unidad en Dios

¿Cómo puedo hablarle a un ateo sobre Dios?

Pregunta:

Mi pregunta es: ¿Cómo puedo hablarle a un ateo sobre Dios? Yo estoy segura de mi fe, pero no se como explicarle a la persona sobre Dios ya que sus costumbres son muy distintas a las mías.
Espero su respuesta. Gracias.
Karen; de México, 25 años

Respuesta:

Estimada Karen:

Le aconsejo darle a leer un buen libro sobre apologética cristiana o de teodicea (estudio filosófico sobre Dios).

Un libro clásico de apologética (principios fundamentales sobre la religión) es el de Hillaire, ‘La religión demostrada‘. En su primera parte trata el problema de Dios (los primeros capítulos puede usted encontrarlos en Internet).

Si es una persona inteligente, puede darle a leer lo mejor que se ha escrito sobre Dios, la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, primera parte, cuestiones 1-30.

También puede serle de mucha utilidad el libro de R. Garrigou-Lagrange, Dios, su existencia y su naturaleza, Ed. Palabra.

En Cristo y María.

P. Miguel A. Fuentes, IVE

 

Jesucristo: ¿Fue verdaderamente Dios?

Pregunta:

Aprovecho para saludarlo y hacerle una pregunta que nos tiene inquietos aquí en la oficina a unos compañeros y a mí. Sabemos que es bueno tener dudas pero también es bueno aclararlas. Estamos en el dilema si Jesucristo es Dios ; en lo personal yo digo que no es Dios, que es el hijo del padre hecho hombre para redimir los pecados del mundo, que Dios es el Padre que a través de su hijo nos ofrece la salvación y el perdón.
Si nos pudiera aclarar esto le agradeceríamos mucho Padre.

Respuesta:

Estimada

Jesucristo es Dios; es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad (Verbo o Hijo) hecho hombre por nosotros. Esto es lo que afirmamos como de fe no sólo los católicos sino todo cristiano (protestante, anglicano, calvinista, etc.). Como ignoro de qué religión es usted (si no se acepta la divinidad de Jesucristo y la Trinidad de Dios no se es ni siquiera cristiano) sólo puedo recomendarle los artículos que están en nuestra página.

Aunque me animaría a pensar que lo suyo no es de mala voluntad sino de poca formación; en tal caso (si es así) le sugiero leer como de corrido el ‘Catecismo de la Iglesia Católica’ para tener una visión completa de lo que cree un católico.

En Cristo y María,

P. Miguel A. Fuentes, IVE

pateísmo

¿Se puede ser a la vez Católico y Panteista?

Pregunta:

Estimado:
Deseo que me conteste la siguiente cuestión: ¿como puedo responderle a una persona que me dice que es católica pero que a la vez es panteísta? Agradecería una respuesta.

 

Respuesta:

Estimado amigo:

No se puede responder nada a esa persona. Es lo mismo que intentar una respuesta a una persona que dice que es puro cuerpo sin espíritu alguno pero al mismo tiempo es puro espíritu sin cuerpo alguno. Esta persona no necesita un teólogo; necesita, ante todo, un diccionario para buscar los dos términos y ver que en la lengua española, como en cualquier otra traducción, los conceptos que intenta unir son, en realidad, excluyentes. Panteísta es la persona que cree que todo (pan) es dios (theos). Católico es la persona que profesa la religión católica, la cual afirma a rajatabla que Dios es un ser personal, único en naturaleza y trino en personas, absolutamente distinto de toda la creación, la cual no es más que una obra de Dios. Si no entiende esto, lo segundo que puede serle útil es un médico.

En Cristo y María.

P. Miguel A. Fuentes, IVE

egoísmo

¿Qué es el egoísmo?

Pregunta:

Podría informarme algo acerca de ‘el egoísmo’, o un lugar en donde buscar al respecto. Gracias
Por M., de 37 años, de Guatemala.

Respuesta:

En realidad el egoísmo es lo contrario del verdadero amor, ya que este nos hace salir de nosotros mismos y nos hace darnos a lo que amamos transformándonos en la cosa amada, en cambio el egoísmo nos tiene como centro de todas las cosas a nosotros mismos y hacemos que todo convenga para lo que nosotros queremos, por eso el egoísta no se sale de sí mismo sino que todo lo que haga será buscando su propio interés. El mejor ejemplo del verdadero amor contrario al egoísmo es el de Jesucristo que dio su vida por nuestro rescate sin sacar El ninguna ventaja, solo buscando nuestro bien. Y también podes tomar los ejemplos de lo santos que por amor de Dios se olvidaron de su bien terrenal y se dieron por completo en el bien del prójimo, pero por amor a Dios, o sea el orden que Jesús enseñó cuando el fariseo le preguntó cual era el primero y principal de los mandamientos.

En otro pasaje cuando Jesús dice aquello de que quien ama su vida la perderá y quien odia su vida, por amor a Mi, la salvará, justamente se refiere al verdadero amor y al egoísta que hace que nos amemos de modo desordenado o sea mas que a Dios y ese amor desordenado de nosotros mismo nos llevará a perder la vida que es la vida eterna.

Te mando algo que salió en nuestra página web de la parte que se llama El Sembrador, allí Monseñor Fulton Sheen describe como somos en realidad y lo que nuestro egoísmo nos hace creer que somos. Si querés encontrar la continuación de lo que trata Monseñor Futlon Sheen podes buscar en nuestra página web en: EL Sembrador de los días: 11, 22, y 29 de mayo de 2004 y 5 de junio del mismo año.

El «Ego» y el «Yo»

“El extraño caso del Dr. Jekylly de Míster Hyde” es la historia de todo hombre nacido de mujer, porque dentro de cada uno de nosotros viven dos nosotros mismos: el “Ego” y el “Yo”; el que aparece exteriormente y el que es; el hombre que trata con otros hombres y el hombre desconocido para todos los demás.

El ego es lo que pensamos que somos; el yo es lo que, en realidad, somos.

El ego es el niño consentido: egoísta, petulante, alborotador y mimado, el origen de nuestros errores en la vida. ¡El yo es nuestra personalidad hecha a imagen y semejanza de Dios!

Las vidas de nuestros dos nosotros mismos no pueden ser vividas simultáneamente. Si pretendemos e intentamos hacerlo, sufriremos remordimientos, ansiedades y descontento interno. Si la verdadera libertad se ha de hallar dentro de nosotros mismos, el ego debe ceder al nacimiento de nuestra propia personalidad. Pero es un compañero tan familiarizado, para algunas personas, que no puede ser fácilmente dejado de lado, y no hay provecho ninguno en decirles que el superficial ego no tiene lugar legítimo en su interior. Lo mismo que la capa de arcilla de las fundiciones, el falso ego debe ser arrancado, separado y arrojado, y es éste un proceso que implica desasimiento, dolor, y que causa cierta indignación.

Cuando el ego domina nuestra vida, vituperamos pequeñas faltas en los demás y excusamos grandes errores en nosotros mismos; vemos la paja en el ojo ajeno e ignoramos la viga en el nuestro. Somos injustos con los demás y negamos que haya falta en nuestra actitud; otros hacen lo mismo con nosotros y decimos que debieran conocer mejor las cosas. Odiamos a otros seres y a ese odio lo calificamos de “celo”; halagamos a otras personas teniendo en cuenta lo que pueden hacer en nuestro favor, y a esto lo llamamos “amor”; les mentimos, y esas mentiras las justificamos denominándolas “tacto”. Somos remisos para defender en público los derechos de Dios, y a eso lo calificamos como “prudencia”; procediendo egoisticamente hacemos a un lado a otros seres, y esa actitud es ante nuestros ojos “procurar nuestros justos derechos”; somos severos críticos de los demás y decimos que “enfrentamos valientemente los hechos”; nos rehusamos a abandonar nuestra vida de pecado, y a cualquiera que así procede lo tildamos de “escapista”. Nos cuidamos excesivamente y decimos “cuidar la salud”; juntamos más riquezas de las que son necesarias para nuestra situación en la vida y decimos procurar la “seguridad”; nos causa disgusto la riquezas de los demás y nos vanagloriamos de ser “defensores de los sumergidos”; negamos inviolables principios de justicias, nos aseguramos con toda firmeza en el aire y decimos ser “liberales”. Empezamos nuestras frases con el pronombre “Yo”, y condenamos a otras personas como inaguantables, porque desean hablar acerca de sí mismas, siendo así que nosotros deseamos hablar acerca de nosotros; arruinamos la vida familiar por medio del divorcio, y decimos que nos es preciso “vivir nuestra vida”; creemos ser virtuosos… simplemente porque hemos hallado a alguna otra persona más viciosa.

Atentamente.

P. Miguel A. Fuentes, IVE

corrección fraterna

¿Cómo hacer una Corrección Fraterna?

Pregunta:

Paz y Bien. Mi problema es que en mi casa no nos acostumbraron a hablar sobre lo que no nos agrada porque sentimos que si le decimos algo al otro lo vamos a dañar, o lo vamos a hacer sentir mal. A veces quisiera decir cosas que no me gustan que pase y me da miedo porque todos parecemos un cristal… ¿Qué me aconseja hacer?

Respuesta:

Estimada Lissette:

Dos obras de misericordia espirituales que debe hacer todo cristiano  son: la de corregir al que yerra y  enseñar, aconsejar a quien lo necesite. Existe entonces el deber de caridad de hablar para edificar y ayudar al prójimo.

Jesucristo nos repite muchas veces en el Evangelio: no temáisno tengáis miedo (cf. Mt 14,27). El motivo que nos da es que “Él está con nosotros”. Aunque camine por oscuras cañadas, nada temo, porque Tú estás conmigo (Sal 22).

Pero lo que debemos cuidar para que realmente sea fructífera nuestra palabra ha de ser el modo de decirla. Jesús nos explica como debe hacerse lo que se llama corrección fraterna: Si tu hermano peca, vé y corrigelo en privado; si te escuchase habrás ganado a tu hermano. Si no te escuchase toma contigo dos o tres personas para que la cosa se resuelva entre la palabra de dos o tres testigos. Si después no escuchare ni siquiera a éstos, dilo a la asamblea; y si tampoco escuchase a la asamblea, sea para tí como un pagano o un publicano. (Mt 18, 15,17) Cada corrección debe ser hecha por caridad, con buena intención; no por desahogo ni de modo apasionado. Sobretodo en privado y rezando antes para ver que se va a tener éxito. También hay que ser paciente y dar tiempo a las personas para que entiendan y se corrijan. Cuando hay que corregir un defecto primero uno debe examinarse así mismo para ver si se tiene el mismo defecto, y ,entonces, nos corregimos nosotros y somos más humildes para corregir en el mejor modo.

Pero eso no quiere decir que yo deba pasarme el día corrigiendo los defectos de los demás, sino me haría insoportable y perdería eficacia la corrección cuando es verdaderamente necesaria, hay que pesar la magnitud del mal que se ha hecho, sobretodo si se trata de un pecado grave y que puede hacer un mal a otro o así mismo, o si es algo que ha cometido repetidamente y que puede llevarlo a un mal mas grande o un vicio.

Si no se da esto, lo mejor es callar por que se puede hacer un mal mayor, que se empecine en el mal o se falte a la caridad.

En Cristo y María.

P. Miguel A. Fuentes, IVE