bautismo

¿Se puede bautizar a los niños recién fallecidos?

Pregunta:

Estimado Padre, vivo en Monterrey y pertenezco a un grupo que lucha contra el aborto. Nos habíamos propuesto ir a los hospitales para bautizar a los niños no nacidos (abortados), pero el sacerdote de nuestra Parroquia me dijo que no pueden bautizarse a los niños abortados. ¿Está bien esto? En caso de que se puedan bautizar, ¿debemos hacerlo con agua bendita?

Respuesta:

 Estimada Señora:

El bautismo sólo produce su efecto sobre una persona viva. En el caso de las personas que han sido abortadas o han nacido muertas sólo se las puede bautizar (y hay obligación de hacerlo) si hay algún motivo para dudar de que de hecho esté muerta. En la práctica pastoral (o sea, en orden a administrar un sacramento) puede uno guiarse por el principio según el cual “el síntoma indiscutible de la muerte es la putrefacción del cuerpo; “cuando no se da esta señal ni, por otra parte, aparecen síntomas de vida, debe administrarse el bautismo bajo condición”[1]. Por tanto, a quien nace muerto, pero todavía no presenta signos de putrefacción se le debe bautizar bajo condición. Evidentemente esto descarta la posibilidad de bautizar a quienes son abortados con métodos que descuartizan su cuerpo (porque es absolutamente cierto que están muertos), pero no a los que son abortados por otros métodos que los hagan salir del seno materno enteramente (y, por tanto, pueda dudarse de que aún estén con vida).

            Si está vivo se bautiza de modo absoluto (es decir, con la fórmula simple: “yo te bautizo… etc.”); si está dudosamente vivo, hay que decir: “si estas vivo, yo te bautizo… etc.” (esto es lo que se llama bautismo bajo condición). No hace falta que se utilice agua bendita para esto: mientras sea verdaderamente agua, sirve.

            Como desconocemos el destino de estas almas no nos queda otra cosa por hacer que rezar por ellos y encomendarlos a Dios. Dios tiene caminos misteriosos; y de hecho el Papa Juan Pablo II, en la encíclica Evangelium vitae, dice a las mujeres que abortaron “podéis confiar con esperanza a vuestro hijo a este mismo Padre y a su misericordia.’”[2]. No podemos ir más allá en nuestras conjeturas.

[1] Antonio Peinador, Moral Profesional, BAC, Madrid, 1952, n. 674. Este es un criterio muy amplio, por supuesto, y de orden pastoral (o sea, ordenado a la administración al menos “bajo condición” de los sacramentos); no va contra el criterio de muerte encefálica, que es una discusión estrictamente científica y que ya hemos tocado en otro lugar (véase al respecto: Miguel Á. Fuentes, El Teólogo Responde, vol. 1, caso 35, EVE, San Rafael 2001, pp. 147 ss; Id, El Teólogo Responde, vol. 2, caso 27, EVE, San Rafael 2002, pp. 129 ss).

[2] Evangelium vitae, n. 99.

bautismo

Si Cristo se bautizó de 30 años ¿por qué la Iglesia bautiza a niños y/o bebes?

Pregunta:

Mi pregunta es acerca del bautismo de Cristo, ¿cuándo fue y cuál es su real significado, cómo debemos tomarlo? Una pregunta inocente podría ser: si Cristo se bautizó de 30 años ¿por qué la Iglesia bautiza a niños y/o bebes?, Le pido por favor sea lo mas especifico posible, gracias Luis.

Respuesta:

Estimado Luis:

El bautismo con el que se bautizó Cristo no es el bautismo instituido por Nuestro Señor. El bautismo de Juan el Bautista era un signo de arrepentimiento y de disposición para aceptar la próxima venida del Mesías; el bautismo de Cristo borra realmente el pecado original. El Catecismo de la Iglesia habla sobre uno y otro diciendo:

El Bautismo de Jesús 

535. El comienzo de la vida pública de Jesús es su bautismo por Juan en el Jordán. Juan proclamaba ‘un bautismo de conversión para el perdón de los pecados’ (Lc 3,3). Una multitud de pecadores, publicanos y soldados, fariseos y saduceos y prostitutas viene a hacerse bautizar por él. ‘Entonces aparece Jesús’. El Bautista duda. Jesús insiste y recibe el bautismo. Entonces el Espíritu Santo, en forma de paloma, viene sobre Jesús, y la voz del cielo proclama que él es ‘mi Hijo amado’. Es la manifestación (‘Epifanía’) de Jesús como Mesías de Israel e Hijo de Dios.

536. El bautismo de Jesús es, por su parte, la aceptación y la inauguración de su misión de Siervo doliente. Se deja contar entre los pecadores; es ya ‘el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo’ (Jn 1,29); anticipa ya el ‘bautismo’ de su muerte sangrienta. Viene ya a ‘cumplir toda justicia’ (Mt 3,15), es decir, se somete enteramente a la voluntad de su Padre: por amor acepta el bautismo de muerte para la remisión de nuestros pecados. A esta aceptación responde la voz del Padre que pone toda su complacencia en su Hijo. El Espíritu que Jesús posee en plenitud desde su concepción viene a ‘posarse’ sobre él (Jn 1,32-33). De él manará este Espíritu para toda la humanidad. En su bautismo, ‘se abrieron los cielos’ (Mt 3,16) que el pecado de Adán había cerrado; y las aguas fueron santificadas por el descenso de Jesús y del Espíritu como preludio de la nueva creación.

537. Por el bautismo, el cristiano se asimila sacramentalmente a Jesús que anticipa en su bautismo su muerte y su resurrección: debe entrar en este misterio de rebajamiento humilde y de arrepentimiento, descender al agua con Jesús, para subir con él, renacer del agua y del Espíritu para convertirse, en el Hijo, en hijo amado del Padre y ‘vivir una vida nueva’ (Rm 6,4):

«Enterrémonos con Cristo por el Bautismo, para resucitar con él; descendamos con él para ser ascendidos con él; ascendamos con él para ser glorificados con él». [San Gregorio Nacianceno]

«Todo lo que aconteció en Cristo nos enseña que después del baño de agua, el Espíritu Santo desciende sobre nosotros desde lo alto del cielo y que, adoptados por la Voz del Padre, llegamos a ser hijos de Dios». [San Hilario de Poitiers]

P. Miguel A. Fuentes, IVE