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¿En que consistió la religión de los Incas?

Pregunta:

¿En que consistió la religión de los Incas?

 

Respuesta:

Hacia el s. XII d. C. a raíz de asentarse en la altiplanicie andina el grupo étnico que se denominará de los incas, por el nombre de sus jefes, se impone una religión nacional que alcanzará gran expansión por toda Sudamérica y concretamente en la región andina y litoral pacífico (desde el río Ancasmayou, al sur de Colombia, hasta el río Maule de Chile), y que conocerá una duración de cerca de cuatro siglos hasta la predicación del cristianismo con la conquista hispana. Indudablemente, la religión de los i. sufre la aculturación de diversos sustratos anteriores a la imposición de la clase preeminente (V. AMÉRICA VI, c, 2), que influyó en la configuración definitiva de la religión incaica sobre todo en el culto al Sol (v.), que tomaría multitud de elementos de Moche y Chimor, de raíz tiahuanacuense (v. PERú III). La deidad suprema, con diversos nombres como Tic¡, Viracocha, Pacayachich, era creadora del mundo y de los hombres, estaba integrada en el dios Sol, y fue reinterpretada como un héroe civilizador. De aquí que surja una auténtica religión estatal de carácter ecléctico que sustituye los cultos indígenas captando o adaptando muchas de sus creencias, a la vez que, con la lengua nacional quechua (v.), se impone una organización territorial su¡ generis en la que la célula social la constituye el llamado ayllu (v. i). Del desarrollo de las concepciones religiosas de los i. surge la idea de que el territorio es propiedad de la dinastía y, en consecuencia, del Estado; todo súbdito del sexo masculino deberá ponerse al servicio del mismo, tanto en el ejército como en el trabajo, a una determinada edad, con la contrapartida de que en tiempos de escasez será socorrido gratuitamente con grano, lana y diversos géneros de consumo, procedentes de los silos nacionales, y en la senectud será ayudado por la comunidad. En la supraestructura política del imperio inca se impone una élite, el clan de los incas, ramificado y provisto de privilegios de todo género, que da el mismo soberano, considerado ‘Hijo del Sol’. Su antepasado Manco Capac ‘descendería’ con su esposa e hija en las riberas del lago Titicaca y marcharía hacia el Nordeste como portador de su propio mensaje, estableciendo en Cuzco (v.) su sede espiritual. Según noticias que debemos a los cronistas españoles, a este legendario Manco Capac sucederían los soberanos; de éstos únicamente los últimos seis pueden ser considerados históricos. Sabemos, no obstante, que el imperio de los i. tuvo una duración de unos 300 años, siendo el último refinadísimo, por lo que cabe considerarle una alta cultura. Creador del mundo fue considerado el dios Huiracocha o Viracocha que corresponde al Pachacamac de las tribus costeras, identificándose asimismo con el dios Tonapa de los aymarás, que se presenta generalmente con todos sus atributos solares. Algunos bellos signos a él dedicados revelan la íntima devoción que le tenían sus fieles. En el templo al Sol de Cuzco aparece representado junto con un dios solar Inti y con el dios del relámpago Choke Illa, en tres estatuas áureas. Mar, Luna y estrellas más importantes eran consideradas también epifanías divinas. Importancia particular en la religión popular asumía Huaca concepto en el que confluirán, en idea de fuerza, el culto a los antepasados y espíritus protectores. Para el culto se habilitaron templos levantados en zonas sagradas, teniendo al lado la habitación de los sacerdotes y los lugares de ceremonia. En el sacrificio se ofrecían flores, bebidas, bolos de coca y vestidos que eran quemados en el fuego sacrificial. En particulares solemnidades tales como la conmemoración o muerte de un i., incluso en ocasiones de epidemia o carestía, se apelaba a los sacrificios humanos. Al culto atendían sacerdotes de diverso rango y existía un servicio de vestales (vírgenes del Sol), entre las cuales el i. escogía sus concubinas. La momificación alcanzó un desarrollo insospechado. Las almas de los muertos habían de traspasar un puente realizado con cabellos sobre un lago profundo, hasta la llamada ‘Casa de los Muertos’. V. t.: PEttú 111.

Por J. M. Gómez Tabanera

Tomado de la Enciclopedia Católica

BIBL.: PH. A. MEANs, Ancient Civilisations of the Andes, Londres 1931; W. VON HAGEN, Los reinos americanos del Sol, Madrid 1964; F. DE ARMAS MEDINA, Cristianización del Perú, (15721600), Sevilla 1953; R. LARCo HOYLE, Perou (Archaeologia Mundi), Ginebra 1966; H. TRIMBORN, América precolombina, Castill 1965, 103 ss.; L. BAUDIN, L’Empire Socialiste des Incas, París 1928; F. HAMPL, Las religiones de los mejicanos, de los mayas y de los peruanos, en Cristo y las religiones de la tierra (dir. F. KóNIG), II, Madrid 1961, 720-729; L. TORMo, Espiritualidad de las culturas indígenas hispanoamericanas, en Historia de la Espiritualidad (dir. B. JIMÉNEz DUQUE y L. SALA BALUST), IV, Barcelona 1969, 405 ss.

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