existencia de Dios

La ciencia moderna. ¿niega o prueba la existencia de Dios?

Pregunta:

Estimado Padre: Soy universitario y estoy haciendo un trabajo sobre la ciencia y el cristianismo. Resulta que he leído varios artículos sobre lo que piensan los científicos sobre Dios y a pesar de que había creído que la ciencia (me refiero a la física y otras como la astronomía) no puede hablar de Dios (o sea no puede llegar a Dios), resulta que he leído dos artículos de buenos científicos que defienden que su ciencia puede probar la existencia de Dios. Al comentar mi perplejidad a mi profesor, éste me dijo que le presentara una exposición del tema. ¿En qué me puede orientar usted?

Respuesta:

Estimado Ramiro:

Te envío este artículo del Dr. Luis Fernández Cuervo (titulado ‘Sobre el Universo y Dios. Hablan ateos y creyentes’, publicado en www.arvo.net); creo que da una breve pero adecuada visión del tema.

Es frecuente en el mundo actual la gente que lleva su admiración por la Ciencia hasta el punto de creer que sólo allí se encierra toda la sabiduría y certeza posibles. Algunos, además, elevan su admiración hasta la idolatría, pensando que el avance de ella supone siempre un descrédito y derrota de la religión.

Eso equivale a anclar su mentalidad en lo peor de los ilustrados del Siglo XVIII. No hace mucho leí, en un artículo de otro diario, la chocante afirmación de que Pasteur, al demostrar que no existía la generación espontánea de seres vivos a partir de material inerte, había refutado con ello una idea religiosa.

Pero esa idea nunca fue una idea religiosa, sino una idea científica equivocada en la que creyeron los científicos, creyentes y no creyentes, hasta que en el Siglo XIX, el genial Louis Pasteur demostró lo contrario. ¡Pero resulta que Pasteur fue siempre un católico practicante! y, además, dijo que ‘un poco de ciencia aleja de Dios, pero mucha ciencia devuelve a él’.

Si revisamos la historia, podemos comprobar que muchos de los grandes avances científicos fueron hechos por gente que no tuvo ningún conflicto entre la ciencia que cultivaba y la religión en la que creía.

La lista de ellos es larga. Sin embargo, también es verdad que, hoy día, muchos científicos ilustres son agnósticos -no saben decir si Dios existe o no-, o son ateos que pretenden convencerse y convencernos de que su ciencia demuestra la no existencia de Dios.

Aparte de los que mencioné en mi artículo anterior, Watson y Crick, destacan hoy por su franco ateísmo Steven Weinberg y Peter Atkins.

Asegura Atkins que no es necesaria la existencia de un creador y que, mirado a fondo, ‘todo es caos’ y que ‘esta es la frialdad que hemos de aceptar cuando escrutamos profunda y desapasionadamente el corazón del universo’. En cuanto a Weinberg, Premio Nóbel de Física, para él todo el universo que conocemos, incluyendo la vida humana, sólo es el resultado accidental, por casualidad, de un cúmulo de coincidencias que pudieron no haberse dado. (¿Alabemos, entonces, a la diosa Casualidad?).

E insiste en que: ‘Cuanto más comprensible parece el Universo, tanto más sin sentido parece también’. Con eso no están de acuerdo muchos otros físicos, entre ellos Albert Einstein, que, sin practicar nunca ninguna religión, aseguraba que: ‘Cuanto más estudio la ciencia más creo en Dios’.

El error de esos agnósticos o ateos está en lo limitado de su ciencia y en lo desorbitado de su soberbia intelectual. Cuando hablan de caos habría que decirles que siempre parece sin sentido lo que conocemos mal o sólo en parte y que si acaso creen que ya lo saben todo sobre el Universo. Cuando al descifrar las etapas y estructuras del cosmos y de la vida observan, sin que se vea un agente externo que la produzca, cómo unas cosas son causas de otras y cómo se coordinan entre sí, llegan a la conclusión, como el viejo Laplace, que no hace falta Dios, que aquello se ha hecho solo. ¿Qué supone más sabiduría y más poder humanos? ¿Un reloj antiguo que había que darle cuerda o uno actual que no lo necesita? Escuchar un concierto transmitido en ese mismo momento por la radio supone más inteligencia y poder humanos que estar allí presentes en ese concierto.

La ciencia y el poder humanos han vencido el espacio. Y escuchar años más tarde ese mismo concierto en una casete, supone mayor inteligencia y poder humanos que los de aquella radio, pues ahora se ha vencido no sólo el espacio sino también el tiempo. Si ésa es nuestra experiencia sobre el poder creador del hombre, ¿por qué en cambio se lo niegan a Dios? Precisamente, cuanto más autónomo aparece algo, en su existencia y funcionamiento, más inteligente y poderosa tiene que ser la Causa que pudo producirla. Y también cuanto mayor complejidad y finura de estructuras y funcionamiento tiene. Hay mayor inteligencia y poder creador para hacer un moderno cronómetro que para hacer un reloj de arena.

Por eso, muchos físicos comprueban que los parámetros fundamentales que rigen la fuerza de la gravedad, la carga de los protones y la masa de los neutrones, la distancia de la tierra al sol, etc., parecen haber sido ajustados muy precisa e inteligentemente de modo que permitiesen surgir organismos conscientes.

De hecho, modificar en lo más mismo esos valores habrían hecho perder a los átomos su integridad, que las estrellas no brillasen, que ninguna galaxia hubiera podido albergar vida o que el colapso del universo sucediera segundos después del ‘Big Bang’. John Polkinghorne, físico de la Universidad de Cambridge, observa que ‘cuando uno se da cuenta de que las leyes de la naturaleza tienen que estar coordinadas con máxima precisión para que den como resultado el universo visible, es difícil resistirse a la idea de que el universo no es casual, sino que tiene que haber un propósito en él’. Y Jerzy A. Janik, físico nuclear y miembro de la Academia de Ciencias de Polonia y Noruega, concluye: ‘Tengo respeto al agnosticismo en los físicos. Pero cuando dicen que son agnósticos porque son científicos, hacen una extrapolación. Pueden serlo, pero no partiendo de la física.

Hay que ser ateos honestos. La física no da prueba negativa de Dios o de la realidad trascendente: no es su objeto. (…) Eso no es el resultado de la ciencia, depende de otros factores personales: el sufrimiento, la pobreza de un pueblo…’. Sí, y precisamente el sufrimiento es una piedra de escándalo que a algunos científicos puede apartarles de Dios -tal parece ser el caso de Weinberg- y a otros -como a Max Planck- la ocasión para encontrarle. Espero poder hablarles también de esto último.

(*) Luis Fernández Cuervo, Dr. en Medicina, columnista de El Diario de Hoy, colaborador de Arvo Net; artículo publicado en El Diario de Hoy, 23.6.2003; en Arvo Net, 23 de noviembre 2003.