Pregunta:
Padre, quisiera que por favor me explicara, en forma sencilla el tema de la predestinación.
Siempre pensé que una de las principales diferencias con los protestantes es justamente este tema; para ellos sólo algunos elegidos alcanzarán la gloria eterna.
Nosotros como Católicos, creía yo, pensaban que a través de los méritos de la Pasión de Cristo teníamos todos la oportunidad de salvarnos; si bien en gran medida era un Don de Dios por que El nos daba los medios, había también un componente personal de aceptar y decidir ese fin a través de nuestros propios méritos sin embargo, leyendo a Royo Marín ‘Dios y su obra’ me he confundido ya que a tratar este tema hay partes que coinciden con lo que yo pensaba pero por ej. he leo: la predestinación ha sido hecha por Dios antes de la previsión de cualquier mérito futuro del predestinado o …..cuando habían nacido ni habían hecho ni el bien ni el mal para que el propósito de Dios conforme a la elección no por las obras si no por El que llama, permaneciese, de ahí infiero una postura de que nuestro destino ya viene signado sin tener en cuenta nuestros méritos.
Desde ya muchas gracias
Saludos cordiales
Respuesta:
Estimado José:
En primer lugar, el p. Antonio Royo Marín en su obra, Teología de la salvación, afirma dos cosas importantes respecto al misterio de la predestinación (la presentación en puntos es mía):
1° “Es preciso confesar que el problema de la divina predestinación no ha logrado aclararlo del todo ninguna escuela teológica hasta hoy, y creemos firmemente que no se aclarará jamás acá en la tierra…”.
2° “Los que vivimos todavía acá en la tierra tenemos que contentarnos con adorar el misterio sin tratar de descifrarlo, lo que sería vano empeño y loca temeridad”.
Y ofrece inmediatamente “los siguientes puntos, que pertenecen expresamente a la fe católica o son doctrina cierta y común en teología, y son más que suficientes para que cada uno trabaje con seriedad en la salvación de su alma, sin preocuparse demasiado de cómo haya de resolverse el problema de la predestinación”.
Estos puntos son:
1. Dios quiere sinceramente que todos los hombres se salven. Consta expresamente en la Sagrada Escritura (1 Tm 2,3-4).
2. En su consecuencia, Cristo murió por todos los hombre sin excepción. Consta también en la Sagrada Escritura (2 Co 5,15) y ha sido expresamente definido por la Iglesia (Dz 1906).
3. En virtud de su voluntad salvífica y en atención a los méritos de Cristo Redentor, Dios ofrece siempre a todos los hombres las gracias necesarias y suficientes para que de hecho puedan salvarse si quieren.
4. Es un error gravísimo creer que Dios predestina al mal: “Que algunos hayan sido predestinados al mal por el divino poder, no sólo no lo creemos, sino que, si hubiere algunos que quieran creer tanta maldad, con toda repulsión les anatematizamos” (Dz 200).
5. La salvación es don de Dios: “Que algunos se salven, es don del que salva; pero que algunos se pierdan, es merecimiento de los que se pierden” (Dz 318).
6. Los condenados se autoexcluyen de la salvación: “Ni los malos se perdieron porque no pudieron ser buenos, sino porque no quisieron ser buenos y por su culpa permanecieron en la masa de condenación” (Dz 321).
7. La salvación, con el auxilio divino, es posible: “Porque Dios no manda cosas imposibles a nadie, sino que, al mandar alguna cosa, nos avisa que hagamos lo que podamos y pidamos lo que no podamos y nos ayuda para que podamos” (Dz 804).
En síntesis. El ojo de nuestra atención debe estar por sobre todo en la perseverancia de la vida cristiana y pedir la gracia de morir como tal, pues como dice San Jerónimo, en la vida cristiana no se mira tanto los comienzos sino el final (cf. Mt 10,22).
Y al respecto R. Marín, en la misma obra citada y hablando de la perseverancia, afirma: “Sin embargo, podemos conjeturar en cierto modo nuestra futura perseverancia a base de las llamadas señales de predestinación”. Estas son:
1º Vivir habitualmente en gracia de Dios.
2º Espíritu de oración.
3º Una verdadera humildad.
4º Paciencia cristiana en la adversidad.
5º El ejercicio de la caridad para con el prójimo y de las obras de misericordia.
6º Un amor sincero y entrañable hacia Cristo, Redentor de la humanidad.
7º La devoción a María.
8º Un gran amor a la Iglesia, dispensadora de la gracia y de la verdad.
Y añade: “Estas son las principales señales de predestinación que suelen citar los teólogos (…) Nada deberíamos procurar con tanto empeño como llegar a adquirirlas todas”.
(Cf. Antonio Royo Marín, Teología de la salvación, B.A.C., Madrid 1965, p. 103-117)
En segundo lugar, respecto a lo que Ud. ha leído (y cita) en el libro Dios y su obra de R. Marín, para una sana comprensión del tema y evitar deducciones poco exactas, hay que tener presente:
1° El contexto. El autor viene tratando un tema de discusión entre los teólogos.
2° Hay conformidad y disconformidad de los teólogos católicos en tal discusión. Dice R. Marín: “(…) todos están conformes en decir que la predestinación a la gloria, tomada adecuadamente, es completamente gratuita y nadie la merece ni la puede merecer (…) Pero la disconformidad de pareceres es muy grande cuando se trata de determinar si la predestinación de los buenos a la gloria la hace Dios antes o después de prever los méritos de esos predestinados” (p. 201). Lo subrayado con rojo es el meollo de la discusión.
3° El autor, después de presentar y examinar las diferentes opiniones o soluciones que los teólogos católicos dan al tema expone “las razones por las cuales preferimos la opinión que nos parece más probable” (p. 201).
Y la opinión más probable es la del sistema agustiniano-tomista (cf. p. 212) y que el autor resume en la conclusión siguiente:
“Dios, antes de la previsión de cualquier mérito, eligió a algunos y los predestinó a la gloria; y, en virtud de esta elección, decretó darles la gracia y los méritos sobrenaturales que con ella contraerán. De suerte que, en el orden de la intención, la predestinación precede con prioridad de orden a los méritos del predestinado y es, por tanto, completamente gratuita” (p. 213).
Dicho de otro modo (y en cuanto lo permite nuestro limitado modo humano de explicar los misterios divinos):
– En el orden de la intención divina: la predestinación es anterior y absolutamentegratuita a cualquier mérito del predestinado.
– En el orden de la ejecución: Dios confiere al predestinado, en primer lugar, la gracia de la justificación; luego le da las gracias eficaces para la realización de la buenas obras con las cuales merecerá el cielo; finalmente, le concede gratuitamente el gran don de la perseverancia final (que nadie absolutamente puede merecer) y, a causa de ella, le da la vida eterna (cf. p.212-213).
No hay otro modo de hablar más claro y más explícitamente que lo expresado por San Pablo:
Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó (Rm 8,28-30).
(Cf. R. Marín, Dios y su obra, B.A.C., Madrid 1963, p. 201-219).
Bien, estimado amigo: espero que nuestra respuesta le sea útil y, por sobre todo, para vivir de la misericordia en la confianza en Dios. “Todo lo puedo en Aquél que me fortalece” (San Pablo).
En Cristo y María.
Con mi bendición,
P. José Guerra, IVE