares, sin otro freno que el castigo, ha de seguirse necesariamente el trastorno y la ruina de todas las cosas. Y aun precisamente esta ruina y trastorno, es lo que a conciencia maquinan y expresamente proclaman unidas las masas de comunistas y socialistas, a cuyos designios no podrá decirse ajena la secta de los Masones, pues favorece en gran manera sus planes y conviene con ellas en los principales dogmas. Y si de hecho no llegan inmediatamente y en todas partes a las últimas consecuencias, no se atribuya a sus doctrinas ni a su voluntad, sino a la eficacia de la religión divina, que no puede extinguirse, y a la parte más sana de los hombres, que, rechazando la servidumbre de las sociedades secretas, resisten con valor a sus locos conatos.

25. ¡Ojalá juzgasen todos del árbol por sus frutos y conocieran la semilla y principio de los males que nos oprimen y los peligros que nos amenazan! Tenemos que habérnoslas con un enemigo astuto y doloso que, halagando los oídos de pueblos y príncipes, ha cautivado a unos y otros con blandura de palabras y adulaciones.

Al insinuarse entre los príncipes fingiendo amistad, pusieron la mira los Masones en lograrlos como socios y colaboradores poderosos para oprimir a la religión católica; y para estimularles más con insistente calumnia acusaron a la Iglesia de que, envidiosa, disputaba a los príncipes su potestad y prerrogativas reales. Lograda por tales artes la audacia y la seguridad, comenzaron a intervenir con gran influencia en el régimen de las naciones, estando dispuestos -por lo demás- a sacudir los fundamentos de los imperios y a perseguir, calumniar y destronar a los príncipes, siempre que ellos no se mostrasen inclinados a gobernar a gusto de la secta.

No de otro modo engañaron, adulándolos, a los pueblos. Voceando libertad y prosperidad pública, haciendo ver que por culpa de la Iglesia y de los monarcas, no había salido ya la multitud de su inicua servidumbre y de su miseria, engañaron al pueblo, y, despertada en él la sed de novedades, le incitaron a combatir contra ambas potestades. Pero ventajas tan esperadas están más en el deseo que en la realidad, y antes bien, más oprimida la plebe, se ve forzada a carecer en gran parte de las mismas cosas en que esperaba el consuelo de su miseria, las cuales hubiera podido hallar con facilidad y abundancia en la sociedad cristianamente constituida. Y éste es el castigo de su soberbia, que suelen encontrar cuantos se vuelven contra el orden de la Providencia divina: que tropiezan con una suerte desoladora y mísera allí mismo donde, temerarios, la esperaban próspera y abundante según sus deseos.

26. La Iglesia, en cambio, como que manda obedecer primero y sobre todo a Dios, Soberano Señor de todas las cosas, no podría, sin injuria y falsedad, ser tenida por enemiga de la potestad civil, usurpadora de algún derecho de los príncipes; antes bien, quiere se de al poder civil, por dictamen y obligación de conciencia, cuanto de derecho se le debe; y el hacer dimanar de Dios mismo, conforme hace la Iglesia, el derecho de mandar, da gran incremento a la dignidad del poder civil y no leve apoyo para captarse el respeto y benevolencia de los ciudadanos. Amiga de la paz, la misma Iglesia fomenta la concordia, abraza a todos con maternal cariño y, ocupada únicamente en ayudar a los hombres, enseña que conviene unir la justicia con la clemencia, el mando con la equidad, las leyes con la moderación; que no ha de violarse el derecho de nadie; que se ha de servir al orden y tranquilidad pública y aliviar cuanto se pueda pública y privadamente la necesidad de los menesterosos. Pero por esto piensan, para servirnos de las palabras mismas de San Agustín, o quieren que se piense no ser la doctrina de Cristo provechosa para la sociedad, porque no quieren que el Estado se asiente sobre la solidez de las virtudes, sino sobre la impunidad de los vicios. Conocido bien todo esto, sería insigne prueba de sensatez política y empresa conforme a lo que exige la salud pública que príncipes y pueblos se unieran, no con los Masones para destruir la Iglesia, sino con la Iglesia para quebrantar los ímpetus de los Masones.

Remedios doctrinales

27. Sea como quiera, ante un mal tan grave y ya tan extendido, lo que a Nos toca, Venerables Hermanos, es aplicarnos con toda el alma a la busca de remedios.

Y porque sabemos que la mejor y más firme esperanza de remedio está puesta en la virtud de la religión divina, tanto más odiada por los Masones cuanto más temida, juzgamos ser lo principal el servirnos contra el común enemigo de esta virtud tan saludable. Así que todo lo que decretaron los Romanos Pontífices, Nuestros Antecesores, para impedir las tentativas y los esfuerzos de la secta masónica, y todo cuanto sancionaron para alejar a los hombres de semejantes sociedades o sacarlos de ellas, todas y cada una de estas cosas las damos por ratificadas y las confirmamos con Nuestra autoridad apostólica. Y confiadísimos en la buena voluntad de los cristianos, rogamos y suplicamos a cada uno en particular por su eterna salvación que estimen deber sagrado de conciencia el no apartarse un punto de lo que en esto tiene ordenado la Silla Apostólica.

28. Y a vosotros, Venerables Hermanos, os pedimos y rogamos con la mayor instancia que, uniendo vuestros esfuerzos a los Nuestros, procuréis con todo ahínco extirpar esta asquerosa peste que va serpeando por todas las venas de la sociedad. A vosotros toca defender la gloria de Dios y la salvación de los prójimos: ante tales fines en el combate, no ha de faltaros ni el valor ni la fuerza.

29. Vuestra prudencia os dictará el modo mejor de vencer los obstáculos y las dificultades que se alzarán; pero como es propio de la autoridad de nuestro ministerio el indicaros Nos mismo algún plan razonable, pensad que en primer lugar se ha de procurar arrancar a los Masones su máscara, para que sean conocidos tales cuales son, que los pueblos aprendan por vuestros discursos y pastorales, dados con este fin, las malas artes de semejantes sociedades para halagar y atraer, la perversidad de sus opiniones y lo criminal de sus hechos. Que ninguno que estime en lo que debe su profesión de católico y su salvación juzgue serle lícito por ningún título dar su nombre a la secta masónica, como repetidas veces lo prohibieron Nuestros Antecesores. Que a ninguno engañe aquella honestidad fingida; puede, en efecto, parecer a algunos que nada piden los Masones abiertamente contrario a la religión y buenas costumbres; pero como toda la razón de ser y causa de la secta estriba en el vicio y en la maldad, claro es que no es lícito unirse a ellos ni ayudarles en modo alguno.

30. Además, conviene con frecuentes sermones y exhortaciones inducir a las muchedumbres a que se instruyan con todo esmero en lo tocante a la religión, y para esto recomendamos mucho que en escritos y sermones oportunos se explanen los principales y santísimos dogmas que encierran toda la filosofía cristiana. Con lo cual se llega a sanar los entendimientos por medio de la instrucción y a fortalecerlos así contra las múltiples formas del error como contra los varios modos con que se presentan atractivos los vicios en esa tan grande libertad de publicaciones y curiosidad tan grande de saber.

Grande obra, sin duda; pero en ella será vuestro primer auxiliar y colaborador de vuestros trabajos el Clero, si con vuestro esfuerzo lográis que salga bien pertrechado en virtudes y en ciencia. Mas empresa tan sana e importante reclama también en su auxilio el celo activo de los seglares, que juntan en uno el amor de la religión y de la Patria con la probidad y el saber. Aunadas las fuerzas de una y otra clase, trabajad, Venerables Hermanos, para que todos los hombres conozcan bien y amen a la Iglesia; porque cuanto mayor fuere este conocimiento y este amor, tanto mayor será así la repugnancia con que se mire a las sociedades secretas como el empeño en rehuirlas.

Organizaciones prácticas

31. Y aprovechando esta oportunidad, renovamos ahora justamente Nuestro deseo, ya repetido, de que se propague y se fomente con toda diligencia la Orden Tercera de San Francisco, cuyas reglas con lenidad prudente hemos suavizado hace muy poco tiempo. El único fin que le dio su autor es el de traer los hombres a la imitación de Jesucristo, al amor de su Iglesia, al ejercicio de toda virtud cristiana; mucho ha de valer, por tanto, para extinguir el contagio de estas perversísimas sociedades. Y así, que cada día aumente más esta santa Congregación; pues, además de otros muchos frutos, puede esperarse de ella el insigne de que vuelvan los corazones a la libertad, fraternidad e igualdad, no como absurdamente las conciben los masones, sino como las alcanzó Jesucristo para el humano linaje y las siguió San Francisco: esto es, la libertad de los hijos de Dios, por la cual nos veamos libres de la servidumbre de Satanás y de las pasiones, nuestros perversísimos tiranos; la fraternidad que dimana de ser Dios nuestros Creador y Padre común de todos; la igualdad que, teniendo por fundamento la caridad y la justicia, no borra toda diferencia entre los hombres, sino que con la variedad de condiciones, deberes e inclinaciones forma aquel admirable y armonioso concierto que aun la misma naturaleza pide para el bien y la dignidad de la vida civil.

32. Viene, en tercer lugar, una institución sabiamente establecida por nuestros mayores e interrumpida por el transcurso del tiempo, que puede valer ahora como ejemplar y forma para lograr instituciones semejantes.

Hablamos de los gremios y cofradías de trabajadores con que éstos, al amparo de la religión, defendían juntamente sus intereses y, a la par, las buenas costumbres.

Y si con el uso y experiencia de largo tiempo vieron nuestros mayores la utilidad de estas asociaciones, tal vez la experimentaremos mejor nosotros por ser especialmente aptas para invalidar el poder de las sectas. Los que conllevan la pobreza con el trabajo de sus manos, fuera de ser dignísimos, en primer término, de caridad y consuelo, están más expuestos a las seducciones de los malvados, que todo lo invaden con fraudes y engaños. Débeseles, por ello, ayudar con la mayor benignidad posible y atraer a sociedades honestas, no sea que los arrastren a las infames. En consecuencia, para salud del pueblo, tenemos vehementes deseos de ver restablecidas en todas partes, según piden los tiempos, estas corporaciones bajo los auspicios y patrocinio de los Obispos. Y no es pequeño Nuestro gozo al verlas ya establecidas en diversos lugares en que también se han fundado sociedades protectoras, siendo propósito de unas y otras ayudar a la clase honrada de los proletarios, socorrer y custodiar sus hijos y sus familias, fomentando en ellas, con la integridad de las buenas costumbres, el amor a la piedad y el conocimiento de la religión.

33. Y en este punto no dejaremos de mencionar la Sociedad llamada de San Vicente de Paúl, tan benemérita de las clases pobres y tan insigne públicamente en su ejemplaridad. Bien conocidas son su actuación y sus aspiraciones; se emplea en adelantarse espontáneamente al auxilio de los menesterosos y de los que sufren, y esto con admirable sagacidad y modestia; pues, cuanto menos quiere mostrarse, tanto es mejor para ejercer la caridad cristiana y más oportuna para consuelo de las miserias.

Educación de la juventud

34. En cuarto lugar, y para obtener más fácilmente lo que intentamos, con el mayor encarecimiento encomendamos a vuestro celo y a vuestros desvelos la juventud, esperanza de la sociedad.

Poned en su educación vuestro principal cuidado, y nunca, por más que hiciereis, creáis haber hecho bastante en el preservar a la adolescencia de aquellas escuelas y aquellos maestros, en los que pueda temerse el aliento pestilente de las sectas. Exhortad a los padres, a los directores espirituales, a los párrocos para que insistan, al enseñar la doctrina cristiana, en avisar oportunamente a sus hijos y alumnos sobre la perversidad de estas sociedades, y a que aprendan desde luego a precaverse de las fraudulentas y varias artes que sus propagadores suelen emplear para enredar a los hombres. Y aun no harían mal, los que preparan a los niños para recibir bien la primera Comunión, en persuadirles que se propongan y se comprometan a no ligarse nunca con sociedad alguna sin decirlo antes a sus padres o sin consultarlo con su confesor o con su párroco.

35. Bien conocemos que todos nuestros comunes trabajos no bastarán a arrancar estas perniciosas semillas del campo del Señor si desde el cielo el dueño de la viña no favorece benigno nuestros esfuerzos.

Necesario es, por lo tanto, implorar con vehemente anhelo e instancia su poderoso auxilio, como y cuanto lo piden la extrema necesidad de las circunstancias y la grandeza del peligro. Levántase insolente y orgullosa por sus triunfos la secta de los Masones, ni parece poner ya límites a su pertinacia. Préstanse mutuo auxilio sus sectarios, todos unidos en nefando contubernio y por comunes ocultos designios, y unos a otros se animan para todo malvado atrevimiento. Tan fiero asalto pide igual defensa, es a saber, que todos los buenos se unan en amplísima coalición de obras y oraciones. Les pedimos, pues, por un lado que, estrechando las filas, firmes y a una, resistan contra los ímpetus cada día más violentos de los sectarios; por otro, que levanten a Dios las manos y le supliquen con grandes gemidos, para alcanzar que florezca con nuevo vigor la religión cristiana; que goce la Iglesia de la necesaria libertad; que vuelvan a la buena senda los descarriados; y que, al fin, abran paso a la verdad los errores y los vicios a la virtud.

36. Como intercesora y abogada tengamos a la Virgen María Madre de Dios, para que, pues ya en su misma Concepción purísima venció a Satanás, sea Ella quien se muestre poderosa contra las nefandas sectas, en las que claramente se ve revivir la soberbia contumaz del demonio junto con una indómita perfidia y simulación. Acudamos también al príncipe de los Ángeles buenos, San Miguel, el debelador de los enemigos infernales; y a San José, esposo de la Virgen santísima, así como a San Pedro y San Pablo, Apóstoles grandes, sembradores e invictos defensores de la fe cristiana, en cuyo patrocinio confiamos, así como en la perseverante oración de todos, para que el Señor acuda oportuno y benigno en auxilio del género humano que se encuentra lanzado a peligros tantos. Sea prueba de los dones celestiales y de Nuestra benevolencia la Bendición Apostólica, que de todo corazón os damos en el Señor, a vosotros, Venerables Hermanos, al Clero y a todo el pueblo confiado a vuestra vigilancia.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 20 de abril de 1884, año séptimo de Nuestro Pontificado.

Papa León XIII

masonería

¿Qué es la Masonería o Francmasonería?

Pregunta:

¿Qué es la Masonería o Francmasonería?

 

Respuesta:

Se trata el tema bajo los siguientes encabezados:

I. Nombre y Definición 
II. Origen e Historia Temprana 
III. Principios Fundamentales y Espíritu 
IV. Propagación y Evolución de la Masonería 
V. Organización y Estadísticas 
VI. Trabajo interno 
VII. Trabajo externo 
VIII. Acción del Estado y de la Iglesia


I. NOMBRE Y DEFINICIÓN

Dejando de lado diversas derivaciones imaginativas podemos trazar la palabra masón al francés maçon (en latín matio machio), ‘un edificador de muros’ o ‘un labrador de piedras’ (cf. del alemán Steinmetz, de metzen, ‘cortar’; y del holandés vrijmetselaar.

El término compuesto Francmasón se da por primera vez en 1375 — según un escrito, se da aun antes de 1155 [1] — y, contradiciendo a Gould [2] se refiere principalmente a un masón (albañil) de gran habilidad, aunque más tarde también designó a aquel que disfrutaba de la libertad, o del privilegio de ser miembro de una cofradía del gremio. [3] El primer significado normalmente deriva de libre albañil labrador de piedra, que era un albañil que esculpe con hacha o construye con piedra (ornamental) labrada en oposición a un albañil tosco (piedra no labrada). [4] Esta deducción, aunque concuerde con el significado del término, pareció inaceptable a algunos eruditos. Así que Speth propuso interpretar la palabra francmasones como referente a aquellos masones que reivindicaban la exención de la autoridad de las cofradías locales en las ciudades donde temporalmente se establecían. [5] De acuerdo con esta sugerencia el ‘Nuevo Diccionario Inglés de la Sociedad Filológica’ (Oxford, 1898) favorisa la interpretación de francmasones como artesanos expertos, emancipados, según la práctica medieval, de las restricciones y del control de las cofradías locales, de tal manera que podían viajar y prestar servicios, dondequiera que cualquier gran edificio (catedral, etc.) estuviera siendo construido. Estos francmasones formaron un gremio universal para ellos mismos, con un sistema de señas secretas y contraseñas por las que un artesano, que había sido admitido por haber demostrado la competencia de su arte, podía ser reconocido. A la decadencia de la arquitectura gótica este gremio fusionó con las cofradías de masones. [6]

Ulteriormente W. Begemann [7] combatió la opinión de Speth [8] como completamente hipotética, diciendo que el termino francmasón designó originalmente a masones particularmente hábiles que trabajaban la piedra labrada, que eran necesarios durante la época de la más espléndida evolución de la arquitectura gótica, y nada más. En la ley inglesa la palabra francmasón es mencionada por primera vez en 1495, mientras que ‘Frank-mason’ se encuentra ya en una Acta de 1444-1445. [9] Más tarde, francmasón y masón se utilizaron como términos equivalentes. El significado moderno de Francmasonería con el que, desde aproximadamente 1750, la palabra ha sido universalmente y exclusivamente conocida, data solamente de la constitución de la Gran Logia de Inglaterra en 1717. En esta acepción, y según los rituales oficiales del gremio inglés, escocés, americano, etc., la Francmasonería es más generalmente definida como: ‘Un peculiar [algunos dicen ‘particular’ o ‘bello’] sistema de moralidad disimulado en alegorías e ilustrado por símbolos’. Mackey [10] declara que la mejor definición de Francmasonería es: ‘Una ciencia comprometida en la búsqueda de la verdad divina’. La enciclopedia alemana de Francmasonería, ‘Handbuch’ [11] define Francmasonería como ‘la actividad de hombres estrechamente unidos que, empleando formas simbólicas tomadas principalmente del oficio de albañil y del trabajo de arquitectura, trabajan por el bienestar de la humanidad, esforzándose moralmente para ennoblecerse ellos mismos y a los demás y así crear una liga universal de humanidad [Menschheitsbund], que ellos aspiran a exhibir aun ahora en pequeña escala’. Las tres ediciones que este ‘Handbuch’ (Manual Universal de Francmasonería) ha tenido desde 1822 han sido declaradas por críticos Masones anglófonos como la más valiosa y mejor Enciclopedia Masónica nunca publicada. [12]

II. ORIGEN E HISTORIA TEMPRANA

Antes de entrar en ésta y en las siguientes divisiones de nuestro tema es necesario establecer como premisa que la naturaleza misma de la Francmasonería como una sociedad secreta hace difícil el tener certeza aun de sus documentos y autoridades reputados, y por consiguiente hemos consultado sólo aquellos que son reconocidos y recomendados por miembros responsables de la sociedad, como declaramos en la bibliografía añadida a este artículo. ‘Es el oprobio de la Francmasonería’, dice Mackey [13]

que su historia nunca se haya escrito con un espíritu de verdad crítica; que la credulidad. . . ha sido la fundación sobre la que se han establecido todas las investigaciones masónicas históricas,. . . que los eslabones perdidos de una cadena de evidencia han sido suministrados con frecuencia por invenciones gratuitas y que se han sostenido, descuidadamente, declaraciones de enorme importancia por el testimonio de documentos cuya autenticidad no ha sido demostrada.

‘La parte histórica de archivos antiguos’, añade él [14]

escritos por Anderson, Preston, Smith, Calcott y otros escritores de esa generación, fue poco más que una colección de fábulas tan absurdas que provocan la sonrisa del lector.

Los gérmenes de casi todas estas teorías fantásticas están contenidos en ‘Las Constituciones de los Francmasones’ de Anderson (1723, 1738) que hacen a la Francmasonería coexistente con la geometría y con las artes basadas en ella; sugiere queDios, el Gran Arquitecto, fundó la Francmasonería, y que esta tuvo por patrones a Adán, los Patriarcas, los reyes y filósofos de antaño. Incluso Jesucristo es incluido en la lista como Gran Maestro de la Iglesia Cristiana. La Masonería es creditada con la construcción del Arca de Noé, la Torre de Babel, las Pirámides, y el Templo de Salomón. Autores ulteriores localizan el origen de la Masonería en los misterios egipcios, Dionisiacos, de Eleusis, Mitraico, y Druídico; en sectas y escuelas tales como las de los Pitagóricos, Esenios, Caldeos, las del Zoroastrismo, y las del Agnosticismo; en las sociedades Evangélicas que precedieron la Reforma; en las órdenes de caballería (Juanistas, Templarios); entre los alquimistas, Rosacruces, y Cabalistas; en sociedades secretas chinas y árabes. Se afirma además que Pitágoras fundó la institución Druídica y por lo tanto que la Masonería probablemente existía en Inglaterra 500 años antes de la Era Cristiana. Algunos autores, considerando descubrimientos geológicos como emblemas Masónicos, hacen remontar la Masonería al Período Mioceno (?) [15] mientras que otros pretenden que la ciencia Masónica ‘existía antes de la creación de este globo, diseminada entre los muchos sistemas con los que el gran imperio del espacio universal esta provisto’. [16]

No es entonces difícil imaginar que el intentar demostrar la antigüedad de la Francmasonería con evidencia proporcionada por tales monumentos del pasado como las Pirámides y el Obelisco (llevado a Nueva York en 1879) deberían haber dado por resultado una vasta literatura acerca de estos objetos. [17] Aunque muchos masones inteligentes estiman estas reivindicaciones como sin fundamento, la mayoría del gremio [18] todavía acepta la declaración contenida en el ‘Cargo’ después de la iniciación: ‘Antigua sin ninguna duda es, habiendo subsistido desde tiempo inmemorial. En cada era monarcas [rituales americanos: ‘los más grandes y mejores hombres de todos los tiempos’] han sido promotores del arte, no han creído derogatorio a su dignidad el cambiar el cetro por la paleta, han participado de nuestros misterios y se han reunido nuestras asambleas’. [19] es verdad que en tiempos antiguos, caballeros que no eran ni masones operativos ni arquitectos, los así llamados masones geomáticos [20] se reunían con los masones operativos, o dogmáticos, en sus logias, observaban las ceremonias de admisión, y conocían sus señas de reconocimiento. Pero esta Masonería no es de ninguna manera la Masonería ‘especulativa’ de los tiempos modernos, i.e., un método sistemático de enseñanza de la moralidad por medio de tales principios de símbolos según los principios de la Francmasonería moderna después de 1723. Tal como las mejores autoridades alemanas lo admiten [21] la Masonería especulativa empezó con la fundación de la Gran Logia de Inglaterra, el 24 de junio de 1717, y su organización esencial se completó en 1722 con la adopción del nuevo ‘Libro de Constituciones’ y de los tres grados: aprendiz, compañero, maestro. Todas las más competentes y más concienzudas investigaciones por expertos historiadores Masónicos demuestran que, en 1717, las antiguas logias habían casi dejado de existir. Las nuevas logias empezaron como sociedades conviviales, y su distintivo espíritu Masónico solo se desarrolló poco a poco. Este espíritu, en fin, tal como se exhibió en las nuevas constituciones estuvo en contradicción con aquel que animaba a los primeros masones. Estos hechos demuestran que la Masonería moderna no es, como Gould [22] Hughan [23] y Mackey [24] pretenden, una renovación del antiguo sistema, sino que es un nuevo orden de ninguna manera más antiguo que el primer cuarto del siglo XVIII.

III. PRINCIPIOS FUNDAMENTALES Y ESPIRITU

Ha habido muchas controversias entre masones acerca de los puntos esenciales de la Masonería. Masones anglófonos los llaman ‘linderos’, un término tomado del Deuteronomio 19:14, que significa ‘los límites de la libertad Masónica’, o los límites inalterables dentro de los que todo albañil tiene que confinarse a sí mismo. Mackey [25] no estipula menos de veinticinco linderos. El mismo número es adoptado por Whitehead [26] ‘como la medula de las investigaciones de los autores masones más hábiles’. Los principales de ellos son [27]

  • el método de reconocimiento por señas secretas, palabras, apretones de manos, pasos, etc.;

  • los tres grados incluso el Arco Real;

  • la leyenda de Hiram del tercer grado;

  • el correcto ‘tejado’ de la logia contra ‘lluvia’ y ‘nieve’, i.e., contra hombres y mujeres ‘cowans’, o sea los que escuchan escondidos, i.e., intrusos profanos;

  • el derecho que cada Masón regualr tiene de visitar cada logia regular en el mundo;

  • la creencia en la existencia de Dios y en la vida futura;

  • el Volumen de la Ley Sagrada;

  • la igualdad de los masones en la logia;

  • el secreto;

  • el método simbólico de enseñanza;

  • la inviolabilidad de los linderos.

En verdad no hay ninguna autoridad en La Francmasonería para constituir tales linderos o leyes fundamentales ‘invariables’. Estricta y judicialmente, incluso los ‘Antiguos Cargos’, que, según las ‘Constituciones’ de Anderson, contienen las leyes inalterables, tienen un carácter legal obligatorio únicamente si están incluidas en el ‘Libro de la Constitución’ de cada Gran Logia. [28] Pero en práctica existen ciertas características que son universalmente consideradas como esenciales. Tales son los principios fundamentales descritos en el primero y sexto artículos de los ‘Antiguos Cargos’ concernientes a la religión, en los textos de las dos primeras ediciones en ingles (1723 y 1738) de las ‘Constituciones’ de Anderson. Estos textos, a pesar de diferir ligeramente, son idénticos en su significado esencial. El de 1723 es el texto original restaurado por la Gran Logia de Inglaterra en las ediciones de las ‘Constituciones’, 1756-1813, e introducido más tarde en el ‘Libro de las Constituciones’ de casi todas las otras Grandes Logias, es el más autorizado; pero el texto de 1738, que fue adoptado y usado por mucho tiempo por muchas Grandes Logias, es también de gran importancia por sí mismo y como una ilustración más amplia del texto de 1723.

En este último, el primer artículo de los ‘Antiguos Cargos’ que contiene la ley fundamental y la esencia de La Francmasonería moderna dice (se da el texto precisamente como impreso en el original de 1723):

I. Acerca de Dios y la Religión. Un Masón esta obligado, por el ejercicio de su cargo, a obedecer la ley moral: y si entiende correctamente el Arte, nunca será un estúpido Ateo[letras góticas] ni un Libertino irreligioso [letras góticas]. Pero aunque en tiempos anteriores los masones de cada país debían pertenecer a la religión de ese país o nación, cualquiera que fuera, ahora se piensa que es más conveniente que sólo se les obligue a seguir aquella religión con la que todos los hombres estén de acuerdo, dejándoles sus Opiniones particulares a sí mismos: esto es, ser hombres buenos y verdaderos o Hombres de Honor y Honestidad, por cualesquiera Denominaciones o Convicciones con las que se distingan; por lo que la Masonería llega a ser el Centro de Unión y el medio de conciliar una Amistad verdadera entre personas que deberían haberse quedado a una perpetua distancia.

Bajo el Artículo VI, 2 (el comportamiento del Masón después de que la logia se ha cerrado y los hermanos no se han ido) se agregó:

Para conservar la paz y la armonía, ningún resentimiento privado ni riñas se deben traer al interior de la logia, mucho menos una reyerta cualquiera acerca de Religión o Naciones o Política Estatal, puesto que sólo somos, como masones, de la Religión Catholick, antes mencionada, somos también de todas las Naciones, Lenguas, Afinidades e Idiomas y estamos decididos en contra de toda Política [impreso en el original en letras góticas] puesto que hasta hoy nunca ha conducido al bienestar de la logia y nunca lo hará. Este mandato ha sido siempre estrictamente ordenado y observado; pero especialmente desde la Reforma en Gran Bretaña o del disentimiento y secesión de estas Naciones de la comunión de Roma.

En el texto de 1738 los mismos artículos dicen (las diferencias del de 1723 están en cursivas):

I. Acerca de Dios y la Religión. Un Masón esta obligado por el ejercicio de su cargo a observar la ley moral como un verdadero Noahida (hijo de Noé, el primer nombre de los Francmasones) y si entiende correctamente el oficio, nunca será un estúpido ateo ni un libertino irreligioso ni actuara en contra de su conciencia. En tiempos antiguos los masones Cristianos estaban encargados de cumplir con las costumbres cristianas de cada país donde viajaban o trabajaban; pero siendo que la Masonería se encuentra en todas las naciones, incluso de religiones diferentes, están ahora generalmente encargados de adherir a esa religión, en la que todos los hombres están de acuerdo, (dejando a cada Hermano su propia opinión particular), o sea, ser hombres buenos y verdaderos, hombres de honor y honestidad, sin importar los nombresreligiones o convicciones que los distingan; porque todos ellos están de acuerdo con los tres grandes artículos de Noé, bastante para mantener el cemento de la logia. Así la Masonería es el centro de su unión y la felizmanera de conciliar la verdadera amistad entre personas que de otra maneradeberían haberse quedado a una perpetua distancia.

VI. 1. Comportamiento en la logia antes de cerrar: Ningún . . . resentimiento privado ni disputa sobre nación, familia, religión o política debe, por ningún motivo ni bajo ningún tono ni el pretexto que sea, ser traída dentro de las puertas de la logia; ya que como masones somos de la más antigua religión católica, antes mencionada, y de todas las naciones en la escuadra, el nivel y la plomaday como nuestros predecesores de todos los tiempos estamos decidimos en contra de las disputas políticas, ya que son contrarias a la paz y al bienestar de la logia.

Para apreciar debidamente estos textos que describen la Francmasonería moderna ‘especulativa’ es necesario compararlos con los requerimientos correspondientes de las Constituciones ‘Góticas’ (Cristianas) que reglamentaban las antiguas logias de la Masonería ‘operativa’ hasta y después de 1747. Estos requerimientos están uniformemente resumidos en las sencillas palabras: ‘El primer encargo es éste, que sean fieles a Dios y a la Santa Iglesia y no incurran en error o herejía’. [29] El radical contraste entre los dos tipos es evidente. Aun cuando un Masón, de acuerdo a la Antigua Constitución, se encontraba, ante todo, obligado a ser fiel a Dios y a la Iglesia, evitando herejías, sus obligaciones ‘religiosas’, según el nuevo texto, se reducían esencialmente a la observación de la ‘ley moral’ resumida prácticamente en los principios de ‘honor y honestidad’ en los que ‘todos los hombres están de acuerdo’. Esta ‘religión universal de la Humanidad’ que gradualmente elimina las accidentales divisiones de la humanidad debidas a opiniones particulares ‘o religiosas’, y a los ‘prejuicios’ nacionales y sociales, debe ser el vínculo de unión entre los hombres en la sociedad Masónica, concebida como el modelo de asociación humana en general. ‘Humanidad’ es el término usado para designar al principio esencial de la Masonería. [30] Aparece en un discurso Masónico de 1747. [31] Otras consignas son ‘tolerancia’, ‘no-sectarismo’, ‘cosmopolita’. El carácter cristiano de la sociedad bajo el régimen operativo de siglos pasados, dice Hughan [32] ‘se cambió por las reglas no-sectarias que debían incluir bajo su manto a los creyentes de todas las sectas, sin consideración por sus diferencias de color o región, con tal de que se observaran las sencillas condiciones de moralidad, edad madura y un voto aceptado’. [33] En la Masonería Continental las mismas nociones son expresadas con las palabras ‘neutralidad’, ‘laïcité’, ‘Confessionslosigkeit’, etc. En el texto de 1738 un énfasis particular se pone en la ‘libertad de conciencia’ y se acentúa el carácter universal, no-cristiano de la Masonería. El Masón es llamado un ‘verdadero Noahida’, i.e. un seguidor del sistema pre-cristiano y pre-mosaico de la humanidad indivisa. Los ‘ 3 artículos de Noé’ eran muy probablemente ‘los deberes para con Dios, para con el vecino y para consigo mismo’ inculcados desde los tiempos más antiguos en el ‘Encargo a un Hermano recién recibido’. Pueden también hacer referencia al ‘amor fraterno, auxilio y verdad’, con la ‘religión’ generalmente definida como el ‘gran cemento’ de la fraternidad y llamada por Mackey [34] ‘la consigna de nuestra orden y la característica de nuestra profesión’.

De los masones antiguos ya no se dice que estaban obligados a ‘ser de la religión’ sino solamente a ‘cumplir con las costumbres cristianas de cada país’. La designación de la así llamada religión ‘no sectaria’ como la ‘antigua catholick’ descubre el intento de contraponer esta religión de ‘Humanidad’ a la Católica Romana como la única verdadera, genuina, y originalmente católica. Se da a entender también el carácter no sectario de la Masonería en la era escogida en la página del título: ‘En el año 5723 de la Masonería’ y en la ‘Historia’. Sobre la ‘Historia’ Anderson mismo comenta en el prólogo (1738):

Sólo un Hermano experimentado, según la verdadera luz, puede hallar sin esfuerzo muchas convenientes alusiones en casi cada página de este libro las cuales ‘Cowans’ y otros no iniciados (incluso entre masones) no pueden percibir.

Así, concluye Krause [35] la ‘Historia’ de Anderson esta alegóricamente escrita en ‘lenguaje codificado’. Por eso, lejos de ser ‘simples alusiones pueriles a secretos de poca importancia’, la tendencia general de esta ‘Historia’ es el exhibir el ‘no sectarismo’ de la Masonería.

Dos puntos merecen mención especial: las declaraciones sobre los estilos de arquitectura ‘Augusto’ y ‘Gótico’ y la identificación de la Masonería con la geometría. El ‘Augusto’, al que se alaba por encima de todos los otros estilos, se refiere al ‘Humanismo’, mientras que el ‘Gótico’ al que se culpa de ignorancia y estrechez de espíritu, se refiere a la ortodoxia cristiana y en particular a la católica romana. La identificación de la Masonería con la geometría pone de manifiesto el carácternaturalista de la anterior. Como la Sociedad Real, de la que una grande y muy influyente proporción de los primeros Francmasones eran miembros [36], la Masonería profesa el método geométrico empírico, o ‘positivista’, de razonamiento y deducción en la investigación de la verdad. [37] En general parece ser que los fundadores de la Masonería pensaron seguir los mismos métodos para sus designios sociales que los que fueron escogidos por la Sociedad Real para sus investigaciones científicas. [38] ‘La Geometría como método se recomienda particularmente a la atención de los masones’. ‘Bajo esta luz, la Geometría puede muy bien considerarse como una lógica natural; puesto que la verdad es siempre consistente, invariable y uniforme, todas las verdades se pueden investigar de la misma manera. Las definiciones morales y religiosas, los axiomas y las proposiciones tienen una regular y cierta dependencia los unos en los otros tal como cualquiera en física o matemáticas’. ‘Permítanme recomendarles que persigan tal saber y cultiven tales preceptos de manera a afianzar el respeto Fraternal de esta sociedad y el honor de su futura promoción dentro de ella’. [39] Es tan sólo por inconsistencia que algunas Grandes Logias de América del Norte insisten en creer en la inspiración Divina de la Biblia como una cualidad necesaria y que no pocos masones en América y Alemania declaran la Masonería esencialmente como una ‘institución cristiana’. Según las Grandes Logias Alemanas, Cristo es solamente ‘el sabio y poderoso hombre puro’par excellence, el principal modelo y maestro de ‘Humanidad’. [40] En el sistema sueco, practicado por la Gran Logia del País Alemán, se dice que Cristo enseñó, además de la doctrina cristiana exotérica destinada al pueblo y a la más torpe muchedumbre de sus discípulos, una doctrina esotérica para sus discípulos escogidos, tales como San Juan, en la que negó que El fuera Dios. [41] La Francmasonería, se dice, desciende de la sociedad secreta cristiana, en la que se propagó esta doctrina esotérica. Es evidente, sin embargo, que aun en éste sentido restringido de Cristianismo ‘no-sectario’, La Francmasonería no es una institución cristiana, porque reconoce a muchos modelos y maestros pre-cristianos de ‘Humanidad’. Todos los masones instruidos están de acuerdo en la importancia objetiva de este principio Masónico de ‘Humanidad’, según el cual la creencia en dogmas es cuestión de importancia secundaria, e incluso es perjudicial para las leyes del amor y la tolerancia universales. La Francmasonería, por consiguiente, se opone no sólo al Catolicismo y al Cristianismo, sino también al sistema entero de verdad sobrenatural.

Las únicas divergencias serias entre masones sobre la interpretación de los textos de 1723 y 1738 se refieren a las palabras: ‘Y si entiende correctamente el Arte, nunca será un estúpido Ateo ni un Libertino irreligioso’. La controversia acerca del significado de estas palabras ha sido particularmente aguda desde el 13 de septiembre de 1877, cuando el Gran Oriente de Francia borró el párrafo, introducido en 1854 en sus Constituciones, por el cual la existencia de Dios y la inmortalidad del alma eran declarados la base de La Francmasonería [42] y le dio al primer artículo de sus nuevas Constituciones el siguiente tenor: ‘La Francmasonería, una institución esencialmente filantrópica, filosófica(naturalista, adogmatica) y progresista, tiene como objetivo la búsqueda de la verdad, el estudio de la moralidad universal, de las ciencias y de las artes y la práctica de la beneficencia. Tiene como principios la absoluta libertad de conciencia y la solidaridad humanaNo excluye a nadie a causa de sus creencias. Su divisa es Libertad, Igualdad, Fraternidad’. El 10 de septiembre de 1878, el Gran Oriente, además, decretó expurgar de los Rituales y de los procedimientos de la logia todas las alusiones a dogmas religiosas tales como los símbolos del Gran Arquitecto, la Biblia, etc. Estas medidas atrajeron solemnes protestas de casi todos los órganos angloamericanos y alemanes y llevaron a la ruptura entre las Grandes Logias angloamericanas y el Gran Oriente de Francia. Puesto que muchos masones librepensadores en América y en Europa simpatizaron en esta disputa con los franceses, ocurrió una ruptura mundial. Bastante recientemente muchas Grandes Logias de los Estados Unidos se negaron a reconocer la Gran Logia de Suiza como un Cuerpo regular, porque guardaba relaciones amistosas con el ateo Gran Oriente de Francia. [43] Esta ruptura parece mostrar, que en el precedente párrafo de los ‘Antiguos Cargos’ la creencia en un Dios personal es declarada como el más importante requisito previo y deber de un Masón y que la Masonería angloamericana, al menos, es un campeón inflexible de esta creencia en contraste con la impiedad de Masonería latina.

Pero en verdad toda Masonería esta llena de ambigüedad. Los textos de 1723 y 1738 de la ley fundamental acerca del Ateísmo son deliberadamente ambiguos. El ateísmo no es condenado de manera afirmativa, sino sólo suficientemente desaprobado para respetar las exigencias del momento, cuando un reconocimiento público del ateísmo habría sido fatal a la Masonería. No se dice que no se pueden admitir Ateos, o que ningún Masón puede ser un Ateo, sino sólo que si comprende correctamente el Arte, nunca será unestúpido Ateo, etc., i.e., que no sostendrá o profesara el Ateísmo de una manera tonta, con declaraciones, por ejemplo que choquen el sentimiento religioso y causen a la Masonería una mala reputación. Y aun tal estúpido Ateo no incurre en crítica más fuerte que la del simple hecho de que no comprende debidamente el Arte, un juicio meramente teórico sin ninguna sanción práctica. Tal desaprobación sirve más bien a alentar el positivismo moderno o el Ateísmo científico. Escasamente más serio es el rechazo del Ateísmo por las Grandes Logias británicas, americanas y algunas alemanas en su disputa con el Gran Oriente de Francia. Es verdad que la Gran Logia inglesa, en su comunicación trimestral del 6 de marzo de 1878 [44] aprobó cuatro resoluciones, en las que declara que el más importante lindero antiguo de la orden, es la creencia en el Gran Arquitecto del Universo, y se exige una declaración explícita de esta creencia de parte de los hermanos visitantes pertenecientes al Gran Oriente de Francia, como un requisito para entrar en las logias inglesas. Medidas similares fueron tomadas por las Grandes Logias irlandesas, escocesas, y norteamericanas . Pero esta creencia en un Gran Arquitecto es tan vaga y simbólica, que casi cada clase de Ateísmo e incluso el ‘estúpido’ Ateísmo puede ser cubierto por ella. Además, las Grandes Logias británicas y americanas declaran que se satisfacen totalmente con tal incertitud, que es, de hecho, sólo una declaración verbal, sin mayor investigación sobre la naturaleza de esta creencia, y que no sueñan con declarar que la Francmasonería es una ‘iglesia’, un ‘concilio’, o un ‘sínodo’. Por consiguiente se reconocen como masones incluso aquellos que con Spencer y otros filósofos Naturalistasde la época llaman a Dios el principio oculto todopoderoso que opera en la naturaleza, o, tal como los partidarios del ‘Handbuch’ [45] sostienen que las dos columnas de la religión son ‘el sentimiento de la pequeñez del hombre en la inmensidad de espacio y tiempo’, y ‘la convicción de que todo lo que es real tiene su origen en lo bueno y de que todo lo que ocurre debe ser para el bien’.

Un Gran Orador americano Zabriskie (Arizona) el 13 de noviembre de 1889 promulgó que ‘miembros individuales pueden creer en muchos dioses, si su conciencia y discernimiento así les mandan’. [46] Limousin [47] aprobado por masones alemanes [48] dice: ‘La mayoría de los hombres conciben a Dios, según las religiones exotéricas, como un hombre todopoderoso; otros conciben a Dios como la idea más elevada que un hombre puede formarse de acuerdo a las religiones esotéricas’. Estos últimos son llamados Ateos según la noción exotérica de Dios rechazada por la ciencia, pero no son Ateos según la noción esotérica y verdadera de Dios. Al contrario, añaden otros [49] son menos Ateos que los miembro de una iglesia, de quienes sólo difieren por tener una idea más alta de Dios o de lo Divino. En este sentido Thevenot, Gran secretario del Gran Oriente de Francia, en una carta oficial a la Gran Logia de Escocia (30 de enero de 1878), declara: ‘La Masonería francesa no cree que existan Ateos en el sentido absoluto de la palabra’ [50] y Pike mismo [51] reconoce:

Un hombre que tiene una concepción más alta de Dios que aquellos que lo rodean y que niega que la concepción de ellos sea Dios, será muy probablemente llamado Ateo por aquellos hombres que son en realidad mucho menos creyentes en Dios que él, etc.

Así que toda la polémica es meramente nominal y formal. Además, hay que notar que la cláusula que declara que la creencia en el Gran Arquitecto es un requisito de admisión fue introducida, en el texto de las Constituciones de la Gran Logia de Inglaterra, solamente en 1815 y este texto dice: ‘Un Masón por consiguiente esta particularmente obligado a nunca actuar en contra de los dictados de su conciencia’, con lo que la Gran Logia de Inglaterra parece reconocer que la libertad de conciencia es el principio supremo de la Francmasonería y que predomina por encima de todos los demás en caso de conflicto. Se implica asimismo la misma supremacía de la libertad de conciencia en el carácter no-sectario, que los masones angloamericanos reconocen como la esencia más profunda de la Masonería. ‘Dos principios’, dijo el Emperador alemán Federico III, en un discurso solemne a masones en Estrasburgo el 12 de septiembre de 1886, ‘caracterizan sobre todo nuestros propósitos, a saber, la libertad de conciencia y la tolerancia’; y el ‘Handbuch’ [52] justamente hace notar que la libertad de conciencia y la tolerancia fueron por eso promulgadas como los cimientos de la Masonería por la más alta autoridad Masónica de Alemania.

Por tanto el Gran Oriente de Francia tiene razón sobre la esencia de la cuestión, según el punto de vista Masónico; pero se ha apartado de la tradición al suprimir símbolos y formulaciones simbólicas, las cuales, si se comprenden debidamente, de ninguna manera implican aserciones dogmáticas y no se pueden rechazar sin dañar la obra de la Masonería, ya que ésta necesita de formulas religiosas ambiguas adaptables a cada forma de creencia y a cada fase de desarrollo moral. Desde este punto de vista los símbolos del Gran Arquitecto del Universo y de la Biblia son verdaderamente de suma importancia para la Masonería. Así que, varias Grandes Logias que al principio habían imitado el radicalismo francés, finalmente guardaron esos símbolos. Un representante de la Gran Logia de Francia escribe en este sentido a Findel: ‘Estamos completamente de acuerdo con ustedes en considerar todos los dogmas, sean positivos o negativos, como radicalmente contradictorios con la Masonería, cuya enseñanza debe ser propagada sólo por símbolos. Y los símbolos pueden y deben ser explicados por cada quien según su propia comprensión; por eso sirven para mantener la concordia. Por eso nuestra Gran Logia, de manera facultativa, retiene el Símbolo del Gran Arquitecto del Universo, ya que cada quien puede concebirlo de acuerdo a sus convicciones personales. [A las logias se les permite el retener los símbolos, pero no hay ninguna obligación de hacerlo así, y muchas no lo hacen.] Excomulgarse los unos a los otros a causa de cuestiones metafísicas, nos parece a nosotros los masones la cosa más indigna que se puede hacer’. [53] El órgano oficial de la Masonería italiana incluso recalca: ‘La fórmula del Gran Arquitecto, que se reprocha a la Masonería como ambigua y absurda, es la afirmación más liberal y justa del inmenso principio de la existencia y puede representar ya sea al (revolucionario) Dios de Mazzini como al Satanás de Giosue Carducci (en su famoso himno a Satanás); Dios, como fuente de amor, no de odio; Satanás, como el genio de lo bueno, no de lo malo’. [54] En ambas interpretaciones es en realidad el principio de la Revolución que adora la Masonería italiana.

IV. PROPAGACION Y EVOLUCION DE LA MASONERÍA

Los miembros de la Gran Logia formada en 1717 por la unión de cuatro logias antiguas, fueron hasta 1721 pocos en número e inferiores en calidad. La entrada de varios miembros de la Sociedad Real y de la nobleza cambió la situación. Desde 1721 se han extendido a través de Europa. [55] Esta rápida propagación fue principalmente debida al espíritu de los tiempos que, cansado de las disputas religiosas, intranquilo bajo la autoridad eclesiástica y descontento con las condiciones sociales existentes, buscó la iluminación espiritual y el consuelo en los misterios antiguos y deseó, uniendo hombres de tendencias afines, reconstruir la sociedad sobre una base completamente humana. En esas circunstancias la Francmasonería con su vaguedad y elasticidad, pareció a muchos un excelente remedio. Para adaptarse a las necesidades de países y clases sociales diferentes, el sistema original (1717-23) fue sometido a modificaciones más o menos profundas. En 1717, contrariamente a Gould [56], solo una sencilla ceremonia de admisión o un grado parece haber estado en uso [57] en 1723 dos aparecen tal como lo reconoció la Gran Logia de Inglaterra: ‘Aprendiz Ingresado’ y ‘Compañero del Gremio o Maestro’. El sistema de tres grados, practicado primero alrededor de 1725, llegó a ser universal y oficial solamente después de 1730. [58] Los símbolos y formas rituales, tal como fueron practicados desde 1717 hasta la introducción de más grados después de 1738, junto con los ‘Antiguos Cargos’ de 1723 o 1738, se consideran como la Francmasonería pura original. Un cuarto, el grado ‘Arco Real’ [59] usado al menos desde 1740, es primeramente mencionado en 1743, y aunque ajeno al sistema de la Masonería pura y antigua [60] es muy característico de la Masonería anglosajona posterior. En 1751 una rival, la Gran Logia de Inglaterra, ‘según las Instituciones Antiguas’ fue establecida y, por la actividad de su Gran secretario, Lawrence Dermott, pronto superó a la Gran Logia de 1717. Los miembros de esta Gran Logia son conocidos con la denominación de ‘Masones Antiguos’. Se llaman también ‘Masones de York’ por referencia, no a la efímera Gran Logia de toda Inglaterra en York, mencionada en 1726 y reavivada en 1761, sino a la supuesta primera Gran Logia de Inglaterra congregada en 926 en York. [61] Por fin, la Gran Logia Unida de Inglaterra, ganó el control adoptando en 1813 sus formas rituales.

En su espíritu religioso la Masonería anglosajona después de 1730 retrogradó indudablemente hacia una bíblica ortodoxia cristiana. [62] Este movimiento es atestado por la Cristianización de los rituales y por la popularidad de los trabajos de Hutchinson, Preston, y Oliver con los masones angloamericanos. Es debido principalmente al conservatismo de la sociedad anglófona en cuestiones religiosas, a la influencia de miembros eclesiásticos y a la institución de ‘capellanes de la Logia’ mencionados en los archivos ingleses desde 1733. [63] La reforma provocada por los artículos de unión entre las dos Grandes Logias de Inglaterra (1 diciembre, 1813) consistió sobre todo en la restauración del carácter no-sectario, de acuerdo con el cual toda alusión a una religión particular (cristiana) se debe omitir en los procedimientos de la logia. Además, se decretó que ‘habrá la más perfecta unidad de obligación de disciplina, o funcionamiento. . . según los genuinos linderos, leyes y tradiciones. . . en todo el mundo masónico desde el día y fecha de la dicha unión (1 diciembre, 1813) hasta que el tiempo no sea más’. [64] Tomando esta acción la Gran Logia Unida sobrestimo su autoridad. Su decreto fue respetado, hasta cierto punto, en los Estados Unidos, donde la Masonería, primero introducida hacia 1730, siguió en general las fases de evolución Masónica en la madre patria.

El título de Madre-Gran Logia de los Estados Unidos fue el objeto de una prolongada y apasionada polémica entre las Grandes Logias de Pennsylvania y Massachusetts. La opinión predominante actualmente es que, desde tiempo inmemorial, i.e., antes de las autorizaciones de la Gran Logia [65] existió en Filadelfia una logia regular con archivos fechados de 1731. [66] En 1734 Benjamín Franklin publicó una edición del ‘Libro de Constituciones’ inglés. Los principales representantes de la Gran Logia moderna de Inglaterra en los Estados Unidos eran Coxe y Price. Los estatutos de varias logias fueron establecidos por la Gran Logia de Escocia. Después de 1758, sobre todo durante la Guerra de Independencia, 1773-83, la mayor parte de las logias pasaron a los ‘Ancianos’. La unión de los dos sistemas en Inglaterra (1813) fue seguida por una unión similar en América. La forma real del rito americano desde entonces practicada se debe principalmente a Webb (1771-1819), y a Cross (1783-1861).

En Francia y Alemania, al principio, la Masonería fue practicada según el ritual inglés [67] pero la así llamada Masonería ‘escocesa’ pronto apareció. Puesto que sólo los nobles eran entonces considerados admisibles en la buena sociedad como miembros totalmente calificados, la sociedad de caballeros Masónicos se interpretó como una sociedad deGentilshommes, i.e., de nobles o por lo menos de hombres ennoblecidos o armados caballeros por la sola admisión en la orden, la cual según el antiguo ritual inglés todavía en uso, es ‘más honorable que el Vellón de Oro, o la Estrella o la Jarretera o cualquier otra Orden bajo el Sol’. La pretendida asociación de la Masonería con las órdenes de caballeros guerreros y con las religiosas era mucho más aceptable que la idea de un desarrollo a partir de las cofradías de labradores de cantera. Así pues un discurso presentado por el Caballero escocés Ramsay delante de la Gran Logia de Francia en 1737 e introducido por Tierce en su primera edición francesa del ‘Libro de Constituciones’ (1743) como un ‘discurso del Gran Maestro’, marcó su época. [68] En ese discurso la Masonería fue datada desde ‘la intima asociación de la orden con los Caballeros de San Juan de Jerusalén’ durante las Cruzadas; y se dijo que las ‘antiguas logias de Escocia’ habían conservado la Masonería genuina, perdida por las inglesas. Poco después de 1750, sin embargo, y dado que la practica de ciencias ocultas fue atribuida a los Templarios, su sistema fue fácilmente adaptable a toda clase de propósito Rosacruz y a prácticas tales como la alquimia, la magia, la cábala, el espiritismo, y la necromancia. La supresión de la orden con la historia del Gran Maestro Jacques de Molay y su pretendido renacimiento en la Masonería, reproducido en la leyenda de Hiram, representando la caída y la resurrección del justo o la supresión y la restauración de los derechos naturales del hombre, se adaptaba admirablemente con ambos sistemas, cristiano y revolucionario, de los grados elevados. Los principales sistemas Templarios del siglo XVIII fueron el sistema de la ‘Estricta Observancia’, organizado por el estafador Rosa y propagado por el entusiasta von Hundt; y el sistema sueco, constituido por los grados franceses y escoceses en Suecia.
En ambos sistemas se prometía obediencia a superiores desconocidos. Se supuso falsamente que la cabeza suprema de estos sistemas Templarios, que eran rivales entre si, fue el impostor Jacobino, Charles Edward, quien declaró en 1777, que nunca había sido un Masón. [69] Casi todas las logias de Alemania, Austria, Hungría, Polonia, y Rusia estuvieron, en la segunda mitad del siglo XVIII, envueltas en la disputa entre estos dos sistemas. En las logias de Francia y otros países [70] la admisión de mujeres a las reuniones de las logias ocasionaron una inmoralidad escandalosa. [71] El espíritu revolucionario se manifestó muy pronto en la Masonería francesa. Ya en 1746 en el libro ‘La Franc-Maçonnerie, écrasée’, un experto ex-Masón, quien, siendo Masón, había visitado muchas logias en Francia e Inglaterra, y consultado encumbrados masones con cargos oficiales, describió como el verdadero programa Masón un programa que, según Boos, el historiador de La Francmasonería (pág. 192), en grado asombroso coincide con el programa de la gran Revolución francesa de 1789. En 1776 este espíritu revolucionario fue llevado a Alemania por Weisshaupt por medio de un sistema conspirador, que pronto se extendió por todo el país. [72] Charles Augustus de Saxe-Weimar, el Duque Ernest de Gotha, el Duque Ferdinand de Brunswick, Goethe, Herder, Pestalozzi, etc., son mencionados como miembros de esta orden de Illuminati. Muy pocos miembros, sin embargo, fueron iniciados en los más altos grados. Los Illuminati franceses incluían a Condorcet, el Duque de Orleans, Mirabeau y Sieyès. [73] Después del Congreso de Wilhelmsbade (1782) se hicieron reformas en Alemania y en Francia. Los principales reformadores alemanes, L. Schröder (Hamburg) e I.A. Fessler, trataron de restaurar la sencillez y pureza originales. El sistema de Schröder es de hecho practicado por la Gran Logia de Hamburgo, y un sistema modificado (Schröder-Fessler) por la Gran Logia Real York (Berlín) y la mayoría de las logias de la Gran Logia de Bayreuth y Dresden. Las Grandes Logias de Frankfort-on-the-Main y Darmstadt practican un ecléctico sistema basado en el ritual inglés. [74] Exceptuando a la Gran Logia York Real, que tiene ‘Orientaciones Internas’ y una ‘Orientación más profunda’ escocesas, las otras rechazan los altos grados. La más grande Gran Logia de Alemania, la Nacional (Berlín), practica un sistema escocés corregido (Observancia Estricta) de siete grados y el ‘Landes Grossloge’ y sistema sueco de nueve grados. El mismo sistema es practicado por las Grandes Logias de Suecia, Noruega, y Dinamarca. Estos dos sistemas aun declaraban que la Masonería es una institución cristiana y, como la Gran Logia York Real, se negaban a iniciar judíos. Findel dice que la razón principal es para evitar que la Masonería sea dominada por gente cuyos fuertes apegos raciales son incompatibles con el carácter no-sectario de la institución. [75]
El principal sistema en los Estados Unidos (Charleston, Carolina del Sur) es el llamado Antiguo y Aceptado Rito escocés, organizado en 1801 sobre la base del Rito francés escocés de perfección, que fue establecida por el Consejo de los Emperadores de Este y Oeste (París, 1758). Este sistema, que se propagó por todo el mundo, puede considerarse como el tipo revolucionario de la Masonería Templaria francesa, que lucha por los derechos naturales del hombre en contra de los despotismos religiosos y políticos, simbolizados por la tiara papal y una corona real. Se esfuerza por ejercer una influencia preponderante sobre las otras organizaciones Masónicas, dondequiera que se establezca. Esta influencia le es garantizada por los sistemas Gran Oriente de los países latinos; se resiente aun en Gran Bretaña y Canadá, donde los jefes supremos de gremios de la Masonería son también, en general, miembros prominentes de los Consejos Supremos del Rito escocés. Había, en 1908, veintiséis Consejos Supremos universalmente reconocidos del Antiguo y Aceptado Rito escocés: EE.UU. de América: Jurisdicción del sur (Washington), establecida en 1801; Jurisdicción del norte (Boston), 1813; República Argentina (Buenos Aires), 1858; Bélgica (Bruselas), 1817; Brasil (Río de Janeiro), 1829; Chile (Santiago), 1870; Colon, para las Islas de la India Occidental (La Habana), 1879; Colombia (Cartagena); República Dominicana (S. Domingo); Inglaterra (Londres), 1845; Egipto (Cairo), 1878; Francia (París), 1804; Grecia (Atenas), 1872; Guatemala (para Centroamérica), 1870; Irlanda (Dublín), 1826; Italia (Florencia), 1858; México 1868); Paraguay (Asunción); Perú (Lima), 1830; Portugal (Lisboa), 1869; Escocia (Edinburgo), 1846; España (Madrid), 1811; Suiza (Lausana), 1873; Uruguay (Montevideo); Venezuela (Caracas). Consejos Supremos no universalmente reconocidos existían en Hungría, Luxemburgo, Nápoles, Palermo, Roma, Turquía. Los fundadores del rito, para darle un gran esplendor, inventaron la fábula de que Federico II, Rey de Prusia, fue su verdadero fundador, y esta fábula, bajo la autoridad de Pike y Mackey, se mantenía todavía como probable en la edición de la ‘Enciclopedia’ de Mackey (1908). [76]
 

V. ORGANIZACION Y ESTADÍSTICAS

La característica distintiva de organización de la Masonería especulativa es el sistema de la Gran Logia fundado en 1717. Cada Gran Logia regular o Consejo Supremo en el sistema escocés, o Gran Oriente en el sistema mixto, constituye una organización soberana e independiente con poderes legislativo, judicial y ejecutivo. Se compone de las logias o organizaciones inferiores de su jurisdicción o de sus representantes reunidos de modo regular y de los grandes oficiales elegidos. Una logia debidamente constituida ejerce la misma autoridad, pero en una esfera más restringida. Los oficiales indispensables de una logia son el Maestro Adorador [77] el Guardián Mayor y Menor, y el Tejador. El maestro y los guardianes son normalmente auxiliados por dos diáconos y dos mayordomos para el trabajo ceremonial y social y por un tesorero y un secretario. Muchas logias tienen un Capellán para las ceremonias y discursos religiosos. Los mismos oficiales en mayores cantidades y con rimbombante títulos (Gran Maestro Muy Adorador, Soberano Gran Comandante, etc.) existen en las Grandes Logias. Como los gastos de los miembros son fuertes, sólo personas ricas pueden permitirse el pertenecer a la fraternidad. Se restringe además el número de candidatos por prescripciones con relación a sus cualidades morales, intelectuales, sociales y físicas, y por una reglamentación que exige la unanimidad de votos secretos para su admisión. Así que, contrariamente a su pretendida universalidad, La Francmasonería parece ser una sociedad muy exclusiva, tanto así que es una sociedad secreta, cerrada al mundo profano del común de los mortales. ‘La Francmasonería’, dice la ‘Keystone’ (‘Piedra Angular’) de Filadelfia [78]

‘no tiene derecho a ser popular. Es una sociedad secreta. Es para los pocos, no para los muchos, para los escogidos, no para las masas.’
En la práctica, en verdad, las prescripciones acerca de los dones intelectuales y morales no son rigurosamente obedecidas:
‘Cantidad se admiten . . . cuyo único objetivo es hacer de su membresia un medio para promover su interés pecuniario’. [79]
‘Hay un numero considerable de nuevo, que aprecia La Francmasonería únicamente por las reuniones sociables que le son atribuidas.’
‘De nuevo he oído hombres que dicen abiertamente, que se habían afiliado para tener acceso a cierta clase de individuos, como asunto de negocios, y que fueron obligados a hacerlo porque cada quien así lo hacía. Además hay un gran numero que se afilian por curiosidad o tal vez, porque alguien en una posición por encima de ellos es masón.’
‘Muy semejante a esto es esa clase de individuos que desean una asociación simpática’. [80]
‘En la Masonería encuentran los medios de tener fácil acceso a una sociedad, que se les niega por convenciones sociales. Tienen riqueza pero ni el nacimiento ni la educación que les permitan ser elegibles para relaciones corteses y distinguidas.’
‘El negocio nunca esta ausente de sus palabras y actos.’
‘El cuerpo Masónico incluye un gran número de publicanos.’ [81]
De la regla Masónica — amor fraterno, ayuda, y verdad — son seguramente las dos primeras, especialmente tal como se entienden en el sentido de ayuda mutua en todas las emergencias de la vida, las principales razones de adhesión para la mayor parte de los candidatos. Esta asistencia mutua, simbolizada sobre todo por los cinco puntos de confraternidad y el ‘gran saludo en señal de desgracia’ del tercer grado, es una de las características fundamentales de la Francmasonería. Por su juramento el Maestro Masón se compromete a mantener y sostener los cinco puntos de confraternidad de hecho así como de palabra, i.e., asistir a todo Maestro Masón en cada ocasión según sus facultades, y en especial cuando haga la señal de desgracia. En Duncan, ‘Ritual americano’ (229), el Archi-Masón Real jura incluso:
Ayudaré a un compañero Archi-Masón Real, cuando lo vea metido en cualquier dificultad y tomaré su causa para liberarlo del problema tenga o no razón.

Es un hecho atestado por hombres experimentados de todos países que, dondequiera que la Masonería es influyente, los no-masones sufren en sus intereses por la preferencia sistemática que masones se dan el uno al otro en nombramientos a cargos y empleos. Incluso Bismarck [82] se quejó de los efectos de esta ayuda Masónica mutua, que es perjudicial asimismo para la igualdad cívica que para los intereses públicos. En libros y revistas Masones, los actos ilícitos y traicioneros, ejecutados para prestar esta ayuda mutua, son recomendados y alabados como una gloria de La Francmasonería. ‘Las mismas leyes inexorables de la guerra’, dice el orador oficial del Gran Oriente de Francia, Lefèbvre d’Aumale [83] ‘tienen que doblegarse delante de La Francmasonería, lo que es quizás la demostración más notable de su poder. Una señal bastó para detener la matanza; los combatientes tiraron sus armas, se abrazaron el uno al otro fraternalmente y se volvieron enseguida amigos y Hermanos como sus juramentos lo prescriben’, y el ‘Handbuch’ [84] lo declara: ‘esta señal ha tenido efectos benéficos, particularmente en tiempos de guerra, cuando frecuentemente aplaca a los más acerbos enemigos, de manera que escuchan la voz del humanismo y se dan ayuda mutua en lugar de matarse el uno al otro’. [85] Incluso la ampliamente propagada sospecha, de que a veces la justicia es frustrada y criminales Masones son salvados de un merecido castigo, no se puede estimar infundada. La dicha práctica de ayuda mutua es tan reprensible que los mismos autores Masones [86] la condenan severamente. ‘Si’, dice el Hermano Marbach (23), ‘La Francmasonería pudiera verdaderamente ser una asociación, e incluso una secreta, de hombres de los más diversos rangos de la sociedad, ayudándose y promoviéndose el uno al otro, sería una asociación inicua, y los policías no tendrían deber más urgente que el exterminarla.’

Otra característica de la ley Masónica es que ‘traición’ y ‘rebelión’ en contra de la autoridad civil son declaradas sólo como crímenes políticos, que no afectan la buena reputación de un Hermano más que la herejía, y no proporcionan ninguna razón para un juicio Masónico. [87] La importancia que la Masonería atribuye a este punto se manifiesta por el hecho de que se publica en el Artículo II de los ‘Antiguos Cargos’, que define los deberes de un Francmasón con respecto a las autoridades Estatales y civiles. Comparado con el mandato correspondiente de las constituciones ‘góticas’ de la masonería operativa, no es nada menos ambiguo que el Artículo I acerca de Dios y de la religión. Las antiguas Constituciones góticas cándidamente ordenaban: ‘Asimismo serás fiel vasallo del Rey sin traición ni mentira y que no conocerás traición sin enmendarla, si puedes, sino advertirás de ella al Rey o a su consejo’. [88] El segundo artículo de La Francmasonería moderna especulativa (1723) dice:

De los magistrados civiles, supremos y subordinados. Un Masón es un pacífico sujeto de las Autoridades Civiles, dondequiera que reside o trabaja, y nunca tendrá nada que ver con Complots ni Conspiraciones en contra de la paz y el bienestar de la Nación, ni se comportara de manera indebida con los Magistrados subalternos; Porque la Masonería siempre ha sido perjudicada por la Guerra, el derramamiento de sangre y la Confusión, los antiguos Reyes y Príncipes han sido muy bien dispuestos a alentar a los masones, debido a su Pacifismo y Lealtad, con lo que prácticamente contestaron a las Criticas de sus adversarios y promovieron el Honor de la Fraternidad, que siempre floreció en Tiempos de Paz. De manera que si un Hermano pudiera Rebelarse en contra del Estado, su Rebelión no se debe aprobar, pero se le debe tener lastima como a un hombre infeliz; y, si no se le declara culpable de ningún otro Crimen, sin embargo, la fiel Hermandad tiene que y debe repudiar su Rebelión, y no debe tener resentimiento ni Razón de Envidias políticas hacia el Gobierno por el momento; no pueden expulsarlo de la Logia y su Relación a con ella es inabrogable.

Así que la rebelión, según la Masonería especulativa moderna, es sólo desaprobada cuando se conspira contra la paz y el bienestar de la nación. La hermandad debe rechazar la rebelión, pero sólo para preservar a la fraternidad de problemas por parte de las autoridades civiles. Un hermano, por tanto, culpable de rebelión no puede ser expulsado de la logia; Por el contrario, sus compañeros masones están particularmente obligados a compadecerse de él en su infortunio cuando él (en prisión o frente a las cortes) tenga que sufrir de las consecuencias de su rebelión, y le darán fraternal ayuda tanto como puedan. La Francmasonería misma como organización es muy pacífica y leal, pero no desaprueba; al contrario, alaba aquellos hermanos que por amor de la libertad y del bienestar nacional complotan con buen éxito en contra de monarcas y otros gobernantes despóticos, aun cuando, como asociación de utilidad pública exija privilegios y protección de los reyes, príncipes, y otros altos dignatarios para el éxito de su obra pacífica. ‘La lealtad a la libertad’, dice ‘la Crónica del Francmasón’ [89] ‘pasa por encima de todas las otras consideraciones’. La sabiduría de esta reglamentación, observa Mackey [90] ‘será evidente cuando consideremos que, si la traición o la rebelión fueran crímenes masones, casi cada masón en las Colonias Unidas, en 1776, habría sido sometido a expulsión y cada Logia a la confiscación de su autorización por las Grandes Logias de Inglaterra y Escocia, bajo cuya jurisdicción estaban en ese momento.’

Un engañoso refrán es ‘Masón una vez, Masón siempre’. Esto a menudo se interpreta como que ‘el vínculo Masónico es indisoluble, y que no hay ninguna remisión de sus consecuencias’ [91] o ‘Obligaciones’ [92] que ni siquiera la muerte puede cortar la unión de un Masón con la Francmasonería. [93] Pero indudablemente un Masón tiene el ‘derecho de demisionar’ [94] y este derecho, cualquiera que sea la opinión de la jurisprudencia Masónica y según los derechos naturales e inalienables del hombre, se extiende hasta un retiro completo no sólo de la logia sino también de la hermandad. En la escala de penas Masónicas, la ‘expulsión’ es la más grave. [95] Además de aquellos que han sido expulsados o que han renunciado hay muchos masones ‘no afiliados’ que han cesado de ser miembros ‘activos’ de una logia, pero, según la ley Masónica, la cual, por supuesto, no puede obligar más que de lo que esta autorizada por las reglas generales de la moralidad, quedan sujetos a la logia dentro de la jurisdicción de la cual ellos residen.

Sobre la unidad, las autoridades Masónicas unánimemente afirman que la Francmasonería en todo el mundo es una sola, y que todos los francmasones constituyen en realidad una sola logia; que las diferentes logias existen sólo por conveniencia, y que por consiguiente todo Masón regular tiene derecho a ser recibido en toda logia regular del mundo como un hermano, y, en caso de que esté en apuros, a que se le ayude. El buen entendimiento entre masones de diferentes países es favorecido por las relaciones personales y por la correspondencia, especialmente entre las oficinas de los grandes secretarios, y por los congresos internacionales [96] que llevaron al establecimiento, en 1903, de una oficina permanente internacional en Neuchâtel, Suiza. [97] No hay ninguna Gran Logia general o dirección de la Francmasonería, aunque varios intentos se han hecho en casi cada uno de los más grandes estados o países para establecer una. Disensiones incesantes entre sistemas y Cuerpos Masónicos son características de la Francmasonería en todos los países y épocas. Pero la unidad federal de la Francmasonería basta para demostrar una verdadera solidaridad entre masones y Cuerpos Masónicos en todo el mundo; De donde viene la acusación de complicidad en las maquinaciones que algunos de ellos tienen. Esta solidaridad es públicamente reconocida por autoridades Masónicas. Pike, por ejemplo, escribe [98]

Cuando el periódico en Londres que habla de la Francmasonería de la Gran Logia de Inglaterra, con menosprecio protestó que la Francmasonería inglesa era inocente de las acusaciones proferidas por la Bula Papal (Encycl. 1884) contra la Francmasonería, cuando declaró que la Francmasonería inglesa no tenía ninguna opinión política ni religiosa, y que ni en el menor grado simpatizaba con las permisivas opiniones ni con las extravagantes declaraciones de una fracción de la Francmasonería Continental, recibió muy justamente y de manera muy concluyente un jaque mate por los Organos Romanos con la respuesta, ‘le es inútil protestar. Ustedes son francmasones y usted los reconocen como francmasones. Ustedes les dan aprobación, estímulo y apoyo y son responsables junto con ellos y no pueden evitar esa responsabilidad’.

Ya que estadísticas exactas no siempre se tienen y que los métodos de enumeración difieren en los diferentes países, las cantidades totales sólo pueden ser aproximadas. Por eso en la mayoría de las logias de los Estados Unidos sólo los Maestros (tercer grado) son contados, mientras que en otros países se suman los aprendices y los compañeros. Hay además muchos masones no afiliados (que han cesado de ser miembros de una logia) que no se incluyen. Se estima su número a dos tercios del de los masones activos. En Inglaterra un Masón puede actuar como miembro de varias logias. Confirmando nuestra declaración acerca de los miembros activos de los Cuerpos estrictamente Masónicos, que en calendarios y libros del año están registrados como tales, podemos, según fuentes recientes y fidedignas [99] estimar la situación actual de la Francmasonería como sigue (alrededor de 1900): Grandes Orientes, Grandes Logias, Consejos Supremos, y otros G. Cuerpos escoceses, 183; logias 26,500; masones, aproximadamente 2,000,000; el número de los Grandes Capítulos del Arco Real es: en los Estados Unidos 2968 capítulos subordinados, bajo un Gran Capítulo General; Inglaterra, 46 Grandes Capítulos con 1015 capítulos subordinados; Colonias inglesas y centros Masónicos extranjeros, 18 Grandes Capítulos con 150 capítulos subordinados. El censo de la masonería de gremio es como sigue:

Gran Bretaña y Colonias (excluyendo a Canadá): 4.670 logias; 262.651 miembros

Canadá: 727 logias; 60.728 miembros

Estados Unidos (Blanco): 12.916 logias; 1.203.159 miembros

Estados Unidos (de color): 1.300 logias; 28.000 miembros

Países latinos: 2.500 logias; 120.000 miembros

Otros países europeos: 771 logias; 90.700 miembros
Africa: 53 logias; 2.150 miembros
Total: 22.937 logias; 1.767.388 miembros
VI. TRABAJO INTERNO DE LA FRANCMASONERIA:
SIMBOLISMO MASONICO Y JURAMENTOS
‘Del principio al fin’, dice Pike [100] ‘la Masonería es trabajo’. El ‘trabajo’ Masónico, propiamente dicho, es el trabajo ritual interno secreto por el que los Masones se hacen y son educados para el trabajo externo, que es acción para el bienestar de la humanidad según los principios Masónicos. Los Masones son hechos por las tres ceremonias de iniciación (primer grado), pasaje (segundo grado), y crecimiento (tercer grado). Los símbolos exhibidos en estas ceremonias y explicados de acuerdo a los principios Masónicos y a las indicaciones verbales dadas en los rituales y en las conferencias de los tres grados, constituyen el manual de instrucción Masónica. La educación así empezada se completa por la vida total de la logia, en la que se aconseja a cada Masón el tomar una parte activa, asistiendo regularmente a las reuniones de la logia, aprovechando, según su habilidad, los medios que la Masonería le ofrece, perfeccionándose en conformidad con los ideales Masónicos, y contribuyendo a las discusiones de temas Masónicos y a un buen gobierno de la logia, que se representa como un modelo del gobierno de la sociedad en general. La logia debe ser un tipo del mundo [101] y los masones tienen la intención de tomar parte en la regeneración de la raza humana. [102] ‘El simbolismo de la Francmasonería’, dice Pike en una carta a Gould del 2 de diciembre de 1888 [103] ‘es el alma misma de la Masonería.’ Y Boyd, el Gran Orador de Missouri, confirma: ‘es del principio al fin, símbolo, símbolo, símbolo’. [104]
Las principales ventajas de este simbolismo, que no es particular a la Francmasonería sino que se refiere a los misterios y doctrinas de todas las edades y de todos los factores de la civilización, es el siguiente: (1) Siendo adaptable a todas las opiniones posibles, doctrinas, y gustos, atrae al candidato y fascina al iniciado. (2) conserva la unidad no-sectaria de la Francmasonería a pesar de diferencias profundas de religión, raza, sentimiento nacional, y tendencias individuales. (3) resume la sabiduría teórica y práctica de todas las edades y naciones en un idioma universalmente inteligible. (4) entrena al Masón a considerar las instituciones existentes, religiosas, políticas, y sociales, como fases pasajeras de la evolución humana y a descubrir por su propio estudio las reformas que se deben realizar en nombre del progreso Masónico, y los medios para realizarlas. (5) le enseña a ver en las doctrinas y dogmas predominantes tan sólo las concepciones subjetivas o los símbolos cambiantes de una verdad universal más profunda en el sentido de los ideales Masónicos. (6) permite a la Francmasonería disimular sus verdaderos propósitos de los profanos, e incluso de aquellos de entre los iniciados que son incapaces de apreciar esos objetivos, como la Masonería se propone. ‘La Masonería’, dice Pike, ‘ oculta celosamente sus secretos e intencionalmente lleva al error a los intérpretes presumidos’. [105] ‘Parte de los Símbolos son mostrados . . . al Iniciado, pero es intencionalmente engañado con interpretaciones falsas’. [106] ‘Los iniciados son pocos aunque muchos oyen el Thyrsus’. [107] ‘El significado de los Símbolos no se descubre enseguida. Les damos sólo indicaciones generales. Debe descubrir el significado profundo y misterioso por sí mismo’. [108] ‘es para cada uno de los Masones el descubrir el secreto de la Masonería por la reflexión en sus símbolos y por una sabia consideración de lo que es dicho y hecho en el trabajo’. [109] ‘El grito universal en todo el mundo Masónico’, dice Mackey [110] ‘es por la luz; nuestras logias de ahora en adelante serán escuelas, nuestra labor será estudiar, nuestro sueldo será aprender; los tipos y símbolos, los mitos y alegorías de la institución empiezan apenas a investigarse con referencia al significado fundamental y los Francmasones ahora comprenden completamente la tan frecuentemente citada definición, que la Masonería es una ciencia de moralidad oculta en alegorías e ilustrada por símbolos.’
Los símbolos Masónicos pueden y son interpretados en sentidos diferentes. Eclesiásticos ortodoxos anglicanos trataron todo el simbolismo del Antiguo y Nuevo Testamentos en relación con el simbolismo del Templo de Salomón como un simbolismo Masónico y a la Masonería como a la ‘sirvienta de la religión’ [111] que, ‘en casi todas partes de cada grado se refiere distinta y plenamente a un Salvador crucificado’. [112] Muchos autores Masónicos en los países latinos [113], y algunos de los principales autores angloamericanos [114], declaran que el simbolismo Masónico en su original y apropiado sentido se refiere sobre todo al culto solar y fálico de los antiguos misterios, sobre todo los egipcios. [115] ‘es en los símbolos antiguos y su significado oculto’, dice Pike [116] ‘que los verdaderos secretos de la Francmasonería consisten. Éstos deben revelar su naturaleza y propósitos verdaderos’. En conformidad con esta regla de interpretación, la letra G en el símbolo de Gloria (Estrella Resplandeciente) o la Gamma griega (cuadrado), resumiendo a toda la Masonería es normalmente explicada con el significado de ‘generación’; la letra inicial del tetragramaton (Yahweh) y el nombre completo se explican como un principio macho o macho-hembra. [117] Con el mismo sentido, según la antigua interpretación, se explican las dos columnas Boaz y Jachin; la Rosacuz (una cruz con una rosa en el centro); el punto dentro del círculo; el ‘vesica piscis’, el bien conocido símbolo del Salvador; el triple Tau; Sol y Luna; Hiram y Cristo (Osiris); el ataúd; la Cámara Media y aun el Sancta Sanctorum, como adyta o las más santas partes de cada templo, normalmente contenían horribles objetos de culto fálico. [118]
Puesto que los masones, incluso en sus conferencias oficiales y rituales, generalmente reivindican un origen egipcio del simbolismo Masónico y una íntima ‘afinidad’ de ‘los usos y costumbres Masónicos con aquellos de los Antiguos Egipcios’ [119] tales interpretaciones se han de considerar oficialmente autorizadas. Pike dice, además, que ‘casi cada uno de los símbolos Masónico antiguos’ tiene ‘cuatro significados distintos, como si uno estuviera dentro del otro, el significado moral, político, filosófico y espiritual’. [120] Desde el punto de vista político Pike, con muchos otro Masones Escoceses angloamericanos, interpreta todo simbolismo Masónico en el sentido de una lucha sistemática contra toda clase de ‘despotismo’ político y religioso. Hiram, Cristo, Molay se ven tan sólo como representantes de la ‘Humanidad’ los ‘Apóstoles de Libertad, Igualdad, Fraternidad’. [121] La Cruz (un cuadrado doble o cuádruple) no es ‘ningún símbolo específicamente cristiano’, ‘para todos nosotros es un emblema de la Naturaleza y de la vida Eterna; de ellos sólo deje que cada quien diga por sí mismo’. [122] La Cruz X (Cristo) fue el Signo de la Sabiduría Creadora o Logos, el Hijo de Dios. Mithraism marco a sus soldados en la frente con una cruz, etc. [123] I.N.R.I., la inscripción en la Cruz, Masónicamente dice: ‘Igne Natura Renovatur Integra’. La regeneración de la naturaleza por la influencia del sol simboliza la regeneración espiritual de la humanidad por el fuego sagrado (verdad y amor) de la Masonería, como una institución completamente naturalista. [124] ‘El primer asesino de Hiram es la Realeza que es el ejemplo típico de la tiranía’, golpeando ‘con su regla de hierro a la garganta de Hiram y haciendo de la libertad de palabra una traición’. El segundo asesino es el Pontificado (Papado) ‘apuntando el cuadrado de acero al corazón de la víctima’. [125] Cristo agonizando en el Calvario es para la Masonería ‘el más grande entre los apóstoles de la Humanidad, desafiando el despotismo romano y el fanatismo e intolerancia del sacerdocio’. [126] Bajo el símbolo de la Cruz, ‘las legiones de la libertad marcharán a la victoria’. [127]
El Kadosh (decimotercer grado), pisoteando la tiara papal y la corona real, se destina a desahogar una justa venganza en estos ‘grandes criminales’ por el asesinato de Molay[128] y ‘como el apóstol de la verdad y de los derechos del hombre’ [129] librar a la humanidad ‘de la esclavitud del Despotismo y de la Tiranía espiritual’. [130] ‘En la mayoría de los rituales de este grado todo respira venganza’ en contra del ‘Despotismo’ religioso y político. [131] Por eso se dice que los símbolos Masónicos ‘resplandecen de ideas, que deben penetrar el alma de cada Masón y ser claramente reflejados en su carácter y comportamiento, hasta que llegue a ser una columna de fortaleza para la fraternidad’. [132] ‘no hay ni una iota del Ritual Masónico’, agrega la ‘Voice’ de Chicago, ‘que este vacío de significado’. [133] Estas interpretaciones, es verdad, no han sido adoptadas oficialmente por los ritos angloamericanos del gremio; pero aparecen como totalmente autorizados, aunque no los únicos autorizaron ni siquiera por su sistema ni por los dos primeros artículos de los ‘Antiguos Cargos’ (1723), que contienen la ley fundamental de la Francmasonería. Acerca del carácter no-sectario de la masonería y de su simbolismo, Pike justamente comenta: ‘La Masonería no propaga ninguna creencia, excepto la suya propia muy sencilla y sublime enseñada por la Naturaleza y la Razón. Nunca ha habido una falsa Religión en el mundo. La única revelación universal permanente esta escrita en la Naturaleza visible y es explicada por la Razón y completada por las sabias analogías de la fe. No hay mas que una religión verdadera, un dogma, una creencia legítima’. [134] Por consiguiente, también, la Biblia como un símbolo Masónico, se interpreta como un símbolo del Libro de la Naturaleza o del Código de la razón y conciencia humanas, mientras que los dogmas, cristianos y otros, no tienen para la Francmasonería sino la importancia de símbolos cambiantes que cubren la única verdad permanente, de la que las ‘Ciencia’ y ‘Artes’ Masónicos son una ‘revelación progresiva’, y su aplicación. [135]
Se debe notar, que la gran mayoría de los Masones están lejos de ser ‘iniciados’ y ‘se arrastran en la oscuridad egipcia’. [136] ‘La masonería de los grados más altos’, dice Pike [137] ‘enseña las grandes verdades de la ciencia intelectual; pero acerca de estos, así como de los rudimentos y primeros principios, la masonería Azul es completamente ignorante. Sus dramas parecen tener la intención de enseñar la resurrección del cuerpo’. ‘La pretendida posesión de secretos misteriosos, ha permitido a la masonería Azul de contar sus iniciados por decenas de millares. Nunca fue ninguna pretensión a la posesión de conocimientos misterioso tan sin fundamento y tan absurda como la de los Grados del Capítulo del Arco Azul y Real’. [138] ‘La parodia de Cristiandad de la Masonería Azul la hizo simplemente una emasculada e impotente sociedad con grandes y resonantes pretensiones y escasos resultados. Y, aún así, sus multitudes adhieren a ella, porque la iniciación es una necesidad del Alma Humana; y porque instintivamente anhela la unión de los muchos bajo el mando de una única voluntad, en cosas espirituales así como en cosas temporales, por una Jerarquía y un Monarca’. [139] ‘Debe el Adepto entender el significado de los Símbolos [140] y Oliver declara: ‘Hermanos, de rango y cargo elevados, desconocen a menudo los principios elementales de la ciencia’. [141] Masones, ‘pueden haber sido Maestros de la Cátedra por cincuenta años y aun no haber aprendido el secreto de la Hermandad. Este secreto es, en su propia naturaleza, invulnerable; para el Masón que ha llegado a conocerlo, que sólo podía haberlo supuesto y ciertamente no haberlo recibido de nadie; lo ha descubierto, porque ha estado en la logia, marcado, aprendido e interiormente digerido. Cuando llega al descubrimiento, él incuestionablemente, lo guarda para sí mismo, sin comunicarlo ni aun a su Hermano más íntimo, porque, si esta persona no tiene la capacidad para descubrirlo por si mismo, querría asimismo la capacidad para utilizarlo, si lo recibiera verbalmente. Por esta razón será para siempre un secreto’. [142]
En vista del hecho de que los secretos de la Masonería son desconocidos de la mayoría de los masones, los juramentos de secreto tomados sobre la Biblia son de lo más sorprendente e injustificable. El juramento, por ejemplo, del primer grado es como sigue: ‘Yo, en la presencia del Gran Arquitecto del Universo, . . . por la presente y sobre esto solemne y sinceramente juro, que esconderé siempre, encubriré y nunca revelare ninguna parte o partes, ningún punto o puntos de los secretos o misterios de o pertenecientes a los Libres y Aceptados Masones en la Masonería que se me hubieran dado a conocer hasta este momento, que se me den a conocer ahora o que puedan en cualquier momento futuro serme comunicados’ etc. ‘Estos varios puntos que solemnemente juro observar bajo pena, no menor, de que me corten la garganta y la lengua de raíz y de que mi cuerpo sea enterrado en las arenas del mar’, ‘o el castigo aun más eficaz de ser estigmatizado como un individuo deliberadamente perjuro, vacío de todo valor moral’. ‘Así que Dios me ayude’, etc. Juramentos semejantes, excepto con castigos aun más severos, se toman en los grados superiores. Los contenidos fundamentales de las promesas son según Pike: decimoctavo grado: ‘Me comprometo y garantizo que sostendré siempre, que corresponde a la Masonería el enseñar las grandes verdades no-sectarias, que no pertenecen exclusivamente a ninguna religión y reconozco que no tengo el mas mínimo derecho para exigir de otros que acepten ninguna interpretación particular de los símbolos Masónicos, que I les atribuya en virtud de mis creencias personales. Me obligo y solemnemente garantizo que respetare y sostendré por todos los medios y bajo cualquier circunstancia la Libertad de Expresión, la Libertad de Pensamiento y la Libertad de Conciencia en temas religiosos y políticos’. [143] Trigésimo Grado: A.– ‘Yo solemnemente y libremente juro obediencia a todas las leyes y reglamentos de la Orden, cuya creencia será mi creencia, prometo obediencia a todos mis superiores regulares. . . . Me comprometo a dedicarme, alma y cuerpo, a la protección de la inocencia, a la defensa del derecho, a la derrota de la tiranía y al castigo de toda infracción contra la ley de la Humanidad y los derechos del Hombre. . . nunca, ni por interés ni por miedo, ni aun para salvar mi existencia, ni me someteré ni sufriré ningún despotismo material, que pudiera esclavizar u oprimir a la humanidad por la usurpación o el abuso del poder. Juro nunca someterme ni tolerar ningún Despotismo intelectual, que pretenda encadenar o trabar el libre pensamiento, etc.’ B. ‘Yo solemnemente juro consagrar mi vida a los fines de la Orden de los Caballeros Kadosh, y cooperar lo mas eficazmente por todos los medios prescritos por las autoridades constituidas de la orden para alcanzarlos. Yo solemnemente juro y dedico a estos fines, mis palabras, mi energía, mi fuerza, mi influencia, mi inteligencia y mi vida. Yo juro considerarme en adelante y para siempre como el Apóstol de la Verdad y de los derechos del hombre’. C. ‘Yo me consagrare al máximo a traer el debido castigo sobre los opresores, los usurpadores y los perversos; Me comprometo a nunca perjudicar a un Caballero Kadosh, sea por palabra o por hecho. . .; juro que si lo encuentro como enemigo en el campo de batalla, salvaré su vida, cuando me haga el Signo de Auxilio, y lo libraré de prisión y cautiverio por tierra o por agua, aun al riesgo de mi propia vida o de mi propia libertad. Me comprometo a defender el derecho y la verdad aun por la fuerza y la violencia, si necesario y si debidamente ordenado por mis superiores regulares’. D. ‘Me comprometo a obedecer sin titubeo cualquier orden que sea de mis Superiores regulares en la Orden’. [144]
 
VII. TRABAJO EXTERNO DE LA FRANCMASONERIA:
SUS REALIZACIONES, INTENCIONES Y MÉTODOS
El trabajo externo de la Francmasonería, aunque uniforme en su carácter fundamental y sus líneas generales, varía considerablemente en diferentes países y con distintos símbolos Masónicos. Propósitos ‘Caritativos‘ o ‘filantrópicos‘ son perseguidos principalmente por las Masonerías inglesa, alemana y americana, mientras que, prácticamente al menos, estos son descuidados por los Masones en los países latinos, que están absortos en actividad política. Pero aun en Inglaterra, donde se gastan, relativamente, las más grandes cantidades para propósitos caritativos, la filantropía Masónica no parece ser inspirada por muy altos ideales de generosidad y desinterés, por lo menos con respecto a la gran mayoría de los hermanos; las contribuciones principales son hechas por unos cuantos hermanos muy ricos y el resto por los acomodados. Por otra parte, en todos los países son casi exclusivamente masones y sus familias quienes se aprovechan de la caridad Masónica. La beneficencia Masónica hacia el mundo ‘profano’ es poco más que figurativa, consistiendo en la propagación y aplicación de los principios Masónicos por los que los Masones fingen promover el bienestar de la humanidad; y si los Masones, particularmente en los países Católicos, de vez en cuando se dedican a trabajos caritativos como ordinariamente se entiende, su objetivo es ganar simpatía y así hacer avanzar sus verdaderos propósitos. En América del Norte, sobre todo en los Estados Unidos, un aspecto característico del trabajo externo es la propensión a exhibirse en la construcción de suntuosos ‘templos’ Masónicos, en procesiones Masónicas, en la pose de primeras piedras y la dedicación de edificios públicos y aun de iglesias cristianas. Esta tendencia ha sido frecuentemente censurada por escritores Masónicos. ‘¡La masonería de este continente se ha vuelto loca yendo en pos del alto ranguismo y de los altos títulos. Les decimos a los hermanos, que si no le ponen más atención al simbolismo puro, simple, bello de la logia y menos al oropel, perifollos, fuego y plumas del Ritualismo y Templarismo escoceses, el Gremio será sacudido hasta sus mismas fundaciones!’ ‘Que suene la alarma’. [145] ‘Muchos masones han pasado por la ceremonia sin ninguna inspiración; pero, en los desfiles públicos de las logias (incluso en Inglaterra) se encuentran generalmente en la primera línea y en los banquetes Masónicos no pueden ser igualados ni superados’. [146]
Pero el objetivo verdadero de ambos trabajos, interno y externo, es la propagación y aplicación de los principios Masónicos. El verdadera método Masónico es, que la logia es el terreno común en el que hombres de diferentes religiones y opiniones políticas, con tal de que acepten los principios generales Masónicos, se pueden reunir; por tanto, no interfiere, directa ni activamente, con la política de los partidos, pero excluye las discusiones políticas y religiosas de las reuniones, dejando a cada Masón aplicar los principios a los problemas de cada día. Pero este método es abiertamente repudiado por la Masonería contemporánea en los países latinos y por muchos Consejos Supremos del Antiguo y Aceptado sistema escocés, por la Gran Logia de Hungría; el Gran Orienta de Bélgica, etc. fue y es prácticamente rechazado también por la masonería alemana e incluso por la americana y la inglesa. Por eso las logias Masónicas americanas, por lo menos, y abiertamente, así lo reivindican algunos de los principales autores Masónicos, jugaron un papel preponderante en el movimiento de independencia, las logias de los ‘Ancianos’, en general, promovieron este movimiento y las de los ‘modernos’ se pusieron del lado de la Gran Bretaña. [147] según la ‘Revista Masónica’ la Francmasonería fue instrumental en la formación de la Unión Americana (1776), reivindicando cincuenta y dos [148] o incluso cincuenta y cinco [149] de los cincuenta y seis ‘signatarios de la Declaración de Independencia como miembros de la Orden’. Otras publicaciones periódicas Masónicas, sin embargo, reivindican que sólo seis de los signatarios [150] y sólo nueve de los presidentes de los Estados Unidos eran francmasones. [151] En la Revolución francesa (1789) y en los movimientos revolucionarios posteriores en Francia, Italia, España, Portugal, América Central y del Sur, Cuerpos Masónicos, se dice, tomaron una parte más o menos activa, como lo declaran prominentes representantes de las Grandes Logias en los diferentes países y en muchos casos por historiadores imparciales ‘profanos’. [152] En Rusia también la Francmasonería, finalmente, llegó a ser una ‘conspiración política’ de asociaciones organizadas Masónicamente que cubrieron el terreno.
Incluso con respecto a la más reciente Revolución Turca, parece cierto que el Nuevo partido turco, que hizo y dirigió la Revolución, fue guiado por masones, y que la masonería, sobre todo los Grandes Orientes de Italia y Francia, tuvieron un papel preponderante en esta Revolución. [153] Dirigiendo estas obras, la Francmasonería propaga principios que, lógicamente desarrollados, como se muestra antes, son esencialmente revolucionarios y sirven de base para todo tipo de movimientos revolucionarios. Dirigiendo a los Masones a descubrir por si mismos reformas prácticas en conformidad con los ideales Masónicos y a trabajar para su realización, fomenta en sus miembros, y a través de ellos en la sociedad en general, el espíritu de innovación. Como una asociación aparentemente inofensiva y aun caritativa, pero que es en realidad, por su secreto y ambiguo simbolismo, sujeta a las más diversas influencias, proporciona en tiempos críticos un refugio para la conspiración, y aun cuando sus logias no se transformen ellas mismas en clubes de complots, los Masones son entrenados y alentados a encontrar asociaciones nuevas para tales propósitos o a utilizar asociaciones existentes. Por eso, la Francmasonería en el siglo XVIII, como un aliado poderoso de la infidelidad, preparó la Revolución francesa. Se selló la alianza de la Francmasonería con la filosofía, públicamente, por la iniciación solemne de Voltaire, jefe de estos filósofos, el 7 de febrero de 1778, y su recepción de la túnica Masónica del famoso materialista Hermano Helvetius. [154] Antes de la Revolución, nacieron varias sociedades conspiradoras relacionadas con la Francmasonería de la que se apropiaron sus formas y métodos; Illuminati, clubes de Jacobinos, etc. Un número relativamente importante de los principales revolucionarios fueron miembros de logias Masónicas, entrenados por la vida en la logia para sus carreras políticas. Incluso el programa de la Revolución expresado en los ‘derechos del hombre’ fue, como antes se muestra, tomado de los principios Masónicos, y su divisa: ‘Libertad, Igualdad, Fraternidad’ es la divisa misma de la Francmasonería. De la misma manera, la Francmasonería, junto con los Carbonari, cooperaron en el movimiento revolucionario italiano del siglo XIX. Casi todos los jefes prominentes y entre ellos Mazzini y Garibaldi, son ensalzados por la Masonería como sus miembros más distinguidos. En Alemania y Austria la Francmasonería, durante el siglo XVIII fue un poderoso aliado del partido llamado de ‘Las Luces’ (Aufklaerung), y del Josefinismo; durante el siglo XIX de los partidos pseudo-Liberal y anticlerical.
Para apreciar debidamente la actividad de la Francmasonería en Alemania, Suecia, Dinamarca e Inglaterra, y en Francia bajo el régimen Napoleónico, no se deben descuidar las relaciones especiales entre la Francmasonería y las dinastías reinantes. En Alemania dos terceras partes de los masones eron miembros de las antiguas Grandes Logias Prusianas bajo el protectorado de un miembro de la Dinastía Real, lo que implica un control severo de toda actividad de la logia en conformidad con los objetivos del Gobierno. Así que los francmasones alemanas son difícilmente capaces de una actividad independiente. Pero ellos indudablemente fomentaron el movimiento por el que Prusia gradualmente llegó a ser el principal estado de Alemania, considerado por ellos como el ‘representante y el protector de la evolución moderna’ en contra del ‘Ultramontanismo’, la ‘intolerancia’, y las ‘usurpaciones Papales’. También promovieron el ‘Kulturkampf’. El famoso jurisconsulto Masón, Gran Maestro Bluntschli, fue uno de los principales agitadores en este conflicto; también inspiró la ‘Kulturkampf’ suiza. Por su instigación, la asamblea de la ‘Federación de las Grandes Logias alemanas’, con el objeto de aumentar la actividad de la logia en el sentido de la ‘Kulturkampf’, declaró, el 24 de mayo de 1874: ‘es un deber profesional para las logias, el cuidar que los hermanos lleguen a ser totalmente conscientes de las relaciones de la Francmasonería con la esfera ética de la vida y con los propósitos culturales. Los Francmasones están obligados a realizar los principios de la Francmasonería en la vida práctica y a defender las fundaciones éticas de la sociedad humana, siempre que sean atacados. La Federación de las Grandes Logias alemanas facilitará, que cada año se propongan a todas las logias cuestiones de actualidad para discusión y acción uniforme’. [155] Los Francmasones alemanes harán incansables esfuerzos para ejercer una firme influencia en la vida general de la nación, siguiendo los principios Masónicos, manteniendo así una perpetua y silenciosa ‘Kulturkampf’. Los medios principales que emplearan serán las bibliotecas populares, conferencias, la afiliación de asociaciones e instituciones afines, la creación, donde sea necesario, de instituciones nuevas, a través de las cuales el espíritu Masónico penetrara a la nación. [156] Una actividad semejante es desplegada por los francmasones austríacos.
La organización principal que en Francia afianzó el éxito de la Francmasonería fue la famosa ‘Liga de instrucción’ fundada en 1867 por el Hermano F. Macé, que posteriormente fue miembro del Senado. Esta liga afilió e implicó con su espíritu a muchas otras asociaciones. La Masonería francesa y sobre todo el Gran Oriente de Francia han desplegado la actividad más sistemática como el elemento político dominante en la ‘Kulturkampf’ francesa desde 1877. [157] De los documentos oficiales de la Masonería francesa contenidos principalmente en el ‘Boletín’ oficial y en los ‘Compte-rendu’ del Gran Oriente se ha demostrado que todas las medidas anticlericales pasadas por el Parlamento francés fueron decretadas de antemano en las logias Masónicas y ejecutadas bajo la dirección del Gran Oriente, cuyo objetivo declarado es controlar todo y a todo mundo en Francia. [158] ‘Yo dije en la asamblea de 1898’, declara el diputado Massé, orador oficial de la Asamblea de 1903, ‘que es el deber supremo de la Francmasonería el interferir cada día más y más en las contiendas políticas y profanas’. ‘Éxito (en la lucha anticlerical) es en gran medida debido a la Francmasonería; porque es su espíritu, su programa, sus métodos, que han triunfado’. ‘Si se ha establecido el Bloc, esto se debe a la Francmasonería y a la disciplina aprendida en las logias. Las medidas que ahora tenemos que acelerar son la separación de la Iglesia y del Estado y una ley sobre la enseñanza. Confiemos en la palabra de nuestro Hermano Combes’. ‘Por mucho tiempo la Francmasonería ha sido simplemente la república oculta’, i.e., el parlamento y el gobierno secretos de la Francmasonería en realidad gobiernan Francia; el Estado, el Parlamento y el Gobierno profanos simplemente ejecutan sus decretos. ‘Somos la conciencia del país’; ‘somos cada año la campanilla fúnebre que anuncia la muerte de un gabinete que no ha cumplido con su deber sino que ha traicionado a la República; o somos su apoyo, diciendo alentadoramente en un solemne momento: Le presento la voz del país. . . el satisfecit que usted desea, o su reproche que mañana será sellado por su caída’. ‘Requerimos vigilancia y sobre todo confianza recíproca, si hemos de llevar a cabo nuestro trabajo, aún no terminado. Este trabajo, usted sabe. . . el combate anticlerical, continua. La República debe librarse a sí misma de las congregaciones religiosas, hechandolas fuera con un enérgico golpe. El sistema de medias tasas es peligroso en todas partes; el adversario debe ser aplastado de un solo golpe’. [159] ‘Es fuera de duda’, declaró el presidente de la Asamblea de 1902, Hermano Blatin, con respecto a las elecciones francesas de 1902, ‘que habríamos sido derrotados por nuestros bien organizados adversarios, si la Francmasonería no se hubiera extendido sobre todo el país’. [160]
Junto con esta actividad política, la Francmasonería empleó contra sus adversarios, fueran reales o supuestos, un sistema de espionaje y de falsas acusaciones, cuya exposición provocó la caída del gabinete Masónico de Combes. En verdad, todas las reformas ‘anticlericales’ Masónicas llevadas a cabo en Francia desde 1877, tales como la secularización de la educación, las medidas en contra de las escuelas privadas cristianas y los establecimientos caritativos, la supresión de las órdenes religiosas y la expoliación de la Iglesia, de manera declarada culminaron en una reorganización anticristiana e irreligiosa de la sociedad humana, no sólo en Francia sino en todo el mundo. Por eso la Francmasonería francesa, siendo el abanderado de toda la Francmasonería, pretende inaugurar la era de oro de la república Masónica universal, incluyendo en la hermandad Masónica a todos los hombres y a todas las naciones. ‘La victoria del Galileo’, dijo el presidente del Gran Oriente, Senador Delpech, el 20 de septiembre de 1902, ‘ha durado veinte siglos. Pero ahora él muere a su vez. La misteriosa voz, que anuncio (a Julián el Apóstata) la muerte de Pan, hoy anuncia la muerte del impostor Dios que prometió una era de justicia y paz a aquellos que creían en él. La ilusión ha durado mucho tiempo. El mentiroso Dios desaparece ahora a su vez; muere para reunirse en el polvo de las edades con las divinidades de India, Egipto, Grecia, y Roma, que vieron a muchas criaturas postrarse delante de sus altares. Hermanos Masones, nos alegramos declarando que no somos totalmente ajenos a este derrocamiento de los falsos profetas. La Iglesia Romanista, fundada en el mito Galileo, empezó a deteriorarse rápidamente desde el mismo día en el que se estableció la Asociación Masónica’. [161]
La afirmación de los masones franceses: ‘somos la conciencia del país’, no era cierta. De las estadísticas oficiales se determinó, que en todas las elecciones hasta 1906, la mayoría de los votos fueron en contra del Bloc Masónico, y aun el resultado de 1906 no prueba que el Bloc, o masonería, en sus medidas y propósitos anticlericales representaban la voluntad de la nación, ya que lo contrario es evidente por muchos otros hechos. Mucho menos representa él la ‘conciencia’ de la nación. El hecho es, que el Bloc, en 1906, obtuvo una mayoría tan sólo porque la mayor parte de esta mayoría votó en contra de su ‘conciencia’. Sin duda las reivindicaciones de la Francmasonería en Francia son muy exageradas, y los éxitos que han obtenido son debidos principalmente al rebajamiento de la tonalidad moral en la vida pública y privada, facilitado por la desunión existente entre los católicos y por los serios errores políticos que cometieron. Bastante semejante es el trabajo externo del Gran Oriente de Italia que también pretende ser el porta estandarte de la Francmasonería en la lucha laica de la luz y de la libertad Masónicas en contra de los poderes de ‘la oscuridad espiritual y de la esclavitud’, que se refieren por supuesto al papado, y sueña con el establecimiento de un nuevo y universal imperio republicano con una Roma Masónica, que reemplazara al imperio papal y Cæsareo, como metrópolis. El Gran Oriente de Italia ha declarado frecuentemente que es seguido entusiásticamente en esta lucha por la Francmasonería del mundo entero y, sobre todo, por los centros Masónico de París, Berlín, Londres, Madrid, Calcuta, Washington. [162] No ha sido contradicha ni por una sola Gran Logia en ningún país, ni las alemanas ni otras Grandes Logias no rompieron de ningún modo sus relaciones con ella a causa de su vergonzosa actividad política y anti-religiosa. Pero aunque los objetivos de los masones italianos son quizás más radicales y sus métodos más astuto que los de los franceses, su influencia política, debido a la desigualdad de las condiciones sociales circundantes, es menos fuerte. Lo mismo se puede decir de las Grandes Logias belga y húngara, que también consideran al Gran Oriente de Francia como su modelo político.
Desde 1889, fecha del congreso Masónico internacional, reunido en París, los 16 y 17 de julio de 1889, por el Gran Oriente de Francia, se han hecho sistemáticos y continuos esfuerzos para crear una unión más estrecha de la Francmasonería universal con el fin de realizar eficaz y rápidamente los ideales Masónicos. Los aliados especiales del Gran Oriente en esta tarea son: el Consejo Supremo y la Gran Logia Simbólica de Francia y las Grandes Logias Masónicas de Suiza, Bélgica, Italia, España, Hungría, Portugal, Grecia; Las Grandes Logias de Massachusetts y de Brasil también fueron representadas en el congreso. El programa seguido por el Gran Oriente de Francia, en sus líneas principales, dice así: ‘La Masonería, que preparó la Revolución de 1789, tiene el deber de continuar su trabajo’. [163] Esta tarea se debe de cumplir por la aplicación consistente, completa y estricta, de los principios de la Revolución a todos los departamentos del orden religioso, moral, judicial, legal, político y social. Como las reformas políticas necesarias están realizadas en la mayoría de sus puntos esenciales, de aquí en adelante la aplicación consistente de los principios revolucionarios a las condiciones sociales de la humanidad será la tarea principal de la Masonería. La república social universal, en la que, después del derrocamiento de toda clase de tiranía espiritual y política’, de los poderes dinásticos y ‘teocráticos’ y de los privilegios de clase, reinara la más grande libertad individual posible y una igualdad social y económica en conformidad con los ideales Masónicos franceses, verdaderos objetivos finales de esta labor social.
Los siguientes se consideran como los medios principales: (1) destruir radicalmente, por la persecución abierta de la Iglesia o por un sistema hipócrita y engañoso de separación entre el Estado y la Iglesia, toda influencia social de la Iglesia y de la religión, insidiosamente llamada ‘clericalismo’, y, hasta donde sea posible, destruir a la Iglesia y toda verdadera, i.e., religión sobrehumana, que vaya más allá de un incierto culto de la patria y de la humanidad; (2) Laicizar o secularizar, por un igualmente hipócrita y engañoso sistema de ‘no-sectarismo’, toda vida pública y privada y, sobre todo, la instrucción y educación populares. ‘No-sectarismo’ tal como lo entiende el partido del Gran Oriente es un sectarismo anticatólico e incluso anticristiano, ateo, positivista, o agnóstico disfrazado de no-sectarismo. La libertad de pensamiento y conciencia de los niños tiene que desarrollarse sistemáticamente en el niño en la escuela y ser protegida, lo más que se pueda, en contra de toda influencia perturbadora, no sólo por parte de la Iglesia y de los sacerdotes, sino también de los propios padres de los niños y aun por medio de la coacción moral y física, sí necesario. El partido del Gran Oriente la considera como la indispensable e indefectiblemente vía segura hacia el establecimiento definitivo de la república social universal y de la pretendida paz mundial, como ellos la imaginan, y de la gloriosa era de solidaridad humana y de insuperable felicidad humana en el reino de libertad y justicia. [164]
El esfuerzo para lograr una unión más estrecha con las Francmasonerías angloamericana y alemana se hizo principalmente por la Gran Logia Simbólica de Francia y la ‘Agencia Masónica Internacional’ de Neuchâtel (dirigida por el ex-Gran Maestro suizo Quartier-La Tente), vinculado con la pequeña Gran Logia ‘Alpina’ de Suiza. Estas dos Grandes Logias, como agentes secretos del Gran Oriente de Francia, actuaron como mediadores entre éste y los Cuerpos Masónicos de países anglófonos y alemanes. Con las Grandes Logias inglesas y americanas sus esfuerzos, hasta ahora, habían tenido poco éxito. [165] Sólo la Gran Logia de Iowa parece haber reconocido a la Gran Logia de Francia. [166] La Gran Logia inglesa no sólo rechazó la oferta, sino que incluso declaró, el 23 de septiembre de 1907, por medio de su archivista: ‘Creemos que, estamos mejor en Inglaterra, separados de tal gente. De hecho, la Francmasonería tiene un tan mal olor en el Continente de Europa, a causa de ser explotada por Socialistas y Anarquistas, que tenemos que romper enteramente las relaciones con la mayoría de los Grandes Cuerpos que han abandonado nuestros Linderos’. [167] Las Grandes Logias americanas (Massachusetts, Missouri, etc.), en general, parecen estar resueltas a seguir el ejemplo de las Grandes Logias inglesas.
Las Grandes Logias alemanas, al contrario, por lo menos la mayoría, cedieron ante la presión ejercida en ellas por un gran numero de hermanos alemanes. Cautivadas por el partido del Gran Oriente, el 3 de junio de 1906, la Federación de las ocho Grandes Logias alemanas, por 6 votos a 2, decretó establecer relaciones amistosas oficiales con la Gran Logia, y el 27 de mayo de 1909, por 5 votos a 3, restaurar las mismas relaciones con el Gran Oriente de Francia. Este último decreto provocó las más grandes demostraciones de alegría, triunfo y jubilación en el partido del Gran Oriente, que lo consideró como un evento de gran importancia histórica. Pero entre tanto una discusión en la prensa pública fue provocada por algunos artículos incisivos del ‘Germania’ [168] con el resultado de que, las tres antiguas Grandes Logias Prusianas, que constaban de 37 198 hermanos controladas por el protectorado, abandonando su ambigua actitud enérgicamente condenaron el decreto del 27 de mayo de 1909, y la actitud de las 5 otras así llamadas Grandes Logias ‘humanitarias’ alemanas, que constaban de solo 16 448 hermanos. Se esperaba que, las Grandes Logias británicas y americanas, incitadas por el ejemplo de las Grandes Logias alemanas, frente al secular enemigo común del Vaticano, se unirían al partido del Gran Oriente antes del gran congreso Masónico universal, que se tendría en Roma en 1911. Pero en lugar de una más estrecha unión de la Francmasonería universal soñada por el partido del Gran Oriente, el único resultado fue una división entre las Grandes Logias alemanas por el que la federación misma fue momentáneamente sacudida hasta sus cimientos.
Pero a pesar del fracaso de las negociaciones oficiales, había muchos alemanes y no pocos masones americanos, que evidentemente, favorecían, por lo menos, los principales objetivos anticlericales del partido del Gran Oriente. Sorprendente evidencia de esto fue la resultante y violenta agitación mundial, que, con la ocasión de la ejecución del anarquista, Hermano Ferrer, 31, un miembro activo del Gran Oriente de Francia [169] fue provocada por los Grandes Orientes de Francia [170] y de Italia [171] para motivar la organización de un Kulturkampf internacional según el modelo francés. En casi todos los países de Europa, la separación del Estado y de la Iglesia y la laicizacion o neutralización de la enseñanza y educación populares, fueron y son todavía exigidas por todos los partidos de Izquierda con redoblada impetuosidad.
El hecho de que hay también masones americanos, que evidentemente defienden laKulturkampf en América e inspiran la Kulturkampf internacional, es atestado por el ejemplo de los Hermanos. J.D. Buck, 33 y A. Pike, 33. Buck publicó un libro, ‘El Genio de la Francmasonería’, en el que defiende muy enérgicamente una Kulturkampf para los Estados Unidos. Este libro que, en 1907, estaba en su 3ra edición, se recomienda ardientemente a todos los masones americanos por los periódicos Masónicos. A. Pike, como el Gran Comendador del Supremo Consejo Maestro Mundial (Charleston, Carolina del Sur) no perdió ninguna oportunidad para, en sus cartas, excitar el espíritu anticlerical de sus colegas. En una larga carta del 28 de diciembre de 1886, por ejemplo, le ruega al Gran Comendador italiano, Timoteo Riboli, 33, amigo íntimo de Garibaldi, de hacer todo lo que este en su poder, para unir a la Masonería italiana en contra del Vaticano. El escribe:
El Papado. . . ha sido durante mil años el verdugo y la maldición de la Humanidad, la impostura más desvergonzada, en su pretensión al poder espiritual de todas las edades. Con sus túnicas empapadas y apestando con la sangre de medio millón de seres humanos, siempre con el apreciado olor de carne humana quemada en sus narices, se regocija con la renovada perspectiva del poder. Ha enviado por todo el mundo sus anatemas en contra del gobierno Constitucional y del derecho de los hombres a la libertad de pensamiento y conciencia.
Además,
‘En presencia de esta ‘Cobra di capello’ espiritual, este enemigo mortal, traicionero, asesino, el más formidable poder en el mundo, la unidad de la Masonería italiana es de necesidad absoluta y suprema; y ante esta necesidad superior y omnipotente todas las consideraciones menores deben deferirse; las disensiones y la desunión, en presencia de este enemigo de la raza humana son criminales’. ‘no debe haber ninguna insistencia inflexible, intransigente en opiniones particulares, teorías, prejuicios, profesiones: sino, al contrario, concesiones mutuas y cooperación armoniosa’. ‘La Francmasonería del mundo se regocijará al ver cumplida y consumada la Unidad de la Francmasonería italiana’. [172]
Periódicos Masónicos importantes, por ejemplo, ‘El Tyler-Keystone Americano’ (Ann Arbor), abiertamente patrocinan los esfuerzos del Partido del Gran Oriente francés. ‘La absoluta unidad del Gremio’, dice el Antiguo Gran Maestro Clifford P. MacCalla (Pennsylvania), ‘es un glorioso concepto’. ‘Ni las fronteras de los Estados ni los vastos océanos separan a la Fraternidad Masónica. Por todas partes es una’. ‘No hay iglesia universal, ni Cuerpo universal de política; solo hay una Fraternidad universal, esta Francmasonería; y cada Hermano que es un miembro digno, puede sentirse orgulloso de ella’. [173] Debido a la solidaridad existente entre todos los Cuerpos Masónicos y entre los masones individuales, todos son solidariamente responsables por las maldades de sus compañeros miembros.
Masones representativos, sin embargo, exaltan la pretendida saludable influencia de su orden en la cultura y el progreso humanos. La Masonería’, dice Frater, Gran Orador, Washington, ‘es el santuario de grandes pensamientos, de bellos sentimientos, el seminario para el perfeccionamiento de los estándares moral y mental de sus miembros. Es como un deposito de moralidad que llueve su benigna influencia en la mente y en el corazón’. [174] ‘La Francmasonería Moderna’, según otros masones, ‘es un reformador social y moral’. [175] ‘nadie’, dice el ‘Keystone’ de Chicago, ‘ha calculado o puede calcular el tan extenso carácter de la influencia de la Masonería en el mundo. No se limita de ninguna manera a los Cuerpos del Gremio. Cada iniciado es un portador de la luz, una fuente luminosa’. [176] ‘En Alemania como en los Estados Unidos y Gran Bretaña aquellos que han sido lideres de hombres en la vida intelectual, moral y social, han sido francmasones. Ejemplos eminentes en el pasado han sido los Hermanos Fichte, Herder, Wieland, Lessing, Goethe. El más grande de todos ellos fue I.W. von Goethe. Bien podemos estar orgullosos de un tal hombre’ [177] etc. Los Masones alemanes [178] reivindican para la Francmasonería una parte considerable en el espléndido desarrollo de la literatura alemana en los siglos XVIII y XIX. Estas reivindicaciones, sin embargo, cuando se examinan con espíritu crítico, resultan o infundadas o exageradas. La Francmasonería inglesa, estaba entonces en un bajo nivel moral e intelectual y retrogradando hacia la ortodoxia, no estaba calificada para ser la creadora o un factor importante en la libre pensadora ‘Cultura de la Ilustración’. La Masonería alemana, entonces dominada por el sistema sueco y la Estricta Observancia e intelectual y moralmente degenerada, como los mismos historiadores Masónicos lo reconocen, no estaba en mejor condición. En verdad los principales hombres literarios de la época, Lessing, Goethe, Herder, etc. fueron cruelmente engañados y defraudados por lo que vieron y experimentaron en su vida de la Logia. [179] Lessing habló con desdén de la vida de la Logia; Goethe describió las asociaciones Masónicas y sus hechos como ‘necios y pícaros’; Herder escribió, el 9 de enero de 1786, al famoso Hermano filólogo Heyne; ‘sostengo un odio mortal a las sociedades secretas y, como resultado de mi experiencia, tanto dentro de sus círculos más íntimos y fuera de ellas, las mando a todas el demonio. Por las constantes conspiraciones para dominar y el espíritu de intriga que se arrastra bajo la cubierta’. [180]
La Francmasonería, lejos de contribuir a la grandeza literaria de estos u otros hombres importantes, se aprovechó del esplendor exterior que su membresia reflejó en ella. Pero la ventaja no fue de ninguna manera merecida, ya que, aun en la plenitud de su fama literaria, no ellos, sino estafadores ordinarios, como Johnson, Cagliostro, etc., fueron los centros alrededor de los cuales el mundo Masónico gravitó. Todos los hombres superiores pertenecientes a la Francmasonería: Fichte, Fessler, Krause, Schröder, Mossdorf, Schiffman, Findel, etc., cuando se esforzaron por depurar la vida de la Logia de la charlatanería, fueron tratados ignominiosamente por la mayoría de los masones ordinarios y aun por las autoridades de la Logia. Hombres de semejante tendencia de pensamiento son estigmatizados por partidarios Masónicos ingleses y americanos como ‘materialistas’ e ‘iconoclastas’. [181] Pero cierto es que las Logias trabajan silenciosa y efectivamente por la propagación y aplicación de los principios Masónicos ‘no-sectarios’ en la sociedad y vida humanas. Las revistas Masónicas abundan en pasajes a este efecto. Así el Hermano Richardson de Tennessee afirma: ‘La Francmasonería hace su trabajo silenciosamente, pero es el trabajo de un río profundo, que silenciosamente empuja hacia el océano, etc.’ [182] ‘El abandono de viejos temas y la formación de nuevos’, explicó el Supremo Gran sacerdote, J.W. Taylor (Georgia), ‘no siempre surge de la causa inmediatamente perceptible que el mundo designa, sino que es la culminación de principios que han trabajado en las mentes de hombres por muchos años, hasta que por fin el momento apropiado y el ambiente propicio encienden la verdad latente en vida, y, como la luz de la razón fluye de mente a mente y la unidad de propósito de corazón a corazón, entusiasmando a todos con una poderosa causa común y moviendo naciones como un solo hombre hacia la realización de grandes fines. Con este principio la Institución de la Francmasonería difunde su influencia al mundo de la humanidad. Trabaja calladamente y en secreto, pero penetra a través de todos los intersticios de la sociedad con sus muchas relaciones, y los recipientes de sus muchos favores son intimidados por sus grandes logros, pero no pueden decir de donde llegó’. [183] El ‘Voice’ (Chicago) escribe: ‘Nunca antes en la historia de las edades ha la Francmasonería ocupado una posición tan importante, como en el momento actual. Nunca fue su influencia tan notable, el número de sus miembros tan extenso, su enseñanza tan venerada’. ‘Hay más masones fuera de la gran Hermandad que dentro de ella’. A través de su ‘moralidad pura’ con la que la Francmasonería pura es sinónima, ‘influencia a la sociedad y, imperceptiblemente, siembra la semilla que trae fruto en sanas leyes y virtuosos decretos. Sostiene el derecho, releva al apurado, defiende al débil y levanta al caído (por supuesto, todo se entiende en el sentido Masónico antes explicado). Así, silenciosa pero segura y continuamente, construye en el gran tejido de la sociedad humana’. [184]
La real fuerza de la Francmasonería en su trabajo externo es en verdad, que hay más masones y con frecuencia mejor calificados para el desempeño del trabajo Masónico, fuera de la hermandad que dentro de ella. La Francmasonería misma en Europa y en América funda sociedades e instituciones similares en forma y objetivo para todas las clases sociales e infunde en ellas su espíritu. Así según Gould [185] la Francmasonería, desde aproximadamente 1750, ‘ha ejercitado una influencia notable sobre todas las otras sociedades con obligación de juramento’. Lo mismo declaran los Hermanos L. Blanc, Deschamps, etc. por Alemania y otros países. En los Estados Unidos según la ‘Enciclopedia de Fraternidades’, existen más de 600 sociedades secretas, funcionando más o menos bajo el velo de formas modeladas en el simbolismo Masónico y por la mayor parte notablemente influenciadas por la Francmasonería, de manera que uno de cada tres adultos varones en los Estados Unidos es miembro de una o más de tales sociedades secretas. ‘La Francmasonería’, dice la ‘Enciclopedia’, p.v., ‘es por supuesto, mostrada como la Madre-Fraternidad de hecho y de nombre’. ‘Pocos de los que estén bien informados en el tema, negarán que la Fraternidad Masónica sea directa o indirectamente la organización madre de todas las sociedades secretas modernas, buenas, malas e indiferentes’. [186]
Muchos francmasones angloamericanos están habituados a protestar fuertemente en contra de todos los cargos que acusan a la Francmasonería de interferir en asuntos políticos o religiosos o de hostilidad a la Iglesia o deslealtad a las autoridades públicas. Incluso alaban a la Francmasonería como ‘uno de los baluartes más fuertes de la religión’ [187] ‘la sirvienta de la religión’ [188] y la ‘sirvienta de la iglesia’. [189] ‘no hay nada en la naturaleza de la Sociedad’, dice el ‘Artesano Real’, Nueva York, ‘que haga necesario renunciar a una sola frase de cualquier creencia, ni a abandonar ninguna costumbre religiosa o a eliminar un dogma de fe. A nadie se le pide que niegue la Biblia, o que cambie su relación con la Iglesia o a ser menos atento a las enseñanzas de sus instructores y consejeros espirituales’. [190] ‘La Masonería en verdad contiene la medula de la Cristiandad’. [191] ‘Es un gran error el pensar que es un enemigo de la Iglesia’. ‘No se presenta a sí misma como un substituto de esa institución predestinada por Dios’. ‘Se presenta a sí misma como un asociado, como un aliado, como un ayudante en la gran obra de la regeneración de la raza, del ennoblecimiento del hombre’. [192] En consecuencia, ‘negamos el derecho a la Iglesia Romish (Romana) de excluir de su comunión aquellos de su grey que han tomado responsabilidades en la Orden de la Francmasonería’. [193] Aunque tales protestaciones parecen ser sinceras e incluso muestran un elogiable deseo de sus autores de no entrar en conflicto con la religión y la Iglesia, son desmentidos por bien conocidos hechos. Indudablemente la Francmasonería y la religión ‘cristiana’ o ‘católica’ no se oponen la una a la otra, cuando los masones, algunos por error y otros hipócritamente entiende ‘cristiano’ o ‘católico’ en el sentido Masónico precedentemente descrito, o cuando la misma Masonería, equivocadamente, se considera como una institución ortodoxa cristiana. Pero entre la ‘Masonería’ y la religión ‘cristiana’ o ‘católica’, tomadas como verdaderamente son: entre la Francmasonería ‘no-sectaria’ y la Cristiandad o el Catolicismo ‘dogmáticos, ortodoxos’, hay una oposición radical. Es vano decir: aunque la Masonería es oficialmente ‘no-sectaria’, no impide a masones individuales el ser ‘sectarios’ en sus relaciones no Masónicas; ya que en su ‘no-sectarismo’ oficial, la Francmasonería necesariamente combate todo lo que la Cristiandad contiene fuera de la ‘religión universal en la que todos los hombres están de acuerdo’, por consiguiente todo aquello que es característico de la religión cristiana y católica. La Francmasonería combate estos rasgos distintivos no sólo como superfluos y meramente subjetivos, sino también como adiciones espurias que desfiguran la verdad objetiva universal, que profesa. Ignorar Cristo y la Cristiandad, es prácticamente rechazarlos como estructuras que no son esenciales.
Pero la Francmasonería va más lejos y ataca al Catolicismo abiertamente. La ‘Voice’ (Chicago), por ejemplo, en un artículo que empieza: ‘no hay nada en la religión católica que sea adverso a la Masonería’, continúa,
porque la verdad es, que la Masonería encarna esa religión en la que todos los hombres están de acuerdo. Esto es tan verdadero como que toda religión verdadera, dondequiera que se encuentre, es en substancia la misma. Ni está en él poder de ningún hombre ni Cuerpo de hombres el hacerlo de otra manera. Doctrinas y formas de observancia conformes a la piedad, impuestas por directores espirituales, pueden ser tan variadas como las direcciones del viento; y como estos últimos pueden guerrear el uno con el otro sobre la faz de la tierra entera, pero no son religión. Intolerancia y celo, las suposiciones del clero, con todas sus innumerables invenciones para amplificar e impresionar al mundo. . . son siempre las principales causas de disputa, odio y venganza, que difaman y destierran a la religión y sus inseparables virtudes, y provocan daño atroces, dondequiera que se encuentra la humanidad en la tierra. El papado y el clero están tan unidos, que pueden ser llamados lo mismo; la verdad es, que el primero no es ni más ni menos que un caso especial del segundo, que es una forma particular de un principio vicioso, que él mismo no es sino el resultado del orgullo de la autosuficiencia y del deseo de poder. Nada de lo que se puede nombrar, es más repugnante al espíritu de la Masonería, no hay nada en contra de lo que más cuidadosamente nos defendamos, y esto ha sido siempre bien entendido por todos los maestros expertos, y debe en verdad decirse, que tal es la sabiduría de las enseñanzas, i.e. de la instrucción Masónica en las Logias, etc. [194]
Similares discusiones, que contienen en casi cada palabra un ataque oculto o abierto en contra de la Cristiandad, abundan en las verdaderas revistas y libros Masónicos de todos los países. El ex Gran Diácono J.C. Parkinson, un ilustre Masón inglés, francamente confiesa: ‘Los dos sistemas, el Romanismo y la Francmasonería, no son sólo incompatibles, sino que se oponen radicalmente el uno al otro’ [195] y masones americanos dicen: ‘no haremos francmasón un hombre, hasta que sepamos que no es católico’. [196]
Con respecto a la lealtad hacia el ‘gobierno legal’ masones americanos pretenden que ‘en todas partes los Francmasones, individual y colectivamente, son defensores fieles y activos de los gobiernos republicanos o constitucionales’. [197] ‘Nuestros principios son todos republicanos’. [198] ‘Fidelidad y Lealtad, y paz y orden, y subordinación a las autoridades legales son los dioses tutelares de la Francmasonería’ [199] y francmasones ingleses declaran que, ‘la lealtad de los masones ingleses es proverbial’. [200] Estas protestaciones de francmasones ingleses y americanos, en general, se consideran sinceras en lo que concierne a sus gobiernos reales. Ni aun el revolucionario Gran Oriente de Francia piensa en derrocar el orden político actual en Francia, lo que seria en total conformidad con sus deseos. La pregunta es, si los francmasones respetan un Gobierno legítimo en su propio y en otros países, cuando no esta inspirado por principios Masónicos. En este aspecto tanto los francmasones ingleses como los americanos, por sus principios y conducta, provocan el veredicto condenatorio de la opinión pública ilustrada e imparcial. Hemos ya precedentemente indicado el caprichoso Artículo II de los ‘Antiguos Cargos’, calculado para alentar la rebelión en contra de los Gobiernos que no están de acuerdo con los deseos de la Francmasonería. La ‘Crónica del Francmasón’ no hace mas que expresar fielmente los sentimientos de la Francmasonería angloamericana, cuando escribe:
Si afirmáramos que bajo ninguna circunstancia se ha encontrado a un Masón dispuesto a tomar las armas en contra de un mal gobierno, declararíamos solamente que, en momentos de prueba, cuando el deber, en el sentido Masónico, para con el estado significa antagonismo al Gobierno, habrían fracasado en el deber más alto y más sagrado de un ciudadano. La rebelión en algunos casos es un deber sagrado, y nadie, sino un intolerante o un necio, dirá, que nuestros compatriotas se equivocaron, cuando tomaron las armas en contra del Rey James II. La lealtad a la libertad, en un caso de esta clase, anula todas las otras consideraciones, y cuando rebelarse significa ser libre o perecer, sería inútil insistir en que un hombre debe recordar obligaciones que nunca se pensaron para robarlo de su condición de ser humano y de ciudadano. [201]

Tal lenguaje satisfaría igualmente a todo movimiento anárquico. Las declaraciones citadas se hicieron en defensa de masones conspiradores españoles. Sólo una página más allá, la misma revista Masónica inglesa escribe: ‘Ciertamente la Masonería italiana, que ha rendido un tan inestimable servicio en la regeneración de este país tan espléndido’, ‘es digna de la alabanza más alta’. [202] ‘Una francmasón, movido por altos principios’, dice la ‘Voice’ (Chicago), ‘asestaría justificadamente un golpe a la tiranía y se asociaría con otros para obtener el necesario remedio, por medios que ordinariamente no son justificables. La historia ofrece muchos casos de actos que han sido justificados por eventos posteriores, y ninguno de nosotros, masones o no, nos inclinamos a condenar los complotes tramados entre Paul Revere, Dr. J. Warren y otros, en la antigua Taberna del Dragón Verde, el cuartel general de la Francmasonería Colonial en Nueva Inglaterra, porque estos complotes fueron inspirados por elevados propósitos y el resultado no sólo los justifico, sino que coronó a esos héroes con la gloria’. [203] ‘Ningún francmasón’ dijo Right Rev. H.C. Potter en el centenario del Gran Capítulo del Arco Real, Nueva York, ‘puede honorablemente doblar la rodilla delante de ningún potentado extranjero (ni siquiera delante del Rey Edward VII de Inglaterra) civil o eclesiástico (el Papa) o ofrecer fidelidad a ninguna soberanía extranjera, temporal o espiritual’. [204] De esta declaración es evidente que, según Potter, ningún católico puede ser Masón. En conformidad con estos principios, francmasones americanos e ingleses apoyaron a los lideres del movimiento revolucionario en el continente europeo. Kossuth, que ‘había sido un líder en la rebelión contra la tiranía austríaca’, fue entusiásticamente recibido por masones americanos, solemnemente iniciado en la Francmasonería en Cincinnati, el 21 de abril de 1852, y se le ofreció un generoso regalo como prueba de ‘que en el altar de la Logia de San Juan el fuego del amor irradió tan intensamente, que encendió con su luz incluso los más profundos apartados y las fortalezas montañosas de Hungría’. [205] Garibaldi, ‘el más grande francmasón de Italia’ [206] y Mazzini fueron también alentados por los francmasones angloamericanos en sus empresas revolucionarias. [207] ‘El Masón tenaz’, dice la ‘Voice’ (Chicago)’, nunca será hallado comprometido en conspiraciones o complotes con el propósito de derrocar y subvertir un gobierno basado en los principios Masónicos de libertad y derechos equitativos’. [208] ‘Pero’ declara Pike, ‘con lengua y pluma, con todas nuestras influencias abiertas y secretas, con el dinero, y si fuera menester, con la espada, promoveremos la causa del progreso humano y laboraremos para conceder derechos políticos al pensamiento humano, darle libertad a la conciencia humana (sobre todo de las ‘usurpaciones’ papales) y derechos justos a la gente en todas partes. Dondequiera que una nación luche por ganar o recuperar su libertad, dondequiera que la mente humana afirme su independencia y las personas exijan sus derechos inalienables, allí irá nuestra más cordial simpatía’. [209]

VIII. ACCION DE LAS AUTORIDADES DEL ESTADO Y DE LA IGLESIA

Bastante curiosamente, el primer soberano que se unió y protegió a la Francmasonería fue el Emperador católico alemán Francisco I, fundador de la línea real de Austria, mientras que las primeras medidas contra la Francmasonería fueron tomadas por Gobiernos Protestantes: Holanda, 1735; Suecia y Ginebra, 1738; Zurich, 1740; Berna, 1745. En España Portugal e Italia, medidas contra la Masonería fueron tomadas después de 1738. En Bavaria la Francmasonería se prohibió en 1784 y 1785; en Austria 1795; en Baden 1813; en Rusia 1822. Desde 1847 se ha tolerado en Baden, desde 1850 en Bavaria, desde 1868 en Hungría y España. En Austria la Francmasonería se prohibió porque, tal como la Corte Superior de la Administración correctamente declaró el 23 de enero de 1905, una asociación Masónica, aunque establecida de acuerdo con la ley, ‘sería un miembro de una gran organización (internacional) (en realidad regida por los ‘Antiguos Cargos’, etc. según los principios generales y objetivos Masónicos), cuyos verdaderos reglamentos se mantendrían ocultos de las autoridades civiles, de manera que no se puede controlar la actividad de los miembros’. [210] De hecho se da por sentado que los masones Austro-húngaros, cualesquiera que fueran los estatutos que pudieran presentar al Gobierno austríaco para obtener su autorización, continuarían de hecho a tener al Gran Oriente francés como su verdadero modelo, y a los Hermanos Kossuth, Garibaldi, y Mazzini como los héroes, que se esforzarían de imitar. El decreto Prusiano de 1798 prohibió la Francmasonería en general, exceptuando las tres antiguas Grandes Logias Prusianas que el protectorado sometía a un estricto control por el Gobierno. Este decreto, aunque jurídicamente abrogado por el decreto del 6 de abril de 1848, prácticamente, según una decisión de la Suprema Corte del 22 de abril de 1893, debido a una interpretación errónea de los órganos de la administración, permaneció en vigor hasta 1893. De igual manera, en Inglaterra se aprobó una Acta del Parlamento, el 12 de julio de 1798, para la ‘supresión más eficaz de las sociedades establecidas para sediciones y propósitos traicioneros y para evitar traiciones y prácticas sediciosas’. Por esta Acta las asociaciones y reuniones Masónicas en general fueron prohibidas, y sólo las Logias existentes el 12 de julio de 1798, y regidas según las antiguas reglas de la Masonería del reino fueron toleradas, a condición de que dos representantes de la Logia debiesen tomar el juramento, delante de los magistrados, de que la Logia existía y era regida tal como el Acto ordenaba. [211] Durante el período 1827-34, se tomaron medidas en contra de la Francmasonería en algunos de los Estados Unidos de América. Acerca de los países europeos se puede declarar que, todos aquellos Gobiernos que no se habían originado en el movimiento revolucionario, se esforzaron por protegerse en contra de las sociedades secretas Masónicas.

La acción de la Iglesia esta resumida en las declaraciones papales en contra de la Francmasonería desde 1738, las más importantes de las cuales son:

Clemente XII, Const. ‘In Eminenti’, 28 abril, 1738;
Benedicto XIV, ‘Providas’, 18 mayo, 1751;
Pío VII, ‘Ecclesiam’, 13 septiembre, 1821;
León XII, ‘Quo graviora’, 13 marzo, 1825;
Pío VIII, Encycl. ‘Traditi’, 21 mayo, 1829;
Gregorio XVI, ‘Mirari’, 15 agosto, 1832;
Pío IX, Encycl. ‘Qui pluribus’, 9 noviembre, 1846;
Pío IX, Alloc. ‘Quibus quantisque malis’, 20 abril, 1849;
Pío IX, Encycl. ‘Quanta cura’, 8 diciembre, 1864;
Pío IX, Alloc. ‘Multiplices inter’, 25 septiembre, 1865;
Pío IX, Const. ‘Apostolicæ Sedis’, 12 octubre, 1869;
Pío IX, Encycl. ‘Etsi multa’, 21 noviembre, 1873;
León XIII, Encycl. ‘Humanum genus’, 20 abril, 1884;
León XIII, ‘Præclara’, 20 junio, 1894;
León XIII, ‘Annum ingressi’, 18 marzo, 1902 (en contra de la Francmasonería italiana);
León XIII, Encycl. ‘Etsí nos’, 15 febrero, 1882;
León XIII, ‘Ab Apostolici’, 15 octubre, 1890.

Estas declaraciones pontificales de la primera a la ultima están en completa armonía, las últimas reafirman las primeras con los desarrollos exigidos por el crecimiento de la Francmasonería y otras sociedades secretas.

Clemente XII con precisión indica las razones principales por las cuales las asociaciones Masónicas, según los puntos de vista católico, cristiano, moral, político y social, deben ser condenadas. Estas razones son:

El peculiar, ‘no-sectario’ (en verdad, anticatólico y anticristiano) carácter naturalista de la Francmasonería, por el que teórica y prácticamente menoscaba la fe católica y cristiana, primero en sus miembros y a través de ellos en el resto de la sociedad, crea indiferencia religiosa y desprecio por la ortodoxia y la autoridad eclesiástica.
El secreto inescrutable y el engañoso siempre cambiante disfraz de la asociación Masónica y de su ‘obra’, por la que ‘hombres de esta especie entran como ladrones dentro de la casa y como zorros maniobran para desarraigar el viñedo’, ‘pervirtiendo el corazon de los humildes’, arruinando su bienestar espiritual y temporal.
Los votos de secreto y de fidelidad a la Masonería y a la obra Masónica, que no pueden ser justificados en su propósito, su objeto, o su forma, y no pueden, por consiguiente, causar ninguna obligación. Los juramentos son condenables, porque el propósito y objeto de la Masonería son ‘perversos’ y censurables, y el aspirante, en la mayoría de los casos, ignora la importancia o la magnitud de la obligación que él toma. Además los ‘secretos’ ritualisticos y doctrinales que son el objeto principal de la obligación, según las autoridades Masónicas superiores, o son naderías o ya no existen. [212] En ambos casos el juramento es un abuso condenable. Incluso las maneras de reconocimiento Masónico, que se presentan como el principal y único ‘secreto’ indispensable de la Masonería, están publicadas en muchos libros impresos. En consecuencia, los verdaderos ‘secretos’ de la Masonería, si tales hay, pueden sólo ser las conspiraciones políticas o anti-religiosas como los complotes de las Grandes Logias en los países latinos. Pero tales secretos, condenados, al menos teóricamente, por los mismos masones angloamericanos, no harían el juramento u obligación sino más inmoral y por consiguiente nulo e inválido. Por eso en todo aspecto, los juramentos Masónicos no son sólo sacrílegos sino también un abuso contrario al orden público que requiere de juramentos y compromisos solemnes como el principal medio para mantener la veracidad y la lealtad en el Estado y en la sociedad humana, y que, por tanto, no deben ser envilecidos ni caricaturizados. En la Masonería se degrada el juramento aun más por su forma que incluye las penalidades más atroces, por la ‘violación de obligaciones’ que ni siquiera existen; una ‘violación’ que, en verdad sería y en muchos casos es, un deber imperioso.
El peligro que tales sociedades representan para la seguridad y la ‘tranquilidad del Estado’ y para ‘la salud espiritual de las almas’, y por tanto su incompatibilidad con las leyes civil y canónica. Porque aun admitiendo que algunas asociaciones Masónicas no persiguieran ningún propósito contrario a la religión y al orden público, serían sin embargo contrarias al orden público, porque por su misma existencia como sociedades secretas basadas en los principios Masónicos, alientan y promueve la fundación de otras sociedades secretas muy peligrosas y hacen difícil, si no imposible, la acción eficaz de las autoridades civiles y eclesiásticas en contra de ellas.

De los otros decretos papales sólo algunas declaraciones características requieren el ser mencionadas. Benedicto XIV apela con la mayor urgencia a los príncipes católicos y a los poderes civiles para obtener su ayuda en la lucha contra la Francmasonería. Pío VIIcondena la sociedad secreta de los Carbonari que, si no un vástago, es ‘seguramente una imitación de la sociedad Masónica’ y, como tal, ya incluida en la condenación emitida contra ella. León XII deplora el hecho de que los poderes civiles no hayan tomado en cuenta los primeros decretos papales y, en consecuencia, que de las antiguas sociedades Masónicas hayan surgido sectas aun más peligrosas. Entre ellas la ‘Universitaria’ se menciona como la más perniciosa. ‘Se debe considerar cierto’, dice el papa, ‘que estassociedades secretas están enlazadas por el vínculo de los mismos propósitos criminales’.Gregorio XVI de la misma manera declara que las desgracias de la época son principalmente debidas a la conspiración de las sociedades secretas, y como León XII, deplora la indiferencia religiosa y las falsas ideas de tolerancia propagadas por lassociedades secretasPío IX [213] describe la Francmasonería como una organización insidiosa, fraudulenta y perversa perjudicial para la religión y la sociedad; y condena nuevamente ‘esta Masónica y otras sociedades semejantes, que difieren sólo en apariencia, y que se unen constante y abiertamente o en secreto complot contra la Iglesia o la autoridad legal’. León XIII (1884) dice: ‘Hay varias sectas, que aunque difieren en nombre, rito, forma y origen, están sin embargo tan unidas por una comunidad de propósitos y por la similitud de sus principales principios que no son verdaderamente mas que una con la secta Masónica, que es una clase de centro, de donde todas ellas proceden y adonde todas ellas regresaran’. El propósito final de la Francmasonería es ‘el derrocamiento de todo el orden religioso, político y social basado en las instituciones cristianas y el establecimiento de un nuevo estado de cosas según sus propias ideas y basado en sus principios y leyes de Naturalismo puro’.

En vista de estas varias razones a los católicos, desde 1738, les está, bajo pena deexcomunión incurrida ipso facto y reservada al papa, estrictamente prohibido entrar o promover de cualquier manera las sociedades Masónicas. La ley ahora en vigor [214] pronuncia la excomunión en ‘aquellos que entran en las sectas Masónicas o delCarbonarias u otras del mismo tipo, que, abiertamente o en secreto, complotan en contra de la Iglesia o autoridad legal y aquellos que de cualquier manera favorisan estas sectas o no denuncia a sus jefes y miembros principales’. Bajo este encabezado se debe también hacer mención de la ‘Instrucción Práctica de la Congregación de la Inquisición del 7 de mayo de 1884 [215] y de los decretos de los Concilios Provinciales de Baltimore, 1840; Nueva Orleans, 1856; Quebec, 1851, 1868; del primer Consejo de las Colonias inglesas, 1854; y particularmente de los Concilios Plenarios de Baltimore, 1866 y 1884. [216] Estos documentos se refieren principalmente a la aplicación de los decretos papales según la condición peculiar de las provincias eclesiásticas respectivas. El Tercer Consejo de Baltimore, n. 254 sig., expone el método de determinar si si o no una sociedad se debe considerar como incluida en la condenación papal de la Francmasonería. En esto reserva la decisión final a una comisión que consta de todos los arzobispos de las provincias eclesiásticas representadas en el concilio, y, si no puede llegar a una conclusión unánime, refiere a la Santa Sede.

Estos decretos papales y censuras en contra de la Francmasonería han sido frecuentemente la ocasión de cargos erróneos e injustos. La excomunión se interpretó como una ‘imprecación’ que maldijo a todos los francmasones y los condenó a la perdición. En verdad, una excomunión es simplemente una pena eclesiástica, por la que los miembros de la Iglesia deben ser disuadidos de cometer acciones que son criminales según la ley eclesiástica. El papa y los obispos, por consiguiente, como fieles pastores del rebaño de Cristo, no puede sino condenar a la Francmasonería. Traicionarían, comoClemente XII declaró, sus deberes más sagrados, si no se opusieran con todo su poder a la propagación insidiosa y a la actividad de tales sociedades en los países católicos o con respecto a los católicos en los países mixtos y protestantes. La Francmasonería promueve sistemáticamente la indiferencia religiosa y socava las verdaderas Fe y vida, i.e., cristianas ortodoxas y católicas. La Francmasonería es esencialmente Naturalismo y, en consecuencia, opuesta a todo supernaturalismo. Acerca de algunas acusaciones particulares de León XIII (1884) desafiadas por los francmasones, ej., el carácter ateo de la Francmasonería, se debe observar, que el papa considera la actividad de las sociedades Masónicas y similares en su totalidad, aplicándoles el término que designa a la mayor parte de estas sociedades y entre los Cuerpos Masónicos aquellos, que promueven los así llamados ‘anticlericales’, en realidad irreligiosos y revolucionarios, principios de la Francmasonería lógicamente a sus ultimas consecuencias y así, en verdad, son, tal como eran, los fortines avanzados y portaestandartes del total e inmenso ejército anticatólico y anti-papal en la guerra mundial espiritual de nuestra época. En este sentido también el papa, de acuerdo con una visión bíblica y evangélica fundamental desarrollada por San Agustín en su ‘De civitate Dei’, así como el poeta Masónico Carducci en su ‘Himno a Satanás’, considera a Satanás como el jefe supremo espiritual de este ejército hostil. De esta manera, León XIII (1884) explícitamente declara:

Lo que decimos, debe ser entendido de la secta Masónica en la acepción universal del término, ya que incluye a todas las sociedades aparentadas y asociadas, pero no de las personas que son miembros. Puede haber personas entre estos, y no pocos, que, aunque no libres de la culpa de haberse comprometido ellos mismos en tales asociaciones, no son ellos mismos cómplices en sus actos criminales ni están enterados del objetivo final que estas asociaciones se esfuerzan por obtener. De la misma manera, es quizás posible que, algunos de los varios Cuerpos de la asociación, no aprueben de ninguna manera ciertas conclusiones extremas, que aceptarían consistentemente como consecuencia necesaria de los principios generales comunes a todos, si no fueran disuadidos por el carácter depravado de las conclusiones.

‘La federación Masónica se debe juzgar no tanto por los actos y cosas que ha llevado a cabo, sino por la totalidad de sus principios y propósitos’.

NOTAS

[1] The Freemason’s Chronicle [La Crónica de La francmasonería], 1908, I, 283, se le referencia frecuentemente en este artículo como Chr.
[2] Concise Hist. [Breve Hist]., 109, 122.
[3] Gould, ‘Hist.’, I, 378, 379, 410; II, 153 sigs. siguientes
[4] A. Q. C., VIII, 35. 155 sig.; Boos, 104 [sigs.
[5] A. Q. C., X, 10-30; IX, 167.
[6] A. Q. C., XI, 166-168.
[7] Vorgeschichte, I, 1909, 42-58.
[8] A. Q. C., X, 20-22.
[9] Gould, Concise History [Breve Historia], 166 sig.
[10] Simbolismo de la Francmasonería, 1869, 303.
[11] 1900, I, 320 sig.
[12] ‘Transacciones de la Logia Ars Quatuor Coronatorum’, XI (Londres, 1898), 64.
[13] Enciclopedia, 296.
[14] Chr., 1890, II, 145.
[15] Donnelly, ‘Atlantis el Mundo Antediluviano’.
[16] Oliver, I, 20, sig.
[17] Chr., 1880, I, 148; II, 139; 1884, II, 130; Gruber, 5, 122-128.
[18] Ver, por ejemplo, ‘The Voice’ de Chicago, Chr., 1885, I, 226.
[19] Ritual inglés, 1908, casi idéntico a otros rituales inglés, irlandés, escocés, y americano.
[20] Ver Gould, ‘Hist.’, I, 408, 473, etc.
[21] ‘Handbuch’, 3ra ed., I, 321; Begemann, ‘Vorgeschichte, etc.’., 1909, I, 1 sigs.
[22] Historia, II, 2, 121.
[23] A. Q. C., X, 128.
[24] Enciclopedia, 296 sig.
[25] 3, 17-39.
[26] Chr., 1878, I, 187, 194 sigs.
[27] Mackey, ‘Jurisprudencia’, 17-39; Chr., 1878, I, 194 sigs.; 1888, I, 11).
[28] Fischer, I, 14 sig.; Groddeck, 1 sigs., 91 sigs.; ‘Handbuch’, 3ra ed., II, 154.
[29] Gran Logia Ms. No. 1, Gould, ‘Breve Historia’, 236; Thorp, Ms. 1629, A. Q. C., XI, 210; Rawlinson Ms. 1729-39 A. Q. C., XI, 22; Hughan, ‘Cargos Antiguos’.
[30] Groddeck; ‘Handbuch’, 3ra ed., I, 466 sigs.
[31] Oliver, ‘Ruina’, I, 96; 332.
[32] Chr., 1876, I, 113.
[33] también ver Chr., 1878, I, 180; 1884, II, 38; etc., Gould, ‘Hist. Breve’, 289 sig.
[34] Lexicon, 42.
[35] Kunsturkunden, 1810, I, 525.
[36] Begemann, ‘Vorgeschichte’, II, 1910, 127 sig., 137 sig.
[37] Calcott, ‘Una Disquisition Cándido, etc.’, 1769; Oliver, ‘Ruinas’, II, 301.
[38] Gould, ‘Historia’, II, 400.
[39] Calcott; Oliver, ibid., II, 301-303.
[40] ‘Signo.’, 1904, 45 sig.., 54; Gruber (5), 49 sigs.; Idem (4), 23 sig.
[41] Findel, ‘Die Schule der Hierarchie, etc.’., 1870, 15 sigs.; Schiffmann, ‘Die Entstehung der Rittergrade’, 1882, 85, 92, 95 sig.
[42] Bulletin du Grand Orient de France, 1877, 236-50.
[43] ‘Intern. Bull’., Berne, 1908, No. 2.
[44] Chr., 1878, I, 161.
[45] 3ra ed., II, 231.
[46] Chr., 1890, I, 243.
[47] Acacia, 1907, I, 48.
[48] Sign., 1907, 133 sig.
[49] Sign., 1905, 54.
[50] Chr., 1878, I, 134.
[51] Morales y Dogma, 643 sigs.
[52] 3ra ed., II, 200.
[53] Sign., 1905, 27.
[54] Rivista, 1909, 44.
[55] Gould, ‘Historia’, II, 284 sig.
[56] Historia Breve, 309.
[57] A. Q. C., X, 127 sigs.; XI, 47 sigs.; XVI, 27 sigs.
[58] Gould, ‘Breve Hist., 272; 310- 17.
[59] Ibid., 280.
[60] Ibid., 318.
[61] Handbuch, 3rd ed., I, 24 sigs.; II, 559 sigs.
[62] Chr., 1906, II, 19 sig.; 1884, II, 306.
[63] A. Q. C., XI, 43.
[64] Preston, ‘Ilustraciones’, 296 [seq].
[65] Chr., 1887, II, 313.
[66] Drummond., ‘Chr’., 1884, II, 227; 1887, I, 163; II, 178; Gould, ‘Historia Breve’, 413.
[67] Prichard, ‘Masonería Disecada’, 1730.
[68] Gould, ‘Historia Breve’, 274 sig., 357 sig.; Boos, 174 sig.
[69] Handbuch, 2nd ed., II, 100.
[70] Abafi, I, 132.
[71] Boos, 170, 183 sigs., 191.
[72] Ver ILLUMINATI, y Boos, 303.
[73] Robertson, ‘Chr’., 1907, II, 95; ver también Engel, ‘Gesch. des Illuminatenordens’, 1906.
[74] Bauhütte, 1908, 337 sigs.
[75] Sign., 1898, 100; 1901, 63 sigs.; 1902, 39; 1905, 6.
[76] , 292 sig.
[77] Francés Vénérable; German Meister von Stuhl.
[78] Chr., 1885, I, 259.
[79] Chr., 1881, I, 66.
[80] Chr., 1884, II, 196.
[81] Chr., 1885, I, 259), etc., etc.
[82] Gedanken und Erinnerungen, 1898, I, 302 sig.
[83] Solstice, 24 June, 1841, Procès-verb., 62.
[84] 3ra ed., II, 109.
[85] Ver tambien Francmasón, Lond., 1901, 181; Clavel, 288 sigs.; Ragon, ‘Cours’, 164; Herold, 191, no. 10; ‘Handbuch’, 2nd
ed., II, 451 sigs.
[86] E.g., Krause, ibid., 2nd ed., I, 2, 429; Marbach, ‘Freimaurer-Gelübde’, 22-35.
[87] Mackey, ‘Jurisprudencia’, 509.
[88] Thorp, Ms., 1629, A. Q. C., XI, 210; Rawlinson, Ms. 1900, A. Q. C., XI, 22; Hughan, ‘Antiguos Cargos’.
[89] Chr., 1875, I, 81.
[90] Jurisprudencia, 510, nota 1.
[91] Chr., 1885, I, 161.
[92] Chr., 1889, II, 58.
[93] Chr., 1883, II, 331.
[94] Mackey, ‘Jurisprudencia’, 232 sig..
[95] Mackey, op. cit., 514 sigs.
[96] París, 1889; Amberes, 1894; La Haya, 1896; París, 1900; Ginebra, 1902; Bruselas, 1904; Roma, planeado para Oct., 1911.
[97] Chr., 1907, II, 119.
[98] Off. Bull., 1885, VII, 29.
[99] Mackey, ‘Enciclopedia’, 1908, 1007 sig.: ‘Anual de la Masonería Universal’, Berna, 1909; ‘Mas. Libro del Año 1909’, Londres; ‘Kalendar für Freimaurer’, Leipzig, 1909.
[100] I, 340.
[101] Chr., 1890, I, 99.
[102] Chr., 1900, II, 3.
[103] A. Q. C., XVI, 28.
[104] Chr., 1902, I, 167.
[105] (1), 105.
[106] (1), 819.
[107] (1), 355.
[108] (3), 128.
[109] (1), 218.
[110] Santuario Intimo I, 311.
[111] Oliver, Hist. Linderos, I, 128.
[112] Oliver, ibid., I, 146, 65; II, 7 sig.
[113] Clavel, Ragnon, etc.
[114] Pike, Mackey, etc.
[115] Pike (1), 771 sig.
[116] (4), 397.
[117] Pike (1), 698 sig., 751, 849; (4), IV, 342 sig..; Mackey, ‘Simbolismo’, 112 [sqq]., 186 [sqq].; también ver Preuss, ‘Francmasonería americana’, 175 [sqq].
[118] Mackey, ‘Diccionario’, s. v. Phallus; Oliver, ‘Signos’, 206-17; V. Longo, La Mass. Specul.
[119] Ritual, I (primer) grado.
[120] Pike (3), 128.
[121] Pike (4), 141.
[122] Pike, ibid., 100 sig.
[123] (1), 291 sig.
[124] Pike (4), III, 81; (1), 291; Ragon, l. c., 76-86.
[125] (4), I, 288 sig.
[126] Ibid., III, 142 sig.
[127] Ibid., III, 146.
[128] Ibid., IV, 474 sig.
[129] Ibid., IV, 478.
[130] Ibid., IV, 476.
[131] Ibid., IV, 547.
[132] ‘Abogado Masónico’ de Indianapolis, Chr., 1900, I, 296.
[133] Chr., 1897, II, 83.
[134] (4), I, 271.
[135] Ibid., I, 280; (1), 516 sig.
[136] Chr., 1878, II, 28.
[137] (4), I, 311.
[138] Ibid., IV, 388 sig.
[139] Ibid, IV, 389 sig.
[140] (1), 849.
[141] Oliver, ‘Filosofía Teocrática’, 355.
[142] Oliver, Hist. Landmarks [Linderos Hist.], I, 11, 21; ‘Freemasons’ Quarterly Rev’., I, 31; Casanova en Ragon, ‘Rit. 3r
Grado’, 35.
[143] Pike (4), III, 68.
[144] Ibid., IV, 470, 479, 488, 520.
[145] Chr., 1880, II, 179.
[146] Ibid., 1892, I, 246. Para críticas semejantes ver Chr., 1880, II, 195; 1875, I, 394.
[147] Gould, ‘Historia Breve’ 419.
[148] Chr., 1893, I, 147.
[149] Chr., 1906, I, 202.
[150] ‘Nueva Edad’, mayo, 1910, 464.
[151] ‘Acacia’, II, 409.
[152] Ver Congrés Intern. de París, 1889, in ‘Compte rendu du Grand Orient de France’, 1889; Browers, ‘L’action, etc.’.; Brück, ‘Geh. Gesellsch. en Spanien’; ‘Handbuch’; artículos en distintos países ,etc.
[153] Ver ‘Rivista’, 1909, 76 sigs.; 1908, 394; ‘Acacia’, 1908, II, 36; ‘Bauhütte’, 1909, 143; ‘La Franc-Maçonnerie démasquée , 1909, 93-96; ‘Compte rendu du Convent. Du Gr. Or. de France’, 21-26 Sept., 1908, 34-38.
[154] Handbuch, 3rd ed., II, 517.
[155] Gruber (5), 6; Ewald, ‘Loge und Kulturkampf’.
[156] Ver Herold, No. 37 y 33 sigs.
[157] también ver Chr., 1889, I, 81 sig..
[158] ‘Que personne ne bougera plus en France en dehors de nous’, ‘Bull. Gr. Or’., 1890, 500 sig.
[159] Compte-rendu Gr. Or., 1903, Nourrisson, ‘Les Jacobins’, 266-271.
[160] Compte-rendu, 1902, 153.
[161] Compte-rendu Gr. Or. de France, 1902, 381.
[162] ‘Riv’., 1892, 219; Gruber, ‘Mazzini’, 215 sigs. and passim.
[163] Circular del Gran Oriente de Francia, 2 Abril, 1889.
[164] Ver ‘Chaîne d’Union’, 1889. 134. 212 [sqq]., 248 [sqq]., 291 [sqq].; y los ‘comptes rendus’ oficiales del Congreso Masónico Internacional de París, 16-17 de julio de 1889, y del 31 de agosto, 1 y 2 de septiembre de 1900, publicados por el Gran Oriente de Francia, y los ‘Comptes rendus des travaux’ oficiales y regulares de este Gran Oriente, 1896-1910, y la ‘Rivista massonica’, 1880-1910.
[165] Ver Internat. Boletín, 1908, 119, 127, 133, 149, 156; 1909, 186.
[166] Chr. 1905, II, 58, 108, 235.
[167] De una carta del Archivista J. Strahan, en Londres, a la Gran Logia de Massachusetts; Ver ‘The New Age’, New York, 1909, I, 177.
[168] Berlín, 10 mayo, 1908; 9 junio, 12 noviembre, 1909; 5, 19 febrero, 1910.
[169] Barcelona, 13 octubre, 1909.
[170] Circular de 14 octubre, 1909; ‘Franc-Maç. dém’., 1906, 230 sigs.; 1907, 42, 176; 1909. 310. 337 sigs.; 1910, un ‘Boletín Masónico Internacional’, Berne, 1909. 204 sig.
[171] Rivista massonica, 1909, 337 sigs., 423.
[172] Boletín Oficial, septiembre, 1887. 173 sigs.
[173] Chr., 1906, II, 132.
[174] Chr., 1897, II, 148.
[175] Chr., 1888, II, 99.
[176] Chr., 1889, II, 146.
[177] ‘Keystone’, citado en Chr., 1887, II, 355.
[178] Ver Boos, 304-63.
[179] Gruber (6), 141-236.
[180] Boos, 326.
[181] Chr., 1885, I, 85, 1900, II, 71.
[182] Chr., 1889, I, 308.
[183] Chr., 1897, II, 303.
[184] Chr. 1889, II, 257 sig.
[185] Historia Breve, 2.
[186] Ibid., p. xv.
[187] Chr., 1887, II, 340.
[188] Chr., 1887, I, 119.
[189] Chr., 1885, II, 355.
[190] Chr., 1887, II, 49.
[191] Chr., 1875, I , 113.
[192] Chr., 1890, II, 101.
[193] Chr., 1875, I, 113.
[194] Chr., 1887, I, 35.
[195] Chr. 1884, II, 17.
[196] Chr., 1890, II, 347: ver también 1898, I, 83.
[197] ‘Voice’ citado en Chr., 1890, I, 98.
[198] ‘Voice’ en Chr., 1893, I, 130.
[199] ‘Voice’ en Chr., 1890, I, 98.
[200] Chr., 1899, I, 301.
[201] Chr., 1875, I, 81.
[202] Chr., 1875, I, 82.
[203] Chr., 1889, I, 178.
[204] Chr., 1889, II, 94.
[205] ‘Keystone’ de Filadelfia citado por Chr., 1881, I, 414; la ‘Voice’ de Chicago, [ibid]., 277.
[206] ‘Intern. Bol’., Berne, 1907, 98.
[207] Chr., 1882, I, 410; 1893, I, 185; 1899, II, 34.
[208] Chr., 1892, I, 259.
[209] Pike (4), IV, 547.
[210] Bauhütte, 1905, 60.
[211] Preston, ‘Ilustraciones de la Masonería’, 251 [sqq].
[212] Handbuch, 3rd ed., I, 219.
[213] Alocución, 1865.
[214] Const. ‘Apostolicæ Sedis’, 1869, Cap. ii, n. 24.
[215] ‘De Secta Massonum’ (Acta Sanctæ Sedis, XVIII, 43-47.
[216] Ver ‘Collect. Lacensis’, III, 1875 y ‘Acta et decr. Concil. plen. Balt. III’, 1884.

OTRAS NOTAS. Las siguientes son las abreviaciones de los términos Masónicos utilizados en este artículo: L., Ls., GL, GLs, GO, GOs, Supr. Counc., GGs= Logia, Logias, Grandes Logias, Gran Oriente, Supremo Consejo, Gr. Cuerpos, etc.

Abreviaciones de los más frecuentemente citados libros y revistas: K.= Keystone (Filadelfia). V= ‘Voice’ (de la Masonería), más adelante: ‘Voz y Revista Masónicas’ (Chicago). Chr.= ‘La Crónica del francmasón’ (Londres); A. Q. C.= ‘Ars Quatuor Coronatorum’. Transactions (Londres), la mejor revista científica Masónica; Bauh.= Bauhütte; Sign.= ‘Signale fur die deutsche Maurerwelt’ (Leipzig); Enc., Cycl., Handb.= Enciclopedia, ‘Allgemeines Handbuch der Freimaurerei’ (Manual Universal de Francmasonería) Leipzig. Esta última enciclopedia alemana, en sus tres ediciones, bastante diferentes la una de la otra, pero todas ellas contienen información valiosa y precisa, son consideradas incluso por críticos Masónicos ingleses y americanos (A. Q. C., XI, 1898, 64), y de lejos, como la mejor enciclopedia Masónico nunca publicada.

Clave para números: En el artículo precedente, un número arábigo después del nombre de un autor de varios trabajos indica el trabajo marcado con el mismo número en la bibliografía siguiente. Otros números se deben considerar según las reglas generales seguidas a lo largo de la ENCICLOPEDIA.

 Por Hermann Gruber

Tomado de la página www.enciclopediacatólica.com

BIBLIOGRAFIA. La Crónica del francmasón –The Freemason’s Chronicle– (Chr.), de la que se han publicado dos volúmenes cada año en Londres desde 1875, reproduce también en gran medida los artículos principales publicados por los mejores periódicos Masónicos americanos, ofrece el mejor y más autorizado estudio general de la Francmasonería angloamericana. R. FR. GOULD lo describe así: ‘Un periódico Masónico de primera clase’ (Chr.,I,1893, I, 339). El autor del principio Masónico que hemos citado es el difunto ALBERTO PIKE, Gran Comendador de la Madre -[Padre] Supremo Consejo (Charleston, Carolina del Sur–Washington), reconocido como la más gran autoridad en todos los asuntos Masónicos. Según NORTON ‘el renombrado Hermano PIKE (Chr., 1888, II, 179)generalmente reconocido como la mejor autoridad en jurisprudencia Masónica en América’ (Chr., 1876, II, 243). Según el Gran Orador ROBERT (Territorio indio) él ‘fue el más grande erudito y escritor Masónico de este (XIX) siglo, cuyo nombre ha sido una palabra familiar dondequiera que la Masonería es conocida’ (Chr., 1893, I, 25). según laNueva Edad, Nueva York, fue ‘considerado como la principal figura de la Francmasonería del mundo’ (1909, II, 456), ‘el francmasón más grande del Siglo XIX’, ‘el Profeta de la Francmasonería’ (1910, I, 52). ‘Su gran obra — su Magnum Opus — como la llamó’, dice laNueva Edad (1910, I, 54), ‘fue Los Rituales del Rito Escocés, tal como fueron corregidos y espiritualizados por él’. Y su libro ., frecuentemente citado por nosotros, es muy recomendado a todos los masones que buscan información seria y segura, por los famosos eruditos Masónicos TEMPLE (Bruselas) y SPETH, el difunto secretario de las sabias Logias Quatuor-Coronati de Londres (Chr., 1888, I, 389). Las cartas circulares de PIKE, según el Boletín del Consejo Supremo de Bélgica (1888, 211) eran ‘verdaderos códigos de la Sabiduría Masónica’. El bien conocido Hermano inglés. YARKER, 33, dice: ‘El difunto A. PIKE . . . fue s in duda un Papa Masónico, que guió con cuerdas de marionetas a todos los Supremos Consejos del mundo, incluyendo a los Supremos Consejos de Inglaterra, Irlanda y Escocia, el primero de los cuales incluía al Príncipe de Gales (ahora Rey Eduardo VII) Lord Lathom y otros Pares, que estaban en alianza con él y en real sumisión’ (A. E. WAITE, Culto al Demonio en Francia, 1896, 215). ‘El Handbuch alemán (2a ed., 1879, IV, 138) llama a PIKE: ‘El supremo General de la Orden’, y T.G. Findel, el historiador alemán de la Masonería: ‘el rey sin corona de los Grados Superiores’ (Bauhütte, 1891, 126).

Publicaciones Masónicas. Enciclopedias: MACKEY, (1) Enciclopedia de la Francmasonería (Londres, 1908), incluso esta mas reciente edición, según las autoridades americanas, es completamente anticuada y de poca mejora sobre la de 1860; IDEM, (2)Léxico de la Francmasonería (Londres, 1884); OLIVER, Dict. de la Francmasonería Simbólica (Londres, 1853); MACKENZIE, La Real Encicl. Masónica [Royal Masonic Cycl.](1875-7); WOODFORD, Kenning, Cycl. (1878); LENNING, Encycl. der Freimaurerei (1822- 1828); IDEM AND HENNE AM RHYN, Allgemeines Handbuch der Fr., 2a ed. (1863-79); FISCHER, Allg. Handb. d. Fr., 3ra ed. (1900); estas ediciones contienen información valiosa y responden a los requisitos científicos mucho más que todas las otras enciclopedias Masónicas (A. Q. C., XI, 64); STEVENS, Enciclopedia de Fraternidades [Cycl. Of Fraternities] (Nueva York, 1907).

Ley y Jurisprudencia Masónicas: Las Constituciones de los francmasones, 1723, 1738;Neues Constitutionen Buch, etc. (1741); DE LA TIERCE, Histoire, Obligations, et. Statuts, etc. (Francfort, 1742); OLIVER, Jurisprudencia Masónica (1859, 1874); CHASE, Compendio de Ley Masónica (1866); MACKEY, Libro de Texto de Jurisprudencia Masón. (1889); VAN GRODDECK, etc., Versuch einer Darstellung des positiven innern Freimaurer. Rechts(1877), el mejor estudio general de leyes Masónicas de todos los países.

Históricos: ANDERSON, Hist. de la Francmasonería en la primera edición y traducciones del Libro de Constituciones (muy poco confiable, aun después de 1717); PRESTON,Ilustraciones de la Masonería (1772), ed. OLIVER (1856), aunque no fiable en algunos particulares históricos, contiene mucha información valiosa de carácter histórico y ritualistico; FORT, Hist. Inicial y Antigüedades de la Francmasonería (Filadelfia, 1875); ROWBOTTOM, Origen de la Francmasonería tal como se manifiesta por la Gran Pirámide(1880); HOLLAND, Francmasonería desde la Gran Pirámide históricamente ilustrada(1885); CHAPMAN, La Gran Pirámide, etc. (1886); WEISSE, El Obelisco y la Francmasonería, según los descubrimientos de Belzoni y Gorringe (Nueva York, 1880); KATSCH, Die Entstehung und wahre Endzweck der Freimaurerei (1897); FINDEL, Historia de la Francmasonería (1861-2; 1905), traducido y revisado por LYON, 1869; influyente en la propagación de más precisas nociones históricas entre los masones; GOULD, Hist. de la Francmasonería (3 vols., 1883-1887), ahora reputado como el mejor trabajo histórico sobre la Francmasonería; CHETWODE CRAWLEY, Comentaria Hibernica (1895-1900); HUGHAN, Origen del Rito inglés de la Francmasonería (1884); Los Antiguos Cargos de los francmasones británicos (Londres, 1872; 1895); KLOSS, Gesch. der Fr. in Engl., Irland und Schottland 1685-1784 (1847); BOOS, Gesch. der Freimaurerei (1896); HASCALL, Hist. de la Francmasonería (1891); Hist. Inicial y Transacciones de los masones de Nueva York(1876); McCLENACHAN, Hist. de la Frat. en Nueva York (1888-94); ROSS ROBERTSON,Hist. de la Francmasonería en Canadá (1899); DRUMMOND, Hist. y Bibliogr. Memoranda y Hist. de iymb. y Masonería del Arca Real en los EE.UU.; Suplemento a GOULD, Hist.(1889); THORY, Annales, etc., du Grand Orient de France (1812); KLOSS, Gesch. der Freimaurerei in Frankr. (1852-3); JOUAST, Hist. du Grand Orient Fr. (1865); LEWIS,Gesch. d. Freimaurerei i. Oesterreich (1861); ABAFI, Gesch. d. Freimaurerei in Oesterreich-Ungarn (1890 sigs.), Principios, Espíritu, Simbolismo de la Francmasonería. Fuentes principales:- Las Constituciones de los francmasones, 1723 y 1738; HUTCHINSON, Espíritu de la Francmasonería (1775); TOWN, Sistema de la Masonería Espec. (1822, Nueva York); OLIVER, Antigüedades de la Francmasonería (1823); La Estrella en el Este (1827); Señas y Símbolos (1830, 1857); PIKE, (1) Morales y Dogma del A. A. Rito Escocés de la Francmasonería 5632 (1882); IDEM, (2) El Libro de las Palabras 5638 (1878); IDEM, (3) El Porche y la Cámara de en medio. Libro de la Logia 5632(1872); IDEM, (4) El Santuario Interior (1870-79); KRAUSE, Die drei ältesten Kunsturkunden der Frmrei (1810), todavía muy estimado, a pesar de errores históricos, como una apreciación crítica de la Francmasonería; FINDEL (la mejor autoridad alemana),Geist und Form der Fr. (1874, 1898); IDEM, Die Grundsötze der Fr. im Volkerleben(1892); IDEM, Die moderne Weltanschauung und die Fr. (1885); IDEM, Der frmische Gedanke (1898); Bauhütte (1858-1891) y Signale (1895-1905).

Publicaciones antimasónicas: De 1723-1743, La Francmasonería inglesa y ANDERSON, Historia, fueron ridiculizadas en muchas publicaciones (GOULD, 2, 294, 327); contra la Francmasonería francesa aparecieron: L’Ordre des francmasones trahie 1738 (A. Q. C., IX, 85) y Le Secret des Mopses révélé (1745); Sceau romptu (1745); con la ocasión de la Revolución francesa: LEFRANC, Le voile levé (1792). En los Estados Unidos el movimiento antimasónico empezó en 1783: CREIGH, Masonería y AntiMasoneria (1854); STONE, Cartas sobre la Masonería y la AntiMasoneria (1832); PENKIN, Caída de la Masonería (1838) Catalogo de libros antimasónicos (Boston, 1862); Sechs Stïmmen über geheime Gesellschaften und Frmrei (1824); ECKERT, Der Frmrorden in seiner wahren Bedeutung (1852); HENGSTENBERG, Die Frmrei und das evang. Pfarramt (1854-56);Civiltà Cattolica desde 1866; NEGRONI, Storia passata e presente della setta anticristiana ed antisociale (1876); MENCACCI, Memorie documentate della rivoluzione italiana (1882); RINIERI, Cozetti Masonici (1900-01); ENIGMA, La setta verde (1906-7); GRUBER,Mazzini; Massoneria e Rivoluzione (1901), retraza la obra revolucionaria de la Masonería italiana desde 1870 hasta 1900; GAUTRELET, La Franc-maçonnerie et la Revolución(1872); JANET, Les sociétés secretes et la société 3ra ed., 1880-83), el mejor estudio general de la obra revolucionaria de las sociedades secretas en todos los países; BROWERS, L’Action de la Franc-m. dans l’hist. moderne (1892); LEROUSE, La Franc-m. sous la 3e République (1886); COPIN-ALBANCELLI, La Franc-m. (1892); GOYAU, La Franc-m. en France (1899); NOURRISSON, Le club des Jacobins (1900); IDEM, Les Jacobins au pouvoir (1904); BIDEGAIN, Le Grand Orient de France (1905); NEUT, La F.-m. soumise au grand jour de la publicité (1866), contiene valiosos documentos sobre la Masonería francesa, belga, y alemana; MALLIE, La Maçonnerie Belge (1906), documentos sobre la más reciente actividad política de la Masonería belga; DE LA FUERTE, Historia de las Sociedades secretas antiguas y modernas en España, etc. (1870-71); BRÜCK, Die geheimen Gesellschaften in Spanien (1881); TIRADO Y ROYAS, La Masonería en España(1892- 3); DE RAFAEL, La Masonería pintada por si misma (1883); PACHTLER, Der stille Krieg gegen Thron und Altar (1876); BEUREN (M. RAICH), Die innere Unwahrheit der Frmrei (1884); GRUBER, (4) Die Frmrei und die öffent. Ordnung (1893); IDEM, (5)Einigungsbestrebungen, etc. (1898); IDEM, (6) Der ‘giftige Kern’, etc. (1899); IDEM, (7)Frmrei und Umsturzbewegung (1901); Streifzüge durch das Reich der Frmrei (1897); EWALD, (1899); OSSEG, Der Hammer d. Frmrei, etc. (1875); W. B., Beiträge zur Geschichte der F. In Oesterreich (1868); Die Frmrei in Oesterreich Ungarn (1897). En Polonia: MICHALOW, Die geh. Werkstätte der Poln. Erhebung (1830; 1877); ZALESKI, O Masonii w Polsce 1738-1820 (Cracovia, 1908); sobre la Masonería anglosajona y francesa ver PREUSS, Un Estudio sobre la Francmasonería americana (San Luis, 1908), una cuidadosa discusión basada en los trabajos normales de Mackey y PIKE

The Catholic Encyclopedia, Volume I
Copyright (c) 1907 by Robert Appleton Company
Online Edition Copyright (c) 1999 by Kevin Knight
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Nihil Obstat, March 1, 1907. Remy Lafort, S.T.D., Censor Imprimatur +John Cardinal Farley, Archbishop of New York

Logia Lautaro

¿Fue la Logia Lautaro una Logia Masónica?

Pregunta:

¿Fue la Logia Lautaro una Logia Masónica?

Respuesta:

San Martín, Alvear, Zapiola y Anchoris fundaron en Buenos Aires, en agosto de 1812 -a los cinco meses de su llegada de Europa- esta sociedad secreta [la Logia Lautaro], independiente de toda matriz extranjera. No dependía ni de Londres ni de Cádiz. Su local de reuniones se hallaba en la actual calle Balcarce, frente al paredón del convento de Santo Domingo.

‘No era masónica, ni se derivaba de la masonería -dice Mitre[1]- sino que tan sólo utilizaba algunas palabras, toques y señales, o sea ciertas prácticas rituales de corte masónico a los simples efectos materiales de orden interno, pero su objeto era más elevado’. Sarmiento dice que ‘no era una masonería como generalmente se ha creído ni menos las sociedades masónicas entrometidas en la política colonial’. Aunque los actuales masones argentinos hayan osado juzgar aviesamente las intenciones de la circular de la Logia Lautaro, cursada a San Martín el 21 de diciembre de 1816, los conceptos allí vertidos sobre el respeto debido a la religión de los pueblos son dignos de especial recordación. Helos aquí: ‘No atacar ni directa ni indirectamente los usos, costumbres y religión. La religión dominante será un sagrado de que no se permitirá hablar sino en su elogio, y cualquier infractor de este precepto será castigado como promotor de la discordia en un país religioso'[2].

Prestaba su juramento sobre los Santos Evangelios, se obligaba al más riguroso secreto, y su objeto era defender la libertad e independencia.

El masón argentino, Martín Lazcano -de antigua y activa militancia en la institución-, afirma que todas las asociaciones políticas y secretas que fueron apareciendo en nuestro escenario patrio, después de 1806 hasta 1856, no fueron masónicas sino político-revolucionarias de carácter meramente profano; si bien empleaban en su régimen interno y en su acción externa modalidades masónicas, y pudieron contar con algunos masones emboscados entre sus miembros.

Ricardo Rojas escribió en ‘El Santo de la Espada’ que la logia de Lautaro era autónoma; no dependía de matrices masónicas y ni siquiera de otras asociaciones secretas; y el fundador del Instituto Sanmartiniano -José Pacífico Otero- nos asegura en el tomo 19 de su ‘Historia del Libertador Don José de San Martín’, que la logia fundada por San Martín no era en modo alguno masónica sino política.

Nuestra Lautaro, fundada por San Martín, fue, pues, una simple sociedad patriótica como sus modelos de Madrid, Cádiz y Londres.

La masonería en un primer momento pudo creer en San Martín, pero San Martín jamás creyó en la masonería; porque él no venía a envilecer al país sino a salvarlo. Dentro de la práctica del lautarismo no entraba la iniciación masónica, y todas las demás sociedades secretas argentinas anteriores al 1856, vivieron siempre al margen de los principios ocultos y las leyes secretas de la masonería[3].

Dice Federico Ibarguren que San Martín y sus compañeros se afiliaron en Cádiz a la Sociedad de Lautaro ‘con el exclusivo propósito de la independencia política de su patria amenazada, pero que él no endosó sus extremismos ideológicos, su antiespañolismo de fondo ni su sospechosa docilidad a las directivas de la política británica en el nuevo mundo, con que tal sociedad se caracterizó más tarde'[4].

En efecto, la infiltración masónica iniciada en España durante el reinado de Carlos III, persiguió en su intento satánico la sistemática aniquilación del pasado en España y América, por medio de su elenco de déspotas ilustrados con Aranda a la cabeza. El plan borbónico se consumó en 1812 por la acción de las Cortes de Cádiz con intervención directa de la masonería internacional.

‘San Martín, en cambio, defiende la aplicación de la monarquía, el respeto a la autoridad y el fortalecimiento de la Religión -afirma el historiador José de la Puente- porque no era ni enciclopedista, ni menos jacobino, ni sufrió las ilusiones russonianas de un Moreno'[5].

Joaquín V. González -afiliado a la masonería en su juventud- dijo el 3 de agosto de 1905 en el colegio de La Salle de Buenos Aires siendo ministro de Instrucción Pública de la Nación: ‘Los prohombres de nuestra amada patria fueron todos cristianos austeros, como cristiano fue también el ambiente en que se reunieron nuestros primeros congresos'[6].

Con los civiles y militares lautarinos ‘fraternizan’ en Buenos Aires los sacerdotes patriotas argentinos: Castro Barros, Chambo, Chorroarín, Figueredo, Gregorio y Valentín Gómez, Agüero, Grela, Perdriel, Cayetano Rodríguez, Herrera, Aparicio, Sáenz, Zavaleta, Toro, Díez de Rámila, Segurola, Vidal, Anchoris, Pedro Gallo, Amenábar, Fonseca, Salcedo, Rivarola, etc.

Y así como hubo numerosos sacerdotes logistas en Buenos Aires, los hubo también numerosos en las logias patrióticas de Mendoza, Tucumán, Montevideo, Chile, Caracas, Bogotá, Lima y México, de preponderante actuación en los sucesos revolucionarios de los respectivos países hispanoamericanos.

La logia Lautaro, mientras estuvo a su frente San Martín, cumplió patrióticamente su misión; decayó luego con Alvear y agonizó durante el gobierno de Pueyrredón, para desaparecer definitivamente con Rondeau en 1820. San Martín estaba decidido a abandonar para siempre el terreno político en que sólo por accidente había entrado, y cedió por entero a su competidor Alvear el campo de la Logia. En su seno se destaca, a fines de 1813, un partido personal -el alvearista- que a la postre la absorbió por completo.

Mitre afirmó que ‘la logia Lautaro, condenable en tesis general, produjo en su origen bastantes bienes y algunos males, que inclinan la balanza a su favor. Sólo accidentalmente sirvió a ambiciones bastardas que tuvieron correctivo en la opinión. Tal institución secreta, por obra de San Martín y Alvear, preparaba entre pocos lo que debía aparecer en público como el resultado de la voluntad de todos. Ella debía ser el brazo que impulsara y la cabeza que orientara el movimiento revolucionario. Su finalidad era ‘mirar por el bien de América y de los Americanos’; y su consigna: ‘Nunca reconocerás por gobierno legítimo de la patria sino aquel que sea elegido por libre y espontánea voluntad de los pueblos'[7]. Mariano de Vedia y Mitre, en la ‘Vida de Monteagudo’, es más severo en su juicio. Allí sostiene que ‘tal logia fue un instrumento político al que estuvieron supeditados los gobiernos que contribuyó a formar bajo la fe del juramento y las penas más severas a quienes lo violaran; por eso San Martín se sometió a sus decisiones, que limitaban su libertad de acción como jefe militar y gobernante, y por eso, Monteagudo, como tantos de sus miembros, fueron víctimas de las decisiones de sus cofrades, reunidos siempre en cónclave secreto e irresponsable ante la ley y ante la historia’.

‘Las mismas logias lautarinas de Buenos Aires, Mendoza, Santiago de Chile y Lima del Perú -dice el historiador chileno Barros Arana- estrechamente vinculadas entre sí, fueron víctimas de enconadas rivalidades y cayeron las unas sobre las otras'[8].

A la logia Lautaro se afiliaron luego algunos elementos que habían pertenecido al ‘club’ de los morenistas, fundado por los parciales de Moreno y que ahora -para salvar la profunda divergencia que los dividía con motivo de la política seguida por el Primer Triunvirato- habían fundado la Sociedad Patriótica.

A raíz de la ineptitud de Rivadavia, San Martín, con sus tropas, apoya el movimiento revolucionario del 8 de octubre de 1812. Desde este momento la logia Lautaro entra en plena dirección del Estado y por lo tanto, de la Revolución de Mayo.

Consta en el acta del Cabildo de Buenos Aires del 8 de octubre de 1812 que los militares José de San Martín, Carlos de Alvear, Francisco Ortiz de Ocampo, etc., comparecieron en la Plaza con sus tropas ‘para proteger la libertad del Pueblo, para que pudiese explicar libremente sus votos y sus sentimientos, dándoles a conocer de este modo que no siempre están las tropas -como regularmente se piensa- para sostener los gobiernos y autorizar la tiranía; que saben respetar los derechos sagrados de los pueblos y proteger la justicia de éstos… suplicándoles solamente (que) se trabajase por el bien y la felicidad de la Patria, sofocando esas facciones y partidos que fueron siempre la ruina de los Estados’.

La Argentina quiere seguir viviendo su propia vida orgánica secula

San Martín escribirá más tarde a Tomás Godoy Cruz, diputado al Congreso de Tucumán, sosteniendo que ‘Rivadavia hizo indispensable esta revolución por ser enemigo irreconciliable de la logia Lautaro; pues no la comprendió en su triple función de asesorar al gobierno compartiendo su responsabilidad, de vigilar a los díscolos e indisciplinados, y de hacerse eco de las opiniones populares para trasmitírselas oportunamente'[9].

De esta segunda victoria del tradicionalismo criollo emergen las dos figuras próceres de Artigas y San Martín.

Ambos buscaban la independencia de toda dominación extranjera sin las componendas y tapujos morenistas y rivadavianos, pero mientras el artiguismo bregaba por una revolución económica y de reivindicación social -escribe Federico Ibarguren- el logismo sanmartiniano, que derrotó al Primer Triunvirato, buscaba una revolución política e ideológica'[10].

Porque, como dijo Juan Zorrilla de San Martín: ‘América se emancipa de su metrópoli, no para interrumpir su historia sino para continuarla, para seguir viviendo su propia vida orgánica secular’.

San Martín, por desgracia, gravitó muy poco tiempo en la logia. Combate en San Lorenzo el 3 de febrero de 1813, marcha hacia el Norte para sustituir a Belgrano, se restablece en Córdoba en su quebrantada salud, y se dirige luego a Mendoza para desempeñar el gobierno de Cuyo.

Los ‘liberales’ de la Sociedad Patriótica -que unidos a los lautarinos sanmartinianos habían contribuido a la caída del régimen rivadaviano- se habían embanderado en la logia, con su caudillo, Monteagudo, secretario de Castelli, para luchar contra la política de transacción con España, sostenida por Sarratea y Rivadavia; por eso que esa alianza fue tan sólo superficial, pues, entre San Martín y el versátil demagogo y frenético jacobino, había profundas divergencias filosóficas.

Mientras San Martín -escribe Federico Ibarguren- buscaba la independencia para salvar al nuevo mundo del afrancesamiento disolvente, Monteagudo quería romper con la tradición hispana y crear en nuestra patria la ‘Nueva Humanidad’ soñada por los masones enciclopedistas e intelectuales de la dictadura jacobina'[11].

Monteagudo, continuador de Moreno y Castelli, exigía reformas radicales, recurriendo al terror y el exterminio. En junio de 1812 decía en la Sociedad Patriótica: ‘quiero que se inmolen a la patria algunas víctimas; quiero que se derrame la sangre de los opresores; quiero que el gobierno olvide esa funesta tolerancia que nos ha traído tantos males desde que Moreno se separó de la cabeza del gobierno. Sangre y fuego contra los enemigos de la patria! ¡Ahora mismo los aniquilaría con un puñal!’.

Y el 13 de diciembre de 1812 sugería ‘al gobierno el tremendo bando que establecía que ‘en toda reunión pública de más de tres españoles, uno sería fusilado por sorteo y si la reunión era en lugar apartado, todos serían pasados por las armas’.

Más tarde se arrepentirá de sus extravíos como lo consigna en su ‘Memoria’, escrita en Quito en 1823, donde dice: ‘Las ideas demasiado inexactas que entonces tenía de la naturaleza de los gobiernos, me hicieron abrazar con fanatismo el sistema democrático… Para expiar mis primeros errores yo publiqué en Chile en 1819, el ‘Censor de la Revolución’; ya estaba sano de esa especie de fiebre mental que casi todos hemos padecido; y ¡desgraciado el que con tiempo no se cura de ella!’. Por el cúmulo de expoliaciones y crueldades cometidas durante su gobierno impolítico y por su altanería y despotismo el pueblo peruano pedirá su destitución y arresto. De noche, en Lima, será asesinado y su cadáver aparecerá a la mañana siguiente, en una calle de la ciudad, con un puñal clavado en la espalda.

Mientras estos ‘liberales’ porteños declamaban sus discursos filomasónicos individualistas y afrancesados, las huestes criollas y tradicionalistas de Belgrano y Artigas, de cuño hispanocristiano, daban su vida en los campos de batalla en lucha frontal contra el régimen del déspota ilustrado y contra el invasor político, social, económico e ideológico.

Y mientras las ‘minorías ilustradas’ se equivocan siempre en perjuicio del país, la ‘plebe’ lo salva.

Pero para los masones, Artigas seguirá siendo el ‘personaje anarquista y sombrío que crea el caudillismo federal arrastrado por sus fanáticos delirios de mando y poderío’; y Belgrano, el ‘visionario fanático e inepto’ que, a pesar de las protestas de San Martín, debió bajar a Buenos Aires para dar cuenta de su actuación, a causa de la inicua campaña de descrédito que iniciaron contra él sus enemigos logistas[12].

La Logia Lautaro manejada por Alvear

Al retirarse San Martín de Buenos Aires, la logia Lautaro no fue otra cosa que la expresión de la voluntad de Carlos María de Alvear[13].

La logia se caracterizó entonces por la degeneración de todos los principios que eran su honor y se transformó en el partido alvearista.

Alvear -llamado el Nuevo Catilina- había falseado totalmente los compromisos de la logia, usurpando el poder en su propio provecho y traicionando a sus amigos. Culpable, con Sarratea y Rivadavia, de la política desquiciadora del Primer Triunvirato, suplanta ahora en la logia a San Martín, su antítesis en ideas y en temperamento.

Su influencia se dejó sentir preponderante en la Asamblea de 1813, agrupando a los diputados en alvearistas y sanmartinistas, con natural mayoría de los primeros, debido a la ausencia del jefe de los segundos.

El gran demagogo y fanático heterodoxo Monteagudo y el gran oportunista y ambicioso Alvear -que frisaba en los veintiséis años de edad- dirigían a la Asamblea desde la logia, bastardeada por su nefasta dirección[14].

El alejamiento de su rival, San Martín, facilitó la política alvearista, postergando el plan sanmartiniano de ‘Independencia y Constitución’, bandera de los lautarinos.

Recién cuando Artigas vence a Alvear en 1815, valiéndose del coronel Alvarez Thomas, sobrino de Belgrano -que en su proclama revolucionaria estigmatizaba a ‘esa facción aborrecida’- pudo declararse nuestra independencia, el 9 de julio de 1816, en el Congreso de Tucumán; y para completar nuestra independencia de toda dominación extranjera, como exigía el histórico congreso fue necesaria la aparición de un dictador, vaticinado por San Martín, como triste consecuencia del estado caótico a que llevó al país la política liberal antiargentina seguida por el grupo porteño extranjerizante y anticriollista[15].

La ideología que informa las leyes de 1813 es el reflejo del pensamiento de los grupos liberales y regalistas de tipo racionalista, presionados por el alvearismo morenista-monteagudeano.

Tal victoria de la línea liberal extranjerizante: Moreno-Castelli-Rivadavia-Monteagudo-Alvear, constituyó una verdadera traición a nuestro ser nacional, que provocó la guerra civil.

El pueblo reaccionará por medio de sus caudillos en defensa de los principios populares, nacionales y cristianos en la línea argentinizante y tradicionalista Saavedra-San Martín-Belgrano-Artigas en contra de las reformas planificadas en 1813, realizadas en 1822, sancionadas en forma aparentemente inocua en 1853 y 1860, concretadas luego en las leyes anticristianas de 1884 y 1888, con respecto a la escuela y a la familia y sostenidas, aún hoy día… En 1888 se asestará un golpe mortal a la familia, la institución madre de la humanidad, desterrando a Dios de los hogares; así como cuatro años antes se lo había desterrado de las escuelas.

Por Aníbal A. Rottjer


[1] NOTA DEL EDITOR: Aclaro que el General Mitre fue masón, grado 33; aunque murió reconciliado con la Iglesia, confesado y asistido por Monseñor Romero y Monseñor Rasore, recibiendo la bendición que le enviara el Papa San Pío X. Antes de esto firmó una declaración antiliberal, entregada a Mons. Espinoza, con destino al archivo secreto de la curia de Buenos Aires (cf. Rottjer, p. 310-311).

[2] Lazcano, Martín, op. cit., tomo 1, pág. 196. Mitre, Bartolomé, Historia de San Martín,tomo 1, pp. 58, 54 y 198. Zuñiga, op. cit., pág. 411.

[3] Lazcano, Martín, op. cit., tomo 1, pág. 225 y tomo II, pág. 881.

[4] Ibarguren, op. cit., pág. 111. Palacio, op. cit., pp. 173 a 175.

[5] Puente, José de la. San Martín y el Perú.

[6] Rev. Ecles. de Bs. As. Año 1905.

[7] Mitre, op. cit. Tomo II, pp. 117, 184, 145 y 172. Lazcano, op. cit. Tomo 1, pág. 253.

[8] Dicc. Hist. Arg., op. cit. Tomo IV, pp. 830 y 831.

[9] Lazcano, op. cit. Tomo 1, pág. 68.

[10] Ibarguren, op. cit., pág. 114.

[11] Ibarguren, op. cit., pág. 117.

[12] Zuñiga, op. cit., pp. 189 y 190.

[13] Lazcano, op. cit., tomo 1, pp. 266 y 334.

[14] Ibarguren, op. cit., pág. 130. Palacio, op. cit., pp. 176 y 181.

[15] Ibarguren, op. cit., pág. 123. García Mellid, op. cit., pág. 88.