Pregunta:
¿Podría explicarme que es Hedonismo? y como lo ve la Iglesia Católica? Gracias, que Dios los bendiga.
Respuesta:
‘Bajo el término general de hedonismo se ha tendido a agrupar a diversos pensadores separados, en realidad, por notables diferencias.
En sentido estricto se define como hedonismo toda doctrina que considera el placer (hedoné en griego) como fin supremo de la vida. Sin embargo, la propia ambigüedad del concepto de placer hace que tal afirmación pueda realizarse desde muy distintas perspectivas.
Manifestaciones históricas. El primer pensador que formuló una tesis explícitamente hedonista fue probablemente Eudoxo de Cnido, que a principios del siglo IV a.C. consideró que el placer era el bien supremo de todos los seres. En similar línea se pronunció la escuela cirenaica, fundada en las mismas fechas por Aristipo de Cirene. Éste entendió por placer una cualidad positiva, una forma de goce tranquilo dominado por el sentido sensitivo. Juzgó, además, el placer como algo fugaz, y de ahí su máxima: aférrate al presente y gózalo, pues sólo el presente nos pertenece realmente.
El placer propuesto por Epicuro, algo posterior, era más moderado y descansaba tanto en el momento presente como en el recuerdo o en la esperanza. El placer más alto tendría naturaleza negativa y seria la ataraxía, es decir, la absoluta imperturbabilidad.
El hedonismo, como fundamento del comportamiento humano, estuvo siempre presente en la historia del pensamiento. Los empiristas británicos Thomas Hobbes, John Locke y David Hume lo integraron en su filosofía, aunque de forma matizada. Más radical fue su compatriota Jeremy Bentham, creador del utilitarismo. De cualquier forma, casi todos los grandes filósofos, como Platón, Aristóteles, Kant y Hegel, se opusieron frontalmente a las tesis hedonistas.
Tipos de hedonismo. Se distinguen básicamente dos formas de hedonismo, el ético y el psicológico. Una acertada definición del primero la ofreció Richard B. Brandt, uno de los filósofos modernos que mayor atención dedicaron a este tema, quien afirmó que ‘una cosa es intrínsecamente deseable (indeseable) si y sólo si y en la medida en que es placentera (no placentera)’.
Por lo que se refiere al hedonismo psicológico, son varias las doctrinas existentes según la determinación temporal del placer. La teoría del placer de los fines o ‘hedonismo psicológico del futuro’ sostiene que el placer personal es el único fin último de una persona. El ya citado Bentham, representante de este tipo de hedonismo, afirmó que todo hombre se siente inclinado a perseguir aquella línea de conducta que cree habrá de conducirle a su mayor felicidad. El denominado ‘hedonismo psicológico del presente’, basado en la motivación placentera por medio del pensamiento, considera que una persona se siente motivada a producir un determinado estado de hechos si el pensar en ellos le resulta placentero. Por último, el ‘hedonismo psicológico del pasado’ mantiene que la intensidad del interés actual de una persona sobre un tipo particular de acontecimiento es función de goces pasados’ (Hasta la Enciclopedia Hispánica).
Digamos, pues, que el hedonismo es la identificación del bien con el placer. Sócrates, Platón y Aristóteles criticaron el hedonismo de los filósofos morales anteriores a ellos. La ética de Aristóteles supera el hedonismo dado que su concepción de la felicidad como fin del hombre supone el acto virtuoso. El cristianismo comprehende la totalidad materio-espiritual del hombre y su felicidad terrenal unida a la eterna. Con su concepción positiva del dolor, a propósito de la participación en la Cruz de Jesucristo, tiene la más clara posición antihedonista. Con el Humanismo vuelve una cierta concepción hedonista de la vida. En la modernidad Kant (1724-1804) critica el placer de la misma manera que se opone a todo sentimiento, también al dolor presentando la postura opuesta al cristianismo. El hombre contemporáneo vuelve al hedonismo materialista con la negación de Dios.
El Papa Juan Pablo II lo indica entre las consecuencias del eclipse del sentido de Dios y del hombre: ‘El eclipse del sentido de Dios y del hombre conduce inevitablemente al materialismo práctico, en el que proliferan el individualismo, el utilitarismo y el hedonismo. Se manifiesta también aquí la perenne validez de lo que escribió el Apóstol: ‘Como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, Dios los entregó a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene’ (Rm 1, 28)’ (Evangelium vitae, 23).
P. Miguel A. Fuentes, IVE