Pregunta:
¿Existe la Brujería? ¿Qué debemos hacer ante la presunta brujería?
Respuesta:
Es difícil distinguir claramente entre brujería, hechicería y magia… Estas prácticas utilizan medios ocultos que no son de Dios, para producir efectos mas allá de los poderes naturales del hombre.
La brujería se adapta a los tiempos modernos y se prolifera aun en los libros populares para niños, por ej. Harry Potter
La brujería es perversa porque recurre a espíritus malignos. Implica un pacto o por lo menos una búsqueda de la intervención de esos espíritus. El ser brujo o bruja se obtiene por vínculos satánicos en los que se entra por una ‘dedicación’, muchas veces dentro de la familia.
La brujería implica la creencia en una realidad invisible a la que el practicante queda atado. Las Sagradas Escrituras y los Padres enseñan que se trata de una entidad diabólica (Dt 18,12).
¿Por qué se recurre a la brujería?
La ayuda sobrenatural que ofrece la brujería se busca por diferentes razones. Las principales son: Para hacer daño a quien se odia; para atraerse la pasión amorosa de alguien; para invocar a los muertos; para suscitar calamidades o impotencia contra enemigos, rivales u opresores reales o imaginarios; para resolver un problema el cual se ha convertido en obsesión y ya no importa por que medio se resuelve.
Prácticas de los Brujos
La brujería data desde los tiempos de la antigua Mesopotamia y Egipto. Así lo demuestra la Biblia como también otros antiguos escritos como el Código de Hammurabi (2000 a.C.).
No todos los brujos siguen las mismas prácticas, pero las siguientes son muy comunes entre ellos en la era cristiana. El brujo hace un pacto con el demonio, adjura a Cristo y los Sacramentos, tienen ritos diabólicos en los que hacen una parodia de la Santa Misa o de los oficios de la Iglesia y adoran al Príncipe de las Tinieblas y participan en aquelarres (reuniones de brujos donde hacen sus maledicencias). La brujería está relacionada con el satanismo.
Tanto en la brujería como en la magia se encuentran estos elementos:
1-La realización de rituales o de gestos simbólicos.
2- El uso de sustancias y objetos materiales que tienen significado simbólico.
3- Pronunciamiento de un hechizo .
4- Una condición prescrita del que efectúa el rito.
La brujería consta de rituales para hacer sus hechizos (ejercer un maleficio o atadura sobre alguien), algunos de los cuales requieren hierbas particulares. También hay palabras de conjuro o hechizo que pueden ser escritas para obtener un mayor poder. Quién realiza el rito debe desear su propósito con todas sus fuerzas para obtener mayores efectos y algunas veces debe ayunar por 24 horas antes de realizar el rito para purificar el cuerpo.
¿Es real el poder de la brujería?
Puede ser real, pero en muchos casos puede ser también sugestión de la mente, es decir pura mentira. En ambos casos está actuando el demonio, príncipe de la mentira.
La Biblia, la enseñanza de los Padres de la Iglesia y la tradición no dejan lugar a dudas sobre el hecho que los seres humanos tienen la libertad para pactar con el diablo el cual tiene influencia en la tierra y en las actividades humanas. Por otro lado Padres como San Jerónimo, pensaban que en muchos casos la brujería es sugestión de la mente.
La Biblia condena la brujería y la hechicería, no como falsas o fraudulentas, sino por ser una abominación: ‘A la hechicera no la dejarás con vida’ (Exodo 22,18; Ver también Deuteronomio 18,11-12). La narrativa de la visita del rey Saúl a la hechicera de Endor (I Reyes 28) demuestra que su evocación de Samuel fue real y tuvo efecto. En Levítico 20,27 se lee: ‘ El hombre o la mujer en que haya espíritu de nigromante o adivino, morirá sin remedio: los lapidarán. Caerá su sangre sobre ellos’. Está claro que hay un espíritu adivino y no se trata de una impostura.
El Pueblo de Israel, en muchas ocasiones, se tornó a la práctica de la adivinación y a la consulta de brujos, yendo así en contra de los mandatos de Dios. (Ez 13:18-19; 2 Cron 33:6; Jer 27:9…).
El Antiguo Testamento muestra claramente como los Israelitas y sus vecinos paganos estaban conscientes de la brujería y la magia. En el libro de Éxodo 7:11 leemos que el Faraón: ‘llamó a todos los sabios y adivinos. Y ellos también, los magos de Egipto, hicieron las mismas cosas (que Moisés) por medio de sus artes secretas’.
El Primer Mandamiento condena la brujería, la magia y todo tipo de adivinación: ‘Yo Soy el señor tu Dios…no tendrás dioses extraños delante de mi’ (Ex 20:2-3).
El Nuevo Testamento igualmente condena la brujería como una realidad perversa: (Gálatas 5,20; 13,6; Apocalipsis 21,8; 22,15). El mago Simón era practicante de la magia pero estaba envidioso de los Apóstoles cuando vio a la gente recibir el Espíritu Santo a través de la imposición de las manos. Ofreció dinero a los Apóstoles para que le enseñaran como hacer esto y Pedro le contestó: ‘…tú corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete , pues, de esa tu maldad…’ (Hechos 8:9-22).
En mi vida sacerdotal he tratado numerosas veces con personas que han hecho pactos satánicos y posteriormente han experimentado graves consecuencias. También con frecuencia he orado por personas que han sido víctimas de ‘trabajos’ de brujería.
La brujería opera con poder satánico (dado por Satanás). Se trata de los poderes que oprimen a los hombres y que Jesucristo confrontó hasta morir y resucitar para librarnos de ellos. Su victoria no nos evita la lucha contra el maligno sino que nos da la fuerza para vencerlo si tenemos fe.
Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas. Efesios 6:12
Debemos evitar tanto el exagerar como el minimizar el poder de Satanás. En una guerra es esencial conocer las fuerzas contrarias y saber como vencerlas. Satanás tiene poder para tentar y asediar a los fieles, pero su poder no es comparable al de Dios Todopoderoso. Satanás puede causar persecuciones y hasta el martirio de los fieles. La victoria de los santos no está en vivir sin pruebas sino en vencerlas manteniéndose fieles a Dios.
El demonio existe y entra en relación con aquellos que lo buscan. Como recompensa a quién le ofrece culto, el demonio otorga poderes preternaturales para obtener poder, fama, dinero, influencia, es decir las cosas que desea la carne. Por medio de la brujería se puede llegar a lograr el éxito en el mundo profesional ya sea como artista, profesional, militar, político, etc. Estas personas pueden parecer muy atractivas y tener un gran don de ganarse a la gente hasta el punto de atraer grandes multitudes y convertirse en dioses para sus admiradores los cuales son capaces de hacer hasta lo irrazonable por sus ellos. Los poderes del mal pueden cegar las mentes y fanatizarlas portentosamente. La brujería no es mera superstición. El demonio ciertamente arrastra hacia su reino del mal a los que se involucran en ella y a sus aduladores. Si no hay arrepentimiento y conversión, el final será el infierno.
Qué hacer contra las brujerías
Al enterarse de que alguien le está haciendo un ‘trabajo’ de brujería, muchas personas tienen miedo.Esto es lo que el quiere ya que por el miedo puede dominarnos. Debemos recordar que el demonio nada puede contra los que son fieles a Dios. Nuestro Padre Celestial es Todopoderoso y nos ama. El demonio sólo puede con aquellos que no confían en Dios y por falta de fe están espiritualmente débiles o muertos. Son como pollitos que se han alejado de la protección de la gallina y se exponen al gavilán. Por eso Jesús nos dice:
¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido! Mateo 23:37
Quién está amenazado por brujerías que recurra al Señor por protección y no tema. Debe poner en Dios toda su confianza y practicar su fe, no por miedo a la brujería sino por convicción: acercarse a los sacramentos, la oración personal y pedir a los hermanos que oren por él. La gracia del Señor jamás faltará a quién la busque.
Jamás debemos ir a otro brujo para ‘defendernos’. Eso sería caer en la trampa del demonio haciendo lo que él quiere: que desconfiemos de Dios para que recurramos a él.
Muchas veces las personas recurren a la brujería en momentos de desesperación, cuando creen que es el último recurso que les queda. En esos momento vulnerables alguien les ofrece la brujería como una solución fácil. Como católicos jamás recurrimos a ningún medio espiritual fuera de Dios. Cuando pedimos la intercesión de los santos, por ejemplo, no buscamos una vía alterna sino que buscamos su ayuda tan solo y precisamente para mantenernos fieles al Señor como ellos lo hicieron. Hay dos familias: la de Dios y la del demonio.Cada uno recurre a los miembros de la suya. Pidamos a Dios que prefiramos morir antes de buscar algo del demonio.
Fantasías en torno a la brujería
Aunque es cierto que en la brujería hay acción diabólica, la gente ignorante y supersticiosa ha creado muchísimas fábulas y supersticiones: Brujas que vuelan sobre una escoba, encantaciones que transforman a la víctima en un sapo… Estas fantasías no son causadas por la religión, sino al contrario, ocurren por faltar la auténtica fe.
En el trabajo ‘De ecclesiasticis disciplinis’ atribuido a Regino de Prum (906 d.C.), en la sección 364, critica a ‘ciertas mujeres’ que ‘seducidas por ilusiones y fantasmas de demonios, creeny abiertamente profesan que en plena noche ellas viajan sobre ciertas bestias junto con la diosa pagana Diana y una cantidad innumerable de mujeres, y que en estas horas de silencio vuelan sobre vastas expansiones de terreno y la obedecen como señora…’ Regio se lamenta que ellas llevan a esas fantasías y por lo tanto al paganismo a mucha gente (innumera multitudo). Concluye que es ‘el deber de los sacerdotes enseñar a la gente que estas cosas son absolutamente falsas… implantadas por el maligno’
Falsas acusaciones y crueldades contra presuntos brujos y brujas.
Lamentablemente no siempre se siguió el consejo de Regino de Prum. La brujería se convirtió en escape para culpar de cualquier cosa, hasta desastres naturales y epidemias. Pero existieron otras razones, entre ellas el poder y el interés de crear causa contra enemigos. El resultado fue la persecución y ‘caza de brujas’ en el que se enjuiciaron y condenaron a muerte injustamente a muchas personas, casi siempre las más indefensas. Quizás el caso más famoso es el de Santa Juana de Arco quién, acusada de bruja, murió quemada. Nos sirve para elucidar los intereses de poder, venganza y maldad que daban lugar a las persecuciones de brujas.
La persecución de las brujas comienza con el poder secular. El Imperio Romano, en el siglo III, castigaba con la pena de la hoguera a los que causaran la muerte de alguien con sus encantamientos (Julius Paulus, ‘Sent.’, V, 23, 17). En el siglo IV, la legislación eclesiástica quiso atenuar la severidad del estado. El Concilio de Elvira (306), Canon 6, rehusó el Viáticum a aquellos que matasen con una encantación (per maleficium) y añade que la razón por tal crimen no podía efectuarse ‘sin idolatría’; ya que el culto al demonio es idolatría. El canon xxiv del Concilio de Ancyra (314) impone cinco años de penitencia a los que consulten magos. Penas similares fueron establecidas por el concilio oriental en Trullo (692).
En los primeros trece siglos de la era cristiana no se dieron por lo general las crueles persecuciones y cazas de hechiceros que aparecieron más tarde. Mientras el estado permitía la tortura contra los hechiceros, el Papa Nicolás I (d.C. 866) la prohibió. Una ordenanza similar aparece en los Decretos Pseudo-Isidoros. Pero la Iglesia no pudo eliminar la tortura y otros abusos que están arraigados en el corazón del hombre. Llevar el nombre de cristiano no es suficiente para comportarse como tal.
En muchas ocasiones el clero habló con autoridad para evitar las acusaciones fanáticas y abusivas. Entre ellos San Agobardo, arzobispo de Lyon (m. 841) quien escribió ‘Contra insulsam vulgi opinionem de grandine et tonitruis’ (contra las necias creencias de la gente sobre el granizo y el rayo) (P.L., CIV, 147). El Papa Gregorio VII en 1080 escribió al Rey Harold de Denmark prohibiendo que las brujas sean sentenciadas a muerte.
La Inquisición
En la segunda mitad del siglo XIII, la recién instituída Inquisición Papal comenzó a ocuparse con cargos de hechicería. Alejandro IV, ordenó (1258) que los inquisidores deben limitar su intervenciones a casos con alguna clara presunción de creencias heréticas (manifeste haeresim saparent). Pero como la brujería, con sus prácticas diabólicas, está muy ligada a la herejía, la persecución de brujas no se evitó.
En Toulouse, cede de la herejía de los Cátaros, fue donde en 1275 se dio el primer caso conocido de una bruja llevada a la hoguera por la sentencia jurídica de un inquisitor (Hugues de Baniol (Cauzons, ‘La Magic’, II, 217). La mujer, ‘confesó’ haber dado a luz un monstruo, resultado de su relación carnal con espíritus malignos y haberlo alimentado con carne de infantes la cual procuraba en expediciones nocturnas. La posibilidad de relaciones carnales entre seres humanos y demonios era aceptado por algunos grandes teólogos como Santo Tomas y San Buenaventura, sin embargo, en la Iglesia prevalecía el sentir contrario. Un testigo poco amistoso a la Iglesia, Riezler (Hexenprozesse en Bayern, p. 32) reconoce que ‘entre los representantes oficiales de la Iglesia, esta tendencia más saludable prevaleció hasta los umbrales de la epidemia del juicio de brujas, o sea, hasta avanzado el siglo XVI’. En el Sínodo Provincial de Salzburg de 1569 (Dalham, ‘Concillia Salisburgensia’, p. 372), hay una fuerte tendencia a prevenir la imposición de la pena de muerte en acusaciones de brujería, insistiendo que estas son ilusiones diabólicas.
Pero no hay duda de que en el siglo XIV algunas constituciones papales de Juan XXII y Benedicto XII (cf. Hansen, ‘Quellen und Untersuchungen’, pp. 2-15) estimularon mucho el enjuiciamiento por brujería y otras prácticas mágicas por parte de los inquisitores, especialmente en el sur de Francia. En un juicio a gran escala en Toulouse en 1334, de 63 personas acusadas de ofensas de este tipo, 8 fueron entregadas al poder secular para ser quemadas. El resto fueron a prisión de por vida o con largas sentencias. Dos de las condenadas, ambas mujeres mayores, después de ser torturadas, confesaron haber asistido a un aquelarre de brujas, haber allí adorado al demonio y ser culpable de indecencias con él y otras personas presentes y haber comido carne de infantes. (Hansen, ‘Zauberwahn’, 315; y ‘Quellen und Untersuchungen’, 451). En 1324 Petronilla de Midia fue quemada en Irlanda por recomendación de Richard, Obispo de Ossory. Durante este período, las cortes seculares acusaban y enjuiciaban por brujería con igual o mayor severidad que los tribunales eclesiásticos. Se usaba la tortura y la hoguera.
No se conoce que enjuiciamientos de este tipo se llevaron a cabo en Alemania por inquisitores papales durante los siglos XIII y XIV. Alrededor del año 1400 encontramos muchos enjuiciamientos de brujas en Berne, Suiza por manos de Pedro de Gruyères, que, a pesar de lo que dice Riezler, era sin lugar a dudas un juez secular (Hansen, ‘Quellen, etc.’, 91 n.). También jueces seculares en Valais (1428-1434) mataron 200 brujas y en Briancon en 1437 más de 150. Las víctimas de los inquisitores, ej. en Heidelberg en 1447; o Savoya en 1462, parecen no haber sido tan numerosas.
Algunos escritores han pensado que la Bula, ‘Summis desiderantes affectibus’, del Papa Inocencio VIII (1484) fué responsable por la fiebre contra las brujas. Esto no es cierto ya que las campañas anti-brujas preceden a esta Bula la cual no contiene nada nuevo. Su efecto fue más bien el de ratificar el poder ya conferido a los inquisitores Enrique Institoris y Santiago Sprenger, para tratar con crímenes de brujería y herejía y pedir al Obispo de Strasburg que apoye a los inquisitores. Esta Bula Papal, sin embargo, no pronuncia ninguna decisión dogmática. Quizás el libro ‘Malleus Maleficarum’ (el martillo de las brujas), publicado unos dos años después por los mismos inquisitores, fue el que más incitó al enjuiciamiento de brujas. Pero los enjuiciamientos de brujas en los siglos XVI y XVII fueron en su mayoría hechos por el poder secular.
La Reforma Protestante ante la caza de brujas.
Lutero y Calvino y sus seguidores acentuaron la creencia popular en el poder del demonio en la brujería y otras prácticas mágicas. Lutero, basado en su interpretación del mandamiento Bíblico, abogó por la exterminación de las brujas. ‘La Historia del Pueblo Alemán’ de Janssen, argumenta con muchas pruebas (capítulos IV y V, del último volumen -vol. XVI de la edición inglesa), que una gran responsabilidad por la caza de brujas recae en los Reformadores.
El código penal conocido como ‘Carolina’ (1532), decretó que la hechicería debe ser tratada como una ofensa criminal en el imperio Alemán y si causó daño a alguna persona, la bruja debía ser quemada. Hubo mayor actividad de cacería de brujas en los distritos Protestantes de Alemania que en las provincias católicas. Ejemplos de ello son Osnabruck y Wolfenbuttenl. En Osnabruck, en 1583, 121 personas fueron quemadas en tres meses. En Wolfenbuttenl, en 1593 hasta diez brujas fueron quemadas en un día. No fue hasta el 1563 que se le hizo una resistencia eficaz a la persecución por medio de un protestante de Cleues, Juan Weyer. Se le unieron las protestas de Ewich y Witekind.
En el debate sobre las brujas habían católicos y protestantes en ambos lados. Quizás la protesta más efectiva contra la caza de brujas fue la del jesuita Friedrich von Spee, quién en 1631 publicó ‘Cautio criminalis’.
La persecución ocurrió en muchos países
La persecución de brujas se extendió por muchos países. En el siglo XVI habían enjuiciamientos por tribunales seculares en Roma. En Inglaterra y Escocia también hubo persecuciones pero no hay cifras precisas sobre las ejecuciones. Howell, escribiendo en 1648, dice que en el período de dos años hubo casi 300 brujas procesadas y la mayoría ejecutadas en Essex y Suffolk solamente.
El Papa Gregorio XV, en su constitución ‘omnipotentis’ (1623), recomendó un procedimiento más clemente y en 1657 una Instrucción de la Inquisición amonestó con eficacia la crueldad de las persecuciones. Al final del siglo XVII la persecución comenzó a reducirse en casi en todo el mundo y al principio de XVIII prácticamente cesaron. El último juicio por brujería en Alemania fue en 1749 en Wurzburg, pero en Suiza una niña fue ejecutada como bruja en el Cantón Protestante de Glarus en 1783.
En los Estados Unidos, Cotton Mather, en su ‘Maravillas del Mundo Invisible’ (1693), cuenta que 19 ejecuciones de brujas ocurrieron en Nueva Inglaterra. En la actualidad Estados Unidos celebra Halloween el 31 de octubre (la víspera del día de todos los santos) en que se recuerdan las historias de brujas de una forma fantasiosa. Se acostumbra a disfrazarse, preferiblemente de brujas, duendes, monstruos o cualquier cosa que de miedo, se reviven los cuentos de brujas. En el ambiente materialista de la actualidad se hace de todo ello una broma, pero en el fondo opera también un deseo pagano de llenar un vacío espiritual.
No hay pruebas para las alegaciones de que algunas mujeres fueron enjuiciadas formalmente en México a finales del siglo XIX (ver Stimmen aus Maria-Laach, XXXII, 1887, p. 378).
En un gran número de enjuiciamientos, las confesiones de haber participado en toda clase de horrores satánicos, fueron hechas espontáneamente y aparentemente sin amenaza o miedo de tortura. Además el pleno reconocimiento de culpa parece constantemente haber sido confirmado justo antes de la ejecución, cuando el acusado no tenía nada que ganar o perder con la confesión. Esto puede atribuirse en muchos casos a razones psicológicas.
Conclusión
Los males que sufre la humanidad son fruto de su apertura al demonio por el pecado. Una forma extrema de esa relación es la brujería. Se llega a pactar con él y buscar su intervención. La enseñanza de la Biblia, los Padres de la Iglesia y la tradición concuerdan en que la brujería es real y digna de condenación. Jesucristo vino para vencer y atar al demonio. Con frecuencia se enfrentó directamente con él para reprimir su actividad sobre sus víctimas. El tiempo entre la primera y segunda venida del Señor son de gran batalla espiritual que envuelve a todos.
Por muchos siglos y en muchas naciones la ignorancia, la crueldad y falta de justos procesos judiciales llevaron a terribles persecuciones, falsas acusaciones y la matanza de muchos acusados de brujería. Hechos injustificados y deplorables.
En la actualidad hemos caído en el extremo opuesto: se niega la realidad de la actividad satánica y por ende la brujería.
Como cristianos debemos seguir el camino de Jesucristo quién rechaza el pecado pero ama al pecador. La enseñanza de Jesús en el caso de la mujer sorprendida en adulterio se aplica también a la brujería como a cualquier pecado. El camino de Jesús no es la condenación al estilo de los que se proponían apedrearla. Tampoco es el la actitud de los que hoy pretenden que no existe el pecado. Eso sería abandonarla sumida en su desgracia. El camino de Jesús es el amor que defiende de la crueldad y llama a una vida nueva, libre de pecado. El mal no se vence matando sino ayudando con amor y verdad a salir del pecado. El Señor nos enseña a amar a nuestros enemigos. El amor de Dios es más fuerte que la maldición de todos los brujos del mundo. Una gota de su Preciosa Sangre tiene poder para disipar el más enfurecido ataque diabólico.
P. Miguel A. Fuentes, IVE